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Pomona llora la muerte del oficial en su último día de entrenamiento: ‘Su sueño recién empezaba’

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Greggory Casillas, estaba en su último día de entrenamiento antes de poder salir a la calle solo.

Ese día marcaba el final de su “fase invisible” de entrenamiento, un período de dos semanas en que su oficial de adiestramiento vistió ropas civiles, para observarlo y asegurarse de que estaba listo. Casillas le dijo a un compañero de trabajo que no podía esperar para estar solo en la calle.

“Estaba tan emocionado”, dijo Allison Campos, una guardia de seguridad del Departamento de Policía de Pomona. “Realmente lo quería. Nunca he conocido a alguien tan ansioso por convertirse en un oficial de policía”.

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Entonces la tragedia lo golpeó.

Durante ese turno del viernes, un conductor imprudente llevó a los agentes a una persecución que terminó con una muerte. Casillas, de 30 años, siguió al conductor hasta un complejo de apartamentos en Pomona, donde el hombre estaba atrincherado en una de las unidades.

Cuando Casillas se acercó, fue alcanzado por balas disparadas detrás de una puerta. Fue llevado a un hospital, donde murió. Un segundo oficial que recibió un disparo en la cara tratando de salvarlo fue dado de alta del hospital y se está recuperando de sus heridas.

El hombre que disparó fue arrestado bajo sospecha de asesinato e intento de asesinato y debe comparecer ante el tribunal esta semana.

Más de 300 personas se congregaron frente a la sede de la policía de Pomona el domingo por la noche para una vigilia, en la que los oficiales llevaban bandas negras de luto con el número “16”, el número de placa de Casillas.

“Perder a Gregg ha abierto un agujero en los corazones de su familia y miembros de este departamento”, dijo el jefe de policía de Pomona, Michael Olivieri, durante la vigilia.

Sus colegas recordaron a Casillas, de 6 pies y 4 pulgadas, como un gigante amable, un trabajador duro al que le encantaba bromear y motivar a sus compañeros de trabajo. Un padre de dos niños pequeños, él estaba empezando a construir una familia con su esposa, dijeron.

El camino para convertirse en oficial no fue fácil, pero era el objetivo a largo plazo de Casillas, y se lo ganó, dijeron sus colegas. Se unió al departamento de Pomona en 2014, poniendo su pie en la puerta como especialista en registros antes de abrirse camino.

“Fue su sueño ser un oficial de policía”, dijo Dawn Coday, especialista en registros con el departamento. “Su sueño recién estaba comenzando”.

En el departamento de registros, Casillas estudió minuciosamente los informes de los oficiales, estudiando cómo escribirlos, como esperaba hacer algún día.

Más tarde, se convirtió en guardia en una prision, donde trabajó con Myra Williams, una experimentada carcelera que ha estado en la agencia más de 15 años.

“Cuando estaba entrenando, quería hacerlo todo solo”, dijo, y le recordó: “Oye, Williams, ¿cómo haces esto? Muéstrame”.

Los reclusos más revoltosos, agregó, se calmaban en su presencia. La semana pasada, la última vez que lo vio, bromeó con él, sabiendo que estaba muy cerca de lograr su objetivo.

“Casillas, ¿aún no has terminado?” le dijo.

“Casi, Williams, casi”, respondió.

Campos, quien también trabajó con Casillas en la cárcel, dijo que siempre llevaba material de estudio: tarjetas de códigos penales, libros para prepararse para el examen de oficial de policía. Comía sanamente, traía pollo y arroz caseros sin especias para trabajar, y se mantenía en forma para estar listo cuando fuera aceptado en la academia de policía.

“Estaba dispuesto a hacer lo que tenía que hacer”, dijo Campos.

Eventualmente, recibió el correo electrónico: una oferta condicional para ser un recluta de la policía de Pomona. Le dijo a Campos que esperaba que pronto tuviera una fecha de inicio en la academia.

Y lo hizo. Se graduó de la Academia del Sheriff del Condado de San Bernardino y fue juramentado en la agencia de policía de Pomona en septiembre.

“Se ganó su lugar”, dijo el teniente Marcus Pérez, cuyo ahijado completó la academia con Casillas.

Como supervisor que se unió a la agencia hace 25 años, Pérez periódicamente se registraba con los oficiales de capacitación de campo para ver cómo les iba a los aprendices.

Cuando se trataba de Casillas, la respuesta siempre era la misma: “Ese chico aprende rápido”, recuerda Pérez. “‘Solo necesitas decirle una vez, y eso es todo’ - ese es el tipo de personalidad que tenía”.

Campos soñaba con convertirse en un oficial de policía, y estaba más motivado que nunca. “No pudo hacer el trabajo que quería”, dijo, entre lágrimas. “Pero espero poder hacerlo sentir orgulloso”.

alene.tchekmedyian@latimes.com

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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