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CRÍTICAS. Una nueva chica para Frankenstein, la nominada de Japón al Oscar y más estrenos de la semana

Cole Sprouse y Kathryn Newton en una escena de "Lisa Frankenstein".
Cole Sprouse y Kathryn Newton en una escena de “Lisa Frankenstein”.
(Michele K. Short)
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La cartelera correspondiente al fin de semana anterior al Día de San Valentín tienta un poco el territorio amoroso al incluir una que otra propuesta vinculada a los asuntos del corazón, aunque hay que recordar que el mismo 14 de febrero tiene su propia reserva de estrenos. Por suerte, en estos días, la calidad no brillará por su ausencia, como lo revela la inclusión de una película nominada al Oscar que no deja de sorprender.

LISA FRANKENSTEIN

Directora: Zelda Williams

Reparto: Kathryn Newton, Cole Sprouse, Liza Soberano

Género: Comedia de terror

El inicio del año genera un vacío de propuestas de estudio con pretensiones mayores que es a veces aprovechado por títulos independientes de terror con las virtudes suficientes como para llamar la atención de los aficionados al género. “Lisa Frankenstein” no es una película de esas, al menos en términos intelectuales; es más, no es ni siquiera una película de terror. Pero logra que pasemos un buen rato, y -que nos perdonen los infaltables ‘haters’- será capaz de resistir más de un visionado.

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Tiene además un atisbo mínimo de originalidad, porque no es realmente una nueva versión (extremadamente) libre de “La Novia de Frankenstein”, o no lo es al menos durante la mayor parte de su metraje, cuando se nos presentan las desventuras iniciales de Lisa (Kathryn Newton), una adolescente de los ‘80 que, luego de sufrir una experiencia traumática mayor, no logra cumplir las expectativas de su nueva madrastra, Janet (Carla Gugino), ni adaptarse al estilo de vida de su nueva hermanastra, la guaripolera Taffy (Liza Soberano).

Lisa es una chica gótica con una curiosa inclinación hacia las vestimentas más ‘nerd’ -aunque eso va a cambiar, claro- que se encuentra obsesionada con el inquilino victoriano de una tumba ubicada en el antiquísimo cementerio de su barrio, y que ve naturalmente alterada su vida luego de que este regresa a nuestro mundo en forma de zombi.

Lo que sigue es una serie de situaciones que no son siempre todo lo hilarantes que deberían haber sido, pero que resultan a veces tremendamente divertidas y responden frecuentemente a experiencias femeninas que se sienten genuinas, lo que tiene sin duda que ver con el hecho de que la cinta fue dirigida por Zelda Williams (la hija del célebre Robin, que debuta con esto en la realización de largometrajes) y escrita por Diablo Cody (la irreverente creadora de “Juno” y “Jennifer’s Body”).

Hay que dejar en claro que, en términos generales, “Lisa Frankenstein” tiene momentos que rayan con lo absurdo, que podría haberse visto beneficiada por algún intento de profundidad en su planteamiento dramático y visual, que su falta absoluta de sutileza no encaja a veces con el ritmo empleado y que mucho de lo que presenta no tiene ni siquiera sentido dentro de las reglas que maneja.

Pero, fuera de lo dicho más arriba, su falta absoluta de pretensiones, su uso creativo de hits musicales de la época, sus frecuentes alusiones a Méliès (sí, el pionero del cine narrativo con efectos especiales) y la encantadora presencia de Newton (a quien vimos recientemente en “Freaky” y “Ant-Man and the Wasp: Quantumania”) hacen que pasemos de algún modo por alto los defectos de un trabajo que, en desmedro de su clasificación para menores, posee un filo inusitado.

PERFECT DAYS

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Director: Wim Wenders

Reparto: Koji Yakusho, Tokio Emoto, Arisa Nakano

Género: Drama

Se estrenó en Los Angeles el miércoles de esta semana, haciéndolo de manera exclusiva en las salas AMC Century City 15; pero extiende su área de alcance a partir del 16 de febrero. Sea como sea, debes hacer todo lo que resulte posible para ver “Perfect Days”, una sobresaliente cinta dramática que viene acompañada no solo por el mérito de ser una de las nominadas al Oscar en la categoría de Mejor Película Intencional, sino que representa una verdadera resurrección creativa para el ilustre director alemán Wim Wenders.

Wenders es un cineasta que, en su etapa más internacional, nos ofreció joyas de la talla de “Paris, Texas” (1984) y “Wings of Desire” (1987), pero cuyos largometrajes narrativos empezaron a caer después en una inesperada espiral de mediocridad que contrastaba radicalmente con las virtudes de sus documentales, entre los que se encuentran títulos tan brillantes como “Buena Vista Social Club” (1996), “Pina” (2011) y el reciente “Anselm” (2023).

“Perfect Days” representará a Japón en la ceremonia de la Academia, y esto ha sucedido porque su director tenía aparentemente que cambiar completamente de rumbo para volver a generar una obra maestra dentro de los ámbitos de la ficción, lo que lo llevó a unirse al escritor Takuma Takasaki con la finalidad de darle vida a un relato que se desarrolla completamente en el Tokio actual y que tiene como protagonista a un hombre maduro dedicado a limpiar baños públicos.

En lugar de mostrar a un miserable que tiene que desempeñar un oficio indeseable, Wenders opta por construir a un personaje cuya falta aparente de logros no lo ha convertido en un sujeto amargado ni antipático, sino en un ser de pocas palabras pero de fácil sonrisa y de gran corazón, aunque él mismo sea ignorado constantemente por quienes lo rodean en sus centros de labores debido a la posición que ocupa en la sociedad.

Hirayama trabaja para una compañía ultra moderna de servicios sanitarios que coloca sus instalaciones en zonas acomodadas de la ciudad, por lo que, en teoría, no se ve forzado a trabajar en condiciones penosas ni particularmente desagradables. Tiene una vida sumamente modesta pero confortable, es respetado por los empleados de las tiendas y los restaurantes a los que acude y, lo que es más interesante, es no sólo un ávido lector y un fotógrafo aficionado, sino que tiene una impresionante colección de cassettes originales de Lou Reed, Patti Smith, Van Morrison y The Kinks (el nombre de la película viene justamente de una canción inolvidable de Reed).

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Claro que, al final del día, Hirayama (quien está extraordinariamente interpretado por Koji Yakusho) sigue siendo alguien que se gana la vida limpiando retretes, así como una persona profundamente solitaria, lo que tiene que deberse a circunstancias de su pasado que el guión nunca se preocupa en explicar, pero que nos llevan con calma y delicadeza hasta un desenlace cargado de una emotividad que nos pega de manera arrolladora tras toda la contención anterior.

THE TASTE OF THINGS

Directora: Tran Anh Hung

Reparto: Juliette Binoche, Benoît Magimel, Emmanuel Salinger

Género: Drama histórico y romántico

La comida fina es el plato principal de “The Taste of Things” (“La Passion de Dodin Bouffant”), la película que fue elegida por Francia como su representante en la contienda del Oscar (aunque no terminó siendo nominada), que se estrena de manera limitada este viernes y que expande sus oportunidades de exhibición a partir del 14 de febrero, aprovechando el Día de San Valentín.

Si no terminas con un apetito voraz después de ver la cinta, la única explicación que podemos encontrar es que eres un devoto de las hamburguesas y de los hot dogs, porque las maravillas culinarias que desfilan constantemente en el séptimo largometraje de Tran Anh Hung (“The Scent of Green Papaya”) pertenecen a lo más encumbrado de la gastronomía francesa, en consonancia con la historia que se cuenta, enfocada en la longeva y complicada relación entre un gourmet -Dodin Bouffant, interpretado por Benoît Magimel- y la cocinera que trabaja para el -Eugénie, encomendada a Juliette Binoche-.

Inspirándose en el personaje de un gastrónomo procedente del universo de la literatura, la realizadora de origen vietnamita crea una historia delicada y apasionada en la que el proceso de preparación de los alimentos resulta siempre digno de verse, pero que remarca también la capacidad creativa de sus autores y el aprecio que experimentan quienes se sientan luego a la mesa.

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Se trata también de una cinta que se desarrolla en un ambiente privilegiado del siglo 19 (la casa/cocina de Bouffant, en medio de un maravilloso ambiente campestre) y por ello mismo completamente inaccesible a los paladares del pueblo, tal y como sucede en la actualidad con la mayoría de las propuestas provenientes de chefs renombrados.

Pese a todo, Hung fabrica cuidadosamente un microcosmos de época en el que las delicias que presenta pueden provenir solo de las manos de personas con la experiencia, la sensibilidad y la cercanía que comparten sus dos protagonistas, quienes parecen pasar a veces a un segundo plano ante el impacto generado por lo que brota de sus ollas, pero cuyos actos y conversaciones dan muestra de una conexión tan inusual como poderosa durante las significativas escenas que los apartan del fogón.

OUT OF DARKNESS

Director: Andrew Cumming

Reparto: Safia Oakley-Green, Chuku Modu, Kit Young

Género: Terror / thriller

El cine de terror independiente sigue siendo una fuente constante de sorpresas, y “Out of Darkness”, que se estrena este viernes en 550 salas del país, es una nueva muestra de lo señalado. Y es que, sin resultar necesariamente memorable, la ópera prima del director británico Andrew Cumming cuenta con las suficientes dosis de originalidad y de talento como para convertirse en un trabajo de visión necesaria para los amantes del género.

La creatividad empieza desde el momento en que la historia que se cuenta recurre a un lenguaje que fue inventado por el lingüista, historiador y poeta Daniel Andersson, lo que hace que todos los diálogos sean enunciados en esta especie de “idioma original” debido a que la mayoría de los personajes pertenecen al periodo paleolítico, conocido también como la Edad de Piedra.

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Es allí donde encontramos a una pequeña tribu que, en su desesperación por encontrar un lugar seguro de residencia, y tras haber efectuado un largo y penoso viaje, llega a un bosque donde comienza a ser atacada sin misericordia por lo que algunos de sus integrantes describen como una entidad sobrenatural.

Esta no es la única sorpresa de un filme que aprovecha las circunstancias de un periodo en el que la evolución hacia el ser humano actual estaba en pleno proceso -y que se manifestaba por lo tanto de diferentes maneras en grupos que podían ser antagónicos- para hablar justamente de la condición humana y del modo en que lidiamos hasta el dia de hoy con quienes vemos como enemigos.

Hermosamente filmada y siempre sugestiva en el plano visual, “Out of Darkness” es una obra valiosa que se ve quizás perjudicada por el hecho de otorgarle comportamientos demasiado contemporáneos a sus protagonistas, con la finalidad casi segura de conectar con el espectador.

DISCO BOY

Director: Giacomo Abbruzzese

Reparto: Franz Rogowski, Morr Ndiaye, Laetitia Ky

Género: Drama

Los que hemos tenido que salir de nuestros países con la firme idea de probar suerte en tierras distintas y normalmente desconocidas deberíamos estar interesados en el conocimiento de experiencias ajenas que se producen en circunstancias diferentes, porque estas tienen siempre puntos en común con lo que nos ha sucedido.

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Esto es lo que ocurre con “Disco Boy”, la cinta francesa que se estrena este viernes en las salas Laemmle, una semana después de su lanzamiento en Nueva York, y que muestra lo que pasa con Aleksei (Franz Rogowski), un joven bielorusso aficionado a la danza que emprende un peligroso viaje a la nación gala con el fin de tener una vida mejor pero que, en el proceso, sufre una pérdida irreparable y se ve luego involucrado en un trabajo que marcará negativamente su vida.

Ante la falta de documentos oficiales, Aleksei decide inscribirse en la Legión Extranjera, que le ofrece la posibilidad de obtener la ciudadanía francesa tras unos cuantos años de servicio y en la que logra ser aceptado tras una serie de pruebas físicas que resultan sin duda esforzadas, pero que supera sin mayores complicaciones. Lo realmente malo viene después, cuando es enviado a combatir en Nigeria (por razones que nunca se explican) y se ve forzado a cometer acciones reprobables que afectan tanto a la población civil del lugar como a unos revolucionarios armados cuyos reclamos lucen razonables.

“Disco Boy” maneja una estética ciertamente llamativa que puede llegar a ser hipnótica, y Rogowski es un actor suficientemente carismático como para generar empatía. Sin embargo, la identificación del espectador se pone innecesariamente a prueba debido a la falta de antecedentes vivenciales e ideológicos de su personaje, lo que hace que sus deseos de emigrar luzcan como un juego y no nos permite entender a cabalidad el conflicto que se genera en él tras sus duras experiencias como soldado, más allá de las naturales razones humanitarias. Se trata, de todos modos, de un trabajo interesante que despertará más de una pregunta en el espectador sensible.

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