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Diario del jugador: Kike Hernández provee un vistazo al vestidor de los Dodgers

El boricua Kike Hernández dio un vistazo a lo que significa jugar en las Grandes Ligas durante la pandemia.
El boricua Kike Hernández dio un vistazo a lo que significa jugar en las Grandes Ligas durante la pandemia.
(Associated Press)
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Como se lo relató a Jorge Castillo

Honestamente, yo creo que, al igual que yo, muchos jugadores no teníamos muchas expectativas al llegar al campamento de verano. Nosotros sabíamos que todo se iba a ver diferente pero no sabíamos qué esperar porque, obviamente, esto es algo por lo que nadie había pasado.

Pero llegamos a un punto en donde no pensábamos que íbamos a llegar.

Mi esposa, Mariana, está embarazada con nuestra primera hija, pero el decidir jugar fue fácil. Fue una conversación informal. No fue una conversación en la que nos sentamos a hablar del tema. Fue un poquito (de platica) hoy, un poquito mañana, así.

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Los dos teníamos claro que cuando las cosas estuvieran seguras yo tenía que jugar no tan solo por la agencia libre inminente si no porque yo no fui un “bonus baby” en el draft. No es que mi familia era pobre. Éramos clase media. Tampoco es como si pudiera estar un año completo sin cobrar porque yo no sé cuánto va a durar mi carrera. Y no sé cuánto dinero voy a hacer.

Mucha gente ha perdido su trabajo y si tuviera la oportunidad de jugar pelota y hacer unos ‘chavitos’ jugaría. Ahora ya no somos dos nada más, o cuatro -- hay que incluir los perros. Tenemos otra boquita para alimentar.

Tenemos un plan. Ella siempre tiene un bulto listo. Nosotros vivimos en Arizona. Gracias a Dios si pasa cualquier cosa, ella puede meterse en su carro y manejar a casa.

Y tenemos en claro que si por casualidad uno en el equipo o alguien con la que ella haya estado alrededor sale positivo, ella va a tirar el bulto en el carro y se va a ir a casa, hasta que las cosas se aclaren.

Obviamente yo quisiera que ella esté aquí conmigo todo el año, pero su salud y la del bebé es lo más importante. Aunque la necesito aquí, conmigo, para no estar solo, si pasa algo ella hará lo que tiene que hacer para mantenerse segura porque con un embarazo el sistema inmunitario está un poco comprometido y la salud es la prioridad número uno en este momento.

Ella y los perros están aquí conmigo por ahora y eso ayuda porque los días son bien diferentes.

Antes no existían restricciones en el clubhouse. Tú llegabas a la hora que quisieras y hacías tu rutina. A nosotros, los peloteros, nos gusta nuestra rutina, pero este año llegamos sin saber lo que iba a pasar. Y toda esa rutina que tú has tenido en el pasado, tienes que tirarla por el barco porque la rutina tuya del pasado no va a funcionar este año.

Pasamos quizás una hora más en la casa todos los días, lo cual hace que el día sea un poquito más largo. No podemos llegar al parque para un juego que empieza a las 6:40, por ejemplo, antes de la 1:30. Y cuando llegas, no es para entrar el clubhouse, es para que te revisen.

Y cuando tú llegas al parque, tienes que comer cuando ellos te digan. Ya que no hay un cuarto para comer ni nada de eso. La comida es basada en cuando ellos quieran proveer la comida. Si no quieres comer a esa hora, pues, necesitas revolverlo porque a la hora que tú llegas al parque, es la hora que está la comida.

Se pone un poco difícil porque uno llega al parque y como que todo es medio apurado. Por lo menos así han sido los juegos de la casa ahora, en los juegos de exhibición.

Llegamos a la 1:30 pero no podemos entrar al clubhouse como hasta la 1:45. A la 1:45 tenemos básicamente un poquito menos de dos horas para hacer todo lo que tengamos que hacer, prepararte físicamente, hacer el tratamiento, tu rutina, lo que tengas que hacer para preparar tu cuerpo.

Después del entrenamiento de bateo, tenemos como dos horas más pero es un poquito nuevo a nuestra rutina. No hay comida como antes. Ahora tenemos sandwichitos y papas fritas y aperitivos. Si quieres pedir algo “a la carte”, como dirían, pues ellos lo hacen. Y tienes que comer en tu casillero.

Todo es ‘social distancing (sana distancia)’. Yo tenía el segundo casillero en la esquina, pero ahora como los jugadores están uno si, otro no, me movieron a un casillero a la izquierda. Mi casillero que tenía el año pasado está vacío. Después está (Corey) Seager y sigue uno sí, uno no.

En el campamento de verano, antes de jugar contra otros equipos, usamos el vestuario de los visitantes. El vestuario de nosotros, como tenía que mantener la sana distancia, solo tenía a los 22 jugadores con más alto tiempo de servicio en las Grandes Ligas.

Una vez en que empezamos a jugar contra otros equipos fue que empezaron a mandar a algunos muchachos a USC y dejaron a otros aquí. Los muchachos que parecían que iban estar en el equipo les pusieron unos casilleros de aluminio tipo “winter ball” en medio del clubhouse. Ahí tenían unos castilleros chiquititos en el medio. Entonces tenían a la otra mitad de los muchachos en los mismos casilleros pero en el pasillo de afuera.

Otra cosa que es un poquito diferente, es que en vez de ir a la ducha y que todo esté en la ducha -- las toallas, los jabones, todos los artículos de aseo -- ahora cada uno tiene su bulto de artículos de aseo, con su proprio jabón líquido para lavar el cuerpo, su propio shampoo, su propio desodorante, sus toallas, todo.

Llevamos dos, tres semanas aquí y todos los días cuando te vas a bañar, ves tres o cuatro jabones en líquido que les olvidó llevarse a los muchachos para sus casilleros. Hay como cinco o seis, que todos los días se van a bañar y se les olvida las toallas.

Tampoco hay acceso al cuarto de video. Todo el mundo tiene los videos este año en su teléfono. No cambió mucho del año pasado.

Y, obviamente, viajar es la prueba grande que no hemos hecho. Estoy muy interesado en eso. ¿Qué pasa si alguien sale positivo en Seattle o Texas? ¿Tendremos que manejar solos a Los Ángeles? Sería muy difícil. Pero todo mundo sabe que debemos tener cuidado. No podemos hacer algo estúpido. Esperamos que todo el mundo respete no tan solo a los jugadores, a sus compañeros de equipo, sino que a toda la familia de todos esos jugadores y todas las personas que ellos pueden estar exponiendo o poniendo en peligro.

Es un periodo de ajuste, pero no es nada que nos impida hacer lo que tenemos que hacer y jugar pelota.

Hace un par de meses no pensábamos que íbamos estar aquí. Así que debemos estar agradecidos de que podamos jugar algunos juegos. La situación no es la ideal pero a la misma vez podríamos estar en nuestras casas ahora mismo sin hacer nada, en cuarentena sin esperar ningún tipo de ingreso. Así que debemos estar agradecidos con lo que tenemos en este momento y hacer lo mejor que podamos hacer con ello.

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