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Diario del jugador: Kike Hernández detalla el primer viaje de Dodgers en medio de la crisis del coronavirus

Los Angeles Dodgers' Enrique Hernandez watches his fly ball
(David J. Phillip / Associated Press)

El segunda base de los Dodgers, Kike Hernández, ofrece un relato en primera persona de la vida en la carretera durante la crisis del coronavirus

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Como se lo relató a Jorge Castillo

Sabíamos que este primer viaje fuera de casa iba a ser diferente. Tuvimos que hacer ajustes desde el principio y ahora sabemos cómo serán los viajes el resto de la temporada.

Los vuelos básicamente son los mismos que antes. La única diferencia es que tienes que usar mascarilla durante el vuelo completo. Siempre nos dan gel desinfectante, guantes y mascarillas. Los que quieren guantes, se ponen los guantes. Yo me he puesto los guantes. Lo único que no me gusta es que, si el vuelo es muy largo, cuando me quito los guantes, parece que tengo 100 años porque las manos me sudan y se me arrugan todas. Pero no creo que el tomar precauciones extra le haga daño a alguien. Me pongo los guantes y ya.

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Un día normal fuera de casa depende a la hora que la gente se levante. De 11 a.m. a 1 p.m. tienes comida en un salón del hotel. Pasas por el saloncito y recoges tu comida si es que quieres desayuno o almuerzo. Hay hamburguesas, tacos, cosas así. También puedes pedir Postmates.

A mí me gusta tomarme un cafecito cada mañana, pero no podíamos salir del hotel – o es disuadido. Así que en San Diego busqué un sitio para desayunar y había un Starbucks cruzando la calle. Como no podía salir, le pedí a Starbucks que me trajeran el café a la recepción del hotel y entonces me lo subían.

Como se lo relató a Jorge Castillo Honestamente, yo creo que, al igual que yo, muchos jugadores no teníamos muchas expectativas al llegar al campamento de verano.

Jul. 24, 2020

Pasé los días en mi cuarto cambiando los canales en el televisor y revisando videos de los pitchers de los equipos. Como no podemos usar el cuarto de video en los estadios este año, todo el mundo está viendo más video fuera del parque. Yo tengo un disco duro externo y un Surface que compré para ver videos de los pitchers. Entonces después de cada serie, yo le doy mi disco duro a [Jonathan] Rhymes, el coordinador de video, y él me pone mis oportunidades al bate hasta ese día y los lanzadores que yo quiera. Y pasé mis días así – y con mucho Candy Crush en el teléfono.

Fue lo mismo para los días que hay prueba de saliva (para el COVID). Tuviste que bajar entre 10 a.m. y 12 p.m. al mismo saloncito de la comida. Escupías, recogías tu comida y subías al cuarto. Después había cómo cinco horas diferentes de guaguas para el parque. Decidías a la hora que querías irte del hotel.

En un año normal, llegabas al parque y había comida preparada cuando querías comer. Este año es diferente.

En Houston había comida hasta después del entrenamiento de bateo. Uno llegaba al parque como a la una y pico y había dos o tres aperitivos para comer hasta después de las cinco. Había que planear más cuánto y cuándo ibas a comer.

Yo traté las dos maneras – comer y no comer después del entrenamiento de bateo. Hubo días que ya en el segundo inning tenía un hambre brutal. Pero hubo otros juegos que, en el cuarto, quinto inning, como que tenía acidez por la comida, de tener la comida embuchada todavía. Después del juego buscabas comida en el salón del hotel y te la comías en tu cuarto.

Creo que la serie con los Astros fue algo más grande para el mundo exterior que para nosotros. Siento que la serie, obviamente, hubiese sido mucha más intensa si hubiera fanáticos durante una temporada normal. Fue un poquito extraño definitivamente.

Hubo un déjá vu raro el primer día que llegué al parque y en el túnel llegando a los vestuarios. Las cosas volvían a mi cabeza, como cosas que se habían olvidado. Pero también pensé que iba tener más de eso.

Como le dije a un par de mis compañeros, es tan extraño para mí porque a la misma vez que hay tantos sentimientos raros y malos relacionados a ese estadio por la Serie Mundial, ese estadio es donde hice mi debut en las Grandes Ligas. Es donde di mi primer hit y jonrón. Es agridulce.

Viví algunos sueños de niñez en ese estadio que no tienen que ver nada con la Serie Mundial. Fueron momentos especiales en mi vida. Yo no puedo dejar que el otro equipo, aunque existan malos recuerdos de ese sitio, me dañe eso a mí.

Ya en Arizona no sé muy bien cuál era el protocolo porque yo me quedé en mi casa. Pero todavía unas de las mañanas tuve que ir al hotel donde se estaban quedando los muchachos y hacer la prueba de saliva. Como jugamos cuatro juegos en Arizona, hubo dos días que me tuve que hacer la prueba de saliva. Como uno de los juegos era de día, hicimos la segunda prueba de saliva la noche anterior.

Todo fue un poco diferente, pero creo que la gira superó nuestras expectativas. Ya después del primero todo será más suave, sabemos lo que tenemos que esperar. Supongo que se convertirá a lo normal.

— Kike Hernández

En Arizona, tomamos la decisión de estar más pendientes como equipo cuando vimos que el virus se propagó entre los Marlins de Miami. Pensamos que, si nosotros podemos poner nuestro granito de arena allí y ser súper cautelosos, puede ayudar a continuar la temporada ya que estaba amenazada.

En el campamento de verano hicimos un muy buen trabajo distanciándonos, pero cuando empezamos a jugar contra otros equipos no fuimos tan cuidadosos. Había mucho espacio para mejorar e implementamos varias reglas. Por ejemplo, los que no están jugando no se pueden quedar en el dugout y tienen que ponerse las mascarillas. Hay muchos ajustes pequeños. De vez en cuando se zafa un choque de manos, pero estamos tratando de ser más conscientes.

Y entonces en San Diego lo mismo de nuevo. Era un poquito diferente porque en San Diego había que salir del dugout y subir a las gradas e ir a comer en un restaurante que tienen ahí en Petco Park. Ese era el área de comida de nosotros.

Nos dieron cinco clubhouses en San Diego: El clubhouse normal donde estamos nosotros, los vestuarios de los entrenadores para unos jugadores, el cuarto de comida, la oficina del mánager y afuera en el túnel había un vestuario auxiliar donde metieron a los coaches.

En Houston teníamos el mismo sistema – un casillero si, otro no – y pusieron entonces casilleros portátiles en medio, como lo tenemos en casa.

Y en Arizona la casa club es un poquito más espacioso así que estaba el vestuario normal. Había un par de casilleros portátiles en el medio, y entonces también el cuarto de comida lo hicieron en otro vestuario. Pusieron a dos o tres coaches en el vestuario normal de ellos y en el otro casillero auxiliar pusieron a los otros.

Kiké Hernández takes a throw to second base during a baseball game against the Arizona Diamondbacks on Aug. 2 in Phoenix.
Kiké Hernández takes a throw to second base during a baseball game against the Arizona Diamondbacks on Aug. 2 in Phoenix.
(Ross D. Franklin / Associated Press)

Todo fue un poco diferente, pero creo que la gira superó nuestras expectativas. Ya después del primero todo será más suave, sabemos lo que tenemos que esperar. Supongo que se convertirá a lo normal.

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