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Algunos expertos en vacunas tienen dudas acerca de apresurarse para inocular a los niños

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Iván Hernández, de 13 años, recibe apoyo de su madre mientras Sequoia Hutton le inyecta una dosis de la vacuna contra COVID-19 en Roosevelt Park, en Los Ángeles.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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Desde los primeros días de la pandemia, los médicos y los funcionarios de salud pública han visto la vacunación generalizada como la forma más efectiva de detener el COVID-19. Pero un creciente contingente de expertos médicos se pregunta ahora si esa sabiduría convencional debería aplicarse a los niños.

Sus dudas no se deben a creencias conspirativas, sino que se expresan en el lenguaje cuidadosamente calibrado del riesgo y el beneficio. Y se espera que esto salga al público la próxima semana, ya que los asesores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) reflexionan sobre una serie de problemas cardíacos posteriores a la vacuna en adolescentes y adultos jóvenes.

Nadie está argumentando que los antígenos contra COVID-19 para niños deberían detenerse por completo. Más bien, ha surgido un debate sobre la necesidad de inocular a los menores sanos lo antes posible y de acuerdo con el régimen de dos dosis autorizado por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés).

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Las vacunas fabricadas por Pfizer-BioNTech y Moderna se han administrado de forma segura a millones de adultos y se han examinado en varios miles de adolescentes. Pero ninguna de las dos ha sido sometida a pruebas exhaustivas en diversas poblaciones pediátricas, como suele ser necesario para un antígeno destinado al uso universal en niños.

La FDA autorizó la vacuna Pfizer-BioNTech para uso de emergencia en adolescentes de al menos 12 años el 10 de mayo. En las semanas siguientes, los sistemas de monitoreo de seguridad administrados por la FDA y los CDC detectaron docenas de casos de un posible efecto secundario en adolescentes inoculados: una inflamación del músculo cardíaco conocida como miocarditis.

Los casos se desarrollaron típicamente en adolescentes mayores, la mayoría de ellos varones, de tres a cuatro días después de recibir una segunda dosis. Prácticamente todos se consideraron leves y se presentaron como dolor y opresión en el pecho que se resolvieron después del tratamiento con medicamentos de venta libre. Ninguno de los pacientes parece haber muerto o sufrido un mal funcionamiento cardíaco grave, aunque es demasiado pronto para saber si sufrirán efectos a largo plazo.

Al 10 de junio, los sistemas de monitoreo de vacunación del gobierno detectaron 226 casos de miocarditis, o una condición relacionada llamada pericarditis, después de la inoculación en personas menores de 30 años. Normalmente, se esperarían menos de 100 casos para este grupo de edad, señaló el Dr. Tom Shimabukuro, director adjunto de la Oficina de Seguridad de las Inmunizaciones de los CDC.

Se necesita más investigación para determinar si la vacuna causó estos problemas cardíacos o si el momento fue simplemente una coincidencia, indicó.

El Dr. Paul Offit, pediatra y especialista en vacunas del Children’s Hospital of Philadelphia, indicó que los informes ofrecerán al Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los CDC la oportunidad de “brindar a las personas una clínica sobre el riesgo relativo”, como se hizo después del antígeno contra COVID-19 elaborado por Johnson & Johnson que se relacionó con un trastorno de la coagulación de la sangre poco común en mujeres más jóvenes, pero que aún así se consideró segura para su uso.

Offit señaló que duda de que los casos de miocarditis alteren la certeza de que los niños deben inocularse rápidamente.

“Vacunaría a mi hijo sin dudarlo”, señaló.

Otros no están tan seguros. La posibilidad de que los niños que reciban la vacuna pongan en riesgo su corazón, especialmente después de una segunda dosis, ha aumentado los llamados a un mayor debate antes de que los padres, las escuelas y otros adopten la convicción de que todos los menores sanos deben ser inoculados.

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Carla Méndez, de 17 años, recibe una inyección contra COVID-19 en la escuela preparatoria Esteban Torres en Los Ángeles.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

No es solo la posibilidad de un efecto secundario sorpresa lo que ha provocado el repentino aumento de la precaución con las vacunas.

A medida que la pandemia parece estar disminuyendo en Estados Unidos y se ha contabilizado un número limitado de niños, ya no está claro que inmunizarlos hará que el brote termine más rápido, señaló el Dr. Martin Makary, experto en salud pública de la Universidad Johns Hopkins.

Makary insta a sus colegas a “pensarlo dos veces” antes de recomendar la vacunación universal contra COVID-19 a los niños sanos. Dados los datos disponibles, “no hay argumentos convincentes para ello en este momento”, escribió este mes en MedPage, un sitio web muy leído por los médicos.

En una entrevista, Makary comentó que sus preocupaciones podrían disiparse con un examen más exhaustivo de los datos de seguridad.

“Pero nadie piensa así”, subrayó. “Hemos pasado de ser provacunas al fanatismo de las vacunas”.

Dada la disminución general de nuevas infecciones y hospitalizaciones, es tiempo de que la FDA realice una investigación exhaustiva de los antígenos para niños y adolescentes, explicó Makary. Incluso si lleva meses, podría terminar protegiéndolos.

El debate emergente amenaza con dividir a una comunidad que ha estado unida en gran medida por la pandemia.

Desde el momento en que la primera vacuna contra COVID-19 comenzó a llegar a los brazos de los estadounidenses, una certeza parecía casi indiscutible: tan pronto como estuvieran al alcance suficientes dosis, los niños del país serían inoculados.

También hay fuertes argumentos a favor de esa posición.

Aunque está claro que el COVID-19 ha salvado en gran medida a los niños de enfermedades graves, los CDC dicen que 456 menores estadounidenses han muerto a causa de la enfermedad, aunque eso se considera una estimación conservadora.

Al menos 20.000, y hasta 100.000, niños han sido hospitalizados con COVID-19. De hecho, los CDC informan que incluso cuando las hospitalizaciones de adultos disminuyeron en marzo y abril, la tasa de ingreso de adolescentes aumentó. Casi un tercio fue tratado en unidades de cuidados intensivos, lo que socava el argumento de que las enfermedades graves rara vez ocurren en este grupo de edad.

El costo de COVID-19 en algunos niños también perdura mucho más allá de un brote de infección. A mediados de mayo, al menos 4.018 en Estados Unidos han desarrollado una afección llamada síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MISC por sus siglas en inglés), que con frecuencia aparece de cuatro a seis semanas después de que un menor ha curado su infección y generalmente requiere hospitalización.

La miocarditis es común en estos niños muy enfermos y aproximadamente el 1% muere.

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Luci Guardino, de 11 años, recibe su primera dosis de una vacuna contra COVID-19 como parte de un ensayo recientemente iniciado en los sitios de Kaiser Permanente en Sacramento, Oakland y Santa Clara.
(Kaiser Permanente)

Si el COVID-19 fuera una enfermedad que solo se observa en niños, estadísticas como estas impulsarían a los profesionales médicos y a los funcionarios de salud pública a encontrar una manera de protegerlos, escribió la pediatra de Nueva York, la Dra. Risa Hoshino, en un comentario de MedPage provocado en parte por las opiniones de Makary.

Según cualquier definición, el COVID-19 ha sido una emergencia para los niños del país, y la autorización de uso de emergencia de la FDA es una “vía apropiada” para administrar vacunas a los jóvenes estadounidenses, agregó.

En el Children’s Hospital Los Angeles (CHLA), la cardióloga pediátrica Dra. Jodie Votava-Smith ha visto las consecuencias del COVID-19 de primera mano y no tiene dudas sobre el valor de vacunar a los niños.

En el último mes, ayudó a tratar a un paciente que desarrolló miocarditis después de una dosis de vacuna, informó. Los síntomas del niño fueron leves y se trataron fácilmente con ibuprofeno.

Votava-Smith comentó que su evaluación del valor de los antígenos ha sido moldeada más profundamente por las docenas de niños tratados en CHLA por la inflamación grave del músculo cardíaco como resultado de tener COVID-19. Estos pequeños estaban gravemente enfermos y ahora enfrentan efectos de salud potencialmente duraderos. La enfermedad era la causa de su sufrimiento, explicó, no la vacuna.

Votava-Smith, madre de dos niños de 5 y 7 años, señaló que “no puede esperar” para inocularlos. “Saben que recibirán su oportunidad cuando sea su turno”, señaló.

El Dr. H. Cody Meissner, un pediatra de la Universidad de Tufts que asesora a la FDA sobre las vacunas, enfatizó que es un error evaluar los antígenos contra COVID-19 para niños de la misma manera que se aprobó para uso de emergencia en adultos.

“El cálculo del riesgo de vacunar a un adulto es bastante fácil”, puntualizó. Cuando hasta 4.000 adultos al día morían de COVID-19, “incluso si hubiera un pequeño riesgo con el antígeno, la mayoría de la gente lo aceptaría”.

Pero para los niños, comentó, “el cálculo es un poco diferente”. Aunque parecen contraer el coronavirus con bastante facilidad, tienen muchas menos probabilidades que los adultos de enfermarse o morir. Entonces, incluso si los casos de miocarditis posvacunación son raros, aún cambian el análisis de riesgo-beneficio.

“Los datos no son suficientes para decir que el beneficio de estas vacunas contra COVID-19 supera el riesgo en niños y adolescentes”, señaló Meissner. “Podemos llegar allí. Pero ahora no estamos en ese punto”.

El redactor del Times, Sean Greene, contribuyó a este artículo.

Actualizaciones

8:08 a.m., 18 de junio de 2021: Esta nota originalmente decía que el comité asesor de vacunación de los CDC discutiría los antígenos contra COVID-19 para niños en una reunión el viernes 18 de junio. Esa reunión se pospuso hasta la próxima semana en cumplimiento del nuevo Día Festivo Juneteenth, Día de la Independencia Nacional.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

Puesto Al Día

11:59 a.m. jun. 20, 2021: This story originally said the CDC vaccine advisory committee would discuss COVID-19 vaccines for children at a meeting on Friday, June 18. That meeting has been postponed until next week in observance of the new Juneteenth National Independence Day holiday.

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