¿Cómo se siente, en todo caso, ante el estado de inestabilidad que se vive en el mundo entero? “Yo creo que sí existe la inestabilidad, pero me parece que es una fase; y a todos nos corresponde vivir cierta fase”, reflexionó. “Hay gente que no recuerda ya lo que pasó aquí en los ‘70, lo que pasó en los ‘30, lo que pasó en los ‘40. Y tampoco entienden o aceptan que ha habido cambios”.
“Al final, a pesar de todas las tragedias y todas las dificultades que podamos encontrar, cada resolución de fase nos acerca más a una mejor sociedad, porque lleva a toda una serie de escrutinios internos, a toda una serie de confrontaciones y a toda una serie de propuestas y discusiones públicas que terminan creando una respuesta que, en mi opinión, nos va a acercar más y más a la idea original”, comentó. “Y esa idea original es la de un universo en orden y con amor, porque yo no puedo creer ni aceptar que el universo se hizo para que lo controle el mal”.
Lo cierto es que, más allá de cualquier consideración, el contenido de muchas de sus canciones resulta todavía novedoso, lo que puede sonar positivo en términos de vigencia artística, pero es particularmente triste cuando se refiere a situaciones de injusticia. Y algunas de ellas pueden adquirir incluso connotaciones insospechadas, como es el caso de “Desapariciones”, que fue creada originalmente para rendirle tributo a las personas que habían sido detenidas de manera ilegal en nuestros países de origen por regímenes autoritarios y de las que no se se supo más.
“Es una pena que no vivamos en un mundo donde no exista una mayor solidaridad, donde hay gente que vive de la infelicidad del otro”, admitió. “Pero ha sido así toda la vida. Lo que pasa ahora es que quizás tenemos mucha más conciencia de eso, por la aparición de las redes sociales y la importancia del aspecto técnico, que de una u otra forma está controlando todo lo que hacemos y que cada vez adquiere tonos más preocupantes, como pasa con lo de la inteligencia artificial”.
En lo que se refiere a esa IA, nuestro entrevistado enfatizó que trata de evitarla por completo, aunque le resulta imposible desentenderse de los efectos que tiene. “A mí ya me han hecho cosas, como ponerme en una silla de ruedas para que compren tal o cual cosa”, dijo.
“El problema principal es que está haciendo mucho más difícil la posibilidad de diferenciar la realidad de la fantasía, sobre todo para las personas que no tienen las herramientas suficientes para poder hacer esa distinción”, añadió. “Es un punto muy peligroso al que la gente en general no le está poniendo mucha atención, porque anda preocupada por cosas que no tiene trascendencia”.