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Un misterioso cáncer afecta a los lobos marinos; ¿los culpables? Herpes y químicos tóxicos

Pathologists perform a necropsy on a California sea lion that was euthanized due to cancer
El patólogo jefe del Marine Mammal Center, Pádraig Duignan, a la derecha, y su compañera Maggie Martínez realizan una necropsia en un lobo marino de California, que fue sacrificado debido a un cáncer intratable.
(Bill Hunnewell / Marine Mammal Center)

Los científicos descubrieron que los leones marinos expuestos al DDT y otras sustancias químicas en el océano tienen más probabilidades de morir de un cáncer inducido por el herpes.

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En una antigua base de misiles de la Guerra Fría ubicada en lo alto del puente Golden Gate, en lo que ahora es el hospital de mamíferos marinos más grande del mundo, Frances Gulland todavía recuerda el impacto que sintió cuando comenzó a trabajar ahí como veterinaria, hace 26 años.

Un lobo marino macho había llegado a la orilla con un dolor intenso. Tenía las aletas traseras hinchadas y los ganglios linfáticos plagados de tumores. El cáncer se había apoderado de sus riñones y le había hecho papilla la columna vertebral. Los socorristas del Centro de Mamíferos Marinos le dijeron a Gulland que observaban esto en los lobos marinos todo el tiempo. “La vida silvestre no debería tener un cáncer como este, ¡eso es una locura!”, afirmó Gulland, que era nueva en California. “¿Cómo puede ser?”.

Ahora, después de dos décadas de estudio, un equipo estelar de patólogos de mamíferos marinos, expertos en virología, químicos y genetistas afirman haber conectado dos culpables sorprendentes: el herpes y los químicos tóxicos, como el DDT y los PCB, que envenenaron la costa de California hace décadas.

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El océano claramente está sufriendo, afirman los investigadores, y este misterioso cáncer en tantos lobos marinos conlleva una advertencia preocupante para los humanos. “Los lobos marinos suben a la playa, usan las mismas aguas en las que nadamos y surfeamos, comen muchos de los mismos mariscos que ingerimos nosotros”, remarcó Gulland, quien ha trabajado en la Comisión de Mamíferos Marinos de EE.UU desde la era Obama y ahora es investigadora asociada en UC Davis. “Están predispuestos al cáncer por estos altos niveles de compuestos heredados que siguen en el medio ambiente. También nosotros estamos expuestos a estos químicos”.

Los mamíferos marinos, como los humanos, amamantan a sus crías y viven una vida relativamente larga. Su salud a largo plazo es una ventana a los impactos duraderos de la exposición crónica a las muchas sustancias químicas que el hombre ha introducido en el mar. Acumulan toxinas en su grasa y se enferman por los mismos tipos de virus que afectan a los humanos.

Entonces, cuanto más comprendamos cómo ciertas condiciones ambientales pueden convertir una enfermedad aparentemente menor en un cáncer generalizado en los lobos marinos, más sabremos cómo evitar que algo similar afecte a los humanos. ¿Hay alguna manera, por ejemplo, de prevenir que el cáncer de cuello uterino, una enfermedad potencialmente mortal que comienza con una simple infección del virus del papiloma humano (VPH), prolifere en las mujeres?

Los científicos de California notaron por primera vez el cáncer en lobos marinos hace décadas, en un momento en que el océano parecía demasiado perfecto para fallar. Las fábricas seguían produciendo DDT, un pesticida tan poderoso que envenenaba pájaros y peces. También se arrojaban al mar barriles de basura industrial, materiales radiactivos, desechos de refinerías de petróleo, carnes en descomposición y varios lodos ácidos.

Hasta la fecha, casi el 25% de los lobos marinos que los socorristas llevaron al Centro de Mamíferos Marinos en Sausalito murieron por ese cáncer agresivo, que se encuentra entre la prevalencia más alta de un solo tipo de cáncer en cualquier mamífero, incluidos los humanos.

Gulland y su equipo tenían sus sospechas: el mayor fabricante de DDT del país había arrojado sus desechos no lejos de Channel Islands, donde muchos de los lobos marinos de California se reproducen y alimentan a sus cachorros. También había señales en sus órganos reproductivos de que de alguna manera podría estar involucrada una enfermedad de transmisión sexual.

Pero para confirmar esto, Gulland necesitaba más datos, y los lobos marinos, en particular los sanos, no acuden a citas médicas. Entonces, durante más de 20 años examinó a todos los ejemplares que no pudo salvar, ya sea por un caso de cáncer, una mordedura de tiburón, heridas por redes de pescadores o daño cerebral por la proliferación de algas nocivas. Su equipo analizó a cada animal con un conjunto estandarizado de métricas, realizó análisis de sangre y tomó muestras de grasa del mismo lugar sobre el esternón. Limpiaron y disecaron inmensas cantidades de tejido sano, tejido tumoral, órganos reproductivos y riñones.

Necropsy manager Barbie Halaska and lab assistant Jackie Isbell carefully measure a sea lion with cancer.
Barbie Halaska, derecha, directora de necropsias en el Centro de Mamíferos Marinos en Sausalito, y la asistente de laboratorio Jackie Isbell, miden un lobo marino de California que fue sacrificado debido a un cáncer intratable.
(Bill Hunnewell / Marine Mammal Center)

En total, Gulland catalogó 394 lobos marinos, un conjunto de datos inusualmente completo para una especie tan esquiva. Junto con un equipo de científicos ajustó los cálculos de grasa para tener en cuenta la pérdida de peso en animales enfermos; descartaron sistemáticamente la endogamia y otras posibles causas.

También surgieron patrones; claramente, un virus del herpes previamente desconocido estaba desencadenando el cáncer. El equipo asimismo confirmó, en un estudio publicado recientemente en la revista Frontiers in Marine Science, que los lobos marinos con concentraciones más altas de DDT, PCB y otros químicos de hace décadas en su grasa eran más propensos a que el cáncer se apoderara de sus cuerpos. “Es extraordinario el nivel de contaminantes de estos animales en California. Es un factor importante por el que estamos viendo este grado de cáncer”, remarcó Pádraig Duignan, patólogo jefe del Centro de Mamíferos Marinos y coautor del estudio. El especialista había anteriormente estudiado lobos marinos en Nueva Zelanda, que tienen cantidades minúsculas de DDT en comparación con lo observado en California.

“Con todo el vertido de desechos desde la Segunda Guerra Mundial hasta la década de 1970, hay muchas cosas ahí afuera”, añadió Duignan. “Estos químicos heredados no se han degradado mucho en estos años, y nadie sabe si alguna vez lo harán. Esto es algo a lo que [las criaturas del mar] tendrán que estar expuestas, quién sabe por cuánto tiempo”.

Frances Gulland watches over a sea lion undergoing an EEG test to determine the impact of domoic acid poisoning.
Frances Gulland vigila a un lobo marino de California que es sometido a un electroencefalograma (EEG) en el Marine Mammal Center, para determinar el impacto del envenenamiento con ácido domoico en su cerebro.
(Marine Mammal Center )

El cáncer es raro en animales salvajes. El único ejemplo similar de cáncer generalizado documentado científicamente en mamíferos marinos parece ser una población de ballenas beluga en el estuario St. Lawrence, en Canadá. El río estaba contaminado por hidrocarburos aromáticos policíclicos, o PAH, producidos por fundiciones de aluminio locales. Se identificó cáncer en el 27% de las ballenas adultas que fueron encontradas muertas y examinadas. Pero cuando la contaminación disminuyó, anotaron los investigadores, los casos de cáncer desaparecieron.

En California, los productos químicos persistentes como el DDT permanecen en el medio ambiente, tanto en el lecho marino como en la cadena alimentaria de peces y otras criaturas marinas. Los esfuerzos para limpiar este desorden, un proceso complicado y difícil, han languidecido durante años.

A Eunha Hoh, científica de salud ambiental de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Estatal de San Diego, le sorprendió la claridad con la que la investigación sobre lobos marinos, con la cual no tiene relación, conecta el cáncer con estos químicos supuestamente históricos. Hoh también halló cantidades significativas de estos contaminantes en los delfines del sur de California y otros animales que ha estudiado.

Fueron necesarias más de cuatro décadas después de la prohibición de estos productos químicos para demostrar su conexión con los problemas de salud que los científicos ya sospechaban, precisó Hoh, cuyo trabajo se centra en los contaminantes emergentes en la vida silvestre y los seres humanos. Entonces, ¿qué pasa con todos los pesticidas, retardadores de llama y otros subproductos químicos que todavía se usan hoy en día y que no están bien regulados o monitoreados?

En el futuro, creen los investigadores, habrá que colaborar con más oncólogos humanos. Un estudio adicional de cómo exactamente ciertos químicos predisponen a los lobos marinos al cáncer también podría aclarar nuestra comprensión de cómo ciertos factores secundarios, como fumar o la exposición a contaminantes que interfieren con nuestro sistema inmunológico, impulsan el aumento del cáncer en los seres humanos, señaló Alissa Deming, directora de medicina clínica en el Pacific Marine Mammal Center, con sede en Laguna Beach.

La investigación del cáncer humano tiende a depender de ratones en entornos de laboratorio más controlados, afirmó Deming, quien, como presidenta del Consorcio contra el Cáncer de Lobos Marinos, se aseguró de que las diferentes iniciativas de investigación globales trabajen juntas para reforzar las tareas unas de otras.

“Las personas no son ratas de laboratorio, ni tampoco lobos marinos; viven sus vidas, están expuestas a diferentes factores estresantes en el medio ambiente y muchas enfermedades infecciosas distintas”, enfatizó. “Ser capaces de estudiarlas como un modelo que represente mejor cómo se desarrolla el cáncer, y cómo se propaga, será muy importante”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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