Para la policía, la muerte de este actor fue accidental; la viuda e investigadores privados sospechan que hay algo turbio

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Jason Murphy volaba alto en septiembre de 2017. El actor y artista de improvisación se había casado recientemente con su novia de la adolescencia. Después de regresar de su luna de miel en Irlanda, asistió a una proyección nocturna entre semana de la película “From Jennifer”, en la cual había actuado, en North Hollywood. Después de eso, pasó por una fiesta para celebrar con el elenco y el equipo de realizadores.
Horas después, Murphy, de 34 años, sería encontrado muerto en el río Los Ángeles, en Elysian Park, al noreste del centro de la ciudad.
Las autoridades señalaron que el hombre se ahogó accidentalmente, después de una noche de alcohol. Pero su familia y amigos remarcan una serie de preguntas sin respuesta, que sugieren que el actor encontró un final más violento: su teléfono celular nunca fue hallado, tenía moretones, cortes y otras lesiones inexplicables; los videos indican que se bajó de un tren de Metro a dos millas de su casa y algunos testigos que se encontraban cerca de donde fue hallado el cuerpo dijeron que habían visto a un hombre corriendo con miedo esa noche.
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Su viuda, Dina Gregg, y varios detectives de homicidios retirados a quienes ella contrató, acusan al Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) de llevar adelante una pobre investigación. Ningún detective de homicidios de la División Noreste fue a la escena, e ignoraron evidencia que podría indicar que Murphy fue víctima de un robo y luego asesinado, detallaron Gregg y sus investigadores.
Gregg insistió repetidamente a la policía de Los Ángeles para que reabriera el caso, y considera injusto haber tenido que recaudar decenas de miles de dólares en línea para contratar investigadores privados que la ayuden a encontrar pistas sobre la muerte de Murphy. “Quiero que LAPD investigue seriamente esto”, remarcó. “Quiero justicia para mi esposo”.
Según Adam Bercovici, un teniente retirado de LAPD cuyos cargos incluyeron la proclamada División de Robo y Homicidios y la Sección de Investigación Especial, los investigadores no realizaron el trabajo policial básico, como visitar la escena para entrevistar a testigos. También expuso que los investigadores forenses deberían haber realizado una indagación más exhaustiva. “Esto fue un fracaso desde el principio”, remarcó Bercovici. “Nada se hizo bien. La policía de Los Ángeles hace un buen trabajo, pero no lo hizo en este caso”.
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Ahora, los detectives de robos y homicidios están “realizando una ‘biopsia’” de la investigación de la División Noreste. “Si se identifican deficiencias, darán seguimiento a todas y cada una de las pistas de investigación”, anticipó el subdirector Robert Green, jefe del gabinete de Michel Moore. “Cuando hay preguntas sobre la calidad de una de nuestras investigaciones, las preocupaciones se toman en serio”, destacó Green en un comunicado. “En un esfuerzo por garantizar que proporcionamos el más alto nivel de servicio, se solicita a una entidad externa e independiente, en este caso RHD, que realice una ‘biopsia’ de la investigación del área, para evaluar su calidad”.
El subdirector reiteró que LAPD está buscando respuestas, y agregó: “Los detectives están revisando actualmente toda la evidencia en la investigación; es demasiado pronto para determinar el resultado”.
Arturo Sandoval, capitán del Noreste, no respondió a una solicitud de comentarios de este periódico.
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Murphy se mudó a Los Ángeles desde Texas hace más de 15 años y se enamoró de la ciudad, comentó Gregg. La pareja comenzó a salir en diciembre de 2013 y se casó tres años después. Él apareció en comerciales de televisión, incluidos algunos para cadenas de comida rápida y seguros de automóviles. También actuó en numerosos clubes de comedia. Aunque físicamente era pequeño, Murphy tenía una personalidad fuerte y alegre, señaló su viuda. Conocer gente nueva lo cautivaba. Nunca había sido más feliz en su vida, dijo Gregg.

El 19 de septiembre de 2017, Gregg dejó a Murphy en la proyección de la película y planeaba irse a dormir antes de que él volviera a casa. La mujer recordó que cuando Murphy salió del auto, le dijo que pasearía a los perros a su regreso.
Cuando Gregg se despertó, a las 6:40 a.m., su esposo no estaba en la cama ni en la casa, ubicada en el vecindario de Frogtown, lindante con el río L.A. Mientras pasaban los minutos, más se preocupaba. Llamó y envió mensajes de texto a quienes habían asistido al evento de la película, donde hubo un límite de dos bebidas por persona. Murphy, le dijeron, se había ido a casa después de tomar sus dos tragos.
Ella intentó sin éxito localizar el teléfono de Murphy en su computadora. Lo llamó repetidamente, pero siempre ingresaba al buzón de voz. Poco después, sonó su celular. Era la madre de Murphy, Suzanne York, desde Texas, algo que le pareció inusual. Le preguntó a Gregg si estaba sentada. “Tenía que haber una explicación lógica para la llamada”, pensó. “El llamado fue muy breve. Mi suegra me dijo que mi esposo había muerto. Yo quedé completamente conmocionada”.
Un conductor que pasaba por el río encontró el cuerpo de Murphy en un área industrial, cerca de Figueroa y Avenue 19. Fue hasta la División Noreste y guió a los oficiales hasta el sitio, según el informe de la autopsia. El lugar estaba bordeado por muros de concreto con cercas de alambre y vías de ferrocarril.
El forense del condado de Los Ángeles calificó la muerte como un ahogamiento accidental y consideró la intoxicación por alcohol como un factor contribuyente. En las horas posteriores al deceso de Murphy, Gregg le dijo a un investigador forense que su esposo “a veces se desmayaba por su consumo de alcohol”.
El informe del forense, que Bercovici proporcionó al Times, señala que Murphy fue encontrado en tres pulgadas de agua, en el fondo de un muro de 33 pies. El examen médico encontró abrasiones y contusiones en la frente, rostro, muslos, rodillas y pies. El examen también halló un ojo morado y múltiples cortes en su mano, lo cual parecía consistente al contacto con el alambre de púas. También tenía una hernia en el diafragma y su concentración de alcohol en sangre era de 0.23%, según el informe. “Un posible escenario propuesto es que el Sr. Murphy haya sido empujado o arrojado desde la parte superior de la pared o la carretera más adelante, pero la falta de un trauma significativo no respalda ese escenario”, señala el informe, y agrega: “La forma de la muerte es por accidente”.
Sarah Ardalani, portavoz del forense, indicó que la oficina confía en sus hallazgos y declinó hacer más comentarios.
Gregg se enteró de que, cuando se halló el cuerpo de Murphy, todavía tenía su billetera, que contenía $200 y tarjetas de crédito, y su anillo de bodas. Su teléfono celular era lo único que faltaba. En ese instante, ella comenzó a sospechar.
No pasó mucho tiempo antes de que ella sintiera que los investigadores de homicidios de la División Noreste no estaban tomando el caso en serio. Para obtener información, tenía que hacer repetidas llamadas telefónicas o enviar múltiples emails. Gregg sostiene que los investigadores tardaron tres meses en entrevistar a las personas que habían asistido a la proyección de la película.
También afirma que constantemente le pedía a los investigadores que buscaran videos de vigilancia de las estaciones de Metro y trenes, para saber si Murphy había abordado uno hacia su casa. Por el sitio donde se encontró el cuerpo, Gregg especulaba que había abordado un tren de la Línea Dorada hasta la estación Lincoln-Cypress, pero no tenía pruebas.
Después de recuperar la billetera de Murphy del forense, encontró pases que indicaban que había transbordado varios trenes. Un pariente fue a la sede central de Metro y supo que Murphy tomó un tren desde North Hollywood hasta Union Station, y luego a la estación Lincoln-Cypress, a unas dos millas de su casa. Las autoridades recuperaron el video, pero le advirtieron que podría perturbarla.
Los detectives expresaron que las imágenes mostraban a su esposo con otra mujer. Gregg se negaba a creerlo. Se horrorizó cuando finalmente las vio: era una pareja desconocida, grabada en un día diferente. “Obtengan las imágenes correctas”, le rogó a las autoridades.
Durante varios meses, mientras la viuda se concentraba en el celular perdido, los detectives se centraron en el alcohol que Murphy tenía en su cuerpo. Ellos, dijo Gregg, seguían diciendo que el caso era una investigación por muerte, no un homicidio. “Esto ya era una película de terror”, aseveró. “Las personas que pensaba que me estaban ayudando, no lo hacían”.
En abril de 2019, Bercovici, propietario de una empresa de investigación, acordó examinar la muerte con los detectives retirados de homicidios Robert Jakucs y Armando Romero. Otros dos miembros del equipo fueron Doreen Hudson, ex oficial al mando de la División de Ciencias Forenses de LAPD, y John Cencich, director del Centro de Investigaciones y Ciencias Forenses, de la Universidad de California en Pensilvania (CALU).
A Bercovici no le agrada criticar a la entidad que lo empleó durante 30 años. Pero nadie, agregó, debería sufrir para obtener respuestas de la policía sobre la muerte de un ser querido. Así, sostiene que las lesiones de Murphy deberían haber sido una señal de alerta de algo turbio. Además, consideró, Murphy no era un desamparado ni un transeúnte como otras personas que están cerca del área donde se encontró el cuerpo.
Más aún, remarcó Bercovici, es una tarea básica de los investigadores de homicidios buscar en la escena tanto testigos como evidencia, pero el comandante a cargo en la División Nordeste no los envió. Las imágenes en video de un fotógrafo independiente, señaló, muestran únicamente agentes de patrulla y paramédicos de pie en la escena, con Murphy hundido en varias pulgadas de agua.
Una vez que el equipo de Bercovici tomó el caso, los investigadores retirados entrevistaron a quienes habían asistido a la proyección de la película esa noche, y a personas en campamentos de desamparados cerca de donde se halló el cuerpo.
Varios transeúntes dijeron que recordaban haber visto a un hombre corriendo y agitando los brazos la noche del hecho, relató Bercovici. Él especula que Murphy podría haber querido alejar a alguien que intentaba robar su teléfono. Un posible testigo, indicó, temió hablar con la policía debido a la presencia de pandillas en el área.
Para el investigador, el celular perdido es una pieza clave de evidencia, y culpa al Departamento de Policía de Los Ángeles por no haber buscado de inmediato datos del operador de telefonía, que almacena información sólo por un año. “Tienen una unidad entera dedicada a eso”, afirmó Bercovici. “Pero perdieron todo. Ahora ya es muy tarde”.
Aunque se alegra de que la División de Robo y Homicidio esté examinando el caso, le advirtió a Gregg que las circunstancias que rodearon la muerte de su esposo podrían seguir siendo un misterio. Aún así, ella no descansará hasta que sepa cómo su marido fue herido y terminó en el río. “Creo que fue atacado y lo dejaron ahogarse esa noche”, afirma ella. “Estoy convencida de que hubo algo sucio”.
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