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Alarma por las crecientes desigualdades raciales en el plan de vacunación del condado de L.A.

Un conductor espera ser inmunizado contra el COVID-19, en el estacionamiento del Forum, en Inglewood.
(Al Seib / Los Angeles Times)
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Apenas unas semanas después del inestable lanzamiento de la vacuna contra el coronavirus en California, surgen pruebas de desigualdades en cuanto a quién obtiene las dosis y crecen los pedidos de que las comunidades vulnerables reciban más atención.

Los funcionarios del condado de Los Ángeles aseguraron estar preocupados por el bajo número de vacunas entre el personal de la salud en el sur de Los Ángeles y otras comunidades de color, mientras que los defensores de los trabajadores esenciales temen que el nuevo plan de prioridad de California ralentice su capacidad para vacunarse, a pesar de los peligros inherentes a sus tareas.

El Departamento de Salud Pública del condado publicó el martes datos demográficos que muestran una tasa de vacunación significativamente más baja para los trabajadores de la salud que viven en el sur de Los Ángeles, hogar de grandes poblaciones de residentes negros y latinos, en comparación con otras regiones.

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La directora de salud pública, Bárbara Ferrer, le dijo a la Junta de Supervisores que su agencia estaba “particularmente preocupada” por la baja tasa de vacunación entre los trabajadores sanitarios que viven en el sur de Los Ángeles. En respuesta, el condado abrirá seis sitios allí, incluido el centro ambulatorio del Martin Luther. King Jr. Community Hospital, St. John’s Well Child & Family Center y tres farmacias Rite Aid.

“Puede haber muchas cuestiones que contribuyan a las tasas de vacunación más bajas que se observan en algunas comunidades, pero la única que no queremos que incida es que no haya buen acceso a los lugares para que la gente se vacune”, comentó la funcionaria.

Los datos presentados no incluyeron las dosis administradas por los departamentos de salud de Pasadena y Long Beach, por Walgreens o CVS, o por los grandes sistemas de salud, incluido Kaiser Permanente. Sin embargo, mostraron que la cantidad de dosis administradas a los trabajadores que viven en el lado oeste, el oeste del valle de San Fernando, South Bay y partes del valle de San Gabriel eran relativamente más altas que en el sur de L.A.

Incluso con el panorama incompleto, para la supervisora Hilda Solís está claro que hay una disparidad entre los trabajadores de la salud negros que han sido vacunados en comparación con otros grupos raciales, y expuso que las tasas entre los residentes nativos americanos y los latinos también son demasiado bajas. “Sé que hay un gran número de otras poblaciones que están recibiendo la vacuna a tasas más altas que otras. Solo preguntaría: ¿Qué vamos a hacer?”, añadió Solís.

Entre la fuerza laboral de atención médica del condado, los empleados negros solicitaron ser vacunados en tasas mucho más bajas que cualquier otro grupo racial o étnico; otra tendencia preocupante.

Entre poco más de 4.000 empleados negros, menos de un tercio recibieron la vacuna. Más de la mitad no lo solicitó, según datos del Departamento de Servicios de Salud.

Otros grupos raciales y étnicos muestran tasas de inmunización mucho más altas. Entre los 7.500 empleados latinos de la salud en el Departamento de Servicios de Salud del condado, aproximadamente la mitad fue vacunado y un 15% adicional lo ha solicitado. La mayoría de los empleados asiáticoamericanos y blancos también han recibido o solicitado la vacuna.

Según la Dra. Christina Ghaly, directora de la agencia, es una tendencia que se observa no solo entre el personal de atención médica del condado de L.A., sino también en los hospitales y clínicas privadas de la región.

Los empleados negros han dicho que no se vacunaron porque aún tienen muchas preguntas sobre la vacuna, por ejemplo si ésta puede causar COVID-19, dijo (la respuesta es no; la vacuna no contiene el coronavirus).

Ferrer añadió que algunas personas prefieren esperar un poco, hasta que vean que otros se vacunan, lo cual le parece bien. “Estamos muy seguros de que los datos disponibles dicen que son muy seguras y eficaces”, remarcó la funcionaria.

Los expertos supusieron durante mucho tiempo que la vacilación ante las vacunas sería un problema, incluso entre aquellos que han lidiado con el racismo sistémico de larga data en el sistema de salud, lo cual alimenta la desconfianza en algunas comunidades.

Solo el 32% de los adultos negros en EE.UU afirman que definitiva o probablemente se vacunarían contra el COVID-19, según el Pew Research Center. “Hay un largo historial, en este país y en otros, que dificulta que la gente confíe en algunos de los avances médicos que estamos promoviendo”, expresó Ferrer.

Las desigualdades se producen en medio de un creciente debate sobre los planes de implementación del estado. Las dosis siguen siendo escasas y, según los informes, los citas se han llenado en centros de todo el estado. Hasta la fecha, se aplicaron más de 2.5 millones de dosis en todo el estado y se enviaron más de 4.6 millones a los departamentos y proveedores de salud locales.

El anuncio del gobernador Gavin Newsom, el lunes, respecto a la nueva prioridad de vacunación en función de la edad, desató preocupaciones de grupos que representan a algunos trabajadores esenciales y personas discapacitadas que ahora podrían enfrentar una mayor espera.

Antes del anuncio de Newsom, el estado tenía la intención de dar prioridad a varios grupos nuevos, después de que California terminara de vacunar a los mayores de 65 años, incluidas las personas encarceladas y sin hogar, trabajadores esenciales y aquellos con problemas de salud preexistentes. Ahora no está claro cuándo se vacunarán esos grupos.

Los funcionarios informaron que California implementará un estándar de elegibilidad en todo el estado a partir de mediados de febrero, que permitirá que quienes trabajan en la educación y el cuidado infantil, los servicios de emergencia y el sector agrícola y alimentario programen sus citas en espera de disponibilidad. Los trabajadores sanitarios y los mayores de 65 años también seguirían siendo una prioridad.

“Los californianos están comprensiblemente confundidos por los mensajes contradictorios, la variabilidad de elegibilidad en todo el estado, ‘¿Cuándo es mi turno, quién será el siguiente?’”, afirmó Yolanda Richardson, secretaria de la Agencia de Operaciones del Gobierno del estado, durante una sesión informativa, este martes. Un marco más uniforme, añadió, “facilitará que los californianos comprendan quién es elegible para programar una cita”.

Los funcionarios estatales insisten en que la equidad sigue siendo un factor clave en cómo se implementa la vacunación. “No queremos que la igualdad y la velocidad estén en desacuerdo”, agregó el Dr. Mark Ghaly, secretario de salud y servicios humanos de California. “Es un principio de equidad importante obtener rápidamente las [dosis] para quienes se ven afectados de manera desproporcionada”.

Parte de esa ecuación, agregó durante una sesión informativa, el martes, es “garantizar que tengamos datos en tiempo real” para evaluar si esos esfuerzos están dando sus frutos, y hacer ajustes, de ser necesario.

Una diapositiva que presentó ofreció algunas consideraciones adicionales: que “las dosis se asignarán de forma tal que los vecindarios de bajos ingresos y las comunidades de color tengan acceso a ellas” y que “los proveedores serán compensados, en parte, por lo bien que puedan llegar a las comunidades desatendidas”.

Ghaly añadió que “lo peor es cuando la gente no sabe en qué nivel de la fila está” y que, al ajustar sus procesos, el estado actuó “teniendo en cuenta muchos comentarios, tomando decisiones difíciles, pero tratando de asegurar que sean claras y fáciles de seguir”. “El uso de un marco basado en la edad nos ayuda a lograrlo”, remarcó.

No todo el mundo está de acuerdo. Este martes, una coalición de más de 60 organizaciones comunitarias instó a Newsom a reconsiderar la cuestión. El nuevo enfoque dejaría a cientos de miles de trabajadores con salarios bajos, personas encarceladas y desamparados vulnerables al virus mortal, enfatizó Najee Ali, activista del sur de Los Ángeles y parte de la coalición del Sistema de Respuesta Comunitaria del Sur de Los Ángeles. “Es una situación de vida o muerte para los trabajadores esenciales negros y latinos”, destacó.

A la supervisora del condado, Holly Mitchell, le preocupa que el estado se esté moviendo hacia un marco de distribución que “podría no abordar lo necesario para brindar un programa de vacunas realmente equitativo y ético, cuando se observan las comunidades que están siendo desproporcionadamente afectadas por el virus”.

Mitchell señaló que los residentes latinos en el condado de Los Ángeles mueren por COVID-19 al triple de la tasa de residentes blancos, y el promedio de decesos entre quienes residen en los vecindarios más empobrecidos del condado de Los Ángeles es casi cuatro veces mayor que en zonas más ricas. “Si nuestro objetivo final es reducir las tasas de infección, hospitalización y mortalidad, tenemos que averiguar cómo apuntar a aquellos que realmente están en mayor riesgo”, señaló Mitchell.

Activistas por los discapacitados también temen que muchas personas queden fuera de los criterios. “Parece que son más malas noticias para la gente con discapacidades”, consideró Andy Imparato, de Disability Rights California, después de la sesión informativa de Mark Ghaly. “Mencionan la raza y las poblaciones marginadas, pero no a los individuos con discapacidades”.

Según Solís, algunos residentes del condado de Los Ángeles viajaron lejos para ser vacunados. El viernes, más de 100 personas mayores recibieron su primera dosis en el Centro Médico del Condado de Los Ángeles-USC en Boyle Heights, precisó. “Conocí a una mujer de 82 años en la fila, que empujaba la silla de ruedas de su hijo […]. Me sentí tan asombrada ante su resiliencia”, señaló. Un hombre de 67 años había tomado tres autobuses desde South Gate para vacunarse antes de ir a su trabajo, en un restaurante de Downey. Solís le preguntó por qué estaba allí; él le respondió: “Porque es una cuestión de vida, y también porque debo mantener a mi familia”.

Erika D. Smith, redactora de The Times, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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