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Video de policías disparando a un hombre suicida muestra múltiples errores, concluyen expertos

David Ordaz Jr.
David Ordaz Jr., de 34 años, fue asesinado a tiros por agentes del Departamento del Sheriff después de que su hermana llamó al 911 para pedir ayuda con Ordaz, quien dijo que tenía tendencias suicidas.
(Adamson Ahdoot LLP)
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David Ordaz Jr. se paró en la banqueta frente a su casa en el este de Los Ángeles mientras los agentes del Departamento del Sheriff, así como los miembros de la familia, le gritaban que soltara un cuchillo de cocina de 12 pulgadas.

Ordaz, de 34 años, les dijó a los oficiales que estaba molesto porque sabía que no le iban a disparar. Su hermana le comentó al operador del 911 que Ordaz había hablado de “suicidio por parte de la policía” y que tenía “miedo de eso”.

Mientras un oficial le gritaba al joven que “retrocediera”, varios le dispararon con municiones “bean bag” desde lo que parecían varios metros de distancia. Ordaz luego avanzó unos pasos y recibió 12 balas en una rafaga que continuó incluso después de que cayó al pavimento.

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Las imágenes de la cámara corporal publicadas del tiroteo del 14 de marzo, que ocurrió minutos después de la llegada de los agentes, han generado críticas de los expertos policiales, así como del sheriff Alex Villanueva, quien admitió el viernes pasado que tenía “graves preocupaciones” sobre el incidente y ya se había destituido de su cargo a uno de los oficiales. El Departamento del Sheriff le indicó al Times que no podía comentar más sobre el percance debido a su investigación en curso.

El Times pidió a cinco expertos policiales que revisaran el video publicado por el Departamento, y encontraron fallas en la cantidad de disparos contra Ordaz o en el esfuerzo previo para reducir la situación antes de que condujera a la violencia.

“Incluso si él [Ordaz] dio un paso hacia los oficiales, no es que esos agentes estuvieran en un peligro inmediato”, señaló Jonathan Smith, ex jefe de la sección de litigios especiales de la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia, quien llamó el incidente “muy preocupante”.

“No estaba intimidando, tampoco tenía a nadie como rehén, y mucho menos el cuchillo estuvo cerca de nadie”, agregó Smith, director ejecutivo del Comité de Abogados de Washington para los Derechos Civiles y Asuntos Urbanos. “De ninguna forma parecía que estuviera lanzándose o acercándose a los oficiales de una manera que representara una amenaza”.

Priscilla Ocen, miembro de la Comisión de Supervisión Civil del sheriff y profesora de la Facultad de Derecho de Loyola, calificó el tiroteo como “un claro fracaso de políticas” que subraya cómo el Departamento no debería responder a las llamadas de salud mental.

“Parecía que los agentes no le dieron suficiente espacio al Sr. Ordaz y nunca hablaron con la familia para idear una estrategia a fin de manejar de manera efectiva lo que claramente era una situación muy volátil”, señaló. “No parece que se haya dado suficiente tiempo para gestionar y reducir la situación”.

El caso subraya los desafíos de la policía para responder a las llamadas que involucran a individuos con sospecha de enfermedad mental, incluidos los intentos de suicidio, en los que un sujeto pretende provocar a los oficiales para que usen fuerza letal. En un estudio de 2009 sobre más de 700 tiroteos que involucran a agentes en todo el país, el 36% de los incidentes fueron personas que querían provocar una coacción policial.

Sin embargo, es posible evitar encuentros fatales incluso en estos sucesos. Un estudio de 2019 de la policía de Los Ángeles, en coautoría con Cal State Fullerton, examinó 419 de estos casos entre 2010 y 2015, de esta manera, encontró que los oficiales usaron fuerza letal en una pequeña cantidad de incidentes, matando a cuatro personas. Aproximadamente el 80% de los percances no la involucraron.

Las protestas del año pasado por el asesinato de George Floyd en Minneapolis revitalizaron los reclamos para reducir el contacto de la policía con el público en áreas como la salud mental, y algunos departamentos ya se han movido en esa dirección. Un programa piloto para desviar las llamadas al 911 de personas que tienen pensamientos suicidas a proveedores de salud mental certificados, en lugar de a los agentes de policía de Los Ángeles, se está expandiendo a una operación de 24 horas.

Ordaz, padre de tres hijos, había tenido previamente encuentros con las fuerzas del orden en torno a la salud mental. Un informe forense indicó que, en 2007, Ordaz fue puesto en detención 5150 por hasta 72 horas, acción dirigida a aquellos considerados una amenaza para ellos mismos o para otros, o para discapacitados graves debido a una enfermedad mental.

Federico Sayre, un abogado que representa a la familia Ordaz en una demanda federal por homicidio culposo contra el condado, comentó que en 2006 y 2007, los agentes fueron llamados a la casa cuando Ordaz estaba en una crisis de salud mental y pudieron someterlo.

Pero las cosas tomaron un giro mortal la tarde del 14 de marzo. En una conferencia de prensa la semana pasada, Gabriela Hernández, la hermana de Ordaz, explicó que estaba “perdida y completamente confundida acerca de lo que le sucedió a mi hermano David”.

El incidente comenzó cuando otra de las hermanas de Ordaz llamó al 911 para pedir ayuda con su hermano.

“En este momento estoy con alguien que me dice que tiene tendencias suicidas”, se le escucha decir en una parte de la llamada que se hizo pública. Solo me gustaría saber si puede orientarme en lo que puedo hacer para ayudarlo”.

Ella le indicó al despachador que estaban sentados en el automóvil de Ordaz fuera de la casa de su familia, que él llevaba un cuchillo y que creía que se encontraba bajo los efectos de la metanfetamina.

En un video narrado, una portavoz del Departamento del Sheriff agregó que los oficiales habían solicitado armas menos letales y un equipo de evaluación mental.

Las imágenes de la cámara corporal muestran a un agente que llegó al lugar gritando a los ocupantes del automóvil que salieran. Ordaz salió por la puerta del lado del conductor con un cuchillo en el costado.

Un oficial apuntó a Ordaz con un arma y le mencionó que estaban allí para ayudarlo. Comentó: “No estamos aquí para dispararte, estamos aquí para ayudarte”.

El video también muestra a los agentes gritando a los familiares que se habían reunido afuera para que regresaran al interior de la casa.

Los expertos que vieron las imágenes señalaron que era contraproducente que varios oficiales intentaran comunicarse con Ordaz, lo que pudó agravar la situación.

Gregory Gilbertson, un especialista en uso de la fuerza en Centralia College, en el estado de Washington, mencionó que hubiera sido más apropiado que los agentes hubieran designado a una persona, un sargento o alguien capacitado en intervención en crisis, para hablar tranquilamente con Ordaz.

Los oficiales no deberían haberle apuntado con sus armas sabiendo que había comentado el deseo de que la policía lo matara, agregó.

“Ellos dicen, ‘Estamos aquí para ayudarlo, Sr. Ordaz’, mientras le apuntan con una pistola”, señaló Gilbertson. “En ese momento, él no está avanzando hacia los oficiales”.

Vivian Lord, experta en comportamiento suicida por policías y profesora emérita de la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte, también indicó que, en tales situaciones, la policía debería intentar establecer una relación con el individuo para tratar de calmarlo.

En el tiroteo de Ordaz, señaló, varios agentes se dirigieron a él, mientras un familiar también le gritaba instrucciones, creando más estímulo y confusión.

“Lo ideal sería que un oficial se concentrara por completo en comunicarse con este sujeto”, explicó. “Tendría otro agente que siguiera tratando de hablar con los miembros de la familia para que regresaran al interior de la casa”.

Después de que le dispararan a Ordaz con balas tipo “bean bag”, los agentes le gritaron “suéltalo”, refiriéndose al cuchillo. Luego le dispararon al joven mientras avanzaba un par de pasos.

Smith, del Comité de Abogados de Washington para los Derechos Civiles y Asuntos Urbanos, indicó que, si bien es preocupante, el tiroteo no fue sorprendente dado que los agentes están capacitados para enfrentarse a alguien que tiene un cuchillo y está a decenas de metros de distancia, quien puede lanzarse y “cerrar la distancia entre ellos y un oficial en un período de tiempo muy corto”.

Los especialistas también señalaron el hecho de que los agentes siguieron disparando a Ordaz incluso después de que cayó al suelo. La detonación final se produjo unos dos segundos después de que cesaron las detonaciones. En ese momento, Ordaz yacía boca arriba en la banqueta.

Seth Stoughton, un ex oficial de policía de Florida y profesor de derecho de la Universidad de Carolina del Sur, comentó que los disparos se prolongaron más de lo necesario.

“Estaba completamente en el suelo”, señaló. “El último disparo no tiene ninguna justificación”.

Stoughton enfatizó que la policía a veces necesita involucrarse menos para evitar una confrontación peligrosa.

“Una de las lecciones más difíciles para los agentes es el tema de la desconexión”, enfatizó Stoughton. “¿Podrían los oficiales estacionarse en la calle y esperar al equipo de salud mental?”.

Charles “Sid” Heal, un comandante retirado del Departamento del Sheriff de Los Ángeles y experto en uso de la fuerza, estuvo de acuerdo en que el incidente planteó la cuestión de si la presencia policial puede empeorar la situación, asimismo, que los agentes debieron hacer todo lo posible para ganar tiempo hasta que llegara el equipo de salud mental.

“El hecho de que alguien tenga tendencias suicidas no significa que sea homicida”, subrayó Heal. “El tiempo está de tu lado”.

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