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DACA cambió a una generación de inmigrantes de California. Estas son algunas de sus historias

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Son médicos y farmacéuticos, dueños de negocios y estudiantes que fueron traídos a Estados Unidos cuando eran niños, sin saber que habían entrado ilegalmente o con visas que luego expiraron. Sin un estatuto jurídico, sus esperanzas para el futuro eran escasas.

Hace siete años, sus vidas cambiaron dramáticamente cuando la administración de Obama anunció que aplazaría su deportación y otorgaría permisos de trabajo para los jóvenes que cumplieran con ciertos requisitos de residencia, educación y antecedentes bajo una política conocida como Acción Aplazada para las Llegadas de Niños.

Ahora su futuro pende de un hilo mientras la Corte Suprema de Estados Unidos escucha los argumentos orales el martes para decidir acerca de ese programa, que protege temporalmente a unos 700.000 de estos jóvenes inmigrantes, conocidos como “soñadores”.

California es el hogar del mayor número de beneficiarios de DACA y ha liderado el desafío legal a los esfuerzos de la administración Trump desde 2017 para acabar con el programa. La Universidad de California, bajo la dirección de la presidenta Janet Napolitano, que elaboró la política de DACA como secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, es una de las principales demandantes junto con el estado y otras entidades e individuos de California.

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Algunos opositores de DACA señalan que las estadísticas federales muestran que el 7.8% de los que fueron aprobados para el estatus de protegidos hasta febrero de 2018 tenían antecedentes de arrestos - principalmente por delitos relacionados con manejar o la inmigración.

Sin embargo, muchos de los beneficiarios de DACA han obtenido títulos en las mejores universidades, han creado puestos de trabajo como empresarios, han creado organizaciones sin fines de lucro, se han unido a la política e incluso han aparecido en películas de Hollywood.

Aquí están algunas de sus historias.

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Jirayut “New” Latthivongskorn

Jirayut “New” Latthivongskorn, es residente médico, en 2017 se unió a otros cinco beneficiarios de DACA en California para demandar a la administración Trump.

Se graduó de la Universidad de California en Berkeley con honores, obtuvo una maestría en salud pública de la Universidad de Harvard y un doctorado en medicina de la Universidad de California en San Francisco. Su residencia de tres años comenzó hace apenas unos meses. Pero el camino de Jirayut “New” Latthivongskorn para obtener su licencia médica depende de si puede seguir recibiendo autorización de trabajo en Estados Unidos.

Dijo que trabaja para lograr un equilibrio en su vida entre tratar pacientes 12 horas al día y abogar por los inmigrantes como él. Y no mira muy lejos en el futuro.

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“Das un paso a la vez”, dijo. “Uno mira el siguiente capítulo y luego deja espacio para la esperanza”, dijo Latthivongskorn, de 29 años. En 2017 se unió a otros cinco beneficiarios de DACA en California que demandaron a la administración Trump.

Hace veinte años, sus padres dejaron Tailandia para ir al norte de California con sus tres hijos después de una crisis financiera y se quedaron más tiempo con sus visas de turistas.

En la escuela secundaria se convirtió en el coordinador médico de su madre cuando le diagnosticaron tumores ováricos, ayudándola a navegar un confuso sistema de salud en un idioma que ella no hablaba. En la universidad abogó por una ayuda financiera más amplia para los estudiantes indocumentados en EE.UU. y comenzó una organización para ayudarlos a acceder al campo de la medicina.

“A través de ser indocumentado también he encontrado significado y valor... lo que termina impulsando mucho de lo que hago y mi motivación”, dijo.

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Gurkaran Singh

Gurkaran Singh is still in college but runs a successful real estate business. Singh, now a "Dreamer," was age 5 when his mother brought him to the U.S. from India. Now he says he's at the mercy of the courts.
(Tomas Ovalle / For The Times)

Gurkaran Singh todavía está en la universidad, pero dirige un exitoso negocio de bienes raíces. De hecho, el joven de 23 años está a punto de contratar al menos a cuatro agentes de bienes raíces y un asistente, todos ciudadanos estadounidenses.

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“Es gracioso. No tengo estatus legal y voy a contratar a ciudadanos estadounidenses”, dijo.

DACA fue fundamental para el éxito de Singh. El simple hecho de poder obtener una licencia de conducir, aunque no tenga la ciudadanía, le permitió conducir legalmente, algo esencial para su trabajo.

DACA llegó en un momento perfecto para Singh. Estaba en el último año de la escuela secundaria y listo para entrar al mundo laboral. Sin DACA no hubiera podido solicitar una licencia de bienes raíces porque, hasta 2016, la ley de California no permitía que los inmigrantes sin estatus legal solicitaran licencias profesionales. DACA también le facilitó la expansión de su negocio y la solicitud de préstamos bancarios y tarjetas de crédito.

Singh tenía 5 años cuando voló con su madre de la India a Estados Unidos. Dijo que todavía no sabe si vino con una visa de turista o clandestinamente. Sólo sabe que no tiene estatus legal y que actualmente no tiene forma de obtenerlo.

Su padre es ciudadano estadounidense, pero Singh dijo que no puede patrocinarlo debido a un percance en el pasado al presentar los papeles.

Singh ahora está a merced de la administración de Trump y las cortes.

“No tengo control sobre lo que va a pasar”, dijo. “Estoy pagando impuestos. Hago todo lo que haría un ciudadano estadounidense”.

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Dellara Gorjian

Dellara Gorjian es una estudiante de derecho de la UCLA que perdió una oportunidad de legalizar su estatus por sólo dos semanas.

La canadiense de 25 años fue traída legalmente a California a la edad de 5 años, pero se quedó más allá del tiempo permitido por su visa de turista. Sus padres emigraron a Canadá después de huir del régimen teocrático de Irán. Su padre, un contratista general, y su madre, una agente de bienes raíces, se convirtieron en ciudadanos estadounidenses hace cuatro años en virtud de otra hija, que se casó con un ciudadano.

Los padres habían planeado patrocinar a Gorjian, quien había recibido el estatus de DACA en 2012, pero estaba buscando una tarjeta verde más segura. Sin embargo, su ciudadanía llegó demasiado tarde, dos semanas después de que Gorjian cumpliera 21 años y dejara de ser elegible para ese camino hacia la legalización.

Ahora DACA es lo único que se interpone entre ella y su temor de regreso a un país que ya no conoce. Si DACA es terminado, Gorjian tendrá que regresar a Canadá de tres a diez años antes de ser elegible para entrar legalmente a Estados Unidos.

“Les rogamos [a los funcionarios de inmigración], les dijimos que yo era una estudiante muy exitosa sin antecedentes penales, pero no cedieron”, dijo Gorjian.

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Está tan convencida de la importancia de DACA que superó sus temores iniciales sobre las posibles consecuencias y contó su historia en una declaración jurada como parte del caso de California.

“Prefiero ser una participante activa en la creación de cambios que observar desde la barrera”, dijo.

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Karla Estrada

For Karla Estrada, DACA was "life-changing," allowing her to land a better-paying job and graduate from college. The program, the only thing protecting her from deportation, is in jeopardy.
(Kent Nishimura / Los Angeles Times)

Durante los primeros años de su vida adulta, Karla Estrada se esforzó por ir a la escuela.

La joven de 26 años, que se crio en Chino, trabajó en múltiples trabajos esporádicos a bajo sueldo porque estaba en el país ilegalmente. Además de eso, no era elegible para recibir ayuda financiera del estado y de la mayoría de las instituciones para asistir al Mt. San Antonio College, al este de Los Ángeles.

DACA cambió todo eso. Consiguió un número de seguro social y consiguió un trabajo como asistente en un restaurante de mariscos Red Lobster, donde empezó a tener un salario regular. “Fue un cambio de vida”.

Estrada fue traída ilegalmente a Estados Unidos desde México cuando tenía 5 años.

Después de recibir el estatus de DACA, se transfirió a UCLA y se graduó con un título en antropología. Ahora es una asistente legal con sede en Los Ángeles para casos de inmigración.

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“Sabía muy bien que, si cometía un error menor, mi condición de protegida se acabaría”, dijo. “Sabía que no podría proteger a mi familia.”

Ella tenía razón.

En 2017, cinco años después de que se inscribiera en DACA, los funcionarios de inmigración deportaron al hermano de Estrada a México. Unos meses después, su madre y su padre regresaron a México después de vivir en Estados Unidos por más de 20 años para ayudar a cuidar al hermano de Estrada, quien tiene problemas de salud mental.

Ahora DACA, la única cosa que protege a Estrada de la deportación está en peligro. El programa, dijo, ha proporcionado un “espejismo de seguridad” a los inmigrantes.

“Le ruego a la gente que no olvide que la meta real es obtener la residencia permanente y eventualmente la ciudadanía”, dijo.

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Vladimir Mendoza

Vladimir Mendoza, a product designer at a tech company, says he knows DACA wasn’t a permanent solution, but "it gave me the peace of mind."
(Brian van der Brug / Los Angeles Times)

Vladimir Mendoza sabe que su futuro está a merced de los políticos.

“Me doy cuenta de que obtuve DACA debido a un político y que otro político puede quitármelo”, dijo.

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El diseñador de productos de 26 años dijo que su capacidad para trabajar legalmente gracias al programa DACA le ayudó a conseguir un trabajo técnico. Ahora dirige un equipo de diseñadores en una empresa con una larga lista de clientes de Fortune 500.

Mendoza, de Monterrey, México, tenía 9 años cuando su madre le dijo que pusiera todos sus juguetes en una mochila. Unas horas más tarde, él y su hermano menor entraron ilegalmente al país a través de San Ysidro.

Mendoza dijo que sabía que DACA no era una solución permanente. Aún así, para él fue un cambio de las reglas del juego.

“Me dio la tranquilidad de que nunca había tenido toda mi vida de entrar a un lugar, de que me pidieran mi identificación y de no tener que darles mi matricula consular mexicana que me identificaba como extranjera y de que me miraran de forma extraña”, dijo.

Si DACA es rescindido por la Corte Suprema, Mendoza espera que el presidente Trump o el Congreso intervenga y encuentre una solución permanente para él y otros en situaciones similares.

“He vivido aquí toda mi vida y amo este país. Sólo quiero un poco de estabilidad”, dijo.

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Sergio Cortés

Sergio Cortes, 35, owns a video production studio in Fresno. His protections under DACA expired in June 2017, and he wondered when Immigration and Customs Enforcement agents would start rounding up and deporting people like him.
(Tomas Ovalle / For The Times)

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Al principio, DACA hizo que Sergio Cortés se sintiera liberado. Eventualmente, eso lo llevó a esconderse.

Cortés recuerda haber visto la conferencia de prensa del presidente Obama en 2012 en la Casa Blanca desde su casa en Fresno. Recuerda que Obama dijo que proteger a Dreamers era “lo correcto”.

Cortés, ahora de 35 años, organizó una recaudación de fondos comunitaria en un centro de ministerio juvenil cristiano para pagar su solicitud para DACA, vendiendo enchiladas para obtener donaciones. En una pared, colgó una serie de momentos importantes de su vida, incluyendo fotos de sí mismo cuando tenía 5 años, poco después de su llegada a California y en la escuela secundaria, cuando descubrió exactamente lo que significaba no tener estatus legal.

Recibió la carta de aprobación de DACA a mediados de 2013.

Cortés es dueño de una productora de medios de comunicación y nunca dependió de un permiso de trabajo para ganarse la vida. Pero DACA cambió su vida de otras maneras: Usó su nuevo número de Seguro Social para alquilar un apartamento y, aunque nunca ha tenido una licencia, tenía una identificación emitida por el gobierno para entregar a la policía cuando su esposa fue detenida por una violación de tránsito.

Entonces Trump fue elegido. Una vez que Cortés se enteró del plan de inmigración de Trump, sintió que ya no era seguro que el gobierno federal tuviera acceso a su información personal.

Cuando Trump anunció que rescindiría DACA, Cortés decidió no renovarlo. Sus protecciones bajo DACA expiraron en junio de 2017, y se preguntaba cuándo los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas comenzarían a acorralar y deportar a personas como él.

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Entrenó a su esposa y a su compañero de casa sobre qué hacer si ICE se presentaba en su puerta y a quién llamar en caso de ser detenido. A través de los medios de comunicación, se enteró de casos de receptores de DACA detenidos en todo el país. Su ansiedad creció.

Tuvo miedo de salir de su casa. Perdió varios kilos. Un consejero le diagnosticó un trastorno de estrés postraumático. Se enteró de que se habían acumulado años de traumas no resueltos sobre su situación legal. La consejería le ayudó a recordar el tiempo en que tuvo que caminar por el desierto y luego esconderse en un auto todo el día mientras él y su mamá cruzaban la frontera.

Eventualmente, Cortés aprendió a manejar sus ataques de pánico. Comenzó a practicar el autocuidado, a escribir en un diario y a dibujar sus pensamientos.

Cortés considera que su experiencia con DACA es por niveles. El viaje fue doloroso en muchos sentidos, pero al final le enseñó la importancia de la perseverancia.

“Soy un sobreviviente”, dijo.

Su hijo, Elías, nació el Día del Padre.

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Anabell Libio

Anabell Libio tenía 8 años cuando su madre la trajo a California y la dejó al cuidado de su padrastro.

A los 15 años, Libio se había inscrito en una clase de educación para conductores y se estaba preparando para tomar el examen para su permiso. Finalmente se enteró de que no era ciudadana estadounidense cuando su padrastro no pudo proporcionar el número de Seguro Social que necesitaba para el formulario de inscripción.

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Aunque nació en Estados Unidos, su padrastro, que trabajaba como conserje, no podía pagar los honorarios legales requeridos para adoptarla formalmente.

Durante su último año de secundaria, las calificaciones de Libio comenzaron a bajar al darse cuenta de lo limitadas que eran sus opciones profesionales. Ella fue a Cal State Dominguez Hills pero eventualmente abandonó la escuela cuando se volvió demasiado costosa. La única de sus cinco hermanos que no era ciudadana ni residente legal de Estados Unidos, se dedicó a cuidar niños para ganar dinero.

Libio tenía 26 años cuando se estableció DACA, y la vida se hizo más fácil. Solicitó una licencia de conducir el mismo mes que recibió su permiso de trabajo, en diciembre de 2013. Dejó de cuidar niños y comenzó a trabajar a tiempo completo como asistente personal.

Se casó con un ciudadano estadounidense en 2015. Al año siguiente, viajó a Filipinas para reclutar artistas en nombre del sello discográfico para el que trabajaba. Ese viaje fue posible gracias a un permiso especial de viaje llamado advance parole.

Reincorporarse a EE.UU. bajo libertad condicional anticipada eliminó su presencia ilegal original y sus penas. Los inmigrantes como Libio entonces podrían tener un pariente que calificara, como un cónyuge o padre ciudadano de Estados Unidos, que los patrocine para la residencia permanente.

La administración de Trump rescindió la libertad condicional anticipada para los beneficiarios de DACA en 2017. Libio recibió la residencia legal ese mismo año.

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Poco después, comenzó a asistir a la Universidad del Pacífico de Los Ángeles con la esperanza de convertirse en enfermera cardiaca. Con DACA ante la Corte Suprema, Libio dijo que ella se preocupa por los estudiantes como ella.

“Si descontinúan DACA, le quitarán la esperanza a la gente”, dijo.

Recientemente, Libio comenzó a estudiar para otra cosa: su examen de ciudadanía. Ella es elegible para aplicar a partir del 4 de enero.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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