Anuncio

Anthony Bourdain fue el compadre de los latinos que pasaban desapercibidos

Share via

No fue un compañero periodista o un seguidor de las redes sociales quien me alertó sobre la muerte de Anthony Bourdain la madrugada del viernes. Era un mensaje de texto de mi primo Placido, un repartidor de Frito-Lay. El es un hombre frugal para los excesos en la comida, alguien que se burló de un amigo nuestro por poner semillas de granada en el guacamole.

El hecho de que recibí la noticia de él, resume el atractivo de Bourdain y su legado. Este personaje era el malvado Jeremiah del mundo de la comida, alguien que atacó las pretensiones e hipocresías y creó una personalidad ahora copiada por Eddie Huang, Action Bronson y muchos otros chefs famosos.

Pero Bourdain trascendió la burbuja culinaria de una manera que nadie más ha hecho. A la gente como mi primo nunca le importó la cultura culinaria; aún así, lo reverenciaba.

Anuncio

Sus programas de televisión -“No Reservations,” “The Layover” y más recientemente “Parts Unknown” - eran fáciles de disfrutar.

Un chef inteligente viaja por el mundo para comer por igual con aristócratas que con trabajadores, ¿interesante no? Pero él no era un simple turista gastronómico. Sus programas finalmente trataban sobre la dignidad de los humanos.

Bourdain abordó la política, cultura, historia y la música con facilidad y curiosidad, porque su musa era la gente de clase trabajadora y la comida que ellos preparaban sudando y disfrutaban sonriendo mientras la comían.

Transmitió sus esperanzas, sus temores y su alegría con una profundidad y calidez que los medios convencionales todavía no se molestan en aprender o buscar.

Bourdain entendió el privilegio de que gozaba y lo usó como un garrote para obligar a los estadounidenses a pensar sobre nuestro papel en el mundo. Fue particularmente implacable con las hipocresías sobre la inmigración latina.

Habló a lo largo de su carrera sobre cómo los latinos (cuando vivía en Nueva York, específicamente sobre ecuatorianos, salvadoreños y mexicanos del estado de Puebla) fueron sus eternos compadres, debido a su ética de trabajo, alegría y generosidad. Dijo que cualquiera que se opusiera a que ellos migraran a Estados Unidos estaba simplemente trastornado.

“Los mexicanos hacen el trabajo en este país que los estadounidenses, probablemente, no harán”, escribió hace un par de años. “En casi 30 años de cocinar profesionalmente, casi siempre que entro a una nueva cocina me recibe un tipo mexicano que me guía, me cuida y me muestra cuáles son los ingredientes”.

Solo conocí a Bourdain una vez, cuando grabó el episodio en Los Ángeles de su programa “Parts Unknown” que se emitió en 2017.

El comediante Al Madrigal y yo hablamos sobre la identidad y la inmigración mexicoamericana con él, acompañados de un plato de los legendarios taquitos del Cielito Lindo en Olvera Street. Queríamos filmar rápidamente porque Bourdain tenía fuertes dolores, ya que acababa de someterse a una sesión de tatuaje de una hora en su pierna.

La sesión había terminado a la medianoche. Los Ángeles no lo dejarían irse. Mientras un conductor esperaba en la avenida César Chávez, al menos una docena de personas buscaban una conversación con su héroe. ‘Hipsters’ y desamparados. Trabajadores a punto de comenzar un turno o de terminarlo. Usuarios de autobuses. Todos querían compartir su episodio favorito. Bourdain no solo escuchó, sino que tuvo la amabilidad de posar para las fotos.

Todos podemos aprender de Bourdain, no solo que deberíamos ver cómo vive la otra mitad, sino que deberíamos compartir el pan con ellos y escucharlos. Toño, que descanses en paz. Voy a ir a comer muy pronto un taquito en el Cielito Lindo bañado en salsa en tu honor.

mexicanwithglasses@gmail.com

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

Anuncio