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En esta ciudad industrial californiana, una clínica móvil acerca la vacuna a los trabajadores esenciales

Cristina Vasquez gets the Pfizer vaccine from Physician Assistant-Certified Alyssa Hernandez.
Cristina Vásquez recibe de la asistente médica Alyssa Hernández la vacuna Pfizer-BioNTech, en la clínica móvil de Vernon.
(Al Seib/Los Angeles Times)

Vernon despliega una clínica móvil para administrar la vacuna COVID-19 a los trabajadores esenciales.

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La culpa carcomía a Gabriela Álvarez después de haber contagiado a su madre y a sus tres hijos con COVID-19, en agosto pasado. “Me sentí tan mal por llevar este virus a mi casa”, afirmó la mujer, de 33 años. “Estaba preocupada por mi mamá, porque es mayor y temía que no lograra sobrevivir”.

Álvarez estaba decidida a vacunarse apenas fue elegible, en febrero pasado, ya que trabaja en la producción de alimentos, en la heladería My/Mochi Ice Cream, en la ciudad de Vernon. Pero no consiguió una cita hasta que instalaron una clínica móvil en esa ciudad industrial. La semana pasada, recibió su segunda dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech.

La clínica móvil fue una iniciativa para vacunar a los trabajadores esenciales de la ciudad. Y pocos sitios tienen tantos de ellos como Vernon.

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Claudia Alvarado, center, a worker at the My/Mochi plant in Vernon waits for observation
Claudia Alvarado, centro, trabajadora de la planta de helados My/Mochi en Vernon, espera en observación después de recibir una dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech contra el COVID-19.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Vernon, en el sureste del condado de Los Ángeles, es una ciudad de extrañas proporciones. Solo unas 200 personas viven allí, pero es hogar de alrededor de 1.800 empresas que emplean aproximadamente a 55.000 individuos.

Los empleados trabajan día y noche en lugares como la empacadora de carne Farmer John, reconocible por su mural bucólico que representa a unos cerdos retozando; Tapatío Foods, el fabricante de la popular salsa picante mexicana, y Rose & Shore, una planta de procesamiento de alimentos que se especializa en carnes frías cocidas y comida preparada para escuelas, aerolíneas y supermercados.

Después de su jornada, estos trabajadores esenciales a menudo regresan a ciudades cercanas de clase obrera, donde la pobreza, las viviendas superpobladas y las altas tasas de problemas de salud, como la diabetes y las enfermedades cardíacas, hacen que su población sea más vulnerable al COVID-19. “Cualquier cosa que pudiéramos hacer para llevarles [las vacunas], para hacerles la vida un poco menos complicada, ése era realmente nuestro enfoque”, comentó Frederick Agyin, director de Control de Salud y Medio Ambiente de Vernon. “Es una pequeña muestra de agradecimiento por todo lo que han hecho y por lo que han pasado”.

Augustine Fuentes gets the Pfizer vaccine shot from Physician Assistant-Certified Alyssa Hernandez
Augustine Fuentes se vacuna en una clínica móvil.
(Al Seib / Los Angeles Times)

“No tuvieron el lujo de distanciarse socialmente como ocurrió en otras empresas, ni de quedarse en casa”, agregó el Dr. Steven H. Florman, fundador del Stacy Medical Center en Vernon, al cual la ciudad contrata para brindar servicios médicos a sus trabajadores industriales.

El programa de vacunación móvil de Vernon viaja a los lugares de trabajo, en algunos casos a empresas que vieron grandes brotes de coronavirus, como Farmer John y Rose & Shore. Ello aumenta el acceso a la inmunización para las personas que no solo trabajan en horarios irregulares, sino que también pueden tener dificultades para usar el sitio web de vacunas del condado de Los Ángeles. “Pensamos que era fundamental estar en el lugar”, destacó Agyin, y agregó que es posible que más trabajadores quieran vacunarse cuando vean que sus colegas lo hacen. “Notamos eso a medida que avanzamos”.

Antes de que el estado ampliara la elegibilidad para vacunas, los funcionarios de salud de Vernon se concentraron en los trabajadores del sector alimentario y agrícola, unas 11.000 personas.

Emergency Medical Technician Lenny Fernandez carries a cooler specialized for the delivery of the Pfizer COVID-19 vaccine
El técnico en emergencias médicas, Lenny Fernández, lleva una hielera para la entrega de la vacuna Pfizer-BioNTech contra el COVID-19 a una camioneta con refrigeración especial.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Hasta esta semana, según los registros de la ciudad, han vacunado a más de 5.000 de esos trabajadores. De acuerdo a Agyin, una vez que alcancen los 11.000 ampliarán el programa a todos los demás, incluidos los pocos residentes de la ciudad.

Un reciente martes por la mañana, la clínica móvil se propuso aplicar una segunda dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech a 268 empleados en tres plantas de procesamiento de alimentos, comenzando con My/Mochi Ice Cream, el mayor vendedor estadounidense del postre japonés.

La camioneta Mercedes Sprinter azul entró en el estacionamiento y los trabajadores de la salud comenzaron a inyectar a los empleados. También se instaló un área de monitoreo cerca de la camioneta, con sillas colocadas a seis pies de distancia.

Workers for Rose & Shore, Inc., a food processing plant, wait after getting vaccinated.
Los pacientes que han sido vacunados aguardan en observación durante 15 minutos antes de regresar al trabajo en Vernon.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Julia Majera, de 52 años, que trabaja en el departamento de envasado de la firma de helados, reconoció haber esperado largamente a que llegara el día de su vacunación y había estado ansiosa todo el año por tal motivo, dada la gran demanda existente. Majera tiene diabetes y su esposo, de 47 años, se sometió a una cirugía cardíaca; ella sabía que ambos estarían en alto riesgo si contraían COVID-19. “Me siento bendecida y muy agradecida de que la compañía ayudara a organizar esto”, expresó. “Estaba preocupada por mí y por mi esposo”.

Una ola de alivio se apoderó de ella cuando recibió su segunda dosis. “Me estoy protegiendo a mí misma y a todos los que me rodean”, agregó. “Me alegra ver que mis colegas también se vacunan”.

Matthew Oines gets the Pfizer vaccine shot from Dr. Steven Florman MD medical director of Stacy Medical Center
Matthew Oines es vacunado por el Dr. Steven H. Florman, del Stacy Medical Center.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Russell Barnett, director gerente y director de marketing de My/Mochi Ice Cream, afirmó que la compañía deseaba vacunar a sus empleados en el momento en que fueran elegibles. “Queremos mantenerlos a salvo, a ellos y a sus familias”, manifestó. “Y, por el lado de la seguridad alimentaria, obviamente somos una fuerza laboral esencial y deseamos asegurarnos de que nuestros alimentos y los que llevamos al resto del mundo o del país también sean seguros”.

Según los funcionarios de Vernon, el programa fue una colaboración exitosa entre el departamento de salud de la ciudad, el Centro Médico Stacy, la supervisora del condado de L.A., Hilda Solís, y las empresas residentes.

“La gente está feliz de vacunarse sin tener que registrarse online y hacer una cita, porque algunos tenían dificultades con eso”, expresó la alcaldesa de Vernon, Leticia López. “Además, no tienen que tomarse el día libre en el trabajo para hacerlo”.

Emergency Medical Technician Lenny Fernandez, Medical Assistant Rodnay Moore and Physician Assistant-Certified Calvin Davis
El técnico en emergencias médicas, Lenny Fernández, prepara dosis en la camioneta, en la ciudad de Vernon.
(Al Seib / Los Angeles Times)

La iniciativa de vacunación es positiva para un lugar que durante generaciones operó más como un feudo secreto que como una ciudad. Años de escándalo y corrupción estuvieron al borde de provocar la secesión de Vernon, en 2011. Su pequeña población, que en un momento llegó a ser casi la mitad de la actual, estaba compuesta en gran parte por personas conectadas o endeudadas con el Ayuntamiento por cuestiones de empleo.

Los funcionarios del lugar evitaron la segregación al aceptar reformas y $60 millones de dólares en proyectos comunitarios.

Carlos Fandino Jr., administrador de la ciudad, destacó que Vernon promulgó más de 150 reformas, que van desde límites de mandato para los miembros del consejo hasta topes salariales para los jefes de departamento. Además, la ciudad busca aumentar su población a aproximadamente 2.000 residentes. Vernon se separó de su departamento de bomberos y contrató los servicios del condado de Los Ángeles, una medida que no habría ocurrido con los líderes anteriores de la ciudad, que cultivaban una cultura insular.

El Dr. Steven H. Florman, a la izquierda, es saludado con el codo por Russell Barnett de My/Mochi Ice Cream.
(Al Seib / Los Angeles Times)

“Reconocemos que nuestra comunidad necesita evolucionar”, agregó Fandino.

Pese a todo, sigue habiendo desafíos. El impacto ambiental de la ciudad sobre sus vecinos es un tema que sigue en discusión. La planta de reciclaje de baterías Exide Technologies fue cerrada en 2015 después de años de arrojar arsénico y plomo a otras ubicaciones del sureste de Los Ángeles, incluidos Huntington Park, Boyle Heights y Maywood.

Según Fandino, Vernon está tratando de ser un buen vecino. Por ejemplo, contribuyó con $250.000 de su fondo de desarrollo comunitario para respaldar las pruebas gratuitas de COVID-19 en el área por parte del proveedor médico AltaMed. Mientras tanto, busca impulsar su campaña de vacunación con la adquisición de una segunda camioneta, que ampliará el territorio cubierto, agregó.

El año pasado, la ciudad se asoció con la Facultad de Medicina Keck de la USC para realizar ensayos de prueba de la vacuna para el laboratorio AstraZeneca, con sede en Reino Unido. Se instalaron tres remolques en la parte trasera del Ayuntamiento de Vernon; uno tenía un congelador apropiado para mantener los viales a temperatura.

Pero esas pruebas quedaron en suspenso. En diciembre, en medio de otro pico que resultó devastador para las empresas de Vernon, Agyin y Florman comenzaron a discutir cómo podían vacunar a los trabajadores.

Imaginando una clínica móvil, la ciudad compró la camioneta Mercedes Sprinter, valuada en $100.000 y luego la adaptó para que los trabajadores médicos pudieran preparar las vacunas en los lugares de trabajo. El vehículo comenzó a funcionar el 26 de febrero pasado y se dedicó primero a los mayores de 65 años.

El 15 de marzo, comenzó la vacunación de unos 546 trabajadores en la planta empacadora de carne de Farmer John, que emplea a 1.800 en total. Poco después, se usó para inocular a 250 empleados esenciales en Rose & Shore.

La semana pasada, la camioneta hizo paradas en Broadleaf Venison USA, que distribuye carnes especiales, y F. Gaviña & Sons, un distribuidor de café.

Entre los vacunados en Broadleaf se encontraba Patricia Deloa, de 48 años y residente de South L.A., quien se desempeña en el departamento de empaque. A Deloa le preocupaba infectar a sus nietos, a quienes cuida después del trabajo. Su hija, relató, se enfermó en diciembre e infectó a la familia. Todos finalmente se recuperaron.

La mujer se emocionó cuando se enteró de que la clínica móvil llegaría a su trabajo, pero su nieto temía que ella se sintiera mal después de ser vacunada, debido a lo que había visto circular en las redes sociales. Deloa no se dejó intimidar; sus nietos, afirmó, deben saber por qué hizo esto: “Lo hice por ellos”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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