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Para la gimnasta de UCLA Mercedez Sánchez la mayor inspiración está en su pequeño hermano, que lucha contra el cáncer

UCLA gymnast Mercedez Sanchez holds her 1-year-old brother, Liam Clark, who is battling a rare form of cancer.
La gimnasta de UCLA Mercedez Sánchez sostiene a su hermano de un año de edad, Liam Clark, que lucha contra una rara forma de cáncer.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)
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Una película de plástico transparente cubre el tatuaje de Mercedez Sánchez, hecho hace apenas dos días. La tinta negra en el interior de su antebrazo derecho brilla bajo las luces fluorescentes del Yates Gym. La gimnasta de UCLA se ilumina cuando lo muestra.

Las palabras “Liam Strong” (Fuerte Liam), escritas en delicada cursiva negra, aparecen junto a números romanos en negritas, con la fecha 15 de agosto de 2018. Su hermano, Liam Clark, nació dos veces en esa fecha. Primero en 2018, y una vez más al año siguiente. Fue entonces cuando comenzó con sesiones de quimioterapia. “No fue la fiesta que pensábamos tener”, asegura Sánchez con tristeza en su voz. “Pero todas las enfermeras le hicieron letreros”.

Sánchez todavía recuerda lo pequeño que era Liam cuando nació, pero sus ojos eran enormes, azules y brillantes. Cinco rondas de quimioterapia más tarde, el espíritu del pequeño de 18 meses es aún más vivaz, y después de apoyar a su hermano en todo su tratamiento contra la leucemia, Sánchez brilla más que nunca para los Bruins. La estudiante de último año desafía uno de los seis codiciados puestos en la alineación para las barras, después de tres años de rutinas ocasionales de exhibición.

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Más allá de ver a su hermano llevar una vida plena y feliz, ganar ese lugar de competencia es su sueño. “Verlos a ellos es lo que me hizo escalar el esfuerzo en el gimnasio, la escuela y la vida”, reconoció Sánchez, al ver a Liam y a su madre, Rosemarie, lidiar con la enfermedad del pequeño. “No importa qué tratamiento estén haciendo, qué obstáculo o falla ocurra; siempre buscan encontrar otra forma”.

Inspirada por Liam, quien terminó las sesiones de quimioterapia el 19 de enero pasado y sigue su recuperación en su casa, en Canoga Park, la integrante del equipo Nro. 3 de UCLA organizará una reunión de concientización sobre el cáncer infantil este domingo, durante el encuentro contra el equipo Nro. 3 de Utah, en el Pauley Pavilion. Los Bruins alentarán a los fanáticos a inscribirse en “Be the Match”, un programa que registra posibles donantes de médula ósea y los empareja con los pacientes que lo necesitan.

Liam no necesitó un trasplante de médula ósea, pero Sánchez y sus compañeras de equipo, como Madison Kocian, ya se han inscrito en el programa. Se anotaron en línea, se realizaron un simple hisopado en la mejilla con un kit que llegó por correo, y enviaron la muestra. Sánchez no sabía sobre la iniciativa hasta que su hermano fue diagnosticado, tres días antes de su primer cumpleaños.

Liam era un bebé muy enfermo, recordó Sánchez. Tenía serias alergias y mostró bultos en el cuello durante uno de sus primeros controles de rutina. Los médicos informaron a la familia que sólo eran sus ganglios linfáticos inflamados. Pero esos bultos no desaparecieron. Rosemarie pidió otras opiniones.

Cuando Liam tuvo fiebre alta y problemas respiratorios que los obligaron a hospitalizarlo, Rosemarie rogó que le hicieran un análisis de sangre. Según la familia, les dijeron que era gripe infantil.

El nivel de oxígeno de Liam comenzó a estabilizarse, y estaba a punto de ser dado de alta cuando otro médico notó que tenía un ojo morado. El bebé tenía puntos rojos sospechosos en el pecho.

El tan esperado análisis de sangre confirmó lo peor: la leucemia mieloide aguda (AML, por sus siglas en inglés). Según St. Jude Children’s Research Hospital, sólo alrededor de 500 niños en Estados Unidos tienen AML por año, ya que es más común en adultos.

UCLA gymnast Mercedez Sanchez, left, stands next to her baby brother, Liam, her mother Rosemarie Sanchez and stepfather Chris Clark.
La gimnasta de UCLA Mercedez Sánchez, izquierda, con su hermanito Liam, la madre Rosemarie Sánchez y el padrastro Chris Clark. Mercedez se hizo un tatuaje de “Liam Strong” en su brazo derecho el día que Liam terminó la quimioterapia.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Los niños menores de 12 meses siempre se consideran de alto riesgo, aunque sus resultados ahora son comparables a los de los chicos mayores, informó el Dr. Theodore Scott Nowicki, instructor clínico del Departamento de Pediatría de UCLA en la División de Hematología/Oncología Pediátrica.

Las 48 horas posteriores al diagnóstico fueron un torbellino de emociones y pruebas de laboratorio para la familia. Sentían ira porque sus súplicas de ayuda anteriores no habían sido escuchadas y de confusión sobre qué hacer a continuación, luego también esperanza: una de las pruebas reveló que el cáncer no se había extendido a la columna vertebral de Liam ni al líquido cerebral.

Tres días después de ser diagnosticado, el bebé comenzó su primera ronda de quimioterapia. El tratamiento fue directo a su columna vertebral. En unos días, los bultos en el cuello de Liam comenzaron a encogerse. “Él sonrió como nunca cuando empezó la quimioterapia”, recordó Rosemarie. “Me di cuenta de que había estado sufriendo toda su vida”.

Después de perder a sus dos padres por el cáncer, Rosemarie estaba decidida a enfrentar el proceso con convicción y positividad; se negaba a verlo como una batalla o una pelea. En cambio, lo consideró una “curación”.

Durante las rondas de quimioterapia, Liam permaneció en el hospital hasta cuatro semanas seguidas, recibía tratamiento por cinco a 10 días y luego era necesario esperar a que su médula ósea regenerara su recuento de glóbulos blancos para fortalecer su sistema inmunológico. Cuando estaba lo suficientemente fuerte, Liam y Rosemarie, que se quedaba con él todas las noches y dormía a su lado en una cama en el hospital, se marchaban a su casa durante aproximadamente una semana, antes de comenzar el proceso nuevamente.

Cuando Liam estaba internado, no podía salir de su habitación, y era difícil entretener al energético bebé. Madre e hijo caminaban en círculos alrededor de la pequeña habitación; leían libros infantiles. Rosemarie se puso un arnés y hacía sentadillas con Liam atado a su pecho.

UCLA gymnast Mercedez Sanchez holds her baby brother Liam Clark.
La gimnasta de UCLA, Mercedez Sánchez, sostiene a su hermanito Liam Clark.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

A Liam le gustaba mirar por la ventana, hacia el jardín que había debajo, casi presionando su nariz contra el cristal. Observaba ese mundo exterior que su familia esperaba pronto pudiera disfrutar plenamente. Pero durante más de medio año, estuvo limitado a un cuarto que incluía una cama, su corralito, un baño separado y un sofá, donde a veces Mercedez dormía.

Entre las prácticas de gimnasia, la universidad y los encuentros deportivos, Sánchez conducía desde Westwood a Hollywood, donde su hermano se encontraba en el hospital, para verlo cada pocos días. Aunque es 20 años mayor que su medio hermano, Liam es “como mi mejor amigo”, remarcó Sánchez.

Así que no tuvo reparos en despertar con la espalda adolorida después de dormir en el sofá del hospital.

“A veces, intento abarcar demasiado a la vez”, reconoció Sánchez, “pero siento que hago lo que tengo que hacer”.

La joven, que espera cursar estudios de posgrado en psicología del deporte, es “una roca”, reconoció Rosemarie. Entre gimnasia y clases, ella siempre está lista para visitar a su hermano y darle a su madre un breve descanso. “Sissy” es una de las pocas palabras que Liam puede decir.

Sánchez hace todo esto mientras intenta ingresar en la lista de las barras por primera vez en su carrera. A diferencia de la gimnasia de clubes, donde los deportistas tienen oportunidades garantizadas de competir en cada encuentro, los puestos de alineación en la universidad están muy disputados, especialmente en el equipo de los Bruins, ocho veces campeón nacional, que regularmente atrae a reclutas internacionales de élite. Para obtener un lugar en la competencia en cada evento, los gimnastas deben terminar entre los seis primeros del encuentro intraescuadra del equipo durante la práctica.

“Soy competitiva, diría”, afirmó Sánchez. “Me encanta salir a la competencia y actuar, por lo cual hay que mantener esa mentalidad de desempeño en la práctica todo el tiempo en el gimnasio, a diario”.

Cuando llegó a UCLA como estudiante de primer año, Sánchez, que compitió como gimnasta de nivel 10 (el más alto en la gimnasia olímpica junior) y había ganado títulos completos -barras, barra de equilibrio y piso- en la Copa Quetzal, en Guatemala durante 2015, necesitaba mejorar al menos un 30% para competir por un lugar, estimó el entrenador de UCLA Chris Waller. La joven ahora se está acercando al 5% final, explicó.

Para ingresar en el equipo de barra de UCLA, que ya incluye a las medallistas de oro olímpicas Kyla Ross y Kocian, Sánchez necesita cerca de un 9.85 en la práctica. Estaba cerca de los 9.65 en noviembre, comentó Waller. En una rutina de exhibición, el 31 de enero pasado, obtuvo un puntaje de 9.75 y ahora está llegando al rango de 9.8.

“Ella se está esforzando muchísimo”, reconoció el entrenador.

Sánchez ha realizado seis rutinas de exhibición en su carrera, cinco en barras y una en la barra de equilibrio. Decidida a hacer que su último año en UCLA sea el más exitoso, cambió por completo su programa de entrenamiento fuera de temporada para incluir el levantamiento de pesas olímpico. Comenzó a entrenar en mayo pasado, trabajando tres o cuatro veces por semana.

Con cinco pies y cinco pulgadas de altura, piernas delgadas y una melena rubia rizada hasta los hombros, Sánchez llamó la atención del cuerpo técnico de UCLA como una recluta con su estilo y confianza en sí misma. Aunque no se esperaba que obtuviera puntajes de inmediato, a los entrenadores les encantó, comentó Waller, porque es “absolutamente divertida” y trae alegría al equipo.

En el entrenamiento, ella se nutre de su flexibilidad, algo que le da habilidades únicas en el piso, barras y en la barra de equilibrio, pero nunca se vio a sí misma como particularmente fuerte. El levantamiento de pesas cambió esa idea. “Saber que trabajé en ello y que puse mucha voluntad para ser fuerte me ha dado otra confianza”, reconoció Sánchez.

Cuando Liam se estaba preparando para sus biopsias o cirugías, no podía comer ni ser amamantado, por lo cual su hermana mayor se acercaba a leerle libros y hacerlo reír. Una vez, antes de que fuera sometido a un procedimiento con anestesia, Sánchez y su padrastro, Chris Clark, leyeron un libro de dinosaurios con él. “Rrrrrr”, le gruñeron juguetonamente.

Poco después, mientras estaba anestesiado durante la biopsia, Liam comenzó a gruñir también. Todos los médicos se miraron unos a otros; sabían que tenían delante a un luchador. “Si cualquiera lo dudaba, él se los mostró”, dijo Rosemarie. “Sonríe todos los días e ilumina la habitación”.

Liam continúa superando hitos, como hablar y caminar. Su ropa comienza a quedarle chica y supera a los juguetes que recibió para su primer cumpleaños. Su cabello rubio claro está creciendo nuevamente. Sus pestañas son cortas, y hacen sonreír a su madre.

Rosemarie espera ansiosamente el día en que puedan ir a Disneylandia y Liam pueda conocer a su personaje favorito, Mickey Mouse. Está ansiosa por ir al zoológico juntos. Desean tener un día de playa en el que todos sus familiares y amigos, las personas que los apoyaron en este proceso, puedan celebrar juntos.

Pero la familia también sabe que existe la posibilidad de que el cáncer regrese. Entre el 20% y el 30% de todos los pacientes pediátricos con AML recaen, remarcó Nowicki. Para Mercedez, quien marcó el último día de quimioterapia de Liam con un tatuaje, la incertidumbre sobre la salud futura de su hermano a veces es abrumadora. La familia intenta mantener la esperanza.

Durante sus breves respiros del hospital, Rosemarie a veces iba a su casa, se sentaba a tomar un café y a observar la superficie inmóvil de la piscina familiar. Antes pensaba, por momentos que quería renovar partes de la casa. Ahora, ver la expresión de asombro de Liam, con los ojos muy abiertos mientras da pasos tambaleantes en el patio, es una mejora suficiente. “Muchas cosas son perfectas en la vida ahora mismo”, dijo Rosemarie. “Seamos saludables, felices, estemos contentos y disfrutémoslo”.

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