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Alarma y confusión por los raros casos de COVID entre personas vacunadas

Eon Walk administers a dose of COVID-19 vaccine to Elwarder Silas at a mobile clinic in Los Angeles.
Eon Walk administra una dosis de la vacuna contra el COVID-19 a Elwarder Silas, en una clínica móvil en Los Ángeles. Los informes de casos en individuos ya vacunados pueden parecer alarmantes, pero las vacunas reducen el índice de síntomas graves y muerte.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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Las noticias de atletas, legisladores y otras personas que contraen el coronavirus a pesar de estar vacunados pueden parecer alarmantes, pero los principales expertos en salud apuntan a una evidencia abrumadora de que las dosis están haciendo exactamente lo que se supone que deben hacer: reducir drásticamente las enfermedades graves y la muerte.

El mejor indicador es que las hospitalizaciones y decesos en EE.UU suceden, casi todas, entre personas no vacunadas, y los datos de Gran Bretaña e Israel también muestran que la protección contra los peores casos sigue siendo sólida. Lo que los científicos llaman infecciones de “avance” en individuos que están completamente vacunados constituyen una pequeña fracción de los casos.

“Cuando se entera de una infección de avance, no significa necesariamente que la vacuna esté fallando”, le dijo el Dr. Anthony Fauci, el principal especialista en enfermedades infecciosas del gobierno de EE.UU, a un panel del Senado preocupado esta semana. Las vacunas funcionan, incluso frente a la variante Delta, altamente contagiosa, que avanza entre las comunidades no vacunadas.

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Las autoridades sanitarias han advertido que, aunque las vacunas contra el COVID-19 son altamente efectivas (las de Pfizer y Moderna tuvieron una eficacia de alrededor del 95% contra la infección sintomática en los ensayos clínicos), no son perfectas. De hecho, ninguna vacuna lo es.

Pero no fue hasta que la variante Delta comenzó a extenderse que el riesgo de estas infecciones comenzó a recibir mucha atención del público. El aluvión de titulares es desconcertante para las personas vacunadas que se preguntan cómo equilibrar el regreso a la normalidad con una mayor exposición a extraños no vacunados, especialmente si tienen seres queridos vulnerables, como niños demasiado pequeños para ser inoculados.

Los fanáticos del deporte ven informes diarios sobre atletas infectados, desde los Yankees de Nueva York hasta quienes participan de los Juegos Olímpicos, entre ellos Kara Eaker, miembro del equipo de gimnasia femenino de EE.UU, quien pese a estar vacunada dio positivo en un campo de entrenamiento en las afueras de Tokio. La jugadora de la WNBA Katie Lou Samuelson se retiró de los Juegos Olímpicos y la competencia de baloncesto 3 contra 3 después de dar positivo, a pesar de estar vacunada.

Y los políticos de la capital del país también están perturbados por los informes de casos entre gente vacunada, entre ellos el de un congresista, el republicano de Florida Vern Buchanan; algunos legisladores demócratas de Texas que visitan Washington como protesta política; al menos dos personas en la Casa Blanca; y varios miembros del personal del Congreso.

Una pregunta crítica sobre estos casos es si la persona realmente presentó síntomas, expuso el Dr. Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud. “¿O se trata de alguien que está siendo examinado por precaución porque tuvo que ir a algún lugar, como el Congreso?”, añadió.

De hecho, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han dicho durante meses que las personas vacunadas ni siquiera necesitan hacerse la prueba después de una exposición al virus, a menos que desarrollen síntomas. La agencia cita evidencia limitada de que es menos probable que infecten a otros que aquellos no vacunados que contraen una infección asintomática.

Pero los diferentes lugares tienen distintas reglas. En Gran Bretaña, el primer ministro Boris Johnson, que sobrevivió al COVID-19 al principio de la pandemia y ahora está completamente vacunado, comenzó a ponerse en cuarentena durante el fin de semana después de tener contacto con alguien que experimentaba síntomas leves de una infección irruptiva.

Y se requieren pruebas rigurosas a medida que miles de atletas, entrenadores, funcionarios y medios de comunicación, no todos los cuales están vacunados, viajan a Tokio para los Juegos Olímpicos, retrasados por la pandemia.

Si bien no hay un recuento específico, está claro que las infecciones irruptivas son inusuales. Hasta el 12 de julio, los CDC habían contabilizado 5.492 personas vacunadas que fueron hospitalizadas o fallecieron y también dieron positivo por coronavirus, de más de 159 millones de estadounidenses completamente vacunados. La directora de los CDC, la Dra. Rochelle Walensky, afirmó que el 99.5% de todas las muertes por COVID-19 se dan entre gente no vacunada.

No hay un recuento separado de casos leves o asintomáticos, aunque los CDC los están rastreando a través de estudios, como uno que brinda pruebas de virus semanales a más de 5.000 trabajadores esenciales, comentó a los senadores.

Los casos de avance tienden a ser leves porque el sistema inmunológico de una persona vacunada no tiene que empezar de cero para combatir el coronavirus. Incluso si el virus se escapa de los anticuerpos estimulados por la vacuna y comienza a replicarse en la nariz o la garganta, las defensas secundarias entran en acción y, por lo general, “se detiene en unos pocos días”, señaló el inmunólogo Scott Hensley, de la Universidad de Pensilvania.

Hay excepciones. Las vacunas no funcionan tan bien en personas con sistemas inmunológicos muy débiles, como los receptores de trasplantes de órganos.

Y el gobierno está observando de cerca las señales de aumento de casos irruptivos, especialmente los graves, porque eso podría indicar la necesidad de un refuerzo de vacunación.

Los funcionarios de la Casa Blanca quieren “normalizar” el concepto de infecciones revolucionarias para el público, porque les preocupa que estos eventos raros e inevitables puedan influir en las guerras de desinformación que han ayudado a evitar que millones de personas se inoculen.

“Las vacunas se desarrollaron para mantenernos fuera de esas terribles instituciones que llamamos hospitales”, comentó el Dr. William Schaffner, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt. “Tenemos que recordar eso”.

El reportero Zeke Miller, de Associated Press, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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