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Venezuela es ahora la principal fuente de solicitudes de asilo en EE.UU, y eso representa un problema para Trump

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Leonel Ortega había trabajado como ingeniero durante casi 40 años para el gigante petrolero estatal venezolano cuando finalmente abandonó el trabajo el pasado mes de octubre, a pesar de las amenazas de las autoridades que le exigieron que se quedara y supervisara la reparación de la infraestructura que se estaba desmoronando y que ahogaba la vida del régimen.

“Estamos en crisis en Venezuela”, dijo a los soldadores que supervisaba. “‘Si necesitan quedarse, deberían quedarse’”.

Los secuaces del hombre fuerte venezolano Nicolás Maduro, llegaron primero a la casa de Ortega. Golpearon a su esposa e hijos y saquearon su casa antes de quemarla hasta los cimientos, dijo en una entrevista reciente en un refugio de Tijuana.

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“Están preguntando por ti”, le dijo la esposa de Ortega. “‘No vengas a casa’”.

El presidente Trump se ha manifestado contra los solicitantes de asilo, alegando que son partícipes de un “gran engaño”. Sin embargo, su agresiva política exterior hacia Maduro y su amplia represión de la inmigración, están empezando a tener un fuerte efecto contra los venezolanos, que ahora representan casi un tercio de las solicitudes de asilo de Estados Unidos.

En los últimos años, la nación sudamericana ha superado a China al convertirse en el primer país de origen de los solicitantes de asilo en Estados Unidos, con casi 30.000 venezolanos solicitando refugio ante el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos en 2018. Ahora, el 31% de las peticiones presentadas ante la agencia provienen de venezolanos, la proporción más alta de todos los países, según los últimos datos.

De enero a marzo, el mes más reciente disponible, 6.643 venezolanos solicitaron asilo ante el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos.

Sin embargo, sólo alrededor del 2% de los solicitantes venezolanos reciben asilo en Estados Unidos, según un informe de marzo del Departamento de Seguridad Nacional sobre refugiados y asilados.

La implosión económica y social de Venezuela, cuyos vastos recursos petroleros alguna vez ayudaron a convertirla en el país más rico de Sudamérica, es casi sin precedentes en la historia moderna fuera de una zona de guerra.

La tasa de inflación más alta del mundo, escasez de alimentos y servicios básicos, crecientes índices de homicidios, corrupción y la persecución por parte del régimen cada vez más autoritario de Maduro, han precipitado una de las mayores y más rápidas migraciones masivas que han afectado al hemisferio occidental.

Más de 3.9 millones de venezolanos han huido del estado fallido, y se espera que este año vengan millones más, según William, portavoz de la agencia de refugiados de las Naciones Unidas.

Trump ha respondido con sanciones sumamente estrictas para obligar a Maduro a renunciar y entregar el poder a Juan Guaidó, el líder de la oposición a quien Estados Unidos reconoció como presidente interino. Funcionarios estadounidenses han amenazado con una intervención militar de Estados Unidos y han pedido al pueblo venezolano que ayude a derrocar el régimen de Maduro, aunque Guaidó no ha logrado movilizar un levantamiento popular.

“Todos los venezolanos quieren que el ejército estadounidense intervenga en Venezuela”, dijo Ortega, el solicitante de asilo en Tijuana. “Nos sentimos muy agradecidos por todo lo que Trump y el gobierno de EE.UU. están haciendo”.

Las sanciones han hecho más difícil para Venezuela la importación de alimentos y medicamentos y están acelerando el éxodo.

Al analizar principalmente al sector petrolero, la Institución Brookings estimó que más de 5 millones de venezolanos podrían huir en un futuro cercano, rivalizando con la crisis de los refugiados sirios.

La administración Trump también se ha resistido a la presión bipartidista -incluso de simpatizantes de Venezuela, como el senador republicano Marco Rubio de la Florida- para otorgar a los venezolanos el Estatus de Protección Temporal en Estados Unidos. El programa ofrece a los beneficiarios protección contra la deportación, pero los funcionarios de la administración han tratado sistemáticamente de desmantelarlo como parte de un esfuerzo más amplio para reducir tanto la inmigración ilegal como la legal.

De hecho, la administración Trump ha intensificado las deportaciones de venezolanos, a pesar de que advierte la grave crisis humanitaria.

Mientras que cada año se expulsaba a decenas de miles de centroamericanos, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos deportó a 336 venezolanos el año pasado, lo que representa un aumento del 35% en comparación con el año anterior.

El Consejo de Seguridad Nacional de Trump dirigió las consultas sobre el TPS y otras posibles protecciones para los venezolanos al Departamento de Seguridad Nacional.

“Las metas de la política de Estados Unidos se centran en la transformación de Venezuela y en lograr que ese país vuelva a la senda de la estabilidad en beneficio de todos los venezolanos”, dijo un alto funcionario de la administración en un comunicado.

El senador Dick Durbin, demócrata de Illinois, quien ha presionado por el TPS para los venezolanos, dijo que la política de Trump es contraproducente.

“Bloquear a los refugiados venezolanos para que no busquen asilo y obligarlos a regresar a sus hogares en este momento tan peligroso es algo que está en las manos de Trump”, dijo.

Trump se ha visto frustrado por un aumento casi sin precedentes en el número de familias centroamericanas y niños no acompañados en la frontera entre Estados Unidos y México, muchos de los cuales solicitan asilo.

Sin embargo, con raras excepciones, durante los últimos 20 años China ha sido el principal país de origen para aquellos que solicitan asilo al llegar a EE.UU, o poco después.

En 2013, los venezolanos ni siquiera estaban entre las 10 primeras nacionalidades que solicitaron asilo a su llegada. Hoy en día, China y Guatemala, representan sólo alrededor del 10% de las solicitudes de refugio cada uno.

Aun así, la gran mayoría de los venezolanos han huido a países vecinos, con más de un millón en Colombia.

La generosidad de la región muestra signos de tensión. Varios países de América del Sur han promulgado requisitos más estrictos para los refugiados venezolanos, y son comunes los informes de xenofobia, extorsión y ataques de bandas locales, grupos armados y el público en general.

México también ha visto un aumento dramático en el número de venezolanos que buscan asilo. En ese país la mayoría de los casos son aprobados.

Ortega, quien relató su fuga de Venezuela sentado a la mesa en el refugio de migrantes que estaba repleto de otros solicitantes de asilo de todo el mundo, está convencido de que las autoridades estadounidenses conceden amparo político a la mayoría de los solicitantes venezolanos.

Expresó su sorpresa de que Trump no estaba dando protección especial a los venezolanos, diciendo que era demasiado peligroso quedarse en Colombia, o incluso en México.

“Trump dijo que el gobierno de Estados Unidos va a ayudar al pueblo venezolano, así que no sé cómo pueden decir que no quieren dar este beneficio a los venezolanos”, dijo. “Conocen la crisis en Venezuela, casos como el mío... el gobierno de Maduro me considera un traidor. No puedo volver porque me matarían”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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