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¿Cómo ayudar a un extraño en la calle durante una crisis de salud mental?

El Dr. Coley King se arrodilla junto a una paciente
(Francine Orr / Los Angeles Times)
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Imagine que va caminando por la calle y se encuentra con alguien llorando. O tal vez la persona parece alterada de otra manera: grita al aire, o se balancea de un lado a otro, angustiada.

Lo que sobreviene es una sensación inquietante. ¿Hay que decirle algo? ¿Llamar a los servicios de emergencia? O, quizá la opción más probable sea apartar la vista, cruzar la calle y seguir adelante.

No es una situación fácil de afrontar. Sin embargo, ¿cómo ayudar a alguien con problemas de salud mental -ya sea un extraño o un amigo-? Es una pregunta esencial en California.

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Alrededor del 20% de los adultos en este estado tienen una enfermedad mental, según la Administración Federal de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias, aunque no todas las personas con un padecimiento de este tipo pasan por una crisis, y algunos sin condiciones previamente diagnosticadas experimentan episodios nerviosos.

La incidencia de problemas psiquiátricos es considerablemente más alta entre los angelinos sin hogar, el 51% de los cuales tiene alguna enfermedad de esa índole, según un análisis de The Times de datos del padrón de gente desamparada en la ciudad, en enero de 2019.

“Si notas a alguien que se está ahogando o que tiene dolor en el pecho y se agacha, no cuesta nada preguntar: ‘Oye, ¿te duele el corazón? ¿El pecho? ¿Te cuesta respirar?’”, expresó el doctor Curley L. Bonds, director médico del Departamento de Salud Mental del condado de Los Ángeles.

Pero muchos no reaccionamos de la misma manera ante las personas que experimentan una crisis de salud mental, señaló.

“Creo que, muy a menudo, no preguntamos y no activamos la respuesta de emergencia porque tenemos miedo e intentamos ser educados”, continuó, “y esa persona, sutilmente, podría estar tratando de comunicarse con nosotros”.

Aquí hay algunos consejos de expertos para reconocer cuando un extraño tiene angustia mental, y cómo ayudar sin complicar el momento.

Signos para estar atentos

“Primero hay que estar seguros: ¿Esta persona está teniendo un mal día o está en peligro de lastimarse a sí misma o a otro individuo?”, expuso Bonds. Si alguien no se autolesiona ni pone en riesgo a los demás, pero es “silenciosamente psicótico”, señaló, refiriéndose a quien escucha voces o parece estar “fuera de sí”, intervenir tal vez no sea la idea correcta “porque eso podría empeorar la situación”.

Entonces, tómese un momento para analizar qué ocurre. Fíjese si la persona parece agitada, enojada, inquieta o tiene un comportamiento riesgoso, aconsejó Dawn Brown, directora nacional de los Servicios de línea de ayuda de la National Alliance on Mental Illness HelpLine Services.

“Es probable que se encuentre en un punto de crisis en el que corre un peligro inminente de lastimarse, o herir a otro”, agregó.

Esté atento a las respuestas emocionales que no parecen encajar en la situación, recomienda el psicoterapeuta Peter Maduro, con sede en Santa Mónica. Por ejemplo, alguien puede estar herido físicamente, pero riendo o hablando con entusiasmo a la vez.

¿Qué considerar?

Una vez que crea que ha determinado que alguien está realmente angustiado, indicó Bonds, su principal prioridad debe ser la seguridad. “Esa es una moneda de dos caras: está la suya, por un lado, y la del individuo al que desea brindar asistencia”, advirtió. “Si bien puede haber algunas estrategias sobre cómo intervenir, creo que se puede saber rápidamente cuando la persona es receptiva”.

Observe el entorno y las herramientas a la mano. ¿El individuo está en peligro de chocar con el tráfico? ¿Experimenta algún tipo de lesión física que podría afectar su estado de ánimo? ¿Lleva algún objeto que podría usar como arma si se asusta o se agita?

Hay que reconocer y respetar el hecho de no saber exactamente lo que está pasando, dijo Maduro. Lo que le sucedió al extraño hace 30 segundos, o hace 30 años, habla de él en este momento, incluso si es un misterio para usted.

“Si no conoce mucho más de ese alguien en estado extremo… debe honrar la incertidumbre y el no saber. Y si es necesario, soportar el dolor de no poder hacer tanto como le gustaría”, añadió. “Viva esa ansiedad natural. [No] siga un impulso realmente defensivo de presumir que sabe y tal vez crear más problemas”.

Cuando Brown se encuentra con una persona en profunda angustia, mantiene su teléfono celular en la mano, habiendo marcado previamente al 911, en caso de que el individuo se vuelva agresivo. “No quiero que nadie piense que todas las personas con enfermedades mentales son peligrosas o potencialmente violentas”, dijo, “pero simplemente no lo sabemos”.

¿Cómo acercarse?

Está bastante seguro de haber identificado a alguien con angustia mental, y su lectura inicial de la situación le hace pensar que usted y esa persona podrían tener una interacción segura. Entonces, decida acercarse.

Mantener la calma es la mejor estrategia, aconsejan los expertos. Acérquese con su cabeza al mismo nivel de la persona, de modo que no se eleve de manera intimidante, destacó Brown. Si interactúa con alguien que está sentado, siéntese cerca.

Aproximarse demasiado puede parecer amenazador para quien ya se siente vulnerable, así que mantenga una cierta distancia física, recomendó Bonds. Hable suavemente. No mire fijo ni mantenga contacto visual directo por mucho tiempo, ya que puede parecer una confrontación, destacó. Tampoco lo toque; algo que tiene la intención de un gesto amable puede desencadenar la percepción de riesgo para otro.

Se puede comenzar haciendo preguntas simples a la persona: ¿Necesitas ayuda? ¿Qué necesitas? ¿Quieres ver a un médico? ¿Puedo hacer una llamada por ti?

Si una persona está angustiada, expresó Maduro, por lo general hay un deseo inherente de que alguien sea testigo o escuche su historia. “Oigan y confíen en lo que les dicen”, agregó. “‘Ese es un relato angustioso, ‘¿cómo te sientes? ¿Has pensado en buscar ayuda?’, se puede agregar”.

También se pueden hacer observaciones, comentó Bonds, como “noté que actúas de manera diferente” o “me di cuenta de que estabas gritando recientemente y quiero que sepas que me preocupé. Estoy aquí para ayudar”.

“Esta persona puede o no estar dispuesta a recibir ayuda”, añadió el médico del condado. “Es bueno invitarlos a que cuenten lo que les está pasando. Principalmente hay que expresar apoyo, preocupación”.

Guarde estos números

Supongamos que el individuo al que se ha acercado realmente requiere de su ayuda. ¿Entonces qué? Varias organizaciones tienen servicios para asistir a alguien con problemas de salud mental. Es posible que solo necesite apoyarlo a comunicarse con ellas.

“Incluso cuando estoy en la calle, no en mi papel de psiquiatra, para [el Departamento de Salud Mental], tiendo a llamar a los expertos”, remarcó Bonds. “Si las cosas salieran mal, simplemente el cargo de conciencia de saber que podrías haber incitado algo problemático sería enorme, cuando en realidad hay personas con la debida capacitación y los vehículos de emergencia que podrían haber logrado un resultado diferente”.

Ahórrese la molestia de buscar recursos en el momento e ingrese estos números en su lista de contactos ahora mismo:

  • El Departamento de Salud Mental del condado de Los Ángeles tiene una línea de ayuda disponible las 24 horas: (800) 854-7771. La jurisdicción puede proporcionar exámenes de detección de enfermedades psiquiátricas y asesoramiento en caso de crisis, una respuesta de campo o derivación a un proveedor de servicios. Hay recursos adicionales para asistencia emocional y apoyo para veteranos. La razón para llamar a ese número 800 y no a la policía o al 911, destacó Bonds, es que el condado brinda una respuesta de emergencia “que es específica para la salud mental o la psiquiatría”. “Sabemos, especialmente en las comunidades de color, que si llamas a la policía, acuden cargados de armas”.
  • La línea de ayuda en todo el país de la Alianza Nacional para la Salud Mental (NAMI, por sus siglas en inglés) también conecta a quienes llaman con grupos de apoyo locales, estrategias de recuperación, referencias de recursos y otra información. Llame al 1-800-950-NAMI (1-800-950-6264) o envíe un mensaje de texto con la palabra “NAMI” al 741-741 para contactar con un consejero de crisis capacitado.

Si hay una emergencia activa que necesita una respuesta inmediata, aconsejan los expertos, llame al 911. “Le decimos a la gente que el 911 es el último recurso, porque habrá una contestación policial inmediata, y todo empeora rápidamente”, añadió Brown.

Algunas jurisdicciones cuentan con personal del orden específicamente capacitado para manejar emergencias psiquiátricas. Si llama al 911, dígale al operador que está observando una supuesta crisis de salud mental y solicite una respuesta de apoyo de esa especialidad. “Lo que [las autoridades del orden] tienen a su favor es su capacidad para evitar que la situación se salga de control”, agregó Maduro. “Eso puede significar sujetar involuntariamente a alguien. Todo esto puede ser traumático. Pero la conclusión es que es un respaldo”.

Si puede, quédese en el lugar después de llamar a uno de estos números, continuó. “En todo caso, permanezca cerca y dé testimonio”, indicó.

“Tal vez lo que puede hacer si la respuesta de salud pública no es buena, es denunciarlos”.

Infórmese más al respecto

Mientras piensa en cómo ayudar a su prójimo, puede hacer su tarea antes de encontrarse con alguien en apuros.

Considere inscribirse en un curso como ‘Primeros auxilios para la salud mental’, recomienda Brown. La capacitación suele durar unas pocas horas y cubre cómo reconocer, comprender y responder a las crisis que involucran una enfermedad psiquiátrica o un trastorno por abuso de sustancias.

Descargue y lea la guía de NAMI “Cómo transitar una crisis de salud mental”.

Una de las mejores herramientas es la empatía, destacó Brown. Si trabaja para ampliarla a todas las personas en su vida diaria, podrá hacerlo también con un extraño.

Cuando alguien más cercano entra en crisis

No siempre es un desconocido en la calle quien necesita ayuda. A veces es una persona que conoce o ha conocido, como un compañero de trabajo, un viejo amigo con el que ya no está en contacto cotidiano o un pariente lejano. Si le preocupa alguien que no es un extraño, puede usar algunas de las mismas tácticas que emplearía con alguien fuera de casa, como acercarse con calma y amabilidad, hacer observaciones y preguntar si puede ayudar.

Puede comenzar diciendo que ha estado pensando en esa persona últimamente, explicó Brown. Tal vez transmitir un ejemplo de su propia experiencia de un momento en que estaba deprimido, para crear un cierto terreno común. “Puede que no esté seguro de que sea una enfermedad mental… solo sabe que está preocupado y notó cosas que no se alinean o no son consistentes con el comportamiento habitual de ese individuo”, dijo.

Como siempre, pregunte cómo puede ayudar. Tal vez la persona necesite apoyo para obtener los recursos adecuados. Ofrézcase a buscar terapeutas en el área o para descubrir los beneficios de salud mental disponibles. Si es necesario, pregunte si puede sumarse a una llamada con NAMI o la Línea Nacional de Prevención del Suicidio.

“Cuando alguien está lidiando con la depresión o la ansiedad, no tiene la energía o la resistencia para pasar por todos esos pasos”, comentó Brown. “Es posible que ni siquiera crea que valga la pena el esfuerzo”.

Tener una familiaridad inicial, incluso si es alguien a quien no se conoce bien, puede ayudarlo a usted y a esa persona a la que intenta ayudar. Sin embargo, no tema comunicarse con alguien que no pertenece a su comunidad, enfatizó Bonds.

“Si hay un niño latino o afroamericano y un entrenador o docente blanco, es posible que no estén tan inclinados a hacer algo en comparación con un pariente o miembro de la iglesia, alguien a quien conocen y en quien confían en su comunidad”, remarcó Bonds. “Quiero destacar que hay que cruzar las fronteras culturales que existan”.

¿Cómo saber cuándo alejarse?

En cierto punto, la interacción debe llegar a su fin. Eso podría suceder cuando la persona está bien, indicó Bonds, ya sea en un espacio seguro con acceso a asistencia o cuando ya no enfrenta un desafío de salud mental. Pero también puede ocurrir que su ayuda sea rechazada.

“El resultado final es: hay que tener cierta seguridad de que la persona recibió ayuda o se negó a ello rotundamente”, afirmó Bonds. “Si no quieren que se les asista y no están en peligro inmediato, creo que ahí es donde realmente termina nuestro papel como buenos samaritanos”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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