Anuncio

Trump negó versiones de su incidente cerebrovascular y volvió a colocar la salud física y mental en el centro de la campaña

El presidente Trump escucha durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el viernes.
El presidente Trump escucha durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el viernes.
(Associated Press)
Share via

El presidente Trump renovó las afirmaciones de que su rival, Joe Biden, es demasiado débil para ser comandante en jefe, mientras proyectó una sombra sobre su propia salud al alimentar -para luego refutar- las especulaciones acerca de un posible derrame cerebral, el año pasado.

Trump alimentó él mismo en gran medida la confusión sobre la aptitud presidencial al negar que había tenido una “serie de mini accidentes cerebrovasculares”, pero trató de cambiar el discurso al sugerir, sin evidencia, que tal vez fue su oponente, el ex vicepresidente Biden, quien había sufrido un derrame.

El primer mandatario, quien se ha jactado de haber superado una prueba cognitiva que generalmente se toma para detectar signos tempranos de declive, también reiteró las afirmaciones infundadas de que Biden sufre de demencia.

Anuncio

Con su ráfaga de tuits y comentarios, el presidente volvió a poner la edad y su impacto en el funcionamiento mental y físico, al frente de la campaña. Para los expertos es un tema que no tiene ningún beneficio obvio -aunque plantean fuertes dudas- tanto para el presidente, de 74 años, como para el retador, de 77, cualquiera de los cuales sería la persona de mayor edad elegida para liderar el país.

El video del aparente tropiezo de Trump al subir a un escenario en New Hampshire, la semana pasada, provocó un escrutinio interminable, tal como una repetición de una jugada de la NFL (¿Casi se cae o estaba bromeando, como dijo la campaña?), junto con el hashtag #TrumpNoEstáBien.

La vacilante descripción de Biden sobre el número de muertos por la pandemia de COVID-19 reapareció, más de una vez, en el perfil de Trump en Twitter.

La salud presidencial siempre ha sido un tema de fascinación, al igual que la tendencia de los expertos y el público a extrapolar, basándose en pruebas mínimas. Eso puede conducir a una mala interpretación, en lugar de los juicios más sólidos que provienen de evaluar a los líderes en función de su desempeño, señalan los académicos que han estudiado el tema.

Las afirmaciones de derrames cerebrales y pobre funcionamiento mental, con una evidencia tan limitada, son tanto “discriminatorias por edad” como “ridículas”, enfatizó Stuart Jay Olshansky, profesor de salud pública en la Universidad de Illinois, que ha estudiado la longevidad presidencial. “Cuando se habla de alguien como débil o se cita algo que hizo mal, se está describiendo una conducta de casi todas las personas mayores de 60 o 65 años”, comentó Olshansky. “Si los candidatos se insultan entre sí, también están insultando a toda la población [mayor] estadounidense, muchos de los cuales deben votar para que ellos resulten elegidos”.

Joe Biden after speaking to media in Wilmington, Del., on Friday.
Joe Biden se pone la mascarilla después de hablar con los medios de comunicación en Wilmington, Delaware, el viernes.
(Associated Press)

Pero los pasos en falso y las declaraciones erróneas viven para siempre en video. Un GIF de cinco segundos puede causar una impresión más profunda que toda una vida de trabajo. Se trata de una verdad que incluso uno de los adversarios extranjeros de Estados Unidos podría estar intentando explotar, según informes de noticias.

A principios de julio, el Departamento de Seguridad Nacional tenía pruebas de un plan ruso para promover “acusaciones sobre la mala salud mental” de Biden, informaron ABC News y el New York Times la semana pasada. Un boletín de inteligencia que advertía a las autoridades estatales y locales al respecto fue retenido por altos funcionarios de Seguridad Nacional, informó el canal.

El problema de salud surgió de forma indirecta. En un nuevo libro, el reportero del New York Times Michael S. Schmidt escribió sobre un incidente de noviembre pasado, cuando algunos asistentes llevaron a Trump al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed. Schmidt informó que el vicepresidente Mike Pence estaba preparado “para asumir temporalmente los poderes de la presidencia si Trump debía someterse a un procedimiento que hubiera requerido anestesia”.

Aprovechando esa revelación, el experto de CNN y ex secretario de prensa del gobierno de Clinton, Joe Lockhart, se preguntó en Twitter si Trump podría haber sufrido un derrame cerebral y lo estaba “escondiendo al público estadounidense”. La administración Trump ha sostenido que esa visita al hospital no programada fue para el examen físico anual del presidente.

El martes, Trump tuiteó: “¡Esto nunca termina! Ahora intentan decir que su presidente favorito, yo, fui al Centro Médico Walter Reed después de haber sufrido una serie de miniaccidentes cerebrovasculares. Eso nunca le pasó a ESTE candidato; son NOTICIAS FALSAS. ¡Quizá se refieran a otro candidato, de otro partido!”.

Eso creó confusión, ya que ningún medio de comunicación o comentarista importante había informado sobre “mini accidentes cerebrovasculares”, hasta que Trump planteó el tema. El rumor ganó fuerza con un titular, el martes en el Drudge Report, un sitio de noticias conservador cuyo editor se opone al primer mandatario: “Trump niega que un miniaccidente cerebrovascular lo haya enviado al hospital”.

El presidente respondió por Twitter, sugiriendo que Matt Drudge o Biden habían sufrido en realidad tales condiciones: “Su informe de noticias falsas sobre los miniaccidentes es incorrecto. Posiblemente estaba pensando en sí mismo o en el ‘candidato’ del otro partido”.

El médico de la Casa Blanca, Sean P. Conley, emitió después una declaración donde señaló que Trump “no ha experimentado ni ha sido evaluado por un accidente cerebrovascular (ACV), ataque isquémico transitorio (o ‘miniaccidente’ cerebrovascular) o cualquier emergencia cardiovascular aguda, como se informó incorrectamente en los medios”.

El mandatario siguió tuiteando y afirmó que la visita a Walter Reed había sido “para completar mi examen físico anual”.

Pero eso no concordó con la explicación de la administración en ese momento, acerca de que la visita de Trump era para comenzar -no para completar- su examen físico. Y Pence, en una entrevista con Fox News, no negó explícitamente las versiones de Schmidt; dijo que no recordaba haber sido puesto en posición de suplente de emergencia. El resultado: muchos periodistas y votantes volvieron a centrarse en la salud de Trump.

El presidente se ha maravillado durante mucho tiempo de su propia salud y vigor. A finales de julio, se jactó de su “puntuación perfecta” en una prueba cognitiva. Le contó a un entrevistador cómo pudo recordar con éxito una serie de palabras -”persona, mujer, hombre, cámara, TV”- desde el comienzo del examen hasta el final.

En los últimos meses, también mostró su renuencia a usar una mascarilla en medio de la pandemia, y su entusiasmo por hacer actos presenciales. El mandatario se ha burlado repetidamente de Biden -quien sigue los consejos de los expertos en salud pública y evitó hacer campaña en persona- señalando que está “escondido” en su sótano, y el miércoles le endilgó un nuevo apodo: “Joe Hiden” [un juego de palabras con hidden, ‘escondido’ en inglés].

Pero cuando se trata de información médica detallada, Trump ha brindado menos registros que otros candidatos importantes a la presidencia, incluido Biden.

Durante su campaña en 2015, no publicó datos de salud específicos, pero emitió una carta de su médico, un gastroenterólogo de Manhattan. Declaró: “Si el señor Trump es electo, puedo afirmar inequívocamente que será la persona más saludable que haya sido designada para la presidencia”. El Dr. Harold Bornstein le dijo más tarde a CNN: “Él dictó toda la carta. Yo no la escribí”.

En 2018, el entonces médico de la Casa Blanca, Ronny Jackson, declaró en la sala de reuniones que el presidente, que mide 6 pies 3 y pesaba entonces 239 libras, se encontraba en un “excelente” estado de salud. Jackson elogió los “muy buenos genes” de Trump y dijo que “si hubiera tenido una dieta más saludable durante las últimas dos décadas, podría vivir hasta los 200 años”.

Meses después, Trump nominó a Jackson como secretario de Asuntos de Veteranos, aunque el médico se retiró de la consideración y ahora es un candidato republicano al Congreso en Texas.

El equipo del primer mandatario ha hecho todo lo posible para proteger su información médica personal. En 2018, poco después de que Bornstein reconoció el uso prolongado de Trump de un tratamiento contra la calvicie, el doctor advirtió que su oficina fue “allanada”. El guardaespaldas y los abogados del presidente irrumpieron sin previo aviso y se fueron con sus expedientes médicos (la Casa Blanca describió la acción como una requisa estándar de registros importantes).

En 2008, Biden publicó 49 páginas de registros mientras aspiraba a la vicepresidencia. En diciembre pasado, su campaña emitió un resumen de tres páginas de su historial de salud, incluida la declaración del médico de que era un hombre de 77 años “sano y vigoroso”, plenamente capaz de asumir el papel de presidente.

El resumen mostró que Biden había sido tratado por latidos cardíacos irregulares, alergias ocasionales y reflujo gastroesofágico. El informe también expuso que las tomografías realizadas cuando tenía 65 años no revelaron daños permanentes por los aneurismas cerebrales que sufrió en sus 40 años.

El informe señala a Biden de 6 pies de altura y un peso de 178 libras; su presión arterial es de 128/84. Un informe de junio pasado del médico de Trump detalló que el presidente pesaba 244 libras. Según las tablas de índice de masa corporal, los hombres de 6 pies 3 pulgadas que pesan 240 libras o más son considerados obesos.

Pero Trump ha intentado centrar el debate sobre el estado físico en Biden. Dos veces, la semana pasada, volvió a publicar un video de los vacilantes intentos de su rival de resumir el número de muertos por la pandemia de COVID-19. “El COVID ha tomado este año, desde el inicio del brote, ha tomado más de 100 años. Miren, aquí está, las vidas, es solo…”, dice Biden, vacilante, en el video que Trump dio a conocer. Pero el clip omite el final más convincente de la declaración de Biden: “Quiero decir, pensemos en esto: más vidas este año que cualquier otro año durante los últimos 100 años, más de 180.000 vidas en solo seis meses”.

El martes, Trump afirmó casualmente que Biden “no sabe que está vivo” en una conversación un tanto tortuosa con los periodistas.

El portavoz de la campaña de Biden, Michael Gwin, afirmó que los pronunciamientos de Trump demostraron que es “un experto indiscutible en proyectar sus propias inseguridades y debilidades en los demás”.

Los partidarios de Biden no dudan en recordar los lapsus de Trump, como cuando pronunció el nombre de uno de los parques nacionales más famosos de Estados Unidos como “Yo-Semite” y Tailandia como “Thai-landia”. También difundieron videos del traspié del presidente por una rampa después de hablar en West Point, donde usó sus dos manos para llevarse un vaso de agua a la boca.

Katherine A.S. Sibley, directora del programa de estudios estadounidenses de la Universidad de St. Joseph en Filadelfia, comentó que tales eventos no deberían ser una carga para Trump a menos que “se convierta en algo acumulativo”, y agregó: “Si hay, literalmente, suficientes pasos en falso, entonces podría volverse un problema”.

Pero Trump y su equipo parecen no tener miedo de apoyarse en el tema de la salud. En julio, la mayor inversión publicitaria en televisión de la campaña de 2020 se destinó a un anuncio en el que se acusaba a Biden de carecer de “la fuerza, la resistencia y la fortaleza mental para liderar este país”.

Los demócratas respondieron con un anuncio que se emitió durante la Convención Nacional Republicana, que mostró a Biden andando en bicicleta, corriendo y muy activo en sus labores diarias. “Algunas personas siempre tienen prisa. Trotan cuando pueden caminar, suben los escalones corriendo cuando otros lo toman con calma”, decía el anuncio, que pasaba de las tomas de un Biden exultante a un Trump arrastrando los pies. “Cuando Joe Biden sea presidente, Estados Unidos simplemente tendrá que seguir su ritmo”.

Sibley, la historiadora, agregó que Biden necesita demostrar ese tipo de energía en los dos últimos meses de la carrera presidencial. “Es muy importante para él salir al ruedo”, dijo Sibley. “A los 77 años, tiene que confirmar que puede estar fuera de casa y dispuesto a hacer este gran trabajo. Si estás aislado, no importa cuál sea la razón, te hará daño”.

Olshansky, el estudioso de la longevidad, consideró que el debate sobre el envejecimiento probablemente no producirá un momento brillante, ni para el titular ni para el retador. “El problema para ambos es que cualquier cosa que uno diga sobre el otro, también podría aplicarse a sí mismo”.

La reportera de planta Melanie Mason contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

Anuncio