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OPINIÓN: ¿Privilegio? No, equidad social. La comunidad latina y el regreso seguro a las escuelas

Familias en diferentes partes del estado
Familias en diferentes partes del estado, han hecho un llamado a las autoridades educativas para que se reabran ya las escuelas y evitar que se profundice el daño sufrido por los estudiantes y las familias latinas durante la pandemia.
(Daniel Frydman)
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Con la cantidad de evidencia científica con la que contamos hoy, sabemos que las escuelas pueden funcionar de manera segura desde K hasta el 12mo grado. Y también sabemos que el cierre ha ocasionado un gran retroceso educativo, daños a la salud mental de los niños, además de haber aumentado la brecha de inequidad entre la comunidad latina y los blancos no hispanos.

El estudio de mayor magnitud y de más alta calidad sobre la seguridad en las escuelas se hizo en North Carolina, siguiendo a 90.000 estudiantes (18% de los estudiantes en este estudio eran Latinos) y 10.000 maestros y maestras en escuelas públicas cuando los índices comunitarios de COVID eran 4 veces mayores que los de California durante el nivel púrpura.

Cuando los índices en la comunidad pronosticaron más de 800 contagios, solo se registraron 32 contagios originados en la escuela. La medida sanitaria implementada responsable del escaso número de contagios fue el uso de mascarilla, que ha demostrado ser el arma más eficaz contra la infección. Otras medidas, como el distanciamiento y el lavado de manos no fueron estrictamente aplicadas.

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Otros estudios realizados en Georgia, Ohio, Wisconsin y MIssissippi arrojan las mismas conclusiones y corroboran la importancia de la mascarilla como la medida sanitaria más eficiente y nos proporcionan índices claros que indican que los jóvenes que asisten a la escuela en forma presencial registran menos contagios que aquellos que participan en educación virtual pero con interacciones sociales sin los recaudos que ofrecen los campus.

Dado esta información y los datos provistos por estudios de caso, la decisión de mantener la educación virtual y remota como la única opción es una política sin base científica que perjudica en forma desproporcionada a la comunidad latina.

La población latina K-12 necesita volver a las aulas a tiempo completo. Latinos y latinas han sido afectados por COVID en mayor proporción que otros grupos demográficos. Al ser trabajadores esenciales y vivir con frecuencia en hogares multigeneracionales han sido golpeados por la pandemia mucho más fuerte que ninguna otra comunidad en California. Mientras que los latinos constituyen el 39 % de la población de California, alcanzan el 55 % de todos los casos de coronavirus y el 46 % de las muertes por COVID.

Los latinos tienen más del doble de riesgo de morir de COVID que los blancos no hispanos. Esta situación podría haber sido evitada. Las acciones de las autoridades de salud pública fueron lentas e insuficientes. No dejemos que la lentitud para regresar al aula siga perjudicando a este grupo que ya ha sufrido desproporcionadamente.

Es necesario revertir la situación con respuestas rápidas y precisas tanto en el tema educativo como con relación a las vacunas. El mensaje a la comunidad latina debe ser claro y en español: vacunarse es la única forma de protegernos contra el virus del COVID. Y de la misma manera necesitamos comunicar a las familias latinas que todos los chicos están más seguros en las escuelas, que los latinos no son más propensos al COVID pero que han sido expuestos mucho más a la enfermedad porque en general trabajan en el sector público. Debemos comunicar en forma inequívoca la importancia y efectividad de las mascarillas, que protegen a los trabajadores y también a todos los niños - K-12. Nuestros pequeños no tienen que sufrir el aislamiento y la falta de educación. Están seguros en los campus y ya es tiempo de que regresen.

Estamos ante una crisis de salud mental, como consecuencia del aislamiento y del temor, los casos aumentan día a día. Se presume que el tabú en temas de salud mental y bienestar psicológico en la comunidad latina ha impedido que muchos casos llegaran a hospitales y profesionales públicos. Otro fracaso de las autoridades públicas para proveer apoyo, ayuda y asistencia intensificando la inequidad social.

Es imperioso abrir la escuela y empezar este proceso de sanación. Debemos hacerlo AHORA, no hay más tiempo, debemos recuperar a los estudiantes del aislamiento y el miedo. Es muy importante que los chicos lleguen a la escuela y que empiecen a recrearse esos vínculos sociales con pares y maestros para que comiencen a detectarse los problemas de salud mental cuando existan.

Falla de instituciones públicas, clausura de escuelas y aumento de la inequidad

Este sufrimiento desproporcionado de la comunidad latina por el impacto de COVID no es percibido como producto de las acciones y omisiones de las instituciones públicas. El sector de la comunidad latina que vive en precariedad económica y que es sujeto de un sistema de salud desigual, es tanto más propenso al contagio, como el que más, precisamente por su posición estructural, necesita la intervención de las instituciones públicas para proporcionar seguridad y una estructura de oportunidades.

Dado esta posición desigual y el miedo que ha originado, este sector de la comunidad no quiere regresar a clases. Y nadie desde los medios de comunicación o desde las autoridades han realizado una campaña de comunicación que diga las cosas en español y como son: la misma vulnerabilidad que sufren se debe al retiro de las instituciones públicas y no a la garantía de bienes públicos (como la educación). El retiro de las instituciones públicas tiene efectos desiguales, particularmente negativos para los latinos.

La clausura de las escuelas ha aumentado la ya existente disparidad y diferencias de oportunidad de manera exponencial. La solución no es quedarse en casa cuando volver a los campus es seguro y la escuela es el lugar que ofrece no solo educación sino también asistencia, alimentación, apoyo y acceso a servicios sociales.

La comunidad latina, sobre todo las familias con trabajadores y trabajadoras esenciales han continuado su trabajo fuera de casa, no han tenido el privilegio de poder trabajar remotamente o dejar de trabajar para atender a los niños ahora en casa y con educación virtual. Estos chicos o se cuidan entre sí o están a cargo de abuelos o abuelas, quienes en general no cuentan con el conocimiento ni recursos para solucionar todos los desafíos que genera la tecnología. Los menores, en general, deben arreglarse solos con el trabajo escolar. No se ha implementado tampoco una política que brinde apoyo de cuidado de niños o niñas a ningún tipo de trabajador esencial.

En este contexto estos menores se han retrasado de manera exponencial. Ya el aprendizaje a distancia reduce los contenidos que se brindan y también el medio hace menos conducente la absorción de tales contenidos. A pesar del inmenso esfuerzo de maestros la conexión docentes-estudiantes, y estudiantes entre sí, base pedagógica del aprendizaje, no es la misma que en persona, particularmente en un contexto incierto y de estrés (inseguridad económica, vivienda, etc.). La falta de ayuda en casa, dado el trabajo de los padres, aumenta la pérdida de aprendizaje. Por ejemplo, las cifras de los exámenes STAR registradas en Berkeley nos ofrecen una clara imagen del deterioro educativo, registrando una baja del 50% en los resultados en general, y un 88% para los latinos (de 3ro a 5to), y una baja 82% en general y de un 100% para latinos en la escuela media.

La educación no es responsabilidad de los hogares, es una responsabilidad de las escuelas. La educación virtual y el aislamiento han aumentado de manera desproporcionada la brecha de inequidad ya existente entre la comunidad latina y otros grupos demográficos (blancos no hispanos).

¿Por qué entonces, si es no solo seguro sino además necesario, muchos latinos han decidido que no van a regresar a sus niños a las escuelas?

En primer lugar, ya mencionamos la falla de las autoridades, tanto de salud como políticas, en ligar este miedo y angustia de la comunidad latina a cuestiones de inequidad estructural en temas de trabajo y salud. Los latinos se oponen a la apertura de los campus a sabiendas de que sus hijos aprenden mejor en la escuela porque existe miedo, y el temor perdura por la falta de un mensaje claro dirigido a la comunidad explicando que hogares de trabajadores/as esenciales y multigeneracionales tienen mayor exposición, pero que con el uso de mascarillas es seguro regresar a las escuelas.

En segundo lugar, porque la relación entre la comunidad latina y la apertura de los campus ha sido un tema usado y explotado políticamente, en un contexto político muy complejo que va de lo local a lo nacional con un cambio de administración en el medio (excede los límites de este artículo). La instrumentalización de la posición de los latinos en términos de una falsa oposición a quienes quieren abrir las escuelas (tildados de anti-equidad y hasta racistas) es una resultante de este complejo contexto en una crisis sin precedentes, que esquiva afrontar de raíz la exclusión de bienes públicos que enfrentan muchos y muchas en la comunidad latina.

La brecha existente entre la comunidad latina y los grupos blancos no hispanos es ya grande. En este contexto, hay que regresar a las escuelas ya, para mitigar la pérdida de aprendizaje, para detectar los impactos psicológicos, y para poder abordar la profunda fisura de inequidad resultante de la clausura.

Es difícil creer que los funcionarios electos, y líderes escolares no sepan quiénes sufren más el impacto de una clausura escolar. Es un secreto a gritos. Se trata de un bien público que proporciona la estructura de acceso a los beneficios de la sociedad y la ciudadanía.

Decir que los latinos no quieren que se abran las escuelas y que quienes desean que se abran las escuelas son “blancos, ricos, anti-equidad y racistas” es una distorsión de la realidad. Estas acusaciones omiten que las razones por las cuales los latinos se oponen a la apertura (miedo) son resultado del sufrimiento, de patrones de estigmatización y exclusión de lo público. Así, también soslayan quién tiene responsabilidad y cuál es la prioridad.

La prioridad es la educación pública en persona de manera inmediata, porque es más segura, en la salud de hoy y a largo plazo, y en justicia social. Estas dos dimensiones están ligadas. Se sabe que quienes completan mayores niveles de educación tienen acceso a mejores salarios, mejores trabajos, y mayor expectativa de vida. La pérdida educativa, sobre todo en estudiantes en los últimos años de secundaria, se traduce en pérdida económica, de salud y de bienestar para el futuro, individual y familiar. Por eso, no solo es importante abrir las escuelas primarias, sino también las escuelas media y secundaria.

En la medida en que los distritos comiencen a abrir, se verá si están a la altura del desafío de afirmar que es seguro que todos los grados regresen a la escuela, que es necesario para niños y adolescentes, y que hay que hacerlo cuanto antes. Es una cuestión de equidad y de responsabilidad pública.

*La Dra. Jeanne Noble es Profesora Asociada de Medicina de Urgencias y Directora de Respuesta COVID, Departamento de Urgencias de la UCSF.

* Mara Kolesas, Ph.D. Profesora en el Fromm Institute, USF, expresidenta del Berkeley PTA Council, actual miembro de BUSDParents, OpenSchools. @MaraKole

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