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Tienen más probabilidades de morir de COVID-19, pero casi ninguno ha sido vacunado

Few residents of California's longterm care facilities have received the COVID-19 vaccine.
Los funcionarios de salud pública no han administrado rápidamente las vacunas COVID-19 a la gran mayoría de los residentes enfermos y ancianos de los centros de atención a largo plazo de California, a pesar de que se encuentran entre los más vulnerables debido a la pandemia.
(Gina Ferazzi / Los Angeles Times)
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Mientras los funcionarios de salud pública se esfuerzan por eliminar la acumulación de vacunas COVID-19 sin utilizar, abriendo el proceso a cualquier persona de 65 años o más, nuevos datos muestran que no pudieron administrar rápidamente el antígeno a la gran mayoría de los residentes más vulnerables de California, que se suponía que eran prioritarios.

Hasta el domingo, solo alrededor del 5% de los habitantes de centros de atención a largo plazo en el programa de vacunación en todo el estado, incluidas las personas en hogares de ancianos y centros de vida asistida, habían sido vacunados, según los datos del Departamento de Salud Pública de California obtenidos por el Times.

Y aunque el antígeno estuvo disponible en Estados Unidos a mediados de diciembre, solo el 3% de las instalaciones del estado en el programa habían sido proyectadas para una primera visita de un equipo de vacunación hasta el domingo, según muestran los informes.

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“Me parece exasperante”, comentó Lee Collins, cuya madre de 91 años se encuentra en un centro de vida asistida de Beverly Hills, donde nadie había sido vacunado a mediados de semana y no se había programado una fecha para que comience el proceso, según los datos estatales. “Pensé que se suponía que los ancianos eran la prioridad, pero claramente eso no ha sucedido”.

Lee Collin's mother, Norma Cowan, 91, is in an assisted living center where has
La madre de Lee Collin, Norma Cowan, de 91 años, se encuentra en un centro de vida asistida, donde nadie ha sido vacunado todavía.
(Harvey Collins)

Los datos no publicados anteriormente, contenidos en un correo electrónico de un funcionario del departamento de salud estatal dirigido a un panel asesor que incluye geriatras y defensores de los ancianos, enumeran 17.400 centros de atención a largo plazo de California inscritos en el programa de vacunas administrado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y las grandes cadenas farmacéuticas CVS y Walgreens.

La gran mayoría de esas instalaciones, más del 90%, se dedican a servicios de vida asistida, que suelen albergar a personas mayores que ya no pueden cuidar de sí mismas. A menudo tienen problemas cognitivos como la demencia, pero no están lo suficientemente enfermos como para requerir el nivel más alto de atención médica que brindan los centros de enfermería especializada.

Casi ninguno de los casi 360.000 residentes de centros de vida asistida en la lista había sido vacunado hasta el domingo.

“Es trágico”, comentó el Dr. Matthew Lefferman, un geriatra cuya práctica consiste principalmente en residentes en pequeñas instalaciones de vida asistida esparcidas por el sur de California. Ninguno de esos hogares había recibido la vacuna a mitad de semana, señaló.

Si bien la mayoría de esos lugares superaron la primera ola de coronavirus, “el reciente aumento ha sido devastador”, agregó Lefferman. De sus casi 600 pacientes, al menos 35 han muerto por COVID-19 desde diciembre.

“Hace meses que sabemos que la vacuna llegará, así que, ¿por qué tarda tanto?”, preguntó Lefferman.

La respuesta: no fue hasta el lunes que los funcionarios de salud estatales, que establecieron las prioridades para el programa de vacunas, autorizaron a las farmacias comenzar a administrar el antígeno en las instalaciones de vida asistida, según un comunicado enviado al Times por CVS.

La prioridad del estado eran las instalaciones de enfermería especializada, donde las farmacias comenzaron a vacunar el 28 de diciembre, según CVS y los CDC.

Pero incluso, en las 855 instalaciones de enfermería especializada de California en el programa, solo el 26% de los residentes habían sido vacunados hasta el domingo, según los datos.

Un portavoz del Departamento de Salud Pública de California no respondió a las preguntas sobre los datos, o el momento de las autorizaciones, y remitió las consultas a las farmacias y los CDC.

Los números son más alentadores en Los Ángeles, donde los funcionarios de salud pública optaron por controlar la vacunación en los propios centros de enfermería especializada. El sesenta y seis por ciento de los residentes habían sido vacunados hasta la semana pasada, indicaron funcionarios del condado, y esperan completar el proceso en los siguientes siete días.

Sin embargo, las instalaciones de vida asistida en el condado todavía están asignadas a CVS y Walgreens. Hasta el domingo, casi ninguno había comenzado a recibir el antígeno, según muestran los datos.

La lenta implementación de la vacuna en estos sitios es un problema, no solo porque sus residentes están muriendo de COVID-19 en cantidades aterradoras (casi el 40% de los decesos en todo el país han ocurrido en hogares de ancianos), sino que también están llenando desproporcionadamente las camas de las unidades de cuidados intensivos (UCI) en los hospitales y escasean desesperadamente en muchas partes del estado, incluido Los Ángeles.

“¿Cómo podemos manejar este aumento si no mantenemos a esas personas fuera del hospital?”, preguntó Mike Dark, abogado de California Advocates for Nursing Home Reform.

Hay razones para los retrasos. Un número sorprendente de residentes y personal de las instalaciones se han mostrado reacios a vacunarse. Obtener el consentimiento informado de los residentes con demencia puede llevar mucho tiempo, especialmente si es necesario localizar a un miembro de la familia para brindar esa aprobación. Y existe la burocracia necesaria para completar formularios e ingresar datos para que las vacunas se puedan rastrear de manera efectiva.

Pero ninguna de esas cosas debió haber sido una sorpresa, dicen los defensores de los ancianos, y todos los niveles del gobierno tuvieron que haber estado mejor preparados para administrar las inyecciones más rápidamente.

Ahora, a medida que los funcionarios de salud federales y estatales amplían drásticamente el número de personas elegibles para la vacuna, y las autoridades locales planean convertir el estadio de los Dodgers y otros lugares en sitios de vacunación masiva, los defensores temen que los residentes atrapados dentro de las instalaciones se queden atrás en la prisa por inyecciones.

“Mi madre no es capaz de desplazarse. Incluso si me inclinara a llevarla a un [sitio de vacunación masiva], no puedo exponerla a ese riesgo y ella no puede hacer una fila infinita”, comentó Collins. “Las personas en vida asistida están ahí por una razón. No puedo arrastrarla por toda la ciudad tratando de encontrar una vacuna”.

El jueves, Collins se enteró de que el centro de su madre está programado para comenzar a vacunar la próxima semana.

Pero el retraso sigue siendo una fuente de profunda frustración. Ella indicó que se siente particularmente molesta cuando conocidos con una conexión débil con la industria médica se jactan de que se vacunaron bajo reglas que también dan prioridad a los trabajadores de salud de primera línea.

“Tengo una amiga que es enfermera, pero no ha practicado desde que comenzó la pandemia y recibió el antígeno”, explicó Collins. “Su esposo se ofreció como voluntario en una clínica una vez y él también fue inyectado”.

La madre de Paul Jaconette, de 94 años, que vive en Nazareth House, un centro de vida asistida en Cheviot Hills, tampoco ha sido vacunada. Escuchó el miércoles que la primera ronda del antígeno está programada para el 22 de enero.

Está frustrado por el retraso, pero agradecido de que la Casa Nazareth finalmente esté programada. Intentar llevar a su madre a un centro de vacunación fuera de las instalaciones habría sido abrumador.

“Vivo en Santa Bárbara, ella está en Los Ángeles”, indicó Jaconette. Con la gravedad del brote de COVID-19 en esta última ciudad, “es como si ni siquiera quisieras entrar en el condado. No tenemos forma de llevarla a ninguna parte para recibir una vacuna”, señaló.

La campaña de inyecciones y la promesa que encierra de poner fin al aislamiento de su madre no pueden llegar lo suficientemente pronto.

“Le ha pasado factura, realmente ha exacerbado su demencia”, manifestó Jaconette.

Durante una llamada de esta semana, ella sabía qué día era, pero no sabía el mes. En un momento, dijo que estaba a punto de peinarse y salir a caminar.

Cuando él le recordó que eso no era posible, ella respondió: “Oh, sí, así es, estoy en cuarentena”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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