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Voluntarios de Border BioBlitz detectaron signos de vida silvestre y de migrantes

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Más de una docena de naturalistas vinieron a este remoto cañón el fin de semana pasado en busca de animales y plantas de todo tipo: ranas arborícolas, cactus de pera espinosos, lagartos manchados, enredaderas de dragón y la siempre elegante y esquiva ave trogón.

Taylor Edwards comenzó la caminata de la mañana con un deseo que sólo un herpetólogo podría tener: “Espero que encontremos algunas serpientes de cascabel”.

Desde el condado de San Diego hasta el Valle del Río Grande de Texas, los ciudadanos científicos se desplegaron en 20 sitios del área fronteriza para el segundo Border BioBlitz anual, una iniciativa voluntaria de dos días para registrar tantas especies de flora y fauna como sea posible en aproximadamente un kilómetro que se extiende a cada lado de la frontera con México. El año pasado, trabajando en aproximadamente la mitad de los sitios, los voluntarios registraron 868 especies. Esta vez, esperaban encontrar más material para resaltar el valor de la región como un hábitat único, en lugar de una zona de crisis de seguridad nacional.

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Los voluntarios de Sycamore Canyon descargaron la aplicación gratuita iNaturalist en sus teléfonos celulares, tomaron fotos e identificaban lo que veían o lo dejaban en manos de otros voluntarios que luego analizarían sus hallazgos en línea.

Incluso antes de que hubieran dejado el estacionamiento del sendero, ese domingo, un voluntario fotografió a un pájaro rojo mientras se lanzaba desde el dosel de un enorme roble, un cazamoscas bermellón. A unos pocos pasos por el sendero cubierto de hierba, otro voluntario divisó una planta Sisymbrium irio, también conocida en español como matacandil, y tomó una foto.

“¿Alguien está observando estas hierbas?”, gritó la organizadora Julia Rowe, una especialista en investigación de especies invasoras en el Arizona-Sonora Desert Museum, de Tucson.

Fotografiaron varios tipos de hierba, incluida un Rowe identificado como grama peludo, un nombre que hizo reír a Amira, la hija de Edwards, de 10 años de edad.

Todavía el clima estaba suficientemente frío como para que los voluntarios usaran abrigos mientras seguían el sendero, a lo largo de un pequeño arroyo que rugía a la sombra de las escarpadas paredes del cañón. El comienzo del sendero estaba a 30 millas al oeste de Nogales, cerca de 10 millas al norte de la frontera y alejado de la estación de guardaparques más cercana. A veces, los únicos sonidos provenían del riachuelo, la brisa crujía en los robles y se oían los chirridos de las reinitas amarillas y las ratonas desérticas, el ave estatal de Arizona.

Cada especie identificada a través de evidencia reveladora era registrada: huellas de rinteles; el hueso de la pata de un ciervo de Coues, el excremento de coyote y una ratona desértica asomada por detrás del tronco escamoso de un enebro sabino.

Una codorniz pelirroja con manchas blancas y negras saltó de los arbustos demasiado rápido para ser identificada o fotografiada. Pero los voluntarios tuvieron tiempo para hacer una pausa y examinar el cardo, la verbena y la cuchara del desierto o sotol (el ingrediente clave en la bebida mexicana del mismo nombre).

A medida que avanzaba el día, los voluntarios se quitaron sus abrigos, levantaron sus pantalones y cruzaron el arroyo para examinar grietas llenas de helechos y musgos con olor a almizcle. Levantaron los binoculares para espiar a un halcón de cola roja que se elevaba en el cielo sin nubes. Intentaron escuchar la elegante llamada de un trogón -similar a un ladrido-, pero sólo oyeron a un ave que no pudieron identificar y que sonaba, como dijo un voluntario, “como un teléfono rotatorio”.

Después se aventuraron más lejos en el desierto y notaron otros identificadores, que no registraron, posiblemente provenientes de migrantes. “Aquí hay una mochila. Nadie más deja abandonada su mochila”, consideró Julie Kiker, de 63 años, una maestra jubilada de educación especial.

La bolsa arrugada tenía un patrón de camuflaje. Los senderistas verían más mochilas antes de que terminara la caminata, así como ropa abandonada, contenedores de atún y de mayonesa aún sin abrir, etiquetados en español.

Muchos de los voluntarios estaban acostumbrados a ver migrantes durante sus viajes de investigación fronterizos anteriores. Edwards, de 49 años, científico asociado del personal de la Universidad de Arizona, sondea serpientes durante la noche. El hombre se ha encontrado con agentes de la Patrulla Fronteriza y de la Administración Antidrogas (DEA) durante sus búsquedas, así como con migrantes.

“Me encuentro con migrantes y les doy agua sin preguntar”, comentó.

Edwards planea estudiar el impacto del aumento de la seguridad fronteriza en la investigación de campo académico. Para su hija, su mayor temor no son los migrantes o las serpientes, sino las avispas, que flotaban junto al arroyo.

A diferencia de otros tramos de Arizona, especialmente cerca de los cruces fronterizos, no había agentes armados de la Patrulla Fronteriza en el cañón, ni guardias nacionales ni tropas en servicio activo; tampoco alambre de púas, luces brillantes, torres de seguridad ni cercas. “Me siento más seguro aquí que donde hay un muro”, reflexionó Anthony Mendoza, investigador del herbario de la Universidad de Arizona.

Al final de la caminata, el grupo no había visto a ningún agente de la Patrulla Fronteriza, contrabandistas o migrantes. Pero habían catalogado más de 55 especies, incluyendo un renacuajo de rana toro, una avispa de las arañas, una rana de las rocas, una mariposa cola de golondrina y un carbonero embridado. El elegante trogón se mantuvo esquivo.

En toda la frontera, 1.004 voluntarios que participaron en el evento informaron haber descubierto 2.156 especies hasta el domingo por la noche.

Carianne Campbell, de 44 años, bióloga de restauración que participó en la excursión a Sycamore Canyon, aseguró que se siente segura incluso cuando camina sola. Campbell desea que más personas exploren el desierto de la frontera: “Es hermoso. Es especial, es único. Es insustituible; un tesoro”, expresó.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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