Danny Glover a menudo se manifiesta en la puerta principal, ya sea un extraño o un viejo amigo, un ángel o un demonio. Sombrero en mano, llama a la puerta de una madre viuda en “Places in the Heart” y acaba convirtiéndose en parte de la familia. Visita a un amigo perdido hace mucho tiempo en “Beloved”, un sobreviviente del mismo trauma brutal, trayendo amor. En “To Sleep With Anger,” aparece en la casa de Los Ángeles de su hermano sonriendo y halagando: Satanás con un traje y una sonrisa.
En la vida real, Glover ha sido un amigo y un ángel de innumerables causas en nombre de la justicia y la liberación, desde el movimiento contra el apartheid en Sudáfrica hasta las comunidades que salen del sistema penitenciario en el norte de California. Pronto ganará su primer Premio de la Academia, no por ninguna actuación, sino por lo que es como ser humano, el ganador de este año del Premio Humatario Jean Hersholt.
“Ahora todo el mundo dice ‘Soy un activista’”, dijo Alfre Woodard, quien le entregará el honor a su amigo y frecuente coprotagonista en los Premios de los Gobernadores. Glover fue un activista “antes de tener un nombre así en el espíritu de la época. Ya sabes, simplemente dijo: ‘Oye, ¿has oído hablar de esto? ¿Has oído hablar de eso? ¿Sabes quién está en la cárcel ahora mismo en Zimbabue?’. Siempre tenía el dedo en el pulso”.
Glover se ha desempeñado en numerosas juntas, actuó como embajador de buena voluntad del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y embajador de UNICEF, y viajó por el mundo a lugares de conflicto o desigualdad, ofreciendo no solo su dinero y su nombre famoso, sino también su tiempo y sudor.
“Fue solo un acto del universo bendiciendo a todos cuando su estrella comenzó a ascender”, dijo Woodard, “porque eso solo significaba que tenía la capacidad de afectar a más personas y de lograr más cambios y lograr más justicia”.
Glover, de 75 años, heredó el corazón de sus padres, que eran trabajadores del correo en San Francisco y miembros del sindicato postal. Vio a sus padres unirse al movimiento de derechos civiles, y cuando era un adolescente con una ruta de periódicos, prestó atención a las noticias que llegaban del sur sobre el Comité Coordinador Estudiantil No Violento y activistas como Bob Moses, quien más tarde se convirtió en un amigo.
“Recuerdo cuando [Moses] salió en mi último año en la escuela secundaria y habló en la Universidad de Stanford, reclutando estudiantes para ir a Freedom Summer”, dijo Glover. Fue entonces cuando él y sus compañeros comenzaron a hacerse la pregunta: “¿Cómo vimos otro mundo?”.
Como estudiante en la Universidad Estatal de San Francisco, se unió a una coalición de estudiantes negros, latinos y asiáticos para una huelga del Frente de Liberación del Tercer Mundo que duró meses y fue arrestado por su causa. Se involucró en el desarrollo de la comunidad local y la tutoría, captando un amor de por vida por “la acción democrática de base de los ciudadanos comunes ... asumiendo la responsabilidad de su propio rescate”.
Glover nunca abandonó sus raíces, literalmente; todavía vive a 12 cuadras de la casa donde creció en Haight-Ashbury. Le rompe el corazón ver la ruina del buen trabajo que él y otros lograron en la década de 1960, y pasar junto a personas sin hogar todos los días, incluidas personas que conoce.
“A veces no me piden dinero”, dijo. “Simplemente están diciendo: ‘Nos ves. Reconoces nuestra presencia’. Están a la vuelta de la esquina de mi casa. Y no camino alrededor de ellos.
Glover puede haberse forjado en el “caldero político” de la década de 1960 en San Francisco, dijo Woodard, “pero desde el principio lo conectó con las comunidades internacionales, sin pensar internacionalmente, pero decía: ‘¿Sabes qué? La misma lucha está ocurriendo en Mozambique’, o donde sea que esté hablando. Siempre ha tenido una visión del mundo, pero pensaba en el mundo como su comunidad local”.
Mientras trabajaba en el gobierno de la ciudad después de la universidad, se interesó en la actuación, inspirado por las obras del dramaturgo sudafricano Athol Fugard.
“El arte negro en sí mismo siempre ha sido un intento de poder elevar nuestra historia, de enriquecerla”, dijo Glover, quien perfeccionó su oficio en el escenario y en 1981 estaba reservando papeles en la televisión y pronto en el cine. Su actuación como Moze en “Places in the Heart”, un amable cultivador de algodón que ayuda a una viuda blanca en la zona rural de Texas solo para ser atacada por el Ku Klux Klan, le valió elogios y lanzó su carrera en Hollywood.
“Era tan joven, apuesto y vibrante”, dijo su coprotagonista Sally Field. “Y para mí, tener lo que le sucede a Moze en la película, a ese hermoso joven, fue mucho más desgarrador”.
Mientras filmaba en Waxahachie, Texas, en 1984, Field recordó que Glover dijo que, incluso entonces, había bares locales a los que no se sentía seguro yendo con los otros miembros del reparto.
El actor vio a sus ancestros sureños en el papel y se lo dedicó a su madre, quien murió antes de ver la película. “Sé que mi mamá está sonriendo”, dijo.
Glover ha interpretado a policías buenos, sobre todo en la exitosa serie “Arma letal”, y a policías malos, como lo hizo en “Witness” de Peter Weir. Ha sido todo, desde un entrenador de béisbol amargado que adopta a dos niños adoptivos en “Angels in the Outfield”, hasta un siniestro golpeador de esposas en “The Color Purple”.
Cuando su abuela vio esa película de Steven Spielberg de 1985, dijo: “¡Voy a cambiar después de ese chico!”. dijo con su carcajada.
Glover usó el prestigio de “Arma Mortal” para producir dramas sociales, como “El santo de Fort Washington”, donde interpretó a un vagabundo en Nueva York. También se aseguró de arrojar luz sobre el apartheid y otros problemas del mundo real en las películas “Lethal”.
“Son un poco tontas en muchos sentidos, estas películas”, dijo su compañero de “Lethal Weapon”, Mel Gibson, quien actualmente está desarrollando otra entrada con un papel para Glover. “Pero al mismo tiempo, siempre hay algo en ellos que aborda algún tipo de problema, donde hay un desequilibrio que requiere un poco de equilibrio.
“Simplemente tengo una gran admiración por el tipo”, agregó Gibson, “porque pone su dinero donde está su boca. Y es duro. Es consecuente con todo lo que hace”.
Una de las actuaciones más aclamadas de Glover fue en “To Sleep With Anger” (1990) de Charles Burnett, una película independiente de bajo presupuesto que luchó por obtener financiación hasta que el actor se incorporó y le prestó su poder estelar. Burnett inicialmente le ofreció el papel de uno de los jóvenes de la historia, pero Glover le preguntó si podía interpretar a Harry, el veterano que llega a la ciudad y comienza a causar problemas.
“Se supone que es un papel ambiguo”, dijo Burnett, “porque definitivamente no es malvado como tal. Está sujeto a la opinión de cada uno. Porque nunca lo ves hacer nada malo, físicamente, ya sabes, es más un rumor que escuchas. Y él sale y dice muy honestamente, desde el principio, ‘No sabes quién soy’. Todo lo que hace tiene un elemento de verdad”.
Glover no se arrepiente de tomar un solo papel. “Beloved” es la película más importante que jamás haya hecho, dijo, “porque brinda un tipo diferente de atención al dolor, al dolor histórico, y a lo que le sucede a la gente después de 250 años de esclavitud. ¿Cómo tienen que luchar contra la idea de identidad? ¿Cómo restauran su propio valor?”
Recientemente, Glover ha estado en películas ambientadas en su ciudad natal, incluidas “Sorry to Bother You” y “The Last Black Man in San Francisco”. Jonathan Majors interpretó a su nieto en este último y se maravilló de cómo Glover “modela la vulnerabilidad y la empatía. Él tiene la capacidad de hacerte creer, al instante. Y no todos los actores tienen eso. Una técnica que es invisible”.
Glover nunca se fue de San Francisco, incluso cuando su estrella ascendió en Hollywood. Compró su casa actual en 1975 por $62,500 cuando trabajaba para la ciudad con un salario de $21,000. Sacude la cabeza pensando en cómo muchos de sus vecinos e incluso familiares han sido expulsados.
“Es realmente difícil en la ciudad, pero me encanta la ciudad”, dijo. “La tragedia, creo, ciertamente del sistema, es que la vivienda se convierte en una mercancía, y debido a que se convierte en una mercancía, entonces la gente es empujada a un lado”.
Glover recordó su infancia y sobre sus abuelos y su padre (“el mejor amigo que he tenido”) y sus cuatro hermanos, dos de los cuales han muerto. Woodard cree que su humanitarismo fue criado en casa.
“Cuando hablaba de su mamá, tenía una sonrisa en su rostro y siempre se tocaba el pecho”, dijo Woodard. “Tenía esa compasión y la atención al detalle en términos de ver a una persona y ver la necesidad de una persona”.
En el transcurso de una hora, Glover dejó de hablar sobre el derecho al voto, la alfabetización matemática, la seguridad laboral, el encarcelamiento masivo y media docena de otros temas cercanos a su corazón, desde las injusticias en su patio trasero hasta las de África y Palestina.
“Pero una de las cosas que es consistente, creo, es tratar de tener una visión de un mundo mejor y un mundo diferente”, dijo. “La pregunta es, para nosotros, ¿qué papel jugamos? ¿De qué lado estamos en ese cambio? Y creo que parte de mi comprensión de eso habría sido la misma si fuera actor o no”.
Aún así, agregó, “los artistas no están ausentes de ese discurso. Y el público no falta. Quieren saber más, quieren aprender más, quieren ver la posibilidad de cambio, ciertamente el cambio dentro de un personaje, pero los posibles cambios fuera”.
Lo que no ha cambiado para Glover es su optimismo y humildad, que otros lo ayudan a mantener. Todavía ve a algunos de los muchachos con los que solía jugar y pelear cuando era niño: “Me divierto, hombre. Dirán: ‘Puede que hayas hecho algunas películas, ¡pero sigues siendo un tonto!’”
Y se ríe de esa risa de Danny Glover.
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