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Pearl Jam mantiene vigente su sonido guitarrero y propositivo pese a las deudas con los ‘90

Un momento del concierto de Pearl Jam en el Kia Forum de Inglewood, el 21 de mayo del 2024.
(Timothy Norris/Kia Forum)
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El grunge llegó más lejos de lo que muchos probablemente imaginan. Pese a haber surgido a mediados de los ‘80 en un ambiente geográfico poco atractivo -la fría y húmeda ciudad de Seattle-, el estilo musical que combinaba elementos del punk y del metal con una sensibilidad ‘indie’ traspasó toda clase de fronteras, llegando con fuerza a Latinoamérica a inicios de los ‘90.

Bajo el aspecto desprolijo de sus creadores y el empleo de letras desencantadas, lo que terminó convirtiéndose en un movimiento suficientemente poderoso como para aniquilar la movida ‘glam metal’ que primaba entonces logró conectarse con las vivencias de jóvenes de todo el mundo que vivían en entornos completamente distintos, pero que estaban buscando una vertiente del rock que sintieran como propia.

Recuerdo haber estado paseando hace muchos años por el distrito más bohemio de la capital peruana en la que nací cuando escuché a un amigo todavía adolescente -y fan incondicional de Nirvana, Soundgarden y Alice in Chains- que, incentivado por el alcohol, se puso a gritar: “¡Esto no es Lima, esto es Seattle!” No todos los seguidores del género eran igual de bulliciosos, claro; pero, ya para entonces, muchas bandas locales habían empezado a emular a las que se encontraban en el noroeste estadounidense.

Sin embargo, pese a que el grunge desplazó comercialmente a otros estilos guitarreros, llegando a convertirse en una moda aprovechada por las grandes corporaciones, su periodo de popularidad masiva no superó la década noventera, hasta el punto de que, poco después, los artistas que seguían empleando con descaro sonoridades típicas de dicha escuela eran descartados por los oyentes más serios.

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Tampoco colaboró con su estabilidad la trágica y temprana muerte de Kurt Cobain, el vocalista y guitarrista de Nirvana que se había convertido en la figura más visible y más atormentada del movimiento, y que acabó con su propia vida en abril de 1994. Desde entonces, la lista de caídos se ha ido incrementado en sus filas principales: Layne Staley, vocalista de Alice in Chains, murió de una sobredosis de heroína en abril del 2002, y Chris Cornell, el cantante de Soundgarden, optó también por el suicidio en mayo del 2017.

Con la presencia de Paul McCartney, París puso en marcha la cuenta regresiva de 100 días de la apertura de los Juegos Paralímpicos.

May. 19, 2024

Los que quedan

Todos estos hechos han dado como resultado que, el día de hoy, la única agrupación realmente emblemática del grunge que se encuentra activa con una formación cercana a la original sea Pearl Jam. Treinta y cuatro años después de su creación, el combo de Washington que deslumbró con su primer álbum, “Ten” (1991), mantiene su alineación más emblemática, es decir, la que tiene a Eddie Vedder en la voz, a Mike McCready y Stone Gossard en las guitarras y a Jeff Ament en el bajo. El puesto del baterista ha sido el menos constante, aunque el actual encargado de las percusiones, Matt Cameron (quien formó también parte de Soundgarden), ha sido un miembro estable desde 1998.

La supervivencia de Pearl Jam tiene no solo que ver con la capacidad que tuvieron sus integrantes para no verse involucrados en el uso de drogas duras de la manera en que lo hicieron muchos de sus colegas, sino también en su talento para ir adaptándose a los cambios musicales y seguir por ello convenciendo a sus seguidores -algunas veces más que otras- con el contenido de los 12 álbumes que han lanzado hasta le fecha.

En realidad, más que sobrevivir, Pearl Jam puede darse el lujo de decir que se encuentra en un excelente momento de su carrera. Como parte de la gira promocional de sus nueva producción, “Dark Matter” (lanzada el pasado 19 de abril), el quinteto anunció hace ya un tiempo la realización de dos conciertos en el Kia Forum, con capacidad para 17 mil personas, y en el primero de ellos, llevado a cabo la noche del martes, dejó en claro que sigue siendo una fuerza de respeto en el ámbito musical.

Fuera de su incuestionable poder instrumental, la banda tiene al frente a Vedder, un ‘frontman’ de voz particular que no podrá ya saltar por los aires y recorrer los escenarios como lo hacía en los buenos tiempos, pero que ha conservado su garganta en estado ideal y que, además de tocar la guitarra con una frecuencia mucho mayor que la de sus shows antiguos, es un sujeto carismático con un interés sincero por diversas causas progresistas.

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Eddie Vedder en contacto con la audiencia.
(Timothy Norris/Kia Forum)

Se trata también de una persona comunicativa a la que le gusta hablar con la audiencia durante sus conciertos, aunque, por suerte, no lo haga de manera excesiva. En el Forum, aprovechó algunos de los espacios entre canción y canción para recordar tanto su primera visita a este coloso al lado de su padre -con la finalidad de ver a los Lakers- como la ocasión en la que acudió con sus amigos al mismo auditorio para apreciar a Pink Floyd -y que involucró una larga sesión de consumo de cannabis en el estacionamiento-.

Aludió también de manera discreta a lo sucedido durante el concierto del sábado pasado en Las Vegas, donde criticó fuertemente a Harrison Butker, pateador de Kansas City Chiefs, por el discurso machista que este dio durante una graduación escolar a la que fue invitado. En esta ocasión, el cantante, que apoya la causa feminista, dijo que esperaba ver algún dia a deportistas mujeres en el seno de la NFL.

Por otro lado, el paso de los años le ha permitido dejarle más espacio de lucimiento a sus compañeros y dominar los excesos de una voz que no todos agradecen, y que, lamentablemente, fue imitada -muchas veces de manera grotesca- por grupos con tan poca credibilidad como Creed y Nickelback.

Sea como sea, Vedder -quien solo se sacó la gorra que llevaba para reemplazarla por un sombrero- hizo las cosas bien, aunque no tanto como McCready, cuyos solos blueseros, expresivos y cargados de ‘wah wah’ se escucharon de manera generosa, coronando a su manera la férrea base rítmica establecida por sus compañeros (nos impresionó especialmente el sonido de Ament en las cuatro cuerdas).

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Sumas y restas

A pesar de haber mantenido un listado básico de canciones a lo largo de esta gira, que se acaba de iniciar y que culminará en noviembre, Pearl Jam ha ido cambiando el orden de las cosas y sumando y eliminando temas durante el camino. En ese sentido, lo que se escuchó ayer tuvo un carácter especial, con la aparición de piezas como “Oceans”, “Come Back” y “Save You” y, ya para el cierre, la interpretación de “Baba O’Riley”, una composición original de The Who, la banda de rock clasico que tanto la ha influenciado.

Tampoco faltaron, por supuesto, los aportes de “Dark Matter”, un disco que ha recibido comentarios sumamente positivos y que fue interpretado casi en totalidad (con 10 de sus 11 cortes presentes). No todos merecían estar allí; “Something Special”, en particular, nos parece bastante intrascendente en el aspecto musical, aunque sabemos que Vedder compuso la letra en honor a su hija y su esposa, como lo comentó con emoción ante su público.

Por el lado más bullicioso, disfrutamos mucho de “Scared of Fear” y “React, Respond”, mientras que, en lo que respecta a los territorios apacibles, sentimos que la plácida “Setting Sun” (que cerró la noche) se prestaba perfectamente para la despedida.

En ese sentido, uno de los aspectos más interesantes de Pearl Jam es el modo en que combina las canciones más potentes (herederas no solo de The Who, sino también de MC5 y de Led Zeppelin) con las más relajadas (orientadas muchas veces hacia áreas del folklore). La combinación le ha dado siempre la posibilidad de coquetear con referencias del rock clásico que no aparecían ni por asomo en la obra de otros representantes del grunge y ha extendido su popularidad en el ‘mainstream’, aunque ha logrado también que sus shows sean sumamente largos y un tanto agotadores.

Los saltos no faltaron del todo.
(Timothy Norris/Kia Forum)

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El martes pasado, los trámites se extendieron por más de dos horas y media, con un breve intervalo para el ‘bis’. Los fans auténticos del grupo no pueden quejarse por la longitud del concierto y por la posibilidad que este les dio de escuchar canciones que no se tocan siempre -más allá de las del nuevo álbum-; pero sentimos de todos modos que faltaron algunas realmente indispensables, como “Jeremy”, “Porch” y “Black”, que han figurado en otras fechas de la gira.

En el plano de los éxitos, no faltaron, eso sí, “Even Flow”, el enérgico ‘hit’ inspirado en la vida de un ‘homeless’ que MTV llevó a todos los rincones del planeta; “Oceans”, la conmovedora balada alternativa inspirada en el ‘surfing’; “Daughter”, la popular pieza de country que, como es habitual, fue intercalada con un segmento de “Another Brick in the Wall (Part 2)” ; “Why Go”, el contundente hard rock de los inicios, y “Alive”, la celebrada proclama de superación individual.

Como lo hemos señalado, los repertorios de Pearl Jam se encuentran en permanente evolución, lo que insinúa la posibilidad de que los asistentes a la segunda presentación angelina (que se dará esta noche) se vean expuestos a más sorpresas. Ya nos contarán.

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