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150 millones de árboles muertos podrían alimentar tormentas de fuego sin precedentes en Sierra Nevada

El incendio de Creek estalló y rodeó el lago Shaver en California, visto aquí el 6 de septiembre.
(Kent Nishimura / Los Angeles Times)
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Hace dos años, los científicos advirtieron que la muerte masiva de árboles en Sierra Nevada podría preparar el escenario para incendios forestales similares a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

El incendio de Creek, que obligó a la dramática evacuación en helicóptero de más de 200 campistas durante el fin de semana del Día del Trabajo en California, puede ser indicio de algo mucho peor por venir en los próximos años.

El Bosque Nacional Sierra, un epicentro de los ataques del escarabajo de la corteza que mató a casi 150 millones de árboles afectados por la sequía durante la última década, está ardiendo. El Servicio Forestal de Estados Unidos estima que los rodales muertos en el incendio de Creek contienen 2.000 toneladas de combustible por acre.

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Hasta el sábado, el incendio había carbonizado más de 196.000 acres, destruido 365 estructuras y amenazado 14.000 más en las cercanías de Big Creek, Huntington Lake y Shaver Lake. Los bomberos no esperan contenerlo hasta mediados de octubre.

Para aquellos que han estudiado los potenciales efectos ignífugos de la enorme masacre del escarabajo, el incendio de Creek es un presagio. “No quiero ser alarmista, pero creo que las condiciones están dadas”, afirmó Scott Stephens, profesor de ciencias del fuego de UC Berkeley y autor principal de un artículo de 2018 que planteó el espectro de futuros incendios forestales masivos tan intensos como los bombardeos de Dresden (Alemania) y Tokio. “A medida que esos [árboles] siguen cayendo, su física no cambia. Si hay troncos muertos y caídos... los incendios descritos en la guerra son posibles”.

Uno de los cientos de fuegos enormes que estallaron en esta temporada récord en California, el de Creek, subrayó la urgencia de reducir esa monstruosa carga de combustible.

Muchos expertos afirman que la única forma de hacer eso en el amplio nivel de paisaje necesario, es con fuego de otro tipo. “Todos nosotros en teoría sugeríamos que para intentar reducir este problema de incendios masivos en el futuro, realmente necesitamos comenzar a poner fuego controlado en estos rodales para empezar a reducir esos combustibles más grandes”, indicó el ecólogo investigador del Servicio Forestal Malcolm North, uno de los ocho coautores de Stephens.

Si bien el raleo (cortar la madera muerta y transportarla fuera del sitio) puede desempeñar un papel importante, especialmente cerca de las comunidades de montaña, North señaló que la mayoría de los rodales devastados por escarabajos se encuentran en áreas silvestres o demasiado remotas y empinadas para ser taladas.

Además, los árboles muertos perdieron la mayor parte de su valor comercial y son de poco interés para los aserraderos que quedan en California.

El Bosque Nacional Sierra es muy consciente de su problema ignífugo. Por eso hace un tiempo puso en marcha proyectos de raleo alrededor de las comunidades, realizó quemas controladas en un promedio anual de 2.000 a 4.000 acres y desarrolló planes para ampliarlos hasta 10.000 acres y eventualmente hasta 50.000 por año.

“Recién estaban comenzando”, remarcó Adam Hernández, quien supervisó el manejo prescrito de incendios y combustibles para el bosque antes de dejar el Servicio Forestal de EE.UU, el año pasado, para enseñar tecnología de incendios forestales en Reedley College, al sureste de Fresno.

Pero esos grandes objetivos tienen décadas de retraso, señalan los ecologistas expertos en fuego. Durante mucho tiempo describieron el cinturón de pinos y coníferas mixtas de Sierra Nevada como un lugar que necesita desesperadamente las frecuentes quemas de baja intensidad que dieron forma al bosque antes de que los colonos y un siglo de políticas gubernamentales de extinción de incendios los prohibieran.

La eliminación de las prácticas de fuego de los nativos, la tala de los árboles más grandes y resistentes y la extinción de incendios produjeron un bosque cubierto de maleza vulnerable a los ataques de los escarabajos de la corteza durante la severa sequía de California que se prolongó entre 2012 y 2016.

Algunas áreas tienen de 500 a 800 árboles por acre, en comparación con 60 a 100 antes de los asentamientos.

Como dice North, había demasiadas pajitas en el suelo seco compitiendo por el agua. El número de escarabajos fue mayor en los rodales más densos. Allí, el combustible muerto seguirá acumulándose durante los próximos años.

El cambio climático, que acentuó la severidad de la sequía y está promoviendo olas de calor récord este verano, “es como la cereza del pastel”, ejemplificó el conservacionista Craig Thomas.

The needles of a dead sugar pine tree have gone from green to orange in Sequoia National Park.
Las agujas de un pino de azúcar muerto pasan de verde a naranja a medida que los árboles sucumben a la sequía y las enfermedades en el Parque Nacional Sequoia.
(Genaro Molina / Los Angeles Times)

Incluso los reguladores regionales de la calidad del aire, que limitan los días de quema controlada, se están volviendo más flexibles, indicó Thomas, ya que se dan cuenta de que un buen fuego puede ayudar a prevenir la sofocante contaminación del aire generada por incendios forestales masivos.

Pero mientras que el personal de Sierra Forest intenta concretar 50.000 acres al año de quemas controladas, “no tienen la capacidad ni los fondos para hacerlo”, destacó Thomas.

Los programas de incendios prescritos no tienen el personal y el dinero necesario de las oficinas regionales y nacionales del Servicio Forestal, añadió. “¿Cuántas de estas temporadas de incendios necesitamos antes de hacer lo que tenemos que hacer?”, se preguntó. “Todos los científicos de incendios que conozco lo han dicho durante tres décadas”.

Los funcionarios del Servicio Forestal Regional no respondieron de inmediato a una solicitud de entrevista.

Según North, dentro de la agencia “hay muchas conversaciones. Hay bastante atención. Los incendios prescritos que el Servicio Forestal realiza se han triplicado en los últimos años, y eso es genial. Pero estamos hablando de la necesidad de aumentarlos de 10 a 12 veces en Sierra Nevada”.

“Lo que sigue molestándonos”, agregó, “es que en lugar de ser los agentes proactivos del fuego en estos sitios, estamos forzándolo a que ocurra en las condiciones más extremas y destructivas. Lo haríamos mucho mejor si decidiéramos cuándo ocurren algunos de estos incendios”.

Hernández, quien trabajó en equipos de extinción de incendios y en manejo de combustibles durante sus 17 años en el Servicio Forestal, cree que el incendio de Creek podría impulsar el cambio cultural.

“Tenemos una cultura y nuestra sociedad, que dificultan darle al fuego nuevamente el lugar que le corresponde en la Sierra”, comentó. “No puedo expresar cuántas veces cerramos un campamento debido al fuego, y la gente se molestó porque arruinábamos sus vacaciones”, recordó. “Debíamos explicarles que intentamos hacer de éste un lugar al que se pueda volver en el futuro”.

Stephens calcula que California tiene otra década, aproximadamente, para aplanar la curva de incendios forestales, cada vez más destructivos. Lo que se necesita, enfatizó, es una combinación de fuego controlado, raleo y hacer que las comunidades rurales sean más resistentes al fuego.

“Si este mismo año no nos enfocamos en eso y tratamos de seguir adelante, no sé si hay mucha esperanza”, advirtió. “Yo siempre tengo esperanzas. Pero me estoy cansando”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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