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En California, un millón de estudiantes de inglés corren el riesgo de quedar rezagados

A mother hugs her 13-year-old daughter outside their Huntington Park home.
Aida Vega y su hija de 13 años, cuyo progreso en el aprendizaje del inglés se vio interrumpido por la pandemia.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)
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En octavo grado, la hija de Aida Vega, de 13 años, que ha asistido a las escuelas de Los Ángeles desde el jardín de infancia, sigue teniendo dificultades para leer y escribir en inglés.

Vega lleva mucho tiempo presionando para obtener ayuda adicional para que su hija pueda dominar el idioma. A principios del año pasado, se sintió segura de que una buena oportunidad estaba al alcance de la mano: los profesores de su hija tenían un plan para comenzar las clases particulares en marzo.

Pero las escuelas cerraron. Las clases particulares se cancelaron. Vega dice que la escolarización de su hija se convirtió en una lucha constante. Hay días en los que Vega la ha encontrado llorando junto a su computadora. En otoño, después de que los profesores le dijeran que su hija estaba suspendiendo todas las clases, Vega empezó a aceptar trabajos de limpieza de casas y oficinas para pagar 45 dólares la hora a un profesor particular. Pero le preocupa que su hija siga retrasándose.

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“Es difícil ser optimista”, dijo Vega. “El impacto de este tiempo va a ser grande. Va a ser malo”.

Más de 1.1 millones de alumnos en California, casi el 20%, son considerados estudiantes aprendices de inglés. En casi todas las mediciones de éxito académico -tasas de graduación, preparación para la universidad, tasas de deserción, estándares estatales- estos alumnos se encuentran entre los grupos de menor rendimiento. Y eso era antes de que la pandemia obligara a cerrar los campus. Un año después, esta enorme población de estudiantes corre un gran riesgo de retraso educativo, según los expertos.

“Es una pandemia educativa”, dijo Martha Hernández, directora de Californians Together, una organización sin fines de lucro que aboga por los estudiantes de inglés. “Ya teníamos problemas de brecha de rendimiento, brecha de oportunidades, falta de acceso, falta de equidad. Ahora eso se ha exacerbado y será un gran desafío. Tendrá un gran impacto, durante muchos, muchos años”.

Ella y otros expertos, padres y educadores afirman que las escuelas deben realizar intervenciones inmediatas y rápidas para salvar la educación de los estudiantes de inglés -el 80% de los cuales habla español-, incluyendo la mejora de la enseñanza a distancia para aquellas familias que decidan continuar en línea y la ampliación del año académico y de los días escolares para permitir un tiempo de aprendizaje adicional.

Una gran cantidad de informes en California y en todo el país muestran el terrible efecto que la enseñanza a distancia ha tenido sobre estos estudiantes.

El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles educa a unos 120.000 estudiantes de inglés, o el 20% de sus alumnos, e informó que en la primavera de 2020 menos de la mitad de los estudiantes de inglés participaron en el aprendizaje a distancia - una brecha de unos 20 puntos porcentuales en comparación con los alumnos que son competentes en inglés.

El mes pasado, el distrito informó que el 42% de los estudiantes de inglés en la escuela secundaria estaban obteniendo Ds y Fs, un aumento de diez puntos porcentuales desde el año anterior - mayor que cualquier otro grupo, excepto los jóvenes sin hogar. Los alumnos de secundaria vieron un aumento de 12 puntos porcentuales en Ds y Fs.

A protest march against Prop. 227
Estudiantes, padres y profesores que se oponen a la Proposición 227 marchan hacia una manifestación en Santa Ana en 1998.
(Glenn Koenig / Los Angeles Times )

CapRadio informó en junio de que de los más de 500 alumnos de Sacramento City Unified que dejaron de asistir a la escuela tras el cierre de los campus, alrededor del 44% eran estudiantes de inglés. El descenso en la participación contrasta con la época anterior a la pandemia, cuando su asistencia era superior a la media, según un informe del grupo de investigación no partidista Migration Policy Institute.

Las escuelas públicas del condado de Fairfax, en Virginia, uno de los mayores distritos escolares públicos del país, informaron que el porcentaje de estudiantes de inglés que obtuvieron más de dos notas de suspensión se duplicó con creces, hasta el 35%. El distrito también descubrió que el rendimiento de los estudiantes de inglés en la materia de matemáticas e inglés había descendido mucho más que el de cualquier otro grupo, con un 47% de bajo rendimiento en matemáticas y un 53% en inglés.

Aprendizaje antes de la pandemia

Mucho antes de la pandemia, los estudiantes de inglés se enfrentaban a importantes obstáculos en su educación. Históricamente, se han encontrado con bajas expectativas, recursos inadecuados y una toma de decisiones envuelta en la política de inmigración.

Durante casi dos décadas, California operó bajo normas aprobadas por los votantes en 1998, que buscaban minimizar la educación bilingüe en favor de la instrucción solo en inglés, bajo el argumento de que no lograba asimilar a los alumnos y desperdiciaba recursos financieros. Casi dos décadas después, en 2016, los votantes anularon esas normas, dando a las escuelas más flexibilidad para ofrecer programas académicos que incorporen el uso de la lengua materna del estudiante.

Pero el legado de una política fracturada sigue afectando a la educación de los estudiantes de inglés, la mayoría de los cuales proceden de familias con bajos ingresos. Después del español, hablan vietnamita, mandarín y árabe, entre otras docenas de lenguas. La gran mayoría ha nacido en Estados Unidos.

En California, la tasa de graduación de los estudiantes de inglés en 2020 fue de alrededor del 69%, en comparación con el 84% general, lo que refleja una brecha que ha persistido durante años.

Cómo la pandemia creó aún más barreras

Francisco Lozano, padre de un estudiante de inglés en quinto grado en Santa María, ha trabajado durante años para ayudar a organizar y capacitar a los padres mixtecos y de habla hispana, para ayudarlos a entender el sistema educativo para que puedan defender mejor a sus hijos.

Pero incluso como organizador de padres, dijo Lozano, luchó para ayudar a su hija cuando las escuelas cerraron. Le dieron una tableta, pero él necesitaba ayuda para entender cómo hacer que entrara en clase. Intentó llamar a la escuela durante los descansos de su trabajo como jardinero. Pasaron casi tres semanas hasta que pudo incorporarse a su aula virtual.

“Estaba trabajando e intentando llamar a los técnicos para que me ayudaran y no podíamos entrar en la clase”, relató. “Sentí mucha frustración”.

Estos días, dijo Lozano, los padres con los que trabaja le dicen con frecuencia que sus hijos tienen dificultades y que no saben cómo ayudarlos. El Distrito Escolar de Santa María Bonita planea comenzar a traer a los estudiantes de vuelta al campus a mediados de abril.

“Nuestros niños ya estaban atrasados”, manifestó Lozano. “¿Pero ahora? Si los distritos y las escuelas no empiezan a hacer lo que tienen que hacer, todos nos quedaremos atrás”.

Patricia Gándara, profesora de educación en la UCLA y experta en estudiantes de inglés, dijo que teme que los alumnos se desanimen tanto que acaben abandonando todo.

“Todo el tiempo hemos argumentado que los estudiantes de inglés necesitan tiempo adicional en circunstancias normales porque se les pide mucho más que al típico niño que habla inglés”, dijo. “Están crónicamente faltos de tiempo de instrucción y esto ha exacerbado tanto esta situación que me preocupa ... que estén tan atrasados y no puedan ponerse al día y simplemente se rindan”.

Las circunstancias ajenas a la escuela plantean numerosos problemas: Las familias latinas e inmigrantes han sido devastadas durante la pandemia, tanto económicamente como por el virus. Muchos estudiantes mayores han tenido que cuidar de sus hermanos, aceptar trabajos o encontrar formas de aprender en hogares atestados de personas.

Pero las aulas virtuales también plantean retos únicos para los estudiantes de inglés, lo que dificulta a los profesores el uso de técnicas como los grupos reducidos y las indicaciones visuales que ayudan a los alumnos de idiomas, que se esfuerzan por comprender la materia y el idioma al mismo tiempo. Los maestros suelen cubrir sus paredes con imágenes y palabras para ayudar a reforzar el idioma.

“Cuando enseñas a niños que ya dominan el inglés, te centras en el contenido”, dice Alison Bailey, profesora de educación de la UCLA que estudia la adquisición del lenguaje en los niños. “Con un alumno de inglés tienes que pensar, ¿están teniendo problemas con las matemáticas en este momento o no he hecho que ese contenido matemático sea accesible para ellos en su idioma?”.

Los distritos escolares también descubrieron que casi no había recursos de aprendizaje a distancia para los estudiantes de inglés.

Lydia Acosta Stephens, directora ejecutiva del Departamento de Educación Multilingüe y Multicultural del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, dijo que el distrito creó un folleto de actividades en casa que se envió por correo a los estudiantes de inglés. Se animó a las familias a fomentar el desarrollo del lenguaje con actividades como “búsquedas del tesoro” en el interior para los estudiantes más jóvenes, un registro de lectura y un diario y preguntas para fomentar la conversación. El distrito también adquirió el software de aprendizaje de idiomas Rosetta Stone para los alumnos.

“El idioma es una comunidad, es un entorno atractivo en esas aulas”, dijo. “Virtualmente, lo estamos haciendo. Pero hay una sensación diferente cuando nos encontramos todos en el mismo lugar”.

A mother assists her soon working at computer
Miryan Imbaquingo ayuda a su hijo Esteban Pozo, de 11 años, durante sus clases de zoom de sexto grado en su casa de Lake Elsinore.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Aprender un idioma en solitario

José Pozo llegó a Lake Elsinore desde Ecuador hace casi tres años, tras ganar la lotería de visas y con la esperanza de que sus hijos encontraran una oportunidad en EE.UU.

Su hijo menor, Esteban, que está en sexto grado, tuvo dificultades con el inglés al principio. Pero le resultó más fácil cuando hizo amigos y jugó al fútbol. La pandemia le dejó sin ganas ni energía. Es un estudiante diligente que gana premios en sus clases. Pero cuando le pidieron que hablara en inglés para una evaluación reciente, les dijo a sus padres que le daba miedo.

“Nos dice que sí interactúa con sus profesores, pero no es lo mismo que la práctica diaria que tenía anteriormente”, dijo Pozo. “Antes avanzaba muy rápido. ... Ahora su capacidad de inglés ha bajado”.

El aislamiento forzoso ha despojado a los estudiantes de inglés de importantes oportunidades para practicar el idioma, como lo harían en las conversaciones cotidianas en el patio, el almuerzo y el aula.

Incluso cuando las escuelas vuelven a abrir en todo el estado, a menudo lo hacen con horarios limitados. En muchas comunidades latinas e inmigrantes que han sufrido las peores consecuencias del virus, los padres se muestran reacios a enviar a los alumnos de vuelta al campus.

En L.A. Unified, que se está preparando para reabrir algunos campus a mediados de abril, solo alrededor del 40% de los padres de las comunidades de Boyle Heights, MacArthur Park, South Central y Pico Union, con gran presencia de inmigrantes y latinos, optó por envíar a sus hijos al campus, en comparación con West L.A., donde el 82% optó por regresar.

Diana Guillén, la presidenta del Comité Asesor de Estudiantes de Inglés del distrito, creado para involucrar a los padres de los estudiantes de inglés en las decisiones educativas, dijo que los líderes escolares han dejado a los padres fuera de la discusión de si es seguro regresar o no, lo que es especialmente perjudicial en un momento en que los padres deben asumir más responsabilidad por la escolarización de sus hijos.

“Tenemos muchos padres que no saben leer o escribir o que hablan otra lengua [indígena]”, expuso. “Necesitan apoyo”. En cambio, dijo, los padres de los estudiantes de inglés a menudo se sienten como si sus voces fueran ignoradas.

El distrito dice que ha trabajado para apoyar a los padres y proporcionar apoyo adicional a los estudiantes de inglés durante y después de la escuela, incluyendo la tutoría. Alrededor de 4.500 alumnos de inglés reciben actualmente tutoría del distrito, dijo la portavoz Bárbara Jones - alrededor del 3.75% de los estudiantes de inglés.

A teacher's aide wearing a face mask and shield gives a lesson
Leonor Azua-Álvarez, ayudante de maestro bilingüe, da instrucciones a un alumno de primer grado en la escuela primaria Stephen C. Foster Elementary School en noviembre.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Un distrito escolar intenta que las cosas funcionen

En Compton Unified, los educadores dijeron que sentían la urgencia de devolver a las aulas a los estudiantes de inglés y a otros alumnos vulnerables.

“Era realmente nuestro imperativo moral garantizar que los estudiantes más afectados recibieran el apoyo y los servicios necesarios para ayudarles”, dijo Jennifer Graziano, directora de los servicios para estudiantes de inglés en Compton Unified.

A mediados de octubre, el distrito comenzó a reincorporar a la escuela a algunos estudiantes considerados de alto riesgo. La decisión fue controvertida, ya que muchos profesores dijeron que el distrito no había tomado suficientes medidas para garantizar la seguridad.

El distrito dio la bienvenida a 379 estudiantes de inglés de vuelta a las aulas, de los cerca de 6.100 que hay en el distrito, y los profesores les instruyeron simultáneamente a ellos y a sus compañeros en línea en casa. Se concentraron en los alumnos de inglés de larga duración, en los recién llegados y en los más jóvenes, que están aprendiendo a leer, dijo Graziano.

Un día entre semana en otoño en la escuela primaria Foster, donde más de un tercio de los alumnos son estudiantes de inglés, la profesora de primer grado Rebecca Wilson pidió a sus alumnos que levantaran los dedos y señalaran las palabras de sus libros mientras leían juntos en voz alta.

“Esto es un ma-pa”, les dijo, sacando el primer sonido de cada palabra.

En el fondo del aula, una ayudante del profesor, con una careta, estaba sentada frente a una niña, sosteniendo una pequeña pizarra blanca. Escribió letras en la pizarra y pidió a la niña que las pronunciara.

M “¿Qué sonido hace?”

“EM”, respondió la niña. Hizo lo mismo con las letras siguientes.

Luego escribió las letras juntas. “Ahora mézclalas”, le dijo a la niña.

“Mapa”, dijo la niña.

“¡Ya lo hiciste!”, dijo la ayudante de la maestra, colocando el pulgar hacia arriba.

Todo lo que ocurría en el aula -la lectura lenta y deliberada, el trabajo individual, las vocales de gran tamaño en los carteles de la parte delantera del aula- estaba destinado a sentar las bases de una lectura sólida.

Después de que el distrito reabriera por completo la escuela primaria a principios de marzo, unos 50 estudiantes de inglés volvieron a la escuela primaria Foster, de 450 alumnos, dijo la directora María Alejandra Monroy. En total, entre 60 y 70 estudiantes están en el campus en un día normal. Las razones que tienen los padres para mantener a los niños en casa son complicadas: horarios, transporte, miedo.

“Hay algunas familias que han perdido a sus padres, abuelas y tías”, manifestó.

A medida que los alumnos regresan lentamente, dijo Monroy, está claro que los estudiantes de inglés tienen más dificultades. Muchos alumnos de segundo grado, por ejemplo, carecen de las habilidades de lectura que normalmente habrían desarrollado hacia el final del año en primer grado. Necesitarán una intervención intensiva y selectiva, que tiene previsto iniciar el próximo año escolar. También se ofrecerá una escuela de verano.

“Afrontemos la realidad, esto es lo que tenemos”, enfatizó Monroy. “Ahora, ¿cómo podemos mejorarlo? ¿Cómo podemos cambiar lo que ocurrió con la pandemia?”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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