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El condado de L.A. no planea un nuevo bloqueo por la variante Ómicron

Los clientes cenan al aire libre en Manhattan Beach.
Los clientes cenan al aire libre en Manhattan Beach.
(Jay L. Clendenin / Los Angeles Times)
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No se planean nuevas restricciones significativas relacionadas con el coronavirus en el condado de Los Ángeles luego de la aparición de la variante Ómicron, afirmó el martes un alto funcionario de salud.

“En este momento, creo que tenemos realmente precauciones sensatas”, expuso la directora de Salud Pública, Bárbara Ferrer, ante la Junta de Supervisores del condado.

Las reglas por COVID-19 existentes en el condado ya se encuentran entre las más estrictas del estado. Incluyen un mandato general para que los residentes usen mascarilla en espacios públicos interiores, independientemente de si han sido vacunados.

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El condado también exige que los clientes y empleados de bares, bodegas, cervecerías, destilerías, clubes nocturnos y salones muestren pruebas de que han sido completamente vacunados contra el COVID-19. Reglas similares pero más amplias en la ciudad de Los Ángeles cubren una serie de negocios adicionales, incluidos restaurantes bajo techo, gimnasios y cines.

Pero a pesar de las preocupaciones que acompañan la aparición de la nueva variante y la proximidad del invierno, los funcionarios en Los Ángeles y en toda California no están ni cerca de discutir públicamente las restricciones estrictas que estaban vigentes en esta misma época del año pasado, cuando una ronda de mandatos regionales de quedarse en casa cerraron o restringieron severamente muchos aspectos de la economía del estado y la vida de los residentes.

Esa actitud también se refleja a nivel federal. “Vamos a luchar contra el COVID este invierno, no con cierres de negocios o encierros, sino con vacunaciones, refuerzos y pruebas generalizadas”, enfatizó el presidente Biden el lunes.

Los funcionarios se apresuran a notar que el estado de la pandemia es muy diferente este año, dado el amplio suministro y disponibilidad de vacunas, que se espera que brinden al menos cierto grado de protección contra Ómicron, particularmente contra casos graves y muertes.

También está en el horizonte la probable autorización de píldoras que pueden reducir el riesgo de un caso grave.

La estrategia básica sigue siendo conseguir que más personas no vacunadas, incluidos niños pequeños, lo hagan, y alentar a los adultos inoculados elegibles a aplicarse un refuerzo. “Son absolutamente esenciales, particularmente para quienes se vacunaron hace un tiempo”, destacó Ferrer.

Si bien los residentes pueden sentirse agotados por todo lo que se les ha pedido que hagan durante los últimos 20 meses, es importante mantenerse alerta, agregó la funcionaria. “Este ha sido un período extraordinariamente largo y desafiante, y la gente tiene razón en sentirse fatigada”, comentó. “Creo que la mejor manera de poner todo esto en perspectiva es que, en realidad, tenemos herramientas mucho más poderosas en nuestras manos ahora, en comparación con el año pasado”.

No está claro si Ómicron, que se detectó por primera vez el 11 de noviembre en Botswana y tres días después en Sudáfrica, se puede propagar tan fácilmente como la variante Delta, todavía dominante. También se desconoce si la cepa nueva, que aún no se ha encontrado en Estados Unidos, podría causar episodios más graves o evadir parte del poder protector de las vacunas existentes.

Sin embargo, está captando gran atención debido a sus muchas mutaciones: alrededor de 50, bastante más que en variantes anteriores, enfatizó el Dr. Anthony Fauci, asesor médico en jefe de Biden para la pandemia, en una sesión informativa.

Con su “constelación inusual de mutaciones”, destacó Ferrer, Ómicron podría ser más infecciosa que otras; ya se ha convertido en la variante dominante en Sudáfrica.

“Obviamente, si las vacunas no son tan efectivas, las mascarillas son muy importantes y ya tenemos un requisito al respecto”, remarcó. “Creo que si no estuviera en vigor, probablemente lo estaríamos sugiriendo, porque es la siguiente línea de defensa”.

Los funcionarios de salud han enfatizado durante mucho tiempo la importancia de adoptar un enfoque en capas para combatir el coronavirus. Si bien usar mascarilla en público, evitar los entornos abarrotados en interiores y, especialmente vacunarse, brindan cierto grado de protección, esas herramientas funcionan mejor cuando se usan en conjunto. “Necesitamos que la gente sea sensata y cautelosa, y vamos a prestar mucha atención a la ciencia”, remarcó Ferrer. “Obviamente, si hay información emergente que nos obligue a repensar los mensajes de seguridad, volveremos tanto a la junta como al público”.

Un área que el condado está examinando son los protocolos que rodean a los hogares de ancianos, que han sido un punto de enfoque particular dada la vulnerabilidad de sus residentes al COVID-19.

Las tasas de vacunación en esas instalaciones son bastante altas. “Pero si disminuye la protección de las vacunas en una población muy vulnerable que ya está enferma, podríamos ver algunos impactos devastadores”, añadió Ferrer.

Como resultado, los funcionarios del condado están trabajando en planes de contingencia que alterarían las directivas para las pruebas y los visitantes a dichas instalaciones. “Queremos, obviamente, durante las vacaciones de Navidad, permitir visitantes, pero tenemos que hacerlo de una manera que fomente mucha seguridad”, agregó la funcionaria.

Por el momento, el condado de Los Ángeles no tuvo señales claras de un quinto aumento del COVID-19. Sin embargo, los expertos sospechan que ocurrirá, si no de Ómicron, entonces de la variante Delta existente.

Hasta el lunes, había 562 personas con COVID-19 en hospitales del condado de Los Ángeles, en comparación con las 659 de hace un mes. El condado tiene seis pacientes hospitalizados por COVID-19 por cada 100.000 residentes; algunos expertos creen que es motivo de preocupación cuando la tasa es de cinco o más.

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