Muchos mundos maravillosos se materializaron en cada cuadro de las producciones animadas durante un siglo, pero solo en los últimos años esos reinos, y las personas que los conjuran, comenzaron a reflejar un espectro más amplio de identidades raciales y étnicas, culturas y experiencias vividas.
En una sorprendente señal de progreso, tres de las cinco películas incluidas al Oscar en la categoría Mejor Largometraje Animado este año incluyen talentos latinos en los principales roles creativos y de liderazgo. Eso lo convierte en el rubro con más representación latina entre sus nominados.
Cuatro de estos artistas latinos radicados en Los Ángeles hablaron sobre sus distintas participaciones con The Times: Phil Lord, uno de los productores de “The Mitchell vs. The Machines”; Yvett Merino, productora de “Encanto”; Carlos López Estrada, codirector de “Raya and the Last Dragon”; y Charise Castro-Smith, coguionista/codirectora de “Encanto”.
Aunque su gama colectiva de trabajos previos incluye la realización de películas de acción en vivo, tareas administrativas y actuación, los cuatro creativos hallaron un hogar artístico en las posibilidades ilimitadas de la animación.
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Para algunos, triunfar en el cine o la televisión parecía poco realista desde el principio, mientras que otros no podían imaginarse haciendo otra cosa. Sin embargo, todos coinciden en que las soluciones de la industria del entretenimiento para diversificar el grupo creativo siguen siendo insuficientes.
Phil Lord (‘The Mitchells vs. The Machines’)
Desde el estreno en 2009 de su debut como director, “Cloudy With a Chance of Meatballs”, junto con su socio creativo Chris Miller, quien también colaboró en la serie de MTV “Clone High”, Lord se impuso como una fuerza infalible en la animación.
El nativo de Miami, que creció en la década de 1980, atesora recuerdos de despertarse antes del amanecer los sábados por la mañana para ver el programa “G.I. Joe: A Real American Hero” y la serie animada “Pac-Man”, junto con su hermana menor. Aunque ahora piensa que su calidad artística era cuestionable, complementaron una dieta mediática que contaba también con el famoso astrólogo Walter Mercado, el programa de variedades de Univision “Sábado gigante” y el show de entrevistas cubano “La mesa redonda”.
“Crecí con algunas de las peores animaciones, pero no podía dejar de mirarlas. Siempre me fascinaron”, reconoció.
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Un punto de inflexión se produjo años más tarde en la forma del International Tournée of Animation, una exhibición de cortos animados de todo el mundo que se proyectaba en todo el país, incluido un cine de autor cerca de la Universidad de Miami. “Hacía que uno de mis padres me llevara hasta allí. Así conocí a ‘Los Simpson’, Bill Plympton, los hermanos Quay y todos los animadores de Europa del Este”, relató.
Al mudarse a Los Ángeles después de la universidad, Lord y Miller comenzaron a escribir en programas de comedia hasta que sus propios proyectos dieron frutos. Dirigieron “The Lego Movie” y la franquicia de acción en vivo “21 Jump Street”, y produjeron “The Mitchells vs. the Machines” y la anterior película animada ganadora del Oscar “Spider-Man: Into the Spider-Verse”. Esta última, donde el héroe -el adolescente afrolatino Miles Morales- habla inglés y español, sigue siendo un proyecto de particular orgullo para el creador.
“Una de las oportunidades más afortunadas que he tenido fue poder escribir la película ‘Spider-Verse’ y tomar mi vivencia de crecer en dos culturas y volcarlas un poco en Miles”, dijo Lord. “Incorporé algo de mi experiencia personal, y eso le dio vida para muchas personas que vieron esa película”.
En “The Mitchells…”, el personaje principal, Katie Mitchell, es la primera protagonista queer en una película animada de estudio. Lord espera que estas hazañas innovadoras se vuelvan obsoletas a medida que la representación en pantalla se ponga al día con el mundo real. “Lo que puede ser tan poderoso sobre la inclusión es que no se desvirtúa a nadie, solo dice que así es como son algunas personas, así es como puede ser un protagonista”, agregó.
Después de haber participado en innumerables paneles sobre la inclusión en la industria del entretenimiento, Lord cree que hay dos preguntas que las personas en posiciones de poder deberían hacerse si quieren cambiar en serio: “¿Estamos haciendo un trabajo lo suficientemente bueno para encontrar personas, adultos que sean listos para trabajar e invitarlos a estas producciones? ¿Y trabajamos bien para entrenar a la próxima generación de profesionales?”.
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Con eso en mente, apoyar a organizaciones como LatinX in Animation, un grupo que opera en varios estudios para resaltar el talento emergente en este subconjunto de la industria, se convirtió en una prioridad para Lord. “Me di cuenta de que había un número limitado de personas que estaban en la posición en la que estoy, donde tienes la oportunidad de contratar gente o hablar frente a otros y hacer que quieran escuchar lo que tengo que decir. “Otros puestos clave en “The Mitchells…” también fueron ocupados por latinos, en particular la diseñadora de producción y diseñadora principal de personajes Lindsey Olivares y el jefe de historia Guillermo Martínez.
Reflexionando sobre su victoria en el Oscar 2019 por “Spider-Verse”, Lord describe el momento eufórico como un tributo a su familia cubana. “La única vez que realmente me emocioné esa noche fue cuando mi primito me envió el video de toda la familia, 25 de nosotros en una habitación, reaccionando a la victoria”, recordó. “Lo vi y comencé a llorar, porque pensé en todo lo que pasamos para comenzar de nuevo, en otro país”.
Como cubanoamericano, Lord es consciente de las barreras de clase que impiden que la gente entre en este campo y de su propio privilegio económico. El hecho de que su madre cubana obtuviera un doctorado en psicología le permitió seguir una carrera en el cine. Los inmigrantes de la mayoría de los países y sus hijos no suelen beneficiarse de oportunidades similares. “Los cubanos son realmente afortunados; cuando mi madre vino a este país, obtuvo una beca para ir a la universidad. Obtuvo estatus legal. Fue considerada una refugiada del comunismo. Fue bien recibida y esas ventajas beneficiaron a nuestra familia. No todos los inmigrantes tienen esos beneficios, y pienso cuánto mejor sería este país al cual amo si recibiésemos a todos de la misma manera”.
Yvett Merino (‘Encanto’)
Después de 25 años en Walt Disney Animation Studios, trabajando en múltiples producciones en distintos puestos, Merino recibió su primer crédito como productora en “Encanto”.
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La productora mexicoamericana, ahora la primera latina nominada a un Oscar al Mejor Largometraje Animado, creció en Norwalk, una ciudad en el sureste del condado de Los Ángeles. Su familia de clase trabajadora no tenía vínculos con Hollywood.
“Aunque crecí aquí, en el sur de California, estábamos muy lejos de la industria del entretenimiento y no conocíamos a nadie que trabajara allí. Ni siquiera estaba en mi radar como una posibilidad profesional, mucho menos en el sector de la animación”, comentó.
Con un título en sociología de UC Santa Barbara, Merino se sentía insegura sobre su futuro, hasta que se enteró de trabajos detrás de escena en el entretenimiento. Llegó a Disney Animation como empleada temporal y fue contratada en el departamento de tecnología. Luego se convirtió en asistente, gerente de oficina y gerente administrativa.
Aún así, la realización la eludía. “No me desafiaban y no estaba realmente segura de a dónde iba en mi carrera. Pensé: ‘A mis padres nunca les gustó su trabajo, así que tal vez éste sea el lugar para mí’”. Pero rodeada de artistas apasionados que dibujan sus sueños con imaginación, encontró el ímpetu para perseverar y explorar opciones que se adaptaran mejor a sus aspiraciones, asumiendo funciones de gerente de producción en “Tangled”, “Big Hero 6” y “Moana”, antes de ser productora.
Aunque la apoyaron, los padres de Merino nunca registraron completamente lo que implicaba su papel en Disney, pero con “Encanto”, finalmente compartieron un profundo orgullo. “Tuve la suerte de llevarlos al estreno”, remarcó. “Después, me acerqué a mi papá, que es un mexicano muy tradicional, muy callado, y le dije: ‘¿Cómo estuvo?’. ‘Nunca en mi vida pensé que estaría en un estreno de Hollywood, mucho menos de una película que produjo mi hija’, me respondió. Me siento muy afortunada de que puedan compartirla conmigo”.
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Con la popularidad de “Encanto” en los cines, en Disney+ e incluso en las listas de Billboard, Merino piensa en los niños que crecerán con una familia latina a la que admirar en la cultura popular, algo que ella nunca experimentó. La atención de los premios y las sólidas críticas reforzaron la recepción positiva de la película, a la que se refiere como “aleccionadora”, aunque sus pensamientos vuelven a las dos mujeres que hicieron posible su sueño. “Mis abuelas vinieron aquí desde México. Conocer los sacrificios que hicieron y entender quiénes son, aprender más de su historia a medida que crecía, comprender por lo que pasaron en sus vidas, me hizo hablar de ello en esta historia. Me emociona que la gente la vea, pero jamás pensé que tendría este éxito”.
No ajena a las discusiones sobre cómo resolver los problemas de la industria en torno a la diversidad, Merino compartió sus pensamientos elocuentes. “Los estudios quieren una solución rápida. Quieren saber cuáles son las instrucciones para triunfar. En mi opinión, el tema necesita ser atacado en múltiples niveles. Hay que contratar gente nueva, sí, pero contratar a muchos asistentes de producción por única vez no ayuda. Hay que contratar en diferentes niveles y escuchar distintas voces”, destacó Merino. “Y para una solución más rápida, hay que tomar gente en los niveles más altos y contar con esas voces en la sala. También se necesita talento entrante en puestos iniciales, pero hay que asegurarse de que estén incluidos en el estudio”.
Sin embargo, Merino ve los esfuerzos en su propia empresa y en otros lugares con moderado optimismo. “Estoy muy entusiasmada con el futuro de la animación en general, porque hay muchos latinos trabajando en la industria. Y cuanto más comparten sus historias, más sé que mis hijos se verán a sí mismos en las diversas obras. Ya no será solo ‘Oh, recuerda esa historia que Disney hizo aquella vez’”.
Carlos López Estrada (‘Raya and the Last Dragon’)
Los videos musicales -algunos con animación- impulsaron el camino multifacético y ahora histórico de López Estrada, el director nacido en México, hacia el cine. Dos largometrajes de acción en vivo bien recibidos, ambos con poesía hablada como parte de su ADN (“Blindspotting” y “Summertime”) lo consolidaron como una voz importante en el cine independiente y uno de los favoritos del Festival de Cine de Sundance.
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Aunque trabajar en animación era algo con lo que muchas veces había fantaseado, López Estrada no esperaba concretar ese sueño. “Nunca hubiera podido imaginar que trabajaría en un estudio que significa tanto para mí como Disney, tan temprano en mi carrera”, reconoció. Y cuando le ofrecieron codirigir “Raya and the Last Dragon” con el veterano Don Hall, la transición a una nueva forma de trabajar, con cientos de personas involucradas, estuvo lejos de ser fácil.
“Acostumbrarme a la cultura laboral en un sitio tan establecido y silenciar el síndrome del impostor en mi cabeza fue el verdadero desafío para mí. Pero tener gente como Don y [la jefa de animación de Disney] Jennifer Lee, que depositaron su confianza en mí, me hizo entender que estoy aquí por una razón, que mi voz en el estudio importaba y que aporto una perspectiva única”, destacó. “A lo largo del proceso de ‘Raya’ pude asumir mi papel y aceptarlo por completo”.
López Estrada no lo sabía cuando lo contrataron en Walt Disney Animation Studios, pero fue el primer director de color responsable de una película animada en el estudio en sus casi cien años de historia. E incluso con ese pequeño pero significativo paso, teme que las conversaciones sobre la inclusión no logren generar un cambio duradero. “Lo único que me preocupa es la sostenibilidad del tema. Realmente espero que esto no se convierta simplemente en una era en la que la gente reacciona a lo que sucede a nuestro alrededor, cultural y socialmente. En lugar de eso, espero que quede claro que esta es la forma en que deberíamos pensar sobre las historias y los creadores”, señaló. “Este debería ser el nuevo estándar para la animación. Se trata de generar un cambio sistemático, no solo temporal”.
Como parte de sus esfuerzos como recurso y mentor, López Estrada participa regularmente con organizaciones sin fines de lucro como la Asociación Nacional de Productores Independientes Latinos, el Festival Internacional de Cine Latino de Los Ángeles, la Escuela de Cine Ghetto y Get Lit-Words Ignite (donde conoció a los poetas que protagonizan “Summertime”).
Cómodo ahora como figura de Disney y con más proyectos en camino, López Estrada recuerda con cariño el clásico del estudio que cambió todo para él. “‘Pinocchio’ fue el primero que vi, y me obsesioné por completo con el medio. Hasta hoy, si vuelvo a Ciudad de México, muchas personas que trabajaban con mi mamá todavía me llaman ‘Pinoto’, porque de niño no podía pronunciar correctamente el nombre del film. Vi esa película tantas veces, que marcó mi identidad”.
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Incapaz de promocionar “Raya” en persona debido a las preocupaciones y pautas de prevención ante el COVID-19, el director se perdió la oportunidad de interactuar con el público, pero las redes sociales ofrecieron un vistazo del impacto que puede tener una película de mentalidad universal.
“Es realmente difícil entender el alcance que tienen estos films hasta que haces uno. Lanzamos nuestra película durante la pandemia, por lo cual no pudimos viajar; la promoción fue principalmente a través de Zoom. Pero siento que lo entiendo. Hemos visto toda la respuesta de personas de todo el mundo en línea y ha sido maravillosamente abrumadora”.
Hijo de la productora de televisión mexicana Carla Estrada, el director intenta no pensar demasiado en su primera nominación al Oscar, un logro monumental que alguna vez le pareció inverosímil. Él lo ve como un regalo para la persona que lo apoyó a lo largo de sus esfuerzos creativos desde la infancia.
“Lo que más he disfrutado es lo que significa para mi madre. Pude experimentarlo a través de sus ojos. Pocas cosas deben sentirse más satisfactorias que ver a sus hijos ser reconocidos por algo que les encanta hacer. Esto ha significado tanto, tanto para ella”, reconoció. “Ha validado gran parte de su trabajo como madre soltera. Hemos pasado por momentos difíciles como familia y esto ha sido muy significativo”.
Charise Castro-Smith (‘Encanto’)
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Castro-Smith, dramaturga, actriz y productora de ascendencia cubana, era parte del drama episódico de Starz “Sweetbitter” cuando su agente envió una muestra de su trabajo a Disney Animation. Ese primer intercambio derivó en una reunión con los directores Byron Howard y Jared Bush, quienes compartieron un concepto básico de lo que se convertiría en “Encanto”, la fantasía ambientada en Colombia. Eventualmente se unió a ellos como coguionista y codirectora.
“En retrospectiva, amo la animación desde que era niña, pero en realidad nunca pensé en trabajar en ella”, reconoció. “Realmente surgió de una manera fortuita”.
Extasiada por participar en la creación de un musical animado latino para Disney, pero al mismo tiempo abrumada por la responsabilidad de crearlo en un medio desconocido, Castro Smith encontró un sistema de apoyo en el productor Yvett Merino y Familia, un grupo de empleados latinos dentro del estudio que le brindó retroalimentación sobre el proyecto.
“Cuando escuché por primera vez que iba a ser traducido a 42 idiomas, pensé: ‘¿Qué?’. Me presioné mucho. Parte de eso no era necesario, pero sentí el potencial de que ésta fuera una historia que pudiera ser positiva para todos los niños latinos”, señaló Castro-Smith, “y también para que las personas que no son latinas vean estos personajes tan humanos, los amen y tal vez cambien sus percepciones sobre otras personas que habitan el mundo”.
Castro-Smith comenzó como actriz y recuerda haber hecho audiciones para papeles deshumanizantes, como la “novia del traficante de drogas” sin nombre. Cuando hizo la transición a la escritura, su misión se ancló en su deseo de crear mejores roles para los latinos y de “cambiar la narrativa de lo que Hollywood pensaba para nosotros”.
Al crecer, encontró modelos a seguir en la intérprete Chita Rivera, en las obras de José Rivera y en los unipersonales de John Leguizamo (quien da voz al personaje de Bruno en “Encanto”). Al igual que Mirabel, la heroína de “Encanto”, Castro-Smith caminaba por el mundo como alguien ajeno. “Una de las razones por las que me incliné hacia este proyecto tan rápido fue el hecho de que esta película se centraría en una chica incómoda, de 15 años, que no sabe dónde encaja. Yo era un ‘bicho raro’ a esa edad.
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Como muchas familias de inmigrantes, los padres de Castro-Smith tenían reservas sobre sus perspectivas de ganarse la vida en las artes. “Siempre me alentaron, pero creo que había una cierta presión de tener un plan de respaldo. Cuando ingresé a la Escuela de Teatro de Yale, como actriz, mi mamá me preguntó: ‘¿Eso es bueno? ¿Vale la pena?’ Así que llamó a un amigo suyo que era actor y la tranquilizó. Siempre me han apoyado, pero tuve que probarme a mí misma siempre. Con suerte, creo que lo logré, finalmente”.
Como su familia no pudo ver la película terminada antes de su estreno, el padre de Castro-Smith la vio en un cine, el primer día. Su reacción a uno de los segmentos más conmovedores de la historia le aseguró que había tocado una fibra sensible. “Sobre la escena con Mirabel y la Abuela en el río, cerca del final de la película, me dijo: ‘La estaba viendo y supe que tú la habías escrito’. Eso realmente me conmovió”, reconoció.
Gracias a las reacciones virales en las redes sociales y a lo pegadizo de “We Don’t Talk About Bruno”, “Encanto” cobró vida propia como fenómeno cultural. Ser testigo de una efusión de franqueza por algo que ella ayudó a crear le hizo comprender la magnitud de su relevancia. “Solo ver todos los videos en TikTok, los clips de esos niños reconociéndose a sí mismos en la pantalla, todos los videos de personas que deconstruyen la película y hablan sobre cómo los arquetipos familiares resuenan con ellos, todo eso ha sido enorme”, reconoció Castro-Smith.
Por supuesto, este inusual foco de atención en el arte latino, a través de la animación, no puede capturar las idiosincrasias de toda una comunidad, pero es un componente básico muy bienvenido para un panorama artístico más próspero.
“Con suerte, ‘Encanto’ pone fin al argumento de que estas películas no ganan dinero, porque tuvo grandes ganancias. Hollywood apenas está comenzando a arañar la superficie de la representación real. La mayoría de los que consumimos medios populares estuvimos tan condicionados para ver la narración a través de un lente masculino blanco, que se necesita mucho para romper eso”, dijo Castro-Smith. “Se necesita mucho para convencer a la gente de que se arriesgue a nuevas historias y nuevas formas de abordaje. Ese cambio está recién comenzando”.