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En la crisis del coronavirus, un récord de 16.6 millones de personas solicitaron asistencia por desempleo

Raquel Lezama, with her daughter, Monica Ramos, 19, walk home from Manual Arts High School with their grab-and-go meals for the family on March 25.
Raquel Lezama y su hija, Mónica Ramos, de 19 años, vuelven a casa desde el instituto de artes manuales con sus comidas para la familia el 25 de marzo.
(Al Seib / Los Angeles Times)
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Con la sorprendente cifra de 6.6 millones de personas que solicitaron beneficios por desempleo hasta la semana pasada, Estados Unidos alcanzó un hito sombrío: más de uno de cada 10 trabajadores perdió su fuente de ingresos en las últimas tres semanas debido al brote de coronavirus.

Las cifras colectivamente constituyen la cadena de pérdidas de empleos más grande y veloz desde 1948, el año a partir del cual se tienen registros. Por el contrario, durante la Gran Recesión, transcurrieron 44 semanas -aproximadamente 10 meses- para que las solicitudes de desempleo escalaran tanto como ahora en menos de un mes.

El mercado laboral se está desmoronando rápidamente a medida que las empresas cierran en todo el país. En total, en las últimas tres semanas, 16.8 millones de estadounidenses pidieron asistencia por desempleo. El aumento de las solicitudes ha abrumado a las oficinas estatales en todo el país, y aún se esperan más recortes laborales.

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Más de 20 millones de habitantes podrían perder sus empleos este mes. La tasa podría alcanzar el 15% cuando el informe de empleo de abril se dé a conocer, a principios de mayo.

“La masacre en el mercado laboral estadounidense sigue sin cesar”, afirmó Joseph Brusuelas, economista jefe de RSM, una firma de asesoría fiscal.

Se cree que el brote viral eliminó casi un tercio de la producción de la economía en el trimestre actual. Cuarenta y ocho estados ordenaron el cierre de compañías y negocios no esenciales. Restaurantes, hoteles, grandes almacenes e innumerables pequeñas empresas han despedido a millones de personas en el intento de pagar las facturas mientras sus ingresos son inexistentes.

Una enorme cantidad de compradores y viajeros en el país, que por lo general gastan libremente, se encuentran ahora mayormente recluidos en sus hogares, lo cual detiene casi por completo la economía. Según Morgan Stanley, la venta minorista de productos no comestibles se desplomó un 97% en la última semana de marzo, en comparación con el año anterior. El número de pasajeros de aerolíneas examinados por la Administración de Seguridad del Transporte (TSA) cayó un 95% en relación con 2019. Los ingresos hoteleros de EE.UU bajaron un 80%.

Los cierres de negocios ordenados por el gobierno, que buscan derrotar al virus, detuvieron repentinamente al país, en una situación que no tiene precedentes. Los economistas pugnan por evaluar la duración y la gravedad del daño. “Estamos descartando todos nuestros manuales”, reflexionó Beth Ann Bovino, economista jefa para Estados Unidos en S&P Global Ratings.

El Modelo de Presupuesto de Penn Wharton, creado en la escuela de negocios de la Universidad de Pensilvania, proyecta que la economía de EE.UU se reducirá a una asombrosa tasa anual del 30% en el trimestre de abril a junio, incluso teniendo en cuenta la nueva medida de alivio del gobierno, por $2.2 billones, el mayor paquete federal de ayuda en la historia. Una contracción económica de esa escala sería la mayor caída trimestral desde la Segunda Guerra Mundial.

Un aspecto clave del paquete de rescate es un programa de préstamos para pequeñas empresas por valor de $350 mil millones de dólares, destinado a prevenir despidos. Los pequeños negocios pueden pedir prestado lo suficiente para cubrir la nómina y otros costos durante ocho semanas, y los créditos serán perdonados si las pequeñas compañías conservan o vuelven a contratar a su personal. El Departamento del Tesoro comenzó a extender los préstamos, con resultados mixtos. Una gran cantidad de pequeñas empresas remarcaron ciertos problemas para acceder a las solicitudes de estos créditos, y muchos economistas alegan que los $350 mil millones son insuficientes. El secretario del Tesoro, Steven T. Mnuchin, anticipó que pedirá al Congreso $250 mil millones adicionales para el programa.

El paquete de rescate también agregó $600 por semana en beneficios de desempleo, además de lo que los beneficiarios reciben de sus estados. Esto permitirá a una gran cantidad de empleados de bajos ingresos administrar sus gastos e incluso aumentar su poder adquisitivo y apoyar la economía. También hace que muchas más personas sean elegibles para recibir ayuda por desempleo, entre ellos los trabajadores por cuenta propia, los contratistas y los llamados trabajadores de la “economía de empleos temporales”, como los conductores de Uber y Lyft.

Pero una gran cantidad de estas personas han expresado su frustración y desconcierto por el proceso de búsqueda de beneficios, mientras una avalancha de solicitudes abruma muchas oficinas estatales. Margaret Heath Carignan llamó a la oficina de desempleo en Maine, donde vive, 291 veces el día en que aquellos con los apellidos de la A a la H podían hacerlo. Nunca logró comunicarse.

Carignan, de 57 años, fue despedida -espera que temporalmente- de su puesto como asistente médica certificada en un consultorio ortopédico en Portland, un empleo que había tenido durante 20 años. El lugar la suspendió a ella y a otros porque no pueden atender muchos pacientes por ahora, aunque ella espera regresar cuando el coronavirus esté contenido.

Incluso cuando los negocios no esenciales en gran parte cerrados y las autoridades sanitarias imploran a las personas que se queden en sus casas, algunos estadounidenses que perdieron sus empleos siguen buscando trabajo. Normalmente, para calificar para beneficios de desempleo, quienes son despedidos deben buscar activamente uno nuevo. Pero a diferencia de las recesiones anteriores, esa expectativa ahora es casi imposible. Como resultado, muchos estados eximen o flexibilizan ese requisito.

En Tennessee, las personas desempleadas pueden cumplir la exigencia de búsqueda de empleo creando y manteniendo un plan de recontratación. Pero muchos parecen no darse cuenta de eso. Y al menos algunos de los desempleados siguen recibiendo notificaciones del estado que les indican que deben buscar trabajo activamente.

Shamira Chism fue despedida de su empleo como cocinera en un restaurante de Nashville hace tres semanas. Para demostrar que está buscando trabajo, dijo, debe hacer una búsqueda en línea dos veces por semana y guardarla. Hay algunas publicaciones de empleos para tiendas de comestibles y grandes centros de distribución, como Amazon, pero nada en su campo, remarcó.

Pocos estados han logrado distribuir a los destinatarios los $600 adicionales a la semana como ayuda por desempleo que proporcionó el paquete federal. Chism, de 31 años, puede pagar sus facturas en este momento sólo con la ayuda de sus padres. Los beneficios de desempleo de Tennessee son de $275 por semana.

Para otros desempleados, los cierres por el virus volvieron casi imposible hacer el tipo de red que normalmente es una parte crucial de la búsqueda de empleo. Ryan LaRe, de Salt Lake City, busca trabajo desde mediados de febrero. Al principio, las cosas parecían normales: solicitaba uno, concertaba algunas entrevistas y avanzaba en el proceso. Él tiene experiencia como recaudador de fondos para grupos sin fines de lucro, un campo que está en crisis ahora debido a la falta de donaciones. Casi todos los empleadores a los que consulta ahora, señaló, impusieron una congelación en la contratación. “Esto hace que las tareas mundanas parezcan monumentales cuando no sé de dónde obtendré mi dinero en un mes”, expresó LaRe, de 24 años de edad. “La cuestión de quedarse en casa es ya lo suficientemente difícil, pero no sentirme productivo es lo que más me molesta”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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