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Plaschke: El mánager de Dodgers escuchó abucheos pero conserva su trabajo y esas son buenas noticias

WASHINGTON, DC - OCTOBER 07: Manager Dave Roberts walks to the mound during a pitching change in the fifth inning of game four of the National League Division Series against the Washington Nationals at Nationals Park on October 07, 2019 in Washington, DC. (Photo by Rob Carr/Getty Images) ** OUTS - ELSENT, FPG, CM - OUTS * NM, PH, VA if sourced by CT, LA or MoD **
(Rob Carr/Getty Images)

En 31 años que tengo cubriendo a los Dodgers, nunca había escuchado a un Dodger recibir tanto abuso verbal durante los playoffs

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Tres películas, mismo final.

Las tres salidas de los Dodgers, es el recuerdo que quedará en las mentes.

Inicia con la aparición del mánager de los Dodgers dejando la banca y caminando al campo de juego. Camina lentamente al montículo en un intento fútil de arreglar otro error fatal.

Y luego, el ruido, la molestia, la incomodidad, todo comienza a pasar.

Por tres años consecutivos, la temporada de los Dodgers ha terminado con un Dave Roberts abucheado.

Lo abuchearon por dejar a Yu Darvish en el juego por mucho tiempo ante Houston en 2017. Luego lo abuchearon por sacar a Rich Hill muy pronto ante los Red Sox de Boston en 2018.

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Todo eso fue leve comparado al miércoles por la noche, en el décimo inning, en la derrota por 7-3 ante los Nationals de Washington en el decisivo Juego 5 de la Serie Divisional de la Liga Nacional.

Cuando Roberts caminó para quitarle la pelota a Joe Kelly, el mánager fue abucheado como nunca antes. Esta vez, había insultos, gritos que le pedían su renuncia, un enojo tan intenso que Chavez Ravine momentáneamente pareció caer sobre él.

En 31 años que tengo cubriendo a los Dodgers, nunca había escuchado a un Dodger recibir tanto abuso verbal durante los playoffs. Nunca había caído tanto enojo, los reclamos fueron tan personales, la animosidad tan permanente.

Gracias a Roberts, el camino de la banca al montículo en octubre se ha convertido en un Cerro de las Decepciones y muy seguido ha sido atacado, y ahora te preguntas: ¿Qué se puede hacer ahora? ¿Hay algún lugar dónde ir ahora?

Bueno, para comenzar, no lo van a despedir. Va a regresar el próximo verano para su quinta temporada como mánager de los Dodgers. La noticia fue revelada el jueves por Jorge Castillo, de Los Angeles Times.

Y no importa los que abucheen, son buenas noticias.

Sí, si los Dodgers quisieran correr a Roberts, pudieran hacerlo ahora y nadie diría nada. Andrew Friedman podría ir en busca de Joe Maddon, sostener una conferencia de prensa y todos tendrían esperanzas renovadas y finalmente todo será diferente.

Pero sería un movimiento impulsivo. Sería un movimiento a ciegas. Friedman creó un equipo que ganó cinco campeonatos divisionales.

No, no correrán o deberían correr a Roberts porque, con cada año que ha pasado, sus seis meses han sido más valiosos que sus octubres. Este hombre ha estado durante cuatro veranos sirviendo y trabajando como un curador de vestidor en un equipo que está en constante transición. Es la cara del equipo, un hombre fuerte que sigue el libreto de la administración, un hombre que aún le falta finalizar la temporada en el primer lugar.

No lo despides, trabajas con él. Hablas del pensamiento detrás de cada una de las decisiones de postemporada. Para cuando llegue el séptimo inning, contrario a la opinión popular, Roberts utiliza guías pero usualmente trabaja solo.

Hay que ver dónde y cómo sucedieron los errores. Hay que darle las herramientas y por lo menos otra oportunidad de hacerlo bien. Un mánager que lideró el equipo a un récord de franquicia de 106 triunfos es un mánager que vale la pena mantener. No hay que correrlo, hay que retenerlo, y al ayudarlo, podría él mismo ayudarse a sí mismo.

“Si la culpa cae sobre mí, no tengo ningún problema con ello”, dijo Roberts el miércoles por la noche. “Siento que es mi trabajo el poner a los hombres en las mejores posiciones para el éxito, y si no funciona eso, siempre habrán dudas y no tengo ningún problema al aceptar eso”.

El problema del miércoles es que no midió bien sus opciones. Los malos juicios fueron muy obvios. Yo estaba recibiendo textos en los que mis amigos me gritaban de enojo antes de que los verdaderos enojos llegaran.

No dejas a Clayton Kershaw subir al montículo en el octavo inning después de que había tenido un momento mágico ponchando a Adam Eaton para terminar el séptimo episodio. Kershaw había hecho su trabajo. Había tenido éxito fuera de su zona de confort. No estaba acostumbrado a salir como relevista ¿y le vas a pedir otro inning? ¿Especialmente cuando su arsenal haya bajado, en octubre sobre todo?

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No dejas a Kershaw enfrentar el corazón de la alineación de los Nationals en el momento más importante del juego. Le das ese trabajo al mejor brazo de los relevistas, Kenta Meda, quien después de que Kershaw otorgara jonrones consecutivos a Anthony Rendón y Juan Soto, ponchó a los tres bateadores que enfrentó, todos con ellos abanicando.

“Elegiría a Clayton en cualquier momento, en cualquier situación”, dijo Roberts y ese fue el problema.

Roberts tiene una lealtad ciega para darse cuenta de dos cosas: Clayton ya no es Clayton y en la postemporada, Clayton nunca ha sido Clayton.

Luego, en el décimo inning, no dejas a Joe Kelly regresar al montículo, incluso después de su noveno inning sin hit. No había lanzado más de un inning desde agosto. Tenías a tu cerrador Kenley Jansen listo. Dejaste al especialista en zurdos, Adam Kolarek, preparándose para Soto, a quien ya había ponchado antes. Pedro Báez y Dustin May también estaban ahí para lograr un out o dos. Tenías opciones.

“No hay muchos hombres detrás de Kenley”, dijo Roberts. “Me gustaba Joe para ese momento. Realmente que sí”.

Eso te demuestra que al mismo tiempo que confiaba mucho en Kershaw, no confió en el resto de sus relevistas, ni en Kolarek, quien fue adquirido en la fecha límite de ventana de transferencias específicamente para esta situación. Fue como si Roberts se haya congelado en ese momento, tanto que después de que Kelly concedió el grand slam decisivo a Howie Kendrick, Roberts lo dejó en el montículo para enfrentar a dos bateadores más. ¿Cómo puede ser eso posible? La única explicación es que Roberts también cayó en coma como el resto de los que estaban en Dodger Stadium. Y eso no es algo bueno.

Roberts no manejó bien los innings finales de la misma manera en la que no manejó bien las previas dos derrotas en la postemporada de los Dodgers, al guiar este equipo con su corazón, y no con su cabeza.

Es un corazón bueno. Es un corazón fuerte. Fue el mismo que ayudó a Boston en 2004 cuando robó una base e inspiró uno de los campeonatos más recordados en la historia del béisbol. Es el corazón que ayudó a los Dodgers a ganar cuatro títulos del Oeste en la Liga Nacional en sus cuatro temporadas.

Pero necesitas más que corazón para navegar esos innings finales en un juego lleno de presión de los playoffs. Necesitas visión, necesitas perspectiva, y necesitas un poco de sabiduría calculadora, que en el momento, siempre viene de otra persona. ¿Necesita de otra voz veterana en la banca?

Y mientras estás ahí, no lo culpen totalmente por todo.

El colapso no fue la culpa de Friedman, pero hay que entender que la ausencia de un relevista veterano los volvió a aterrar nuevamente. En los últimos dos juegos ante los Nationals, dos derrotas, los Dodgers utilizaron ocho diferentes relevistas, sin embargo, solamente dos de ellos eran relevistas veteranos. Los Dodgers trataron de pasar por los playoffs con un grupo de relevistas que no han sido probados, y pagaron por ello.

También, mientras que la ofensiva del equipo estuvo a seis outs de obtener la victoria en la serie, sufrieron del mismo tipo de ausencia de bateadores inteligentes en las postemporadas previas. Aunque castigaron a Stephen Strasburg temprano, este se ajustó y la mayoría de ellos no anotaron después del primer bateador en el segundo inning.

Cody Bellinger bateó .211, sin carrera producida. Corey Seager bateó .150 sin un RBI. A.J. Pollock bateó 13 veces y no tuvo hit.

Al momento que los Dodgers llegaron sin un campeonato de la Serie Mundial, tal como ha sucedido en los últimos 31 años, había varios motivos para abuchear. Por tercer año consecutivo, virtualmente todo mundo escogió abuchear al mánager de los Dodgers.

Eso es entendible, pero preocupa y ahora que está manteniendo su trabajo por otra temporada más, es hora de que Dave Roberts y los Dodgers trabajen para buscar cómo podrían trabajar juntos y ver la forma de detener esos inviernos sin campeonato.

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