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Disparidad en las escuelas de California; latinos y afroamericanos los más afectados

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Cuando se trata de educación, miles de madres de la minoría latina y afroamericana en California siguen pensando que sus hijos no obtienen todos los recursos.

Esta preocupación llega reforzada con estadísticas poco alentadoras mientras los activistas impulsan a la gente a involucrarse en el sistema educacional.

Graciela Mendoza busca involucrarse en la educación de sus adolescentes de noveno y décimo grado, pero cuando llega la hora de hablar en las juntas del Distrito Escolar Unificado de Long Beach, su voz se pierde entre la multitud de quejas y siente que nadie la escucha, dice la señora.

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“En muchos casos, los funcionarios locales terminan haciendo lo que quieren con los programas, el presupuesto y el sistema de administración escolar sin proveer muchos fondos para nuestras minorías. Y no soy la única madre que piensa así”, sostiene la madre.

Por su parte, en la zona norte de la región, varios padres de familia del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles también experimentan frustración.

“Vemos las injusticias a diario. Se nos había prometido a nivel estatal recursos para los niños de bajos recursos, los niños de crianza, los que están en inglés como segundo idioma y los que están aprendiendo inglés, pero no vemos nada”, dice Alma Márquez, directora de La Comadre, una coalición de familias que lucha por la educación de calidad.

“El problema es la burocracia… los procedimientos, reglas y barreras que impiden a los fondos llegar a las escuelas”, agrega.

GreatSchools, una organización sin fines de lucro en Oakland está de acuerdo con estas madres. A través de sus propias estadísticas indican que solo dos por ciento de estudiantes afroamericanos y un seis por ciento de latinos asisten a una escuela de alto desempeño en comparación con un 59 por ciento de estudiantes anglosajones y 73 por ciento de asiáticos que asisten a escuelas de alta calidad.

Una de las razones, sostiene Márquez, es que los padres no saben involucrarse en las escuelas mientras otros se conforman con lo que los directores, supervisores o superintendentes les dicen. Hay también padres que tienen miedo a las repercusiones que sus hijos puedan tener.

Las estadísticas de GreatSchools también indican que solo el 22 por ciento de estudiantes afroamericanos y el 19 por ciento de latinos asisten a escuelas donde las mayorías de sus grupos étnicos han pasado los cursos que los hacen elegibles para entrar a una universidad en comparación con el 59 por ciento de anglosajones y el 91 por ciento de asiáticos.

Samantha Brown Olivieri, vicepresidente de GreatSchools, sostiene que las cifras muestran que muchos estudiantes afroamericanos y latinos “no sólo carecen de acceso a buenas escuelas, sino que muchos estudiantes tienen una experiencia muy diferente dentro de las mismas aulas” en comparación de los anglosajones y asiáticos.

Las tasas de suspensión de estudiantes son más altas para los estudiantes afroamericanos en particular, al igual que el absentismo crónico, agrega.

Casi tres cuartas partes de los estudiantes afroamericanos y 58 por ciento de los estudiantes latinos asisten a una escuela donde los estudiantes obtienen calificaciones por debajo del 40 por ciento en las pruebas estandarizadas de matemáticas, artes del lenguaje y ciencias, en comparación con el 5 por ciento de los estudiantes blancos y el 3 por ciento de los estudiantes asiáticos.

Mientras que las escuelas charter representan el 12 por ciento de las escuelas, estas forman el 31 por ciento de las escuelas de alto rendimiento. La mitad de las escuelas exitosas que sirven a estudiantes de bajos ingresos también son charter.

Para muchos expertos, las escuelas charter no pueden ser la única respuesta, “debe haber claridad en el manejo de los presupuestos y más unión entre funcionarios y padres de familia de las escuelas convencionales para que los padres y maestros decidan dónde va el dinero”, dice Sylvia Fajardo, directora de una escuela charter.

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