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La facción radical antivacunas que cerró el estadio de los Dodgers dice que las protestas no han terminado

Siaka Massaquoi was one of the protesters who protested the vaccine clinic at Dodger Stadium
Siaka Massaquoi, a la derecha, protestó contra la clínica de vacunas en el estadio de los Dodgers el 30 de enero.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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Hace un año, antes de que el coronavirus cambiara el mundo, Jason Lefkowitz estaba comprando un guión, trabajando tres noches a la semana como camarero en Beverly Hills y publicando en las redes sociales sobre Bernie Sanders (me gusta), el jarabe de maíz de alta fructosa (no me gusta) y los Philadelphia Eagles (me encanta).

Ahora, apoya a Donald Trump, cree que hay una élite de pedófilos sueltos en Hollywood y Washington y lideró una protesta que cerró la clínica de vacunas en el Dodger Stadium la semana pasada.

“Quiero recuperar mi vida. Quiero ir a trabajar. No quiero cheques del gobierno”, dijo Lefkowitz en una entrevista con The Times el miércoles. “Ellos me han convertido en lo que soy”.

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Lefkowitz sostiene que su grupo no tenía intención de cerrar el centro de vacunación el sábado, y se sorprendió cuando las autoridades de los bomberos cerraron las puertas, impidiendo la entrada de autos durante aproximadamente una hora en lo que los funcionarios de la ciudad describieron más tarde como una precaución para permitir que las vacunaciones continuaran dentro. Pero también sintió orgullo cuando se dio cuenta de lo que el grupo había hecho, creyendo que había salvado vidas al detener las vacunas.

“Me dije: ‘Dios mío, esto va a ser totalmente una noticia ahora. Esto va a causar un gran revuelo”, dijo.

La protesta en el estadio de los Dodgers, aseguró Lefkowitz y otros, no será la última.

En toda California, los activistas están cambiando la energía que antes se dirigía a la política federal por preocupaciones más locales. Conectados en línea en torno a causas como el fin de los cierres para combatir el COVID-19, la destitución del gobernador Gavin Newsom, las conspiraciones fomentadas por QAnon e incluso las posiciones de extrema derecha de algunas ramas del cristianismo, todos están de acuerdo en que el gobierno en todos los niveles es opresivo y debe ser resistido.

Haciendo caso omiso de las órdenes de salud pública y de la muerte por coronavirus de 450.000 estadounidenses, están entrando en las tiendas sin mascarillas, comiendo en restaurantes que se niegan a cerrar, organizando fiestas para romper el toque de queda en las playas... y pensando en formas de ir más allá.

“Creo que las cosas se van a volver mucho más locales y ruidosas”, dijo Peggy Hall, una activista del condado de Orange que defiende a quienes impugnan las órdenes de cierre de negocios, las mascarillas y las vacunas.

Aunque dijo que ella misma no protesta, es una oradora frecuente y promotora de eventos que ha trabajado con Nari Choi, quien dirigió el grupo de Facebook Shop Mask Free Los Angeles, y promovió la manifestación en el sitio de vacunación. El fin de la presidencia de Trump no disuadirá a los que defendieron sus causas, afirmó. Ella prevé que el activismo continúe, y cree que este es un punto alto en el compromiso cívico estadounidense.

“A la gente le gusta el drama, estar en la lucha. Les agrada estar en el centro de lo que está ocurriendo. Quieren estar en el meollo de la cuestión”, manifestó Hall.

Los californianos que acudieron al Dodger Stadium venían de lugares tan lejanos como Sacramento, pero compartían la combatividad y la teatralidad que señala Hall. Los CDC han considerado que las dos vacunas disponibles son seguras y efectivas, pero los activistas anticientíficos dan poca importancia a tales conclusiones.

Omar Navarro salió en Facebook Live frente al estadio de los Dodgers la mañana del 30 de enero y dijo que le preocupaba que los residentes de Los Ángeles se vieran obligados a tomar una vacuna contra el coronavirus “que no necesitan”.

“La izquierda ha inculcado el miedo en todos los estadounidenses de este país”, dijo Navarro, una figura mediática conservadora que ha competido electoralmente contra la representante Maxine Waters (demócrata de Los Ángeles) y ha perdido en múltiples ocasiones.

“Si lo piensas, lo que están haciendo aquí es un adoctrinamiento masivo, masivo, masivo”, dijo Navarro. “Quieren, básicamente, hacer daño a la gente porque esta vacunación definitivamente no es buena”.

Navarro luego denunció al gobernador Gavin Newsom, diciendo que ha destruido la economía del estado y llamándolo hipócrita por asistir a una cena en el restaurante French Laundry, con estrellas Michelin, en noviembre.

Siaka Massaquoi, un actor que ha interpretado papeles secundarios en programas como “Lethal Weapon”, también se filmó a sí mismo protestando en el estadio de los Dodgers el sábado pasado.

Enfocó su cámara hacia una fila de autos fuera del lugar de vacunación, diciendo que las puertas habían sido cerradas porque las autoridades tienen “miedo de que los que estamos aquí protestando los ataquemos”, dijo refiriéndose al asalto al Capitolio de Estados Unidos el mes pasado. Una mujer cerca de él llevaba un cartel que decía: “Este cartel ha dado positivo en covid-19”.

En el video, hablaba con Nick Yaya, actor y presentador de “The Free America Podcast”, que en su página web se describe como “un programa creado para destruir las mentiras y la desinformación perpetuadas por los medios de comunicación dominantes”. Yaya, vestido con lo que parecía ser una bata blanca de laboratorio, recibió a Lefkowitz en su programa a principios de este mes.

“Esencialmente, lo que están haciendo ahora es un gran experimento con la gente”, dijo Yaya, sobre los esfuerzos de vacunación.

En su cuenta de Instagram, Massaquoi también expresó su apoyo a un esfuerzo para destituir a Newsom. En un video publicado a finales de diciembre, instó a los negocios locales a “recuperar California” y abrir el 1 de enero. Un post escrito que acompañaba al video decía que los “cierres tiránicos” no estaban respaldados por datos ni por la ciencia.

Massaquoi no respondió a una solicitud de entrevista. Yaya también dijo que los manifestantes no pretendían impedir las vacunaciones, sino que estaban allí para educar a los que esperaban que las vacunas son “potencialmente mortales”.

Lucas Reese Isturiz fue otro de los presentes el sábado, impulsado, según comentó en una entrevista con The Times, por sus creencias cristianas conservadoras. Isturiz, autodeclarado periodista ciudadano que filma eventos contra los cierres por coronavirus para su canal de YouTube, es también un seguidor del pastor ultraconservador de Los Ángeles y locutor de radio y web Jesse Lee Peterson. El pastor Peterson predica que los hombres están siendo feminizados por la cultura actual.

Recientemente ha tuiteado que la única cualificación del nuevo Secretario de Transporte de Estados Unidos, Pete Buttigieg, es que es “descarada y abiertamente ‘GAY’”, y que “los hombres nunca deberían escuchar a las mujeres”.

“Ni siquiera me considero partidario de Trump o republicano, solo soy un patriota”, dijo Isturiz. “Solo intento mantener el orden en Estados Unidos”.

Isturiz también fue citado por no dispersarse el 6 de enero en una manifestación pro-Trump en el centro de Los Ángeles, donde una mujer negra fue agredida en lo que se está investigando como un crimen de odio, según los registros policiales. Isturiz dijo que habló con la mujer agredida ese día para advertirle que no se acercara a los que protestaban.

Isturiz agregó que ha recibido amenazas de muerte por asistir a las concentraciones y ha sido acosado en Internet.

Para Lefkowitz, el camino para convertirse en el líder de este grupo comenzó con la muerte de la leyenda del béisbol Hank Aaron el 21 de enero. Una semana antes de que falleciera el rey de los jonrones, Aaron recibió la vacuna COVID-19 para ayudar a disipar los temores de la comunidad negra.

“Es una pequeña cosa que puede ayudar a millones de personas en este país”, manifestó Aaron en aquel momento.

Pero Lefkowitz sospecha que la vacuna mató a Aaron. Con su mente dando vueltas al béisbol y a las vacunas, dijo, se le ocurrió la idea de protestar en el Dodger Stadium.

El acto fue la culminación de un año en el que ha pasado de ser un luchador de Hollywood a un agitador conservador. Cuando se produjo el cierre la primavera pasada, perdió su trabajo de camarero. Un espectáculo de comedia que iba a encabezar fue cancelado, y dos productoras que estaban interesadas en su guión suspendieron los planes, expuso. Encerrado en casa, comenzó a hacer lo que él describe como una investigación en línea.

Aseguró que rápidamente encontró información aparentemente alarmante sobre el tráfico sexual. Muchas de esas conspiraciones, a menudo etiquetadas como #savethechildren, están relacionadas con QAnon y han sido desmentidas en numerosas ocasiones. Pero Lefkowitz vio historias de villanos y héroes liderados por Trump, luchando contra todo un grupo de abusadores de niños, dijo.

“Se supone que un hombre debe proteger a las mujeres y a los niños”, manifestó.

Así que acudió a una concentración contra el tráfico sexual frente al edificio de la CNN en Hollywood. En pocos meses, estuvo en una manifestación por la “libertad” en Beverly Hills, y en una protesta frente a la casa del alcalde Eric Garcetti exigiendo que reabriera L.A. Comenzó a gravitar hacia los asistentes sin mascarillas y compartía sus frustraciones con sus nuevos amigos. “Decidimos ir de compras y quitarnos las mascarillas”.

Así lo hicieron. Hace unos dos meses, Lefkowitz dijo que comenzó a unirse a “shoppings” organizados por otros. Fueron al Ralphs de La Brea y a un Trader Joe’s cercano. Al principio, nerviosos, entraban en parejas y en pequeños grupos, manteniéndose con las mascarillas puestas durante uno o dos minutos antes de deambular sin ellas.

Entrar en las tiendas sin mascarillas se ha convertido en una táctica habitual de los manifestantes en California y en EE.UU. En algunas de las manifestaciones sin mascarillas a nivel local, como una del 23 de enero en un Family Dollar en el condado de Riverside, los participantes acosaron a los empleados de la tienda e incluso a los clientes, tras negarse a abandonar la propiedad, fueron arrestados con cargos de allanamiento.

A finales de diciembre, Lefkowitz tomó la iniciativa por primera vez, reuniendo a unas dos docenas de compatriotas para entrar por la fuerza en el mercado de Erewhon, en el distrito de Fairfax. Cuando el personal trató de bloquear la puerta, se arremolinaron y entraron a empujones.

Lefkowitz dijo que le sorprendió que no fueran más acogedores: creía que, con su espíritu contracultural, el personal de Erewhon simpatizaría con la postura del grupo. Sin embargo, se llamó a la policía y Lefkowitz y los demás se marcharon pacíficamente. Lefkowitz comentó que cree que a los portadores de mascarillas se les ha lavado el cerebro.

“Te miran y creen que eres el enemigo”, expresó. “Me siento triste por ellos”.

Al igual que Isturis, Lefkowitz dijo que recibe amenazas de muerte y ha sido acosado en Internet. Pero no se deja intimidar.

“Yo, personalmente, voy a intentar centrarme en cosas más importantes”, subrayó. “Todo esto tiene que ver con mi experiencia como monologuista. No tengo miedo escénico y no me importa lo que la gente piense de mí”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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