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El aumento de los deducibles del seguro médico alimenta la ira y el resentimiento de la clase media

Shawn Stevens de Trenton, Michigan, juega en casa con su hija de 3 años Selena, que tiene autismo. Él y su esposa tienen que trabajar largas horas para cubrir los copagos de su seguro médico.
(Robert Gourley / Para The Times)
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Denise Wall, una maestra de escuela del área de Fresno con más de 2000 dólares en cuentas médicas, se indignó al enterarse de que podría recibir atención médica gratuita si renunciaba a su trabajo e inscribía a su familia en Medicaid.

Brenda Bartlett, una trabajadora de una fábrica en Nebraska, estaba tan enojada por los 2500 dólares en facturas médicas que acumuló usando la cobertura que obtuvo en el trabajo que dejó de pagar el seguro por completo.

“A ellos les importa un bledo la gente como yo”, dijo.

Sue Andersen, cargada con casi 10 mil dólares en deudas a través del plan de altos deducibles de su familia, tuvo que cambiar de trabajo para encontrar una mejor cobertura después de enterarse de que ella y su esposo ganaban demasiado para recibir ayuda del gobierno en Minnesota.

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“Somos de clase súper media”, dijo. “¿Cómo es que estamos atascados con todo?”

El seguro de salud --que nunca ha sido una protección estándar en los Estados Unidos como lo es en otros países ricos-- ha dividido a los estadounidenses desde hace mucho tiempo, proporcionando beneficios generosos a algunos y una protección que va de lo mínimo a muy poco para los demás.

Pero un fuerte aumento en los deducibles, que se han más que triplicado en la última década, ha empeorado la desigualdad, alimentando la ira y el resentimiento y contribuyendo a la inestabilidad política del país, según muestra un análisis del Los Angeles Times.

A chart showing how workers are frustrated by high deductibles.
(Los Angeles Times)

Muchos estadounidenses ricos --que ya están cosechando la mayoría de los beneficios del crecimiento económico de la última década-- han resistido el dramático aumento de los deducibles en los últimos años, en parte al guardar dinero en cuentas de ahorro para la salud libres de impuestos.

Los estadounidenses muy pobres, millones de los cuales obtuvieron cobertura a través de la Ley de Atención Asequible 2010, pueden ver a un médico o ir al hospital prácticamente sin costo alguno, gracias a Medicaid, el programa de protección social del gobierno de medio siglo de antigüedad.

Apretujados en el medio hay legiones de trabajadores estadounidenses que se enfrentan a salarios estancados, primas de seguros que se llevan más y más de sus cheques de pago y deducibles altísimos que los dejan con facturas médicas que no pueden pagar.

“El sistema cada vez más no funciona para este grupo en medio”, dijo Drew Altman, jefe durante mucho tiempo de la Fundación Kaiser Family, o KFF, una organización sin fines de lucro de California que investiga el sistema de salud de Estados Unidos.

“Esta gente puede tener seguro médico, pero no pueden pagar las cuentas.”

Este exprimidón a la clase media y las divisiones de clase que está exponiendo se encuentran entre los efectos corrosivos de la revolución de altos deducibles, que The Times está explorando en una serie de artículos basados en investigaciones originales, estudios académicos y entrevistas con decenas de trabajadores, médicos y expertos estadounidenses.

Bill McInturff, un encuestador republicano que ha estudiado durante años las opiniones sobre la atención médica, dijo que la frustración se ha convertido en resentimiento para muchos estadounidenses de la clase trabajadora que luchan contra los altos deducibles y los costos de los servicios de atención médica.

“Entre los grupos de enfoque más molestos que he hecho en mi carrera estaba [uno] con mujeres de la clase trabajadora de Maine hablando de cuánto les estaba costando su cobertura de atención de salud y cuidado infantil en comparación con las mujeres que conocían en Medicaid”, dijo.

Aunque la mayoría de los trabajadores siguen contentos con sus beneficios de salud, una cuarta parte ahora reportan sentirse frustrados, según una encuesta nacional de estadounidenses con cobertura basada en el trabajo realizada para este proyecto en asociación con la KFF.

Uno de cada siete está enojado por su seguro.

El descontento es aún más pronunciado entre los trabajadores con los deducibles más altos: cuatro de cada diez reportan frustración y casi una cuarta parte dicen estar enojados.

“No soy un político duro, pero a veces me duele”, dijo Shawn Stevens, un padre de 40 años que ha racionado su propia atención médica para mantener a la familia a flote y para asegurar que su hija, que tiene autismo, obtenga lo que necesita.

“Trabajas y haces lo que se supone que debes hacer, y realmente pagas el precio”, dijo Stevens, cuya familia estaba en un plan de alto deducible a través de su trabajo en Home Depot fuera de Detroit. Están pagando casi 1500 dólares en facturas médicas, y su esposa, que es programadora de un hospital, tomó un segundo trabajo como camarera varias noches a la semana.

Stevens, cuya familia gana unos 48 mil dólares al año, estudió la posibilidad de inscribir a su hija en el Programa de Seguro Médico para Niños de Michigan, un plan subsidiado por el gobierno para familias trabajadoras.

Robert Gourley / For The Times
Shawn Stevens y Courtney Stevens, cuya hija de 3 años, Selena, tiene autismo, pagan casi 1500 dólares en un mes en cuentas médicas.
(Robert Gourley / For the Times)

“Me dijeron que había ganado demasiado”, recordó. “Pensé:’¿No soy lo suficientemente pobre? Me siento muy pobre”.

La mayoría de los trabajadores culpan a las compañías farmacéuticas y a las aseguradoras de salud por los altos costos de la atención de salud, encontró la encuesta de The Times/KFF.

Pero las profundas líneas partidistas también dividen los puntos de vista de los estadounidenses sobre la crisis de la asequibilidad.

La mitad de los demócratas que luchan con los costos de su cobertura de salud basada en el trabajo culpan a la administración de Trump por las presiones de costos.

Seis de cada 10 republicanos culpan a la ley de salud de 2010, a menudo llamada Obamacare.

La ley, por primera vez, garantizaba que los estadounidenses podrían obtener un seguro si estaban enfermos.

También le dio a millones de estadounidenses trabajadores muy pobres acceso a Medicaid, que no tiene deducibles. La expansión produjo una caída histórica en el número de estadounidenses sin seguro médico.

Pero muchos planes de salud que se venden en los mercados de seguros de la ley tienen deducibles muy altos, lo que refleja el tiempo que ha pasado con los beneficios basados en el trabajo.

Y aunque la expansión de Medicaid es ampliamente popular, ha puesto de relieve las dificultades de los trabajadores estadounidenses y sus familias.

Dos grupos de trabajadores, los que tienen ingresos altos y los que tienen deducibles bajos, tienen más probabilidades de creer que tienen mejor cobertura que los inscritos en Medicaid, que por lo general tienen que ganar menos de 17 mil dólares al año para cumplir con los requisitos, encontró la encuesta de The Times/KFF.

Pero los trabajadores de los hogares que ganan menos de 40 mil dólares al año y los que tienen los deducibles más altos son más propensos a decir que el sistema de seguro de salud funciona mejor para las personas que tienen Medicaid.

Eso incluye personas con deducibles de más de 3000 dólares para la cobertura individual y 5000 dólares para un plan familiar.

Conforme los deducibles y las primas se han ido incrementando, un número creciente de trabajadores de bajos ingresos que tienen beneficios de salud basados en el trabajo están inscribiendo a sus hijos en Medicaid y en el Programa de Seguro de Salud para Niños relacionado, según muestra una investigación.

Pero muchos trabajadores no pueden obtener la misma cobertura gubernamental gratuita para sí mismos.

Stevens, el trabajador de Home Depot, dijo que no envidia a los que necesitan ayuda del gobierno, recordando que cuando era niño, su familia era lo suficientemente pobre como para calificar para Medicaid. Pero dijo que extrañaba la seguridad que ofrecía la cobertura.

“No había miedo”, dijo. “No tenías que tener miedo de ir al médico”.

En general, cuatro de cada diez trabajadores estadounidenses dijeron que tuvieron problemas para pagar la atención de la salud en el último año, a pesar de tener cobertura de salud basada en el trabajo, encontró la encuesta de The Times/KFF.

Sin embargo, esa cifra enmascara una gran disparidad en las experiencias de los estadounidenses.

Graphic showing how different income brackets had trouble paying for healthcare

Dos tercios de los trabajadores en hogares que ganan menos de 40 mil dólares al año dijeron que tuvieron dificultades para pagar la atención médica el año anterior.

En comparación, menos de un tercio de los trabajadores con ingresos de por lo menos 100 mil dólares dijeron que tenían dificultades para pagar la atención, según la encuesta.

Esta división de ingresos se basa en la forma en que los empleadores proporcionan cobertura a los trabajadores en Estados Unidos: Las empresas con empleos mejor remunerados han ofrecido durante mucho tiempo beneficios más generosos.

En 2018, por ejemplo, los trabajadores de las empresas con salarios más altos tuvieron que asumir alrededor de una cuarta parte del costo de un plan de salud familiar, según una encuesta anual realizada por la KFF durante años. El empleador pagó las tres cuartas partes restantes.

Los estadounidenses que trabajan para empleadores de bajos salarios, en comparación, tuvieron que pagar casi el 40 por ciento del costo de un plan de salud familiar.

Esto significó que los trabajadores de las empresas que pagan menos también se vieron afectados con un promedio de unos 1700 dólares más en primas de seguro que sus contrapartes de los empleadores mejor pagados.

Esa disparidad basada en el pago no importaba tanto cuando los deducibles eran más bajos, dando a los trabajadores de bajos salarios algunas protecciones contra las grandes facturas médicas si se enfermaban.

En 2006, el deducible promedio para la cobertura individual en un plan basado en el empleo era de solo 379 dólares, ajustado por inflación, según la KFF.

Pero desde principios de la década de 2000, los empleadores han trasladado rápidamente los costos a los trabajadores, ya que se han esforzado por controlar sus propios gastos de salud.

El deducible promedio se ha más que triplicado, a 1350 dólares. Más de un cuarto de los trabajadores tienen planes con un deducible de por lo menos 2500 dólares.

Las empresas a menudo no prestaban toda su atención a la carga adicional que pesa sobre los trabajadores, dijo Michael Critelli, ex director de la empresa de tecnología global Pitney Bowes.

“El director ejecutivo promedio no podría ponerse en el lugar de un trabajador que cambia la atención médica por pagar una factura para quedarse en una casa o un departamento”, dijo Critelli. Pitney Bowes estuvo entre un puñado de grandes empleadores que adaptaron los beneficios de salud para que fuera más fácil y asequible para los trabajadores obtener la atención recomendada y los medicamentos recetados.

La mayoría de los principales asalariados, que ya tienen más ahorros, están mejor posicionados para ajustarse a deducibles más altos.

Pero obtuvieron ayuda adicional de un cambio en la ley de impuestos que aceleró el cambio en el seguro de salud, muestran los datos.

En 2003, el presidente George W. Bush firmó una ley que permite a los trabajadores de planes altamente deducibles ahorrar dinero en cuentas libres de impuestos que podrían utilizarse para pagar cuentas médicas.

Los políticos conservadores y los economistas de la salud promocionaron las Cuentas de Ahorro de Salud, o HSAs, y los altos deducibles como una forma de dar a los pacientes “piel en el juego” y un incentivo para comprar atención médica a precios más bajos.

Poco después de la promulgación de la ley de 2003, el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, uno de los principales impulsores de las cuentas de los republicanos, predijo en un artículo de opinión conjunto que la ley “inevitablemente conduciría a precios más bajos, más asequibilidad y más opciones para el consumidor”.

Nada de eso sucedió.

Los trabajadores de ingresos medios y bajos, cuyos ingresos y ahorros apenas han variado en las últimas décadas, apenas utilizan las HSA, incluso cuando sus deducibles se han disparado.

Para los estadounidenses más ricos, por el contrario, las cuentas se han convertido en una generosa herramienta de ahorro e inversión.

Graphic showing wealthy tax filers putting more money into HSAs

En 2013, por ejemplo, las personas con ingresos superiores a los 100 mil dólares representaban menos del 20 por ciento de los declarantes de impuestos, pero eran el 70 por ciento del total de las contribuciones hechas a las HSA ese año, de acuerdo con los datos de impuestos analizados por el Comité Conjunto de Impuestos del Congreso.

Por el contrario, los estadounidenses con ingresos inferiores a 40 mil dólares constituyeron casi el 50 por ciento de los declarantes de impuestos, pero hicieron menos del 6 por ciento de las contribuciones a la HSA.

“No hay duda de que estas cuentas han sido mucho más valiosas para las personas de mayores ingresos”, dijo Paul Fronstin, que dirige el programa de investigación en salud del Employee Benefit Research Institute, un centro de investigación con sede en Washington, D.C.

Una nueva investigación realizada por el instituto en colaboración con The Times muestra cuán grandes han sido estas ventajas para los trabajadores más ricos.

Al analizar los datos de salarios y seguros de una gran corporación nacional con un plan de HSA, Fronstin y sus colegas encontraron que los empleados con cobertura individual que ganaron más de 150 mil dólares en 2016 pusieron más de 1700 dólares en promedio en sus HSAs ese año.

Eso fue casi tres veces más que los trabajadores que ganan menos de 75 mil dólares.

A finales de 2016, los trabajadores de altos ingresos también habían ahorrado más de tres veces más, con un promedio de casi 6500 dólares en sus cuentas.

Los empleados de ingresos más altos también tenían casi el doble de probabilidades de invertir sus cuentas, una estrategia recomendada para maximizar los beneficios fiscales de las HSA.

Investigaciones relacionadas de Fronstin indican que los trabajadores con balances más altos de HSA usan más atención médica, incluso teniendo en cuenta las diferencias en las edades de los trabajadores.

“Por todas partes, están obteniendo más por su dinero”, dijo.

Brittany Robb, de 24 años, quien recientemente comenzó su primer trabajo en una firma de arquitectos en St. Paul, Minnesota, dijo que sueña con ahorrar en la HSA que viene con su plan de 2000 dólares de deducible.

Sin embargo, incluso con un salario de 48 500 dólares, Robb puede permitirse poner solo 80 dólares en la cuenta cada mes.

“No me ayuda mucho”, dijo, y señaló que las facturas por ver a un terapeuta y surtir recetas agotan rápidamente la HSA y la obligan a racionar su atención.

“Me siento muy estresada por el seguro médico todo el tiempo”.

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