
Siempre con el carisma que lo destaca, aceptando la curva de aprendizaje y una mentalidad de dominio, Shaq lidera la nueva era de la marca que apostó por él en los años 90, según se refleja en la serie Power Moves de Netflix.
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Shaquille O’Neal fue una fuerza dominante en la NBA, un gigante gentil de 7’1” pies que destrozó tableros, acumuló cuatro títulos y dejó una marca imborrable como uno de los mejores centros en la historia del básquetbol. Pero desde su retiro en 2011, Shaq ha demostrado que su impacto va mucho más allá del deporte.
Ahora, en el mundo de los negocios, desde los despachos y salas de juntas, Shaq demuestra que aún conserva la esencia del “MDE” —el Más Dominante Jamás— y de aquel Superman que alguna vez impuso respeto en las duelas. Hoy usa su capacidad para crear, innovar e invertir en las próximas generaciones.
Más allá de su impactante altura, uno de los rasgos que más distingue a O’Neal es su sentido del humor. En la serie de Power Moves, que arrancó el 4 de junio en Netflix, reconoce que su mentalidad es “un 80% humor y un 20% seriedad” a la hora de manejar sus negocios. Eso no significa que no se tome en serio sus responsabilidades. De hecho, cree que algunos intentaron aprovecharse de su carácter extrovertido en sus inicios.
“Sí, mucha gente intenta aprovecharse y eso solo me impulsa a hacer más cosas”, afirma Shaq en una conversación con el LA Times en Español.
Lejos de dejarse vencer por la crítica, Shaq la convirtió en combustible para crecer mentalmente. “Siempre decían: ‘Con la forma en que lanza tiros libres, nunca ganará un campeonato’. Vale, puede que sea cierto, pero voy a dominar tanto el juego que los tiros libres ni siquiera importan”.
Esa mentalidad es la misma que ahora quiere transmitir desde su posición en Reebok en su rol como presidente de básquetbol —cargo que asumió en 2023—, y en donde está liderando una cruzada para devolverle relevancia a una marca que alguna vez apostó por él a un grado mayor que cualquier otra.
“Cuando fui a Nike, me dijeron: ‘Sí, queríamos darte tus propias zapatillas, pero se las hemos dado a otro tipo’. Y yo respondí: ‘¿Perdón? ¿A este tipo?’. Y luego, cuando fui a Reebok, me dijeron: ‘Creemos en ti, te vamos a dar tus propios zapatos’”, recuerda Shaq.
Esa lealtad no se le olvida. Hoy, 30 años después de haber firmado con Reebok como jugador, O’Neal ha vuelto, no para lanzar otro modelo retro, sino para tomar decisiones, formar una nueva generación de atletas y reconfigurar el lugar que ocupa la marca en un mercado ferozmente competitivo.
Shaq no llegó al cargo solo por nostalgia. Su visión es clara: arriesgar como se arriesgaron con él en los años 90.
“Se arriesgó con el joven Shaq. Se arriesgó con el joven AI [Allen Iverson]. Se arriesgó con el joven Shawn Kemp. Y convertimos el plan en un dominante número dos. Nunca número uno, pero nunca número tres”, explicó.
Con esa lógica, el exjugador decidió no apostarlo todo en una sola superestrella. “Quería seguir la ruta tradicional. Oye, vamos a por Shai [Gilgeous-Alexander]. Vamos a por Jaylen Brown. Pero cuando hablas con los agentes, estos tipos quieren grandes cifras… Te vas a gastar el 85 o 90% del presupuesto”, confiesa.
Por eso, su equipo —incluyendo a su hijo Shareef— lo convenció de invertir en talentos emergentes con fuerte presencia en redes y con mentalidad propia.
Un ejemplo de ello es la jugadora del Sky de Chicago, de la WNBA, Angel Reese, quien firmó con Reebok en 2023.
“Angel me recuerda a AI. Ella va a hacerlo a su manera, como ella quiere hacerlo. No le importa lo que digan los demás”, afirma ‘The Diesel’.
Para Shaq, Reese no solo es una gran atleta, sino una figura que encarna el espíritu disruptivo que quiere restaurar en la marca.
O’Neal no se deja impresionar solo por lo que ve en la cancha. Busca algo más. “Busco a alguien que no esté recibiendo el reconocimiento que se merece. Vivimos en un mundo en el que, una vez que se fijan en uno o dos tipos, se quedan con ellos para siempre”.
Él mismo fue subestimado en sus inicios. A pesar de ser elegido con la primera elección del Draft en 1992 y tener un impacto inmediato en el Magic de Orlando, cuenta que en las primeras reuniones de negocios “nunca me miraban a mí. Siempre miraban a mi representante. Era como: ‘¿Crees que entiende de negocios?’”.
Eso lo impulsó a estudiar administración y dirección de empresas y a tomarse en serio su educación financiera. “Solo pensaba ‘déjame obtener un título… para que sepas que entiendo que soy dueño de mi propio destino’”.
Ahora, como presidente de Reebok Basketball, valora también los vínculos familiares de los atletas, su ética de trabajo, su entorno y su deseo de representar algo más grande que ellos mismos. “Me gusta la gente, las madres, los padres, los entrenadores. La gente quiere ser representada de una determinada manera”.
Shaq no presume de tener todas las respuestas. Admite que ha tenido que adaptarse y aprender.
“Se trata solo de retos. Siempre he sido de los que dan un paso adelante para afrontarlos… Tuve que aprender mucho, aprender sobre este negocio”, reconoce.
Para entender a las nuevas generaciones, ha tenido que apoyarse en su círculo cercano, con su hijo Shareef. “Tuve que traer a mi hijo para que me ayudara a identificarme con la loca Generación Z, porque ellos hacen lo que quieren. Siguen su propio camino. Tienen sus propias reglas”.
Esa apertura al cambio es parte de su actual naturaleza como hombre de negocios. Aunque sigue siendo una figura fuerte y determinada, Shaq ha aprendido a escuchar más. “No creo que mi mejor cualidad sea saber escuchar”, admite. Pero en su nuevo rol, ha tenido que dejar atrás parte de su estilo de la vieja escuela y confiar en su equipo.
O’Neal no es solo uno de los jugadores más dominantes que ha visto la NBA. También es uno de los atletas más exitosos en el mundo de los negocios. Su portafolio incluye inversiones en franquicias como Papa John’s, Five Guys, 24 Hour Fitness, y su propia línea de productos y ropa. Además de acuerdos comerciales con marcas como Icy Hot, The General Insurance y Carnival Cruises, entre otros.
Pero su éxito empresarial no ha sido lineal. “En el camino hacia el éxito hay muchos fracasos, y simplemente hay que intentar tener más éxitos que fracasos”, dijo.
Su secreto ha sido rodearse de personas capacitadas.
“Tengo unos compañeros de equipo estupendos. Mi amiga gana un campeonato por sí sola. Se llama delegación”.
Shaq ha convertido su imagen en una marca global, pero insiste en que la clave ha sido mantenerse fiel a sus valores. Todo gira en torno a su familia.
“Soy quien ustedes creen que soy, me di cuenta de que no habría podido hacer nada de esto sin mi familia y sus bendiciones”, afirma. Esa espiritualidad también forma parte de su brújula.
“Lo dije hace unos siete años, nunca me llamen famoso. Los famosos son unos imbéciles. Yo solo quiero ser una persona normal. Soy una persona respetuosa. Me encantan los niños. Me encantan los ancianos. Me encanta ayudar a los necesitados. Me encanta hacer sonreír a la gente. Así que la respuesta a la pregunta de cómo mantengo los pies en la tierra, ya sabes perfectamente cómo lo hago: Salaam-alaikum [la paz sea contigo], hermano.
La historia de Reebok no puede entenderse sin Shaq. A inicios de los años 90, mientras Nike y adidas se consolidaban como gigantes, Reebok apostó por O’Neal y Allen Iverson, y logró posicionarse como una alternativa seria, especialmente entre jóvenes urbanos. Pero con el paso del tiempo, la marca perdió terreno.
Ahora, con Shaq como líder del renacimiento de su división de básquetbol, Reebok quiere recuperar ese espacio perdido. No pretende competir directamente con Nike o adidas por las grandes estrellas, sino crear un ecosistema propio. “No se trata de una apuesta. Se trata de tomar la decisión correcta”, resume.
O’Neal ha sido muchas cosas: campeón de la NBA, Jugador Más Valioso, All-Star, empresario, comentarista, DJ, actor, policía honorario, filántropo… Pero quizás su faceta más poderosa sea la del hombre que construye puentes, impulsa a otros y se reinventa constantemente.
Este nuevo movimiento, dice, es estratégico y personal. Un reencuentro con la marca que creyó en él, y una oportunidad para devolver el favor apostando por la próxima generación.
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