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La colorida y parcializada ‘Trolls World Tour’ busca triunfar con un lanzamiento de resultados imprevisibles

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Pese a que “Trolls” (2016) no alcanzó los niveles de calidad de películas de animación que se han vuelto clásicas (fue nominada a un Oscar, sí, pero en la categoría de Mejor Canción), se trataba de una producción sumamente entretenida, extremadamente colorida e incluso tolerable para públicos de distintas edades, lo que no sucede siempre en estos casos.

Era también una evidente oda al pop comercial, manifestada en las canciones que se insertaban en medio de la trama y que eran interpretadas por los personajes encabezados por Anna Kendrick (voz de Poppy) y Justin Timberlake (voz de Branch), como parte de una historia que promulgaba la tolerancia a través de los encuentros y desencuentros entre unas pequeñas criaturas benévolas y una especie de ogros malvados que querían comérselos a toda costa para lograr así la felicidad que sus oponentes destilaban.

Por ese lado, “Trolls” pecaba de falta de originalidad (¿han oído hablar de los Pitufos?) y era altamente predecible. Esta última característica se mantiene en la secuela, “Trolls World Tour”, que acaba de estrenarse directamente en VOD debido al cierre (casi) total de las salas de cine; pero, por fortuna, hay varias novedades por aquí, así como una diversidad musical que tiene sus límites, pero que generará probablemente mayor interés entre los adultos que el provocado por el título anterior.

Uno de los primeros aciertos de la cinta es haber rebautizado a los personajes principales como “poptrolls” (debido al género musical que se empeñan en cantar, claro) y presentar a una amplia gama de trolls que no existían en la entrega original. Ellos aparecen divididos en tribus obsesionadas con diferentes estilos, desde el rock hasta el reggaetón, pasando por el country y el funk, lo que le da a los productores del filme la posibilidad de presentar adaptaciones de piezas muy contrastadas y hacer numerosas bromas vinculadas a los estereotipos que existen sobre estos mismos géneros.

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Esto último es quizás el mayor problema de la cinta, porque la tribu del rock, violenta y sin sentido del humor, se encasilla normalmente en ese hardrock procedente de los ‘charts’ de radio de los ’80 que tiene una evidente vinculación con el pop, pese a que su reina, Barb (Rachel Bloom), es una fémina agresiva con peinado punk (¿?) que busca destruir todos los demás géneros, lo que además de transformarla desde el comienzo en la villana indiscutible, acentúa las confusiones (ella misma se enfrenta al director de orquesta Trollzart -voz de Gustavo Dudamel, el director venezolano de la Filarmónica de Los Ángeles- diciéndole que su arte no merece existir porque “es aburrido”, cuando un enorme contingente de ‘metaleros’ idolatra justamente la complejidad de la música clásica).

“Trolls World Tour” pregona la tolerancia -tal y como lo hizo “Trolls”-, esta vez entre fans de distintos géneros musicales; pero deja en claro que, aunque está bien escuchar de vez en cuando canciones tristes o raras, lo que debe dominar a fin de cuentas es el pop amable, alegre y desenfadado, incluso cuando el King Thrash (voz de Ozzy Osbourne, en un papel cómico o patético según el cristal con que se lo mire) se esfuerza en repetir el slogan de “Rock and roll!” cada vez que puede.

Los títulos incluyen “The Hunt” y “Invisible Man”. “Trolls World Tour” estará disponible simultáneamente con el teatro

Mar. 16, 2020

De todos modos, sorprende que los escritores (son cinco; no los vamos a nombrar) hayan intentado al menos plantear esta clase de discusiones en una película cuyo público objetivo es obviamente infantil, y que, en el plano latino, además de darle cabida al citado Dudamel, cuenta con la participación del colombiano J Balvin como líder de la tribu del reggaetón (que cumple en realidad un rol decorativo y exótico, en medio de sus meneos y de su empleo del español).

Por otro lado, la producción tiene una puesta en escena completamente vistosa, y a pesar de que el trabajo de animación es completamente digital (es decir, una escuela que no aprecio mucho), se logran auténticas maravillas visuales durante el recorrido realizado por los diferentes ambientes en los que radican las tribus musicales, aunque la escena del viaje psicodélico bajo el influjo del ‘smooth jazz’ (¿?) no tiene mucho sentido.

La pregunta menos segura

Sin embargo, lo importante para la gran industria cinematográfica en estos momentos es lo que pase con este título en términos financieros. Como ya dijimos, su destino inicial eran los cines, por lo que todos los interesados en este negocio se encuentran a la expectativa de lo que sucederá con sus números en la modalidad de Video On Demand, debido a que se trata de la primera gran película de estudio (producida por DreamWorks Animation y distribuida por Universal Pictures) que, en lugar de posponer su fecha de estreno, ha optado por ponerse a disposición del público de este modo, lo que creará sin duda un precedente.

En ese sentido, las predicciones son inciertas. “Trolls World Tour” se encuentra lejos de ser una película barata; las fuentes más confiables aseguran que la inversión en ella fue de hasta $90 millones. Y el costo de verla en casa está lejos de ser mínimo, porque se eleva a los $19.99, una cantidad mucho mayor a la que teníamos que pagar por cada boleto en las salas, aunque el visionado dura 48 horas y corresponde a una de esas cintas que pueden -y deben- ser vistas en familia.

Para terminar, una reflexión personal: en tiempos como los que vivimos, lo presentado en esta franquicia (que sucede en un mundo completamente ficticio) se siente todavía más como una fantasía difícil de alcanzar (o de recuperar), ya que tiene al frente a unas criaturas a las que les encanta abrazarse y que se encuentran siempre en grandes grupos sociales.

Finalmente, sin caer en ‘spoilers’, la parte final de esta secuela demuestra que la mejor manera de ver música en vivo -sea del tipo que sea- es en escenarios inmensos y ante grandes multitudes, algo que ha desaparecido por completo y que no se sabe cuándo volverá. Por ese lado, en estos momentos, los rockeros, los poperos, los reggaetoneros y todos los demás músicos se encuentran hermanados, aunque el factor desencadenante no es precisamente positivo.

Cerca de 9 mil millones de dólares por boletos no vendidos se perfila en las estadísticas

Abr. 6, 2020

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