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La madre de un oficial del ejército regresa a Estados Unidos con su familia tras ser deportada

Rocío Rebollar Gómez
Rocío Rebollar Gómez espera que se diga su nombre para poder ingresar a Estados Unidos a ver a su familia.
(Alejandro Tamayo/The San Diego Union-Tribune)
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Incluso después de ser deportada de Estados Unidos y separada de sus hijos y nietos, Rocío Rebollar Gómez nunca dejó de creer en los milagros, ni de rezar por uno de ellos.

Esta semana, sus oraciones fueron finalmente respondidas.

A Rebollar Gómez se le permitió regresar a San Diego el jueves, aproximadamente un año y medio después de haber sido forzada a salir. Su caso atrajo la atención internacional en 2019 cuando su familia abogó con el gobierno de EUA para que le diera permiso de estancia a través de un programa para padres de militares en activo.

Su hijo, el teniente primero Gibram Cruz, es oficial de inteligencia del ejército. Voló a casa desde Fort Hood para dar la bienvenida a su madre a Estados Unidos. Debido a su condición de militar, no se le había permitido cruzar la frontera para visitarla después de que fue deportada.

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Cruz estuvo con sus hermanas esperando durante más de cinco horas en el puerto de entrada de San Ysidro a que apareciera Rebollar Gómez.

Pero en un giro inesperado de los acontecimientos, a Rebollar Gómez no se le permitió salir para reunirse con su familia. Los funcionarios de Aduanas y Protección Fronteriza insistieron en que subiera a un autobús con otras familias que habían sido procesadas en el país para ir a un hotel en San Diego que ha servido como refugio para migrantes para Jewish Family Service durante la pandemia.

Su familia se esforzó para encontrarla y reunirse con ella.

La travesía de Rebollar Gómez fue posible gracias a los esfuerzos de la abogada de inmigración Dulce García, quien pasó los dos últimos meses en Tijuana trabajando con solicitantes de asilo.

García conoció a Rebollar Gómez poco antes de su deportación y dio a conocer las peticiones de su familia a la opinión pública. Después de que Rebollar Gómez fuera deportada a través de la frontera mientras su familia y su abogado aún se reunían con los funcionarios de inmigración para tratar de negociar, su historia marcó a García.

“Cuando Trump dijo que cualquiera es deportable, que nadie está seguro en Estados Unidos, yo esperaba que el caso de Rocío fuera la excepción”, dijo García. “En cambio, vimos cómo se la llevaban y deportaban a pesar de que los ojos del mundo estaban puestos en ella y miles de personas le habían mostrado su apoyo. Si la deportaban a ella, podían deportar a cualquiera de nosotros”.

Rebollar Gómez no tiene antecedentes penales. Llegó a Estados Unidos sin documentos en 1988 y ha sido expulsada del país en varias ocasiones, inicialmente por una redada en el hotel donde trabajaba en la década de 1990. Cada vez que fue devuelta a México, volvió a entrar irregularmente para estar con sus hijos.

Durante el gobierno de Trump, solicitó un programa que protege a los padres de los militares en activo, pero le fue denegado. Los funcionarios de inmigración le dijeron que se tendía que ir, y el 2 de enero de 2020 se encontró sentada en la plaza de El Chaparral, en Tijuana, llamando a su familia para comunicarles que ya había sido deportada.

Rocío Rebollar Gómez abraza a su hijo
Rocío Rebollar Gómez abraza a su hijo, el teniente primero Gibram Cruz, tras llegar al Aeropuerto Internacional de San Diego en diciembre de 2019, cuando ella enfrentaba a una orden de deportación.
(John Gibbins/Staff)

Su estancia en Tijuana se agravó con la pandemia. A su hijo ya no se le permitía cruzar, y con el cierre de la frontera, sus hijas tampoco pudieron hacerlo. Su madre también murió en Estados Unidos el año pasado, y Rebollar Gómez no pudo estar a su lado en sus últimos días.

Después de que García viajó a Tijuana en marzo de este año, invitó a Rebollar Gómez a comer. Durante su conversación, Rebollar Gómez se sinceró con García, contándole lo que no le había contado a su propia familia porque no quería que se preocuparan: que había sido atacada durante su estancia en México y que temía por su vida.

García se puso rápidamente a trabajar, añadiendo a Rebollar Gómez a la pila de solicitudes en las que estaba trabajando para un nuevo proceso de entrada creado por las negociaciones en una demanda presentada por la Unión Americana de Libertades Civiles o ACLU.

Esa demanda cuestionaba la legalidad del Título 42, una política puesta en marcha por la administración Trump durante la pandemia y que continúa durante la presidencia de Joe Biden que permite a los agentes fronterizos expulsar inmediatamente a los solicitantes de asilo y otros inmigrantes sin examinarlos para comprobar si necesitan protección. Debido al caso judicial, el gobierno federal ha accedido a permitir que la ACLU presente solicitudes de exención de la norma.

El gobierno revisa entonces esas solicitudes, y a los que se aprueban se les da una fecha para acudir a un puerto de entrada para que se les permita entrar en Estados Unidos.

Rocío Rebollar Gómez
Rocío Rebollar Gómez en la frontera, a la espera de regresar a Estados Unidos.
(Alejandro Tamayo/The San Diego Union-Tribune)

Cuando García recibió el mensaje de que la solicitud de Rebollar Gómez había sido aprobada, saltó de la cama del hotel emocionada. Entonces le pidió a Rebollar Gómez que se reuniera con ella el Día de la Madre para volver a grabar una entrevista en vídeo que García había filmado como parte de un documental en el que estaba trabajando sobre su viaje.

Filmando en Playas de Tijuana, la zona en donde la barda fronteriza de Estados Unidos llega hasta el océano, García le preguntó a Rebollar Gómez qué es lo primero que haría después de volver a Estados Unidos.

Rebollar Gómez respondió que iría a la iglesia. Entonces García le dijo que tenía un regalo del día de la madre para ella: revelar que, de hecho, volvería.

Juntas llamaron por vídeo a la familia de Rebollar Gómez para celebrarlo. Su hija menor no paraba de llorar.

Desde entonces, Rebollar Gómez contaba los días que faltaban para abandonar Tijuana.

“Al principio no dormía por la situación”, dijo Rebollar Gómez, refiriéndose al insomnio que ha sufrido por el estrés de su deportación. “Ahora, no duermo por la emoción”.

El lunes de esta semana ya había hecho la maleta. A medida que se acercaba el jueves, empezó a sentirse nerviosa.

No se iba a sentir segura hasta haber cruzado realmente.

“Parece una pesadilla, y todavía no me he despertado”, dijo. “Cuando esté en San Diego, podré respirar”.

Pero mientras los periodistas la entrevistaban a lo largo del día antes de su cita con los funcionarios estadounidenses, repetía un estribillo que la ha guiado a través de todas las dificultades: confiaba en su fe.

“Dios me envió un ángel en Dulce García”, dijo Rebollar Gómez.

Para García, Rebollar Gómez ha sido una inspiración.

“Su fe es contagiosa”, dijo García.

Todavía no está claro si a Rebollar Gómez se le permitirá finalmente quedarse, pero conseguir el permiso para estar en Estados Unidos es generalmente más fácil desde dentro del país.

Ella tendrá que luchar en un tribunal de inmigración, y solo el tiempo dirá cómo se resuelve.

Para sus hijos, el estrés de no saber el resultado final les resulta familiar.

“Es como un déjà vu”, dijo Cruz, con la voz llena de preocupación.

Mientras tanto, Rebollar Gómez planea recuperar el tiempo perdido. Antes de su deportación, trabajaba jornadas de 16 horas para pagar su casa y cuidar de su familia. Está deseosa de volver a hacerlo.

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