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Alejandro Sanz sanó corazones durante su regreso a Los Ángeles

El cantautor español Alejandro Sanz durante su presentación angelina.
El cantautor español Alejandro Sanz durante su presentación angelina.
(Armando García)

En el YouTube Theater, Sanz logró satisfacer sin ofrecer novedades

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Pese a que sus posiciones actuales les permitieron pasar el periodo más difícil de la pandemia sin aprietos mayores en lo que respecta al plano económico, los cantantes famosos del universo latino se vieron indudablemente afectados, tanto monetaria como emocionalmente, por la imposibilidad de subirse a un escenario en más de un año y medio. Y Alejandro Sanz, que regresó por todo lo alto a nuestra ciudad la noche del viernes pasado, no ha sido la excepción.

El celebrado cantautor español, que según sus declaraciones se contagió hasta dos veces del Covid-19 (la primera fue mala, la segunda no), tuvo la oportunidad de actuar virtualmente ante una multitud durante la inauguración de los Juegos Olímpicos realizada en julio; pero la actual gira estadounidense, que se inició el 8 de octubre en Rosemont, Illinois, y que ya ha estado ya en ciudades como Nueva York, Washington y Miami, es lo primero que ofrece propiamente ante audiencias reales en cerca de dos años.

En ese sentido, lo que se vio y escuchó ayer en el YouTube Theater no pudo estar mejor en cuanto a calidad de sonido, ya que si bien es de esperar que las primeras presentaciones de regreso de Sanz lo hayan tenido bastante entumecido, esta fue la número 11 del trayecto, y le permitió demostrar no solo las verdaderas capacidades interpretativas que tiene a los 52 años, sino también lo afiatada que se encuentra su banda, en la que destacó sin duda alguna el portentoso trabajo de la baterista Helen De La Rosa (porque, sí, tiene a una mujer en ese puesto, y si estuvieron ahí, sabrán lo bien que lo hizo).

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Acompañado además por dos guitarristas, dos tecladistas, un pianista, una pequeña sección de vientos, un percusionista y una bajista (otra mujer, en efecto), Sanz, que también toca la guitarra -y que lució siempre un atuendo que, con la excepción de sus zapatillas blancas, era completamente negro-, no se salió de lo esperado y evitó cualquier tema procedente del álbum que lanzará próximamente, lo que fue particularmente curioso en vista de que ha lanzado ya al menos dos sencillos del mismo, “Bio” -una interesante balada autobiográfica que hubiera valido la pena escuchar en concierto- y “Mares de miel”.

En esa línea, fuera de la falta de inclusión de uno de sus mejores cortes, “Mi soledad y yo”, presentó un repertorio de más de 2 horas que recopiló del mejor modo los muchos éxitos que ha tenido a lo largo de sus más de tres décadas de carrera, en medio de un estrado que permitía un gran despliegue escénico (aunque él no se mueve mucho) y secundado por un juego de siete pantallas que le permitieron proyectar videos con imágenes propias y efectos especiales.

Las cosas se empezaron a animar a partir del segundo tema, “Back in the City”, una pieza rítmica con detalles soneros que lo encontró al lado de uno de sus tecladistas (quien asumió varias partes vocales a lo largo del show) en un interesante contraste de gargantas (ya que él posee un registro elevado y Sanz tuvo en cambio la posibilidad de sacar a lucir sus mejores entonaciones gitanas).

Otro momento del concierto.
Otro momento del concierto.
(Armando García)

“Han sido momentos muy difíciles y ustedes merecen que les demos el 1000%”, dijo momentos después el protagonista de la velada, mientras se colocaba nuevamente la guitarra que había dejado para cantar el corte anterior. “Este es su concierto; no hay reglas, no hay condiciones, no hay consecuencias”.

Por supuesto, pudo decir algo así debido a que, en medio de la potencia del sonido proporcionado, ni su música (que en términos generales es muy comercial) ni sus letras (que son románticas o existencialistas) son capaces de provocar actos directamente incorrectos, más allá de los gritos entusiasmados pero moderados que procedían de las damas de distintas edades que conformaban la mayor parte del público durante este show completamente lleno.

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Sanz, que es absolutamente profesional, demostró sus dotes para la guitarra en momentos contados pero precisos, como sucedió durante la ‘intro’ acústica de “Deja que te bese” y en un solo eléctrico posterior; pero quienes estaban allí en calidad de espectadores no habían asistido para descubrir sus habilidades instrumentales (que, dicho de paso, se extendieron hasta el ‘bis’ final, cuando se sentó al piano para entonar “¿Lo ves?”), sino para verlo en persona cantando sus composiciones con la peculiar voz que tiene, y que se hizo notar en este primer segmento a través de piezas como “El alma al aire” (que llegó como parte de un popurrí), “Mi marciana” (una llamativa baladas con sintes sinuosos) y “Lo que fui es lo que soy” (otra balada, esta vez de sus inicios y con un estilo mucho más ‘power’ que permitió el lucimiento de De La Rosa).

Las guitarras no faltaron pese a la tendencia pop.
Las guitarras no faltaron pese a la tendencia pop.
(Armando García)

Luego de un breve y apacible interludio de piano y cajón, le llegó el turno a una balada mucho más reciente, introspectiva, épica y sofisticada, “Cuando nadie me ve”, que puede ser fácilmente distinguida como una de las mejores creaciones de su carrera y que fue muy bien recibida por los asistentes, aunque el entusiasmo de las jovencitas creció de manera irremediable inmediatamente después, cuando presentó “Mi persona favorita”, una sencillo del 2019 que grabó al lado de la estrella cubano-americana Camila Cabello (quien fue ahora reemplazada por la corista Karina Giannelly Pasian).

La única referencia a los temas políticos que le interesan se dio de la mano de la interpretación de “Labana”, una canción evidentemente marcada por el son cubano que anunció con un breve mensaje en el que lamentó que “las cosas no hayan cambiado” en la isla aludida, ya que el tema -que incluyó un solo de percusiones manuales- fue lanzado en el 2017.

El encendido solo de guitarra flamenca de uno de sus músicos antecedió la interpretación de “Amiga mía”, que no se pudo escuchar de manera completa porque formó parte de un nuevo popurrí; y aunque la supuesta sorpresa de la noche fue la intervención del cantautor peruano Gian Marco, quien entró a la tarima con la sonrisa a flor de flor de piel para acompañar a Sanz mientras cantaba la muy bailable “No es lo mismo”, lo que más llamó la atención fue la breve aparición del ‘rapero’ boricua Residente, quien se acercó a los dos vocalistas y recorrió el escenario pero no dijo ni pío.

En los minutos finales, las pantallas se llenaron de imágenes de televisores como anticipo de “Corazón partío”, el éxito más grande del español y el más representativo de un estilo que se distingue esencialmente por una combinación del pop y del flamenco que le ha permitido acceder generosamente a las radioemisoras del ‘mainstream’ y seducir a oyentes de todas partes del mundo, pero que no es necesariamente recibido con el mismo entusiasmo por los que buscan propuestas menos concesivas con los gustos masivos.

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