Anuncio

Una nueva especialidad en informática aborda cómo la tecnología reestructura la sociedad

Share

En un seminario de nivel superior sobre inteligencia artificial, Justin Li, profesor de Occidental College, comenzó una discusión más allá de una clase típica de informática.

¿Debería un auto sin conductor, si no puede frenar a tiempo, ser programado para dirigirse hacia una pared y evitar así chocar contra los peatones, quizás matando a una sola persona en el vehículo para salvar a cinco en la calle?

Una pregunta llevó a otra. ¿Está moralmente bien elegir cinco vidas en lugar de una? ¿Qué tal 10? ¿Quién puede tomar esta decisión de todos modos: el programador, el gobierno, la persona que puede pagar un auto sin conductor?

Anuncio

Occidental estableció una especialidad en informática, este otoño, y se sumó así a las numerosas universidades de artes liberales que lo hicieron en los últimos años. Carreras similares han aparecido en Reed College, en Oregón, y en Whitman College, en el estado de Washington.

Estas escuelas, reconocidas por enseñar historia y filosofía, están configurando sus programas para aprovechar sus puntos fuertes. No solo se enfocan en los algoritmos vocacionales o abstractos. A medida que la inteligencia artificial y la automatización entran cada vez más en la vida cotidiana, sus cursos empujan a los estudiantes a examinar cómo la tecnología moderna cambia y desafía a la sociedad.

En Maine, Bates College comenzó un programa multidisciplinario de Estudios Digitales y Computacionales, con objetivos que incluyen “cuestionar los valores y las suposiciones de un mundo digitalizado” y “aumentar la comprensión del poder y las limitaciones de las computadoras para resolver problemas”.

En Occidental, donde un joven Barack Obama descubrió las ciencias políticas, enseñar a los alumnos a codificar es la parte más sencilla, consideró Li, profesor de ciencias cognitivas quien lideró el diseño de la especialización. Las clases también los empujan a lidiar con las desigualdades y los dilemas filosóficos que la tecnología está creando en el mundo. Tales discusiones sociales están entretejidas en cada lección.

“El objetivo es hacer que los alumnos consideren las implicaciones del mundo real en lo que están haciendo, que su código no es solo una resolución abstracta de problemas, sino que puede tener un impacto positivo o negativo en las personas reales”, argumentó el docente.

Para Stephanie Angulo, una estudiante de tercer año, es ese tipo de enfoque el que la llevó a Occidental en lugar de una escuela de ingeniería. La joven espera romper los techos de cristal alguna vez, como líder de tecnología, y quiso estudiar en algún lugar que también le enseñe a escribir mejor.

“Tienes que pensar cómo comunicas tus ideas o cómo piensas sobre los problemas”, expuso Angulo, quien fue pasante en Facebook y está estudiando informática y filosofía. “Mis amigos y yo hablamos de estos temas casi todos los días, mientras que me he dado cuenta de que las personas con las que he trabajado y que están más centradas en la ingeniería no suelen pensar tanto en ello”.

La forma más amplia de ver las ciencias de la computación también tiene el beneficio de atraer a nuevas personas para reducir la muy debatida diversidad y diferencias de género de la tecnología, consideró Andrea Danyluk, profesora de Williams College y miembro del Liberal Arts Computer Science Consortium. “Tenemos al estudiante de arte que necesita tomar un curso de ciencias o un estudiante de historia que descubre que esto es realmente genial”, aseveró.

A medida que surgen más programas multidisciplinarios, algunos en el campo advierten que no es bueno desviar demasiado la atención de los fundamentos de la informática. “Se necesita un núcleo muy sólido”, argumentó Kim Bruce, quien inició los departamentos en Williams y en Pomona College.

Varias universidades de artes liberales de la costa este tienen programas tradicionales de larga data basados en matemáticas y computación. Pero Occidental quería que su nueva especialidad rompiera el molde. “Nuestro objetivo no es emular a Stanford o MIT en términos de ingenieros”, comentó el presidente Jonathan Veitch. “Nuestra meta es graduar a estudiantes versados en las formas en que la tecnología afecta su vida social, cultural y política, y para desempeñar algún tipo de papel reflexivo en la alta tecnología”.

Elegir a Li -cuyo campo de experiencia es multidisciplinario- para dar forma a la especialidad fue un primer paso. El docente analizó lo que otros campus hacían y descubrió que muchos carecían de clases que abordaran directamente la ética. También observó los problemas de diversidad.

En todo el país, más del 80% de los estudiantes de ciencias de la computación son hombres. De los 1,780 doctorados otorgados en el campo en 2015, solo el 1% se destinó a estudiantes afroamericanos, el 1.7% a latinos y menos del 19% a mujeres, según la Computing Research Association. “Comenzar un nuevo departamento es una rara oportunidad de abordar estos temas desde cero”, consideró Li.

La especialización de Occidental incluye un camino más tradicional, una vía de matemáticas y una opción “CS + X”, en la que los estudiantes pueden elegir libremente la X, ya sea integrando estudios de género, economía o música. Pueden perseguir proyectos sobre cualquier cosa que les interese: vivienda segregada, patrones de lenguaje o si hay racismo en los datos del censo.

Kathryn Leonard, la presidenta del departamento, que se especializó en inglés y matemáticas en la universidad, alienta a los estudiantes a utilizar sus amplias enseñanzas de artes liberales para pensar sobre el papel de los humanos en la tecnología. “Si somos nosotros quienes construimos la máquina, entonces debemos ser muy cuidadosos al poner nuestros propios sesgos en ella y, además, poner sesgos de los que ni siquiera somos conscientes”, dijo. “Para tener ese tipo de conocimiento, necesitas una exposición a una amplia gama de perspectivas”.

La estudiante de tercer año Chloe Zeller se especializa en ciencias de la computación y ciencias cognitivas, además de matemáticas. A ella le preocupaba que la informática fuera demasiado difícil, pero asegura que la forma en que Occidental enseña el material la ayudó a encontrar maneras de comprenderlo. Así, ha estudiado temas como el sesgo de género y la inequidad en los programas de informática, y está inspirada por la diversidad tanto de sus compañeros de clase como de sus intereses. “La informática se encuentra en muchos lugares diferentes ahora. No es solo esta cosa discreta que está en una pequeña caja”, expresó. “En mi primera clase, había una variedad de alumnos de matemáticas, personas de ciencias. Tuve a un estudiante de política en mi clase y a otro de psicología”.

Esa diversidad ayudó a atraer a Luis Figueroa, estudiante de tercer año, quien se sentía intimidado porque su preparatoria en San Luis, Arizona, no tenía clases de informática. Ahora se está especializando en ciencias de la computación y matemáticas. El joven realizó una pasantía en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y espera regresar algún día a su ciudad natal para enseñarles a los niños desde el inicio de su educación que “la informática realmente puede estar conectada con todo”.

En una reciente presentación de ciencias de la computación, se amontonaron docenas de estudiantes para ver de qué se trataba la nueva especialización. En una mesa, Allie Brenner describió la red neuronal que ella y un compañero de clase habían construido para reconocer y distinguir entre los tuits del presidente Trump y los del expresidente Obama.

Uno de los desafíos, dijo, fue enseñar a una computadora a detectar el sarcasmo, lo cual era clave, porque Obama y Trump a menudo han usado palabras similares de diferentes maneras. “La parte más difícil para nosotros, tal como bromeábamos el otro día, ya no es la codificación”, aseguró Brenner, que se especializa en informática y psicología. “Es la teoría y el proceso de pensamiento detrás de todo”.

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

Anuncio