Anuncio

Tómelo como el consejo de un mago: Trump no está tratando de distraernos, nos está engañando

Share

Los críticos del presidente Trump habitualmente interpretan sus maniobras -como el cierre del gobierno y la amenaza de bloquear la frontera sur, como distracciones.

“Le encanta utilizar la distracción para alejarnos de sus otros problemas”, dijo la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-San Francisco). Ezra Klein, comentarista política y editor de Vox, llega a declarar la distracción como “el núcleo de la estrategia política de Donald Trump”.

Esta idea está muy generalizada, el dibujante político Tom Tomorrow tituló uno de sus comentarios gráficos como: “¿Son las distracciones de Trump una distracción de sus distracciones?”.

Anuncio

Como sociólogo que estudia retórica política y, más importante aún, como mago, tengo una opinión diferente, Trump no está tratando de distraernos; él nos está engañando. Notar la diferencia es importante. Como dijo Gary Kurtz, un destacado mago canadiense, la mala dirección “no tiene nada que ver con la distracción, ni tampoco con todo lo relacionado con controlar la atención de la audiencia en todo momento”.

Imagínelo como un truco que realizan los artistas de juegos de manos, el mago tiene a un miembro de la audiencia que selecciona una tarjeta, la firma y la devuelve a la baraja, al barajar las cartas, el mago le apuesta al público el contenido de su billetera asegurando que puede encontrar la tarjeta, pero a pesar de varios intentos y muchos adornos, no la localiza.

Finalmente, saca su billetera, se la entrega a la persona que la firmó y le pide que se lleve todo lo que encuentre allí. Para sorpresa de todos, dentro de un compartimento con cremallera se encuentra la tarjeta firmada.

Los magos no revelan sus secretos, así que sólo diré que el truco es posible porque el mago creó una ilusión que mantuvo el enfoque visual y mental de la audiencia exactamente donde lo necesitaba y lejos de las acciones que no quería que notaran.

Lo mismo se puede decir de Trump, compare su reciente amenaza de cerrar la frontera sur con el truco de la tarjeta en la billetera. Después de hacer su anuncio, Trump aumentó aún más las apuestas prometiendo cortar la ayuda a los países de Centroamerica y consiguió que políticos y expertos comentaran si, de hecho, tenía la capacidad de cerrar la frontera. Logró que nos concentráramos en la frontera creando una ilusión de que estaba a punto de tomar medidas sorprendentes en respuesta a una gran amenaza.

Luego, una semana después, cuando las tensiones estaban más altas sobre lo que ésto podría hacer a la economía de Estados Unidos, el presidente anunció que, después de todo, no iba a cerrar la frontera.

¿En qué se había convertido el supuesto peligro inminente para nuestra nación que tanto había publicitado antes? Fue puesto a un lado, por ahora. De repente, México estaba “haciendo un muy buen trabajo”, eso es lo que Trump dijo, a pesar de que las autoridades mexicanas informaron que no habían estado haciendo nada diferente.

“Una actuación mágica”, afirma Jim Steinmeyer, un investigador de la magia que ha creado ilusiones para gente como David Copperfield y Lance Burton, “consiste en una colección de pequeñas mentiras, de palabras y hechos que están apiladas y dispuestas ingeniosamente para formar una ilusión”.

Si acaso existiera una descripción más precisa del enfoque de Donald Trump, no se ha visto. En promedio, Trump hace más de 100 declaraciones falsas o engañosas a la semana. Ver esto como meras distracciones, o aún más simple, como algo ingenioso, es perder el enfoque. Sus mentiras crean ilusiones que los estadounidenses encuentran atractivas.

Los partidarios de Trump saben que miente, pero como fanáticos de la ilusión, aceptan su mentira como parte del trato.

Los liberales también están fascinados por su actuación, no pueden creer las ilusiones ni excusar las mentiras, pero tampoco pueden dejar de estar encantados con ello. Los liberales hablan sin parar sobre esto en reuniones sociales y en sus mensajes de Facebook y Twitter y observan a los expertos de ideas afines a ellos en MSNBC.

Los liberales que discuten sobre Trump me recuerdan a algunos de los niños de 6 años que solían estar en las fiestas de cumpleaños, aquellos que exclamaban “¡eso es sólo un truco! sé cómo lo haces”.

¿Eran molestos esos niños? por supuesto, pero también eran buenos para que el espectáculo resultara fascinante. Sin ellos, el efecto de fascinación habría decaído. Un efecto atrayente es donde el mago lleva a la audiencia a creer que ha descubierto el secreto, “accidentalmente” dejaba que los niños vieran dónde escondía algo, sólo para revelar más tarde que estaba en otra parte.

Una sugerencia para los liberales sería que dejen de ser unos mentecatos. Así como una generación anterior confundió a Ronald Reagan con una estrella de cine ruinosa, los liberales de hoy subestiman a Donald Trump. “Con su mentalidad literal tendían a confundir la vida real con las películas”, señala Dan Rather sobre Reagan, “pero él comprendió, como muy pocos líderes lo han hecho, el poder del mito y la narración”.

Del mismo modo, aquellos a los que les perturban las constantes mentiras de Trump no logran distinguir lo que ésto significa: el poder de la mala dirección que hace uso de la ilusión.

Barry Glassner es miembro de la Academia de Artes Mágicas y autor de “La cultura del miedo”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

Anuncio