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El COVID-19 golpeó duro a los latinos. Ahora las autoridades deben crear confianza en la comunidad en torno a la vacuna

Silvia Orellana at the counter of her shop, Orellana's Perfumes
Silvia Orellana teme al COVID-19, pero dijo que no se vacunaría, citando su experiencia negativa con la vacuna de la gripe.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)
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Silvia Orellana sabe lo serio que es el COVID-19. Ella ve su paso destructivo cada vez que mira fuera de su perfumería en Huntington Park, donde el tráfico peatonal se ha reducido a casi nada.

La mujer de 45 años pensó recientemente que había contraído el coronavirus, pero resultó ser gripe. A pesar de sus temores, tanto personales como económicos, está decidida a expresar sus sentimientos sobre la vacuna COVID: “Yo no me la pondría”.

Hace tres años, Orellana tuvo fiebre, escalofríos y dolor en los huesos después de vacunarse contra la gripe. No quiere arriesgarse con otra vacuna.

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Es un sentimiento del que se hacen eco los latinos en Pacific Boulevard, donde las alegres decoraciones navideñas rojas y verdes contrastan con los escaparates cerrados. Y enfurece a Berta Calderón, que trabaja en su tienda, Los Cuatro Sabios, al otro lado de la calle de Orellana. Un amigo que conoce desde hace 25 años murió de COVID-19 en junio. Unos niños de su clase de catecismo perdieron a sus padres. Hay días en que su negocio apenas gana 10 dólares debido a la incesante pandemia.

En el paisaje de dolor y pérdida de Calderón, todos los rostros son latinos, reflejando la guerra de una enfermedad que ha afectado a este grupo más que a ningún otro en California.

“Es necesario que nos vacunemos”, dijo la mujer de 65 años. “Voy a vacunarme tan pronto como pueda”.

Berta Calderon at her clothing shop
“Es necesario que nos vacunemos”, dijo Berta Calderón. “Voy a vacunarme tan pronto como pueda”.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

El Dr. Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas de la nación ha advertido que la pandemia continuará trastornando nuestras vidas a menos que la “abrumadora mayoría” de los estadounidenses se vacunen. Si bien el proceso de creación de vacunas ha ocurrido con una velocidad extraordinaria, dijo, no ha sido “a expensas de la seguridad y la integridad científica”.

Pero mientras los estados planean la distribución de la vacuna, ha surgido una pregunta muy importante: ¿Cuántas personas la tomarán? Esta pregunta podría ser especialmente importante para los grupos que han visto las tasas más altas de víctimas de COVID-19.

“Me preocupan más las vacunas en los diferentes grupos demográficos que normalmente son reacios a vacunarse, como las comunidades minoritarias”, dijo Fauci durante un livestream en Facebook la semana pasada.

En California, la situación de los residentes latinos se perfila especialmente complicada. Representan alrededor del 40% de la población del estado, pero son el 58% de los casos de COVID y el 48% de las muertes por el virus.

Una clínica ofrece vacunas contra la gripe en Pacific Boulevard en Huntington Park.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Los latinos también representan un número desproporcionado de “trabajadores esenciales”, que están más expuestos al coronavirus, que se ha extendido por los campos, las plantas procesadoras de carne y las obras de construcción.

En el condado de Los Ángeles, los residentes latinos se están infectando con el virus a una tasa más del doble de la de los residentes blancos, según los datos.

El destino de California, en gran medida, depende de cómo se encuentren los residentes latinos durante y después de esta pandemia.

Alrededor de la mitad de la población latina del estado dijo que probable o definitivamente se pondrían la vacuna contra el COVID, según una encuesta realizada en octubre por el Instituto de Políticas Públicas de California. Menos del 30% de los negros comentaron lo mismo. Los expertos dicen que la indecisión de ponerse o no la vacuna probablemente disminuirá a medida que más personas la reciban. (A nivel nacional, un porcentaje más alto de la población latina que la blanca dijo que se vacunarían - aunque no en California).

“En las comunidades de color en particular, hay una historia real de abuso por parte del sistema médico que crea un nivel potencialmente más alto de escepticismo. Sin embargo, esa es la población que también tiene un mayor riesgo de contraer COVID y de enfermarse gravemente y morir”, expuso el Dr. Robert Wachter, presidente del Departamento de Medicina de la UC de San Francisco.

“No volveremos a la normalidad como sociedad hasta que el 70% o más de la población sea inmune al virus”, manifestó, “y no se puede llegar al 70% a menos que mucha gente escéptica al respecto se convenza de tomarla [la vacuna]”.

A hand-washing station at a farmer's market
Una mujer usa la estación de lavado de manos en un mercado al aire libre en Whittier.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

La elección del presidente electo Joe Biden del procurador general Xavier Becerra para ser el próximo secretario de Salud y Servicios Humanos, podría ayudar a crear confianza en la comunidad latina. Si es confirmado, Becerra sería el primer latino en ocupar el cargo.

El secretario de salud supervisa la Administración de Alimentos y Medicamentos y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, dos de las agencias a la vanguardia de la respuesta federal a la pandemia de COVID-19.

En una reciente mañana de viernes en el centro de Whittier, Adriana Gómez dirigió a cada comprador a una estación de lavado de manos cerca de la entrada del mercado al aire libre. Los vendedores, muchos de ellos latinos, cargaron las mesas con maíz, orégano mexicano, cajas de naranjas, uvas y granadas.

Gómez, cuyos padres son de alto riesgo, planea vacunarse. Pero su suegro, que cree que los hospitales solo buscan su dinero, no lo hará.

“Solo porque decidió ‘no me voy a vacunar’, tiene que entender que puede impactar a miles de personas. Es un efecto dominó”, dijo Gómez. “Tenemos que pensar realmente en cómo hacer saber a la gente que es seguro tomarla, y que tienes que hacerlo para que esto se detenga”.

Magda Navarro at her kettle korn stand at a farmers market
Magda Navarro en su puesto de maíz en el ‘farmers market’ en Whittier. Navarro dijo que no tomará la vacuna COVID-19 cuando esté disponible.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Magda Navarro, que vendía palomitas de maíz bajo una carpa roja, dijo que sus padres no se oponen a la vacuna, pero que no se apresurarían a tomarla. Navarro, que llevaba una mascarilla navideña, comentó que probablemente no se vacunaría, aunque viera buenos resultados en los demás.

“Nunca me he vacunado contra la gripe”, dijo la mujer de 39 años a modo de explicación. “Casi nunca me enfermo”.

Un par de vendedores, Uriel Ibarra - que se encontraba detrás de mesas cargadas de mandarinas y uvas - estaba en la valla. El hombre de 36 años se sentía frustrado después de que su semana de trabajo se redujera de seis a tres días, pero señaló que probablemente esperaría a ver cuáles eran los efectos secundarios de la vacuna antes de recibirla él mismo.

Wachter dijo que cree que el número de personas que finalmente se vacunen aumentará, ya que la gente verá a sus héroes deportivos, médicos y a otros hacerlo.

“Van a ver que esas personas se sentirán mucho más cómodas para salir y vivir su vida con menos ansiedad”, manifestó. “Con el tiempo, podrán empezar a ver que a esas personas se les permitirá subir a un avión o entrar en un lugar de trabajo... No es en absoluto inconcebible que se conviertan en lugares a los que se puede ir si se ha vacunado y no se puede ir si no lo está”.

La gente camina frente a Perfumes Orellana en Huntington Park.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

En el plan provisional de vacunación COVID-19 del estado - presentado a los CDC - el Departamento de Salud Pública de California dijo que “ya está en marcha un amplio compromiso público y de las partes interesadas, con un enfoque en la adaptación de los mensajes a las poblaciones clave y las comunidades vulnerables para garantizar la máxima aceptación de la vacuna y la confianza en la salud pública y en la vacuna COVID-19”.

El plan hace referencia a la asociación con organizaciones de base comunitaria, empleadores, planes de salud públicos y privados y grupos religiosos.

“Va a llevar un tiempo crear la confianza necesaria para que la gente reciba la vacuna”, dijo Kiran Savage-Sangwan, directora ejecutiva de la Red Panétnica de Salud de California, una organización de promoción de la salud. “Y para ello, vamos a tener que reclutar a nuestros mensajeros comunitarios de confianza... para que hablen con las personas sobre qué es la vacuna, cómo funciona, cómo hemos estudiado la seguridad y la eficacia de la vacuna para proporcionar a la gente información real, de confianza y con base científica”.

La Colaboración COVID, una coalición de expertos en salud, educación y economía anunció recientemente una campaña de educación pública para convencer a la gente de que se vacunen.

Una encuesta nacional realizada por la Colaboración COVID, NAACP, UnidosUS, y Langer Research encontró que el 14% de los negros y el 34% de los latinos confían en que una vacuna será segura. El informe dijo que los esfuerzos para promover la aceptación deberían “aprovechar las voces de la comunidad Latinx” y reforzar la noción de que tomar la vacuna es “una responsabilidad que ayuda a la comunidad Latinx en general”.

Construir la confianza y ser “parte de la solución” es lo que llevó a la alcaldesa de National City, Alejandra Sotelo-Solís, a entrar en el ensayo de la vacuna COVID-19 de UC San Diego Health el mes pasado.

“Como latina, como alguien que cree en la ciencia, cree en las vacunas, pienso que es importante seguir reafirmando eso”, manifestó Sotelo-Solís. “Creo que estoy en una posición única para poder decir, ‘Mira, pasé por el proceso, y esto es lo que puedes esperar’”.

Su decisión de unirse a la etapa de pruebas fue recibida con escepticismo por algunos de sus familiares. Se preguntaron por qué tenía que ser ella.

Sotelo-Solís tenía una respuesta simple: “¿Por qué yo no?”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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