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Saturación provoca desorden en refugio de migrantes en San Diego

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SAN DIEGO UNION-TRIBUNE

Una ola alarmada de llamadas telefónicas suscitó el sábado 8 de diciembre cuando los voluntarios se enteraron de última hora que los funcionarios de inmigración liberarían dos autobuses más con familias antes de que terminara la noche.

El refugio que abrió hace siete semanas para albergar temporalmente a las familias liberadas por funcionarios de inmigración ya estaba lleno.

Voluntarios de San Diego Rapid Response Network, un grupo que se organizó inicialmente para poder responder a las situaciones que se generan por el control de la inmigración interior, abandonaron lo que estaban haciendo y corrieron a la estación Greyhound en San Ysidro. El primer autobús de unas 40 personas, formado por familias que buscan asilo de países como Honduras y Guatemala, debía llegar alrededor de las 6 de la tarde, según les informaron.

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Las familias liberadas por Inmigración y Control de Aduanas (ICE) llegan a San Diego ya sea a través de la línea de asilo en el puerto de entrada de San Ysidro, o bien por haber traspasado la frontera y pedir asilo a los agentes al momento de ser capturados. Pasan varios días en celdas de detención en el puerto de entrada o en estaciones de patrulla fronteriza mientras sus casos se procesan, se les colocan monitores en los tobillos y luego se les libera con órdenes de comparecer en la corte de inmigración.

Ese día, los voluntarios llevaron cobijas en caso de que las nuevas familias necesitaran quedarse por la noche. No era la primera vez que los voluntarios no sabían dónde iban a ponerlos, comentó Kevin Malone, director ejecutivo de San Diego Organizing Project.

“Todos los días parece que tendremos que dejar a la gente en la calle”, dijo Malone. “Hemos estado juntos remediando esto minuto a minuto. Todo el mundo está realmente estresado”.

El segundo autobús con 23 personas se detuvo después de las 8 p.m. Mientras los voluntarios trabajaban para organizar ambos grupos, llegó una llamada que cambió todo.

Las familias tendrían un lugar para quedarse esa noche, anunció Kathy Stadler, la voluntaria que coordinaba ese día, mostrando un gran alivio. Una iglesia se había ofrecidopara acogerlos hasta que se pudiera hacer espacio en el refugio temporal al día siguiente. Dio la medianoche y las familias seguían siendo trasladadas.

“Estamos haciendo todo lo posible por mantener el albergue abierto para la mayor cantidad de personas”, señaló Stadler, sentada en el refugio el 9 de diciembre. “Anoche fue una de las noches más intensas”.

Entre quienes enfrentaron la posibilidad de dormir al aire libre en la estación de autobuses durante esa noche se encontraban Marco, un hombre de 40 años, de Guatemala, y su hijo de 6 años. Marco le entregó silenciosamente a su hijo una galleta de una bolsa que le habían dado los voluntarios, mientras Stadler intentaba explicarle a su sobrino en Iowa que tendría que comprar los boletos de autobús de su tío. El sobrino le pidió a Marco que volviera a llamar al día siguiente.

Otros tantos que esperaban ir a Miami pronto se enteraron que todos los autobuses estaban llenos hasta el lunes.

Kateri, de 29 años, procedente de Guatemala que viajaba con su hija de 12 años, su hijo de 7 años y su hija de 4 años, tuvo más suerte. Ella tiene un familiar en Los Ángeles que accedió a ir por ellos. Se apretaba contra sus hijos, con los dedos vendados por las heridas que se hizo al cruzar la frontera cerca de Tecate.

Relató que ella trató de pedir asilo en el puerto de entrada, pero le dijeron que se fuera. A la mañana siguiente, decidió cruzar la valla fronteriza con sus hijos, aunque le preocupaba que se lastimaran.

“Gracias a Dios fui yo y no ellos”, expresó levantando los dedos.

Malone y otros organizadores de los grupos que coordinan el refugio han pedido ayuda a funcionarios de gobiernos locales y estatales, razón por la cual se reunieron con la Oficina del alcalde de San Diego, Kevin Faulconer.

La ciudad de San Diego junto con el condado, Chula Vista y National City enviaron una carta al estado el 7 de diciembre solicitando que se abrieran albergues estatales para las familias, tal como se hizo en 2016 cuando una gran cantidad de haitianos llegaron a la frontera desde Brasil, según Ashley Bailey, portavoz de la alcaldía.

Los miembros de la comunidad local han donado muchos suministros, señaló Malone. Lo que realmente necesita la Red de Respuesta Rápida es un edificio permanente con una mayor capacidad, dijo, así como dinero en efectivo para ayudar a aquellos cuyas familias no pueden cubrir el costo de los viajes.

En octubre pasado, los funcionarios de inmigración dejaron de ayudar a las familias para que se pusieran en contacto con familiares en Estados Unidos y tuvieran tiempo de organizar su viaje, la estrategia cambió a simplemente liberar a las familias en masa, sin planes.

“Las familias continúan cruzando la frontera en grandes volúmenes y es probable que continúen haciéndolo, ya que no enfrentan consecuencias por sus acciones”, dijo Sarah Rodríguez, portavoz de Inmigración y Control de Aduanas. “ICE continúa trabajando con funcionarios locales y estatales y socios (no gubernamentales) en el área para que estén preparados para brindar asistencia con el transporte u otros servicios”.

El refugio ha tenido que mudarse cinco veces desde que se abrió.

La ubicación actual del refugio ofrece una capacidad para poco menos de 100 personas. Los organizadores han estado tratando de negociar con la ciudad, argumentando que debido a que el refugio es para estancias de corta duración y en respuesta a una emergencia, deben tener una capacidad basada en menos pies cuadrados por persona.

El jefe de bomberos ya redujo los pies cuadrados requeridos por persona debido a la situación, explicó Bailey.

Los voluntarios de la Red de Respuesta Rápida temen que ICE haya dejado a familias en las estaciones de autobuses por todo el condado sin alertar a su grupo.

Cuando se le preguntó al respecto, ICE dijo que por lo regular no notifica a las organizaciones no gubernamentales, a menos que las personas vayan a ser dejadas en sus refugios.

“La seguridad de quienes están bajo la custodia de ICE sigue siendo la máxima prioridad de la agencia, con una atención especial a las poblaciones vulnerables”, informó la dependencia.

Incluso si ICE nos informara acerca de cada liberación que hace, dijo Stadler, eso no sería suficiente para ayudarlos a todos a menos que el refugio tenga espacio para albergarlos.

Morrissey escribe para el U-T.O

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