Detienen retiro de símbolos confederados en Nueva Orleans
Michel-Antoine Goitia-Nicolas está parado frente a una estatua ecuestre del general confederado P.G.T. Beauregard, el 16 de marzo de 2016 en New Orleans. Goitia-Nicolas se opone a un plan de retirar estatuas confederadas de la ciudad, incluida la de Beauregard, nacido en Louisiana, quien según dice es su ancestro.
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NUEVA ORLEANS/AP — Un plan para retirar monumentos confederados en Nueva Orleans ha sido recibido con amenazas de muerte, intimidación e incluso lo que pudo haber sido el incendio de un automóvil Lamborghini de un contratista.
Por ahora, al menos, las cosas se han puesto tan peligrosas que la ciudad no ha hallado un contratista que quiera asumir el riesgo de demoler los monumentos. La ciudad no tiene su propio equipo para retirarlos y está ahora en pláticas para encontrar una compañía, hablando incluso sobre realizar el trabajo de noche para evitar mayor alboroto. Para complicar aún más el asunto, una corte determinó el viernes suspender la remoción.
Inicialmente, parecía que los monumentos serían retirados rápidamente después que el concejo municipal, conformado mayormente por miembros de raza negra, determinó el 17 de diciembre por votación de 6-1 aprobar el plan del alcalde de retirarlos. Los monumentos, incluidas estatuas de los generales Robert E. Lee y P.G.T. Beauregard, han sido vistos desde hace tiempo por muchos residentes locales como símbolos de racismo y supremacía blanca.
La reacción no es una sorpresa para Bill Quigley, profesor de Derecho de la Universidad de Loyola y activista defensor de los derechos civiles en Nueva Orleans, quien trabajó a favor de un grupo que exigió la demolición de los monumentos.
El Sur ha visto tal resistencia antes, durante luchas por la integración en escuelas y esfuerzos a inicios de la década de 1990 para integrar racialmente los desfiles de carnaval en Nueva Orleans.
“Luchar en los tribunales, luchar en la legislatura, intimidación anónima… son el mismo tipo de cosas utilizadas para detener todo cambio social”, dijo Quigley.
A pesar de toda su reputación de ciudad de diversión y bullicio, Nueva Orleans no es ajena al cambio social y las tensiones que vienen con éste. Fue sede de un temprano intento de cambiar las leyes de segregación racial en el caso Plessy vs. Ferguson, y lugar de residencia de Ruby Bridges, de 6 años, cuya batalla para integrar su escuela primaria fue inmortalizada en una pintura de Norman Rockwell.
Nueva Orleans es una ciudad mayormente afroestadounidense, aunque la cifra de residentes negros ha caído desde el paso del huracán Katrina en 2005 que expulsó de la urbe a mucha gente. El alcalde Mitch Landrieu, quien propuso el retiro de monumentos confederados, ganó el cargo en dos ocasiones con abrumador apoyo de los residentes negros de la ciudad.
A nivel nacional, el debate sobre símbolos confederados se ha encendido desde que nueve feligreses fueron asesinados en junio del año pasado en una iglesia afroestadounidense en South Carolina. Ese estado retiró semanas después la bandera confederada del terreno de la sede del Poder Legislativo, y varias ciudades del sur de la nación han considerado desde entonces retirar monumentos.
“No hay duda de que existe una enorme cantidad de furia sobre el ataque a símbolos confederados”, dijo Mark Potok, del Southern Poverty Law Center, un grupo con sede en Alabama que rastrea actividad radical.
Su grupo contabilizó aproximadamente 360 marchas en el país a favor de la bandera confederada de batalla en los seis meses posteriores a la masacre en la iglesia. Tales manifestaciones eran inusuales antes de eso, señaló.
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