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Así se convirtió Alexander Skarsgård en el vikingo rudo y sensible de la espectacular ‘The Northman’

Alexander Skarsgård interpreta a Amleth en una escena de "The Northman".
Alexander Skarsgård interpreta a Amleth en una escena de “The Northman”.
(Aidan Monaghan)
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Cuando los latinoamericanos pensamos en el pasado remoto, nos imaginamos a los aztecas y los mayas si somos de origen mexicano o centroamericano, y a los incas si somos peruanos o descendientes de ellos. Sucede algo semejante con Alexander Skarsgård, pero en su caso, la relación es con los vikingos.

Y es que el celebrado intérprete de series como “True Blood” y “Big Little Lies” y películas como “Melancholia” y “Godzilla vs. Kong” nació en Suecia, lo que lo conecta directamente con una casta de guerreros que, a diferencia de las arriba mencionadas, ha sido mostrada de manera constante en el cine y la televisión, por lo que, al aceptar el rol estelar de la nueva cinta “The Northman” -que se estrena este fin de semana en EE.UU.-, el actor quería estar seguro de que el tratamiento de sus antepasados ofreciera algo novedoso.

“Era indispensable hacerlo bien”, admitió ante nosotros durante una reciente entrevista que puedes encontrar también aquí en su versión de video con subtítulos en español. “Como dices, es algo que está en mi ADN; nací y me crie en Suecia, rodeado de la cultura vikinga y de ese legado. Cuando caminas, hay miles de piedras runa todavía, por lo que tienes definitivamente presente la era de los vikingos al andar por ahí”.

“La meta era hacer algo que fuera grandioso y entretenido, pero que fuera también fiel a las antiguas sagas vikingas y a la poesía que capturó la esencia de la gente de esa época”, precisó, refiriéndose a textos históricos que resultan esenciales para entender a sus ancestros. “No queríamos tomarnos demasiadas libertades creativas, sino hacer una película con la que la audiencia pudiera sentirse transportada a la Europa del Norte de hace mil años y que le permitiera ver el mundo a través de los ojos de Amleth, un vikingo de esos tiempos; cómo sería eso, cómo se vería eso, no solo en lo que se refiere al mundo tangible, sino también al sobrenatural, que fue fundamental en la historia y en las antiguas sagas”.

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Salvaje y complejo

En ese sentido, el personaje de Amleth (que sirvió de inspiración para el Hamlet de William Shakespeare) es interesante, porque es un tipo muy fuerte, lo que hizo que Skarsgård tuviera que someterse a un entrenamiento físico muy duro. Pero él mismo se muestra a veces sensible y tiene una profunda faceta espiritual, que puede manifestarse en expresiones agresivas similares a las de un animal salvaje y correspondientes a la forma de pensar de su comunidad, que le asignaba características de esta clase a sus integrantes más combativos.

“Su nombre en berserker significa ‘lobo oso’”, no dijo el actor europeo, aludiendo a una palabra que define justamente a los vikingos más rudos que participaban en el campo de batalla. “La preparación física consistió en tratar de volverme más corpulento y subir de peso para verme más como un oso de lo que me veo normalmente [risa]. Para poder entender a Amleth, la preparación consistió en leer libros sobre la cultura vikinga y la forma en que pensaban, porque era importante entender qué es lo que lo motiva”.

“Esta es una historia de venganza; él cree en la fe, y entonces, tenía que descubrir cuales son las normas de la fe que lo controlan y cuál es su relación con ellas”, agregó. “También era importante considerar el hecho de que es un huérfano, porque fue abandonado cuando tenía 10 años y ha estado solo desde entonces. Tiene a este grupo de amigos, los otros berserkers, pero era importante que se pudiera notar en algunos momentos el niño que tiene todavía dentro, porque se trata de alguien que anhela reconectarse con su familia y encontrar a su madre. Es algo más que un berserker impulsivo”.

Skarsgård tuvo que desarrollar todos estos aspectos mientras era el elemento principal dentro de un rodaje particularmente ambicioso en el plano visual que, bajo el mando del connotado director Robert Eggers (“The Witch”, “The Lighthouse”), se basó en planos secuencia y sin recurrir a los recursos técnicos que se emplean en Hollywood para facilitar el proceso, haciendo con ello que los trámites fueran particularmente penosos para los involucrados, pero logrando por otro lado una puesta en escena absolutamente distintiva.

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Alexander Skarsgård y Anya Taylor-Joy en otra escena del filme.
(Aidan Monaghan)

“Eso es lo que me motivaba”, comentó el actor, mientras esbozaba una sonrisa que parecía denunciar lo arduo que había sido el trabajo. “Filmar de este modo es muy inusual. Se hizo en material de película, con una sola cámara y sin tomas de cobertura; casi todas las escenas están hechas con un plano continuo. Esa no es la forma en que se hacen las películas actualmente, en especial si son grandes producciones de acción”.

“La complejidad de las escenas de pelea lo hizo muy difícil”, agregó. “Pero al hacerlo sabíamos ya que iba a ser duro, y sabíamos también que, una vez que empezáramos a rodar, no podíamos resolver las cosas en el momento, sino que teníamos que llegar con todo meticulosamente planeado, para que una vez que estuviéramos allí, supiéramos exactamente cómo filmar, cuál iba a ser la relación entre la cámara y yo y cómo nos íbamos a mover juntos para encontrar una especie de danza a través de estas secuencias”.

Como lo señaló, esa parte del proceso involucró muchos ensayos y planificación con el equipo de ‘stunts’ y el departamento de cámara con la finalidad de saber cómo se iban a hacer las tomas, con qué ritmo y con qué intensidad.

Latina y universal

No podíamos dejar de hablar con nuestro entrevistado de Anya Taylor-Joy, la aclamada actriz de ascendencia argentina que debutó en la primera película de Eggers, “The Witch”, y que alcanzó fama mundial con su rol estelar en la serie de Netflix “The Queen’s Gambit”. Además de sus vínculos con la comunidad latina, Taylor-Joy tiene en sus venas sangre británica, escocesa y española, y a estas alturas de su carrera, parece ser capaz de desempeñar cualquier clase de papel.

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“Ella fue fenomenal”, dijo Skarsgård. “Es extremadamente talentosa y una de las personas más trabajadoras con la que he colaborado. Estuvo completamente dedicada al proyecto y a trabajar con Rob [Eggers, el director]. Fue un regalo poder verla, y tener a alguien con ese nivel de dedicación significa mucho para las personas que la rodean en el set, porque les da energía para trabajar más duro”.

“Tuvimos grandes escenas de pelea en las que el personaje de Anya se encontraba muy al fondo, quizás por una semana; pero ella siempre lo daba todo, siempre estaba allí y siempre estaba apoyándonos, aunque no apareciera ante la cámara”, detalló el intérprete. “Tiene un espíritu de equipo increíble”.

“The Northman” es una superproducción distinta a las que suelen estrenarse en las salas, porque es una cinta épica sobre vikingos cargada de violencia, pero también una película de arte. En ese sentido, valía la pena cerrar nuestra conversación con Skarsgård preguntándole sobre las reacciones que espera encontrar en el público ante la desafiante aventura fílmica.

“No tengo expectativas ni quiero que la gente vaya a ver la película con el recuerdo de mi voz pesada diciéndole lo que debe recordar, lo que debe notar o lo que debe sentir”, enfatizó. “La experiencia más inmersiva que puedes tener al ir al cine se da cuando no sabes mucho de lo que vas a ver, especialmente cuando no se trata de algo didáctico y los actores y los cineastas no te han dicho cómo experimentarlo”.

“Sin embargo, espero que la gente la vea en una pantalla grande, porque es una experiencia muy visual”, añadió. “No tengo nada contra el hecho de ver cosas en tu iPad o tu teléfono, pero esto es un espectáculo que espero que se aprecie dentro de una sala”.

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