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Padres ricos burlan al sistema, en el mayor fraude de admisiones universitarias

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En lo concerniente al ingreso de sus hijas a la universidad, la actriz Lori Loughlin y el diseñador de moda J. Mossimo Giannulli no se arriesgaban.

La pareja, adinerada y glamorosa, estaba decidida a que sus hijas asistieran a la USC, una universidad altamente competitiva, que ofrece cupos sólo a una fracción de los miles de estudiantes que se inscriben cada año.

Así, recurrieron a William Singer y la “entrada alterna” que el ejecutivo de Newport Beach decía haber incorporado a la USC y a otras universidades muy buscadas. Medio millón de dólares después -de los cuales $400.000 fueron para Singer y $100.000 para un administrador en el elogiado programa deportivo de USC-, las chicas estaban inscritas en la escuela. A pesar de no haber competido nunca, a ambas se les otorgaron codiciados espacios, reservados para los remeros que debían unirse al equipo de la casa de estudios.

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“¡Esta es una noticia maravillosa!”, le escribió Loughlin vía correo electrónico a Singer, luego de ser informada de que se había asegurado el ingreso a su segunda hija. La nota añadía un emoji de high-five (saludo de bien hecho).

De acuerdo con una amplia investigación criminal sobre las admisiones fraudulentas que se dieron a conocer el pasado martes, Loughlin y Giannulli son una de docenas de familias que pagaron enormes sumas y aprovecharon el audaz plan de Singer para acceder a universidades exclusivas mediante sobornos y mentiras.

Los investigadores federales han acusado a 50 personas en el caso, incluido el administrador de USC que ayudó a las hijas de Loughlin, y los cómplices a quienes Singer supuestamente les pagó para manipular los puntajes de las pruebas de admisión a la universidad, así como a entrenadores de USC, UCLA, Stanford y Yale.

Los cargos sorprendieron a los niveles más altos de eruditos estadounidenses y aumentaron el debate sobre las ventajas que los ultra ricos disfrutan al acceder a las mejores universidades del país, en medio de una competencia intensa en la cual el mérito por sí solo no es suficiente para garantizar la admisión, incluso para estudiantes con un promedio de calificaciones perfecto y currículums estelares. Las acusaciones también plantearon serias dudas sobre cómo los funcionarios de admisión universitarios, los departamentos de deportes y otros pueden haber permitido que un fraude tan evidente no sea detectado.

La noticia generó una conmoción particular en la USC, un campus que actualmente intenta recuperarse de varios escándalos. Los fiscales alegaron que un alto líder del departamento de deportes, así como tres entrenadores actuales y pasados, aceptaron casi $2 millones en sobornos para que los estudiantes ingresaran a la entidad.

El caso menciona a celebridades, ejecutivos corporativos, banqueros de inversión, dueños de negocios, abogados de primer nivel, e incluso un autor de best-sellers para padres. Todos acudían a Singer desde diferentes partes del país, pero con un objetivo primordial: lograr que sus hijos ingresen a las mejores universidades.

Andrew E. Lelling, fiscal de Estados Unidos en Massachusetts, denominó a los acusados como “un catálogo de riqueza y privilegios”.

Loughlin y Giannulli enfrentan cargos, así como la actriz Felicity Huffman y otros 30 padres acusados de contratar a Singer para que sus hijos asistan a las universidades deseadas.

Agentes del FBI detuvieron a Huffman el pasado martes por la madrugada, en su casa en Los Ángeles. La llevaron esposada hacia un centro de detención federal, junto con otras 11 personas, precisaron las autoridades. La actriz pasó horas allí antes de ser liberada, con una fianza de $250.000, durante una audiencia en la corte donde su esposo, el actor William H. Macy, observaba. El abogado de Huffman se negó a comentar sobre la acusación.

Al anunciar los cargos, Lelling destacó que la investigación, de un año de duración, es la más grande de su tipo en el país, y dejó abierta la posibilidad de que existan más acusaciones contra otras personas.

El pasado martes, en un tribunal de Boston, Singer, de 58 años, se declaró culpable de extorsión y otros cargos, como parte de un acuerdo de culpabilidad con los fiscales. Admitió haber recaudado más de $25 millones entre 2011 y febrero de este año, donde los padres pagaban decenas de miles de dólares para que un experto en exámenes, empleado de Singer, realizara las pruebas de admisión universitaria de sus hijos, o emitía un cheque aún más grande para ‘comprar’ vacantes que las universidades reservan para los atletas.

Un policía familiarizado con la investigación pero no autorizado para discutirla públicamente, indicó que las autoridades federales visitaron varias escuelas prominentes en el sur de California en busca de registros de los alumnos cuyos padres eran sospechosos de haber contratado a Singer.

En conversaciones telefónicas con varios padres, grabadas en secreto por agentes, Singer se jactaba de haber ayudado a más de 850 estudiantes, hijos de ricos y poderosos, a ingresar en las universidades en sólo dos años. Lelling afirmó que en algunos de los casos descubiertos por los investigadores, los menores estaban al tanto de la estafa realizada en su nombre, pero que otros adultos mantenían el tema en secreto.

Este es un caso, afirmó Joseph R. Bonavolonta, agente especial a cargo del FBI en Boston, en el cual los padres “hacen alarde de su riqueza, sin escatimar gastos, para engañar al sistema y poder preparar a sus hijos para el éxito con la mejor educación que el dinero puede comprar, literalmente”.

Singer, que es dueño de una compañía de preparación universitaria, hacía su trabajo a través de Key Worldwide Foundation, una organización benéfica que fundó en 2012, precisaron los fiscales en documentos judiciales. La misión de la entidad era “brindar educación que normalmente sería inalcanzable para estudiantes desfavorecidos”, según estos documentos.

Sin embargo, la realidad era que Singer usaba la fundación para cobrar los pagos de los padres y pagar sobornos, muestran los registros judiciales. Debido a que emitían cheques -o por lo menos un caso transfirieron acciones en Facebook- a una organización benéfica, los padres podían manejar sus pagos a Singer como deducciones de impuestos, expuso Lelling.

De acuerdo con los registros judiciales, los padres que temían que sus hijos no obtuvieran una puntuación lo suficientemente alta en las pruebas estandarizadas debían pagar entre $15.000 y $75.000 para calmar sus temores.

Singer instruía a los padres para que informaran, a las universidades, sobre necesidades especiales de sus hijos, lo cual exigía la asignación de tiempo adicional para rendir los exámenes. En al menos una instancia, un estudiante afirmó tener una discapacidad de aprendizaje para obtener la documentación médica necesaria y ganarse ese tiempo adicional.

Luego Singer pagaba a un contacto en una escuela privada en West Hollywood o en Houston para organizar la toma de las pruebas a los alumnos. Para los exámenes, Singer enviaba a Mark Riddell, quien trabajaba como instructor de exámenes universitarios en Florida. A cambio de una tarifa, Riddell simplemente tomaba el examen para el estudiante o corregía las respuestas posteriormente, relató Lelling.

Riddell, de 36 años; Igor Dvorskiy, de 52 años, el director de la West Hollywood College Preparatory School, y Niki Williams, de 44 años, una administradora de exámenes universitarios en Houston, fueron acusados en el caso.

Huffman, quien ganó fama por su papel en el programa de televisión “Desperate Housewives”, y su esposo, el actor William H. Macy, le pagaron a Singer $15.000 el año pasado por una alta puntuación en el SAT que Riddell orquestó para la hija de ambos, de acuerdo con una demanda criminal presentada en contra de Huffman, que alega conspiración para cometer fraude postal y electrónico. Macy no ha sido acusado, aunque los investigadores informaron en una declaración jurada que acudió junto con su esposa a una reunión con Singer en la cual se discutió la estafa de las pruebas.

Riddell le dio a la chica una puntuación de 1420 en el examen SAT -de 1600 puntos-, según una declaración jurada presentada por un agente del FBI que trabajó en el caso. Fue un salto de 400 puntos sobre lo que había obtenido en una prueba anterior: una mejora intencionalmente calibrada por Singer para impresionar a los oficiales de admisión de la universidad pero no tan grande como para generar sospechas, concluyeron las autoridades.

“No tenía información privilegiada sobre las respuestas, sólo era lo suficientemente inteligente como para lograr una puntuación casi perfecta a petición de los padres, o para calibrar la puntuación”, precisó Lelling sobre Riddell.

Huffman, quien le dijo a Singer que estaba interesada en contratarlo nuevamente para su hija menor, pero finalmente decidió no hacerlo, hizo una breve aparición en la corte el pasado martes por la tarde. Mientras Macy observaba desde el pasillo, le dijo a un magistrado federal que entendía los cargos en su contra y fue liberada bajo fianza.

A cambio de tarifas más altas, los padres podían aprovechar los contactos que Singer tenía con Donna Heinel, la directora atlética asociada de la USC, así como con los entrenadores de la USC y otras escuelas, que estaban dispuestos a mentir sobre las habilidades atléticas de los alumnos, a cambio de sobornos. En algunos casos, Singer manipulaba fotos para superponer las caras de los jóvenes sobre los cuerpos de los atletas. Los entrenadores utilizaban las imágenes falsas para demostrar a sus colegas que los jóvenes eran deportistas.

De los $1.2 millones que Singer admitió haber aceptado de una familia que quería un ingreso en Yale, $400.000 se pagaron al entrenador de fútbol femenino, Rudolph “Rudy” Meredith, dijeron los fiscales. La joven fue admitida en la escuela de la Ivy League como recluta de fútbol, a pesar de no practicar el deporte de manera competitiva, según un expediente judicial.

Sólo en la USC, se dice que Heinel aceptó $1.3 millones en sobornos para que una docena de estudiantes ingresaran. Otros tres miembros, tanto actuales como pasados, del departamento de deportes también fueron acusados en el caso. Después de que se anunciaran los cargos, la universidad despidió a Heinel y al veterano entrenador de waterpolo para hombres y mujeres, Jovan Vavic, quien está acusado de recibir $250.000 dólares en sobornos. El ex entrenador de fútbol femenino de la USC Ali Khosroshahin, quien fue despedido por la USC en 2013, y su ex entrenadora asistente, Laura Janke, quien dejó la institución en 2014, también fueron mencionados.

Para vender la mentira de que las hijas de Loughlin y Giannulli eran talentosas remeras, Singer hizo que Giannulli las fotografiara a ambas entrenando en una máquina de remo, según muestran los documentos de la corte. Singer le envió las fotos a Heinel, quien utilizó estas y otras fabricaciones para influir en un comité de selección, explicaron los fiscales.

En las llamadas telefónicas capturadas por los investigadores y transcritas en documentos judiciales, algunos padres expresan inquietudes éticas o nerviosismo por ser atrapados, antes de decidirse a seguir. Otros aprovechan la oportunidad con entusiasmo.

“Es algo infalible”, le aseguró Singer a Gordon Caplan, un abogado de Nueva York, quien llamó para preguntar sobre el servicio de exámenes de Singer.

“¿Y funciona?”, preguntó Caplan.

“En todos los casos”, le respondió Singer, riendo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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