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Cruel World se sobrepuso a la lluvia con actuaciones memorables de Nick Cave, Devo y OMD

Devo se presenta en el festival Cruel World de Pasadena.
(Goldenvoice)
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En su cuarta celebración del sábado pasado, el festival Cruel World, dedicado principalmente a la presentación de artistas musicales relacionados a las escenas del new wave, el post-punk y el gótico, dejó en claro que, siempre que no haya amenazas de relámpagos, podrá salir adelante incluso si el clima no favorece sus intenciones.

Expliquemos. Hace dos años, en medio de una brillante actuación del padrino del punk Iggy Pop, los trámites se suspendieron súbitamente para darle paso a un anuncio que le pedía a los asistentes un retiro inmediato del lugar debido a una circunstancia climatológica como la que citamos arriba.

Pop era el penúltimo en presentarse; todavía faltaba ver a la igualmente icónica Siouxsie Sioux, la reina del goth. Finalmente, no hubo ni rayos, ni lluvia, ni manifestación alguna por parte del cielo, pero el concierto se pospuso hasta el día siguiente, y muchos de los que habían asistido a la fecha original se quedaron con los crespos hechos porque tenían vuelos que tomar o responsabilidades que cumplir.

Todo eso hacía que los fans de diferentes partes del mundo que se dirigieron este fin de semana al Brookside de Rose Bowl manifestaran en las redes su preocupación por lo que sucedería esta vez ante unos pronósticos de lluvia que no parecían definitivos, pero que se manifestaron de hecho en las primeras horas de la tarde, llevando a imaginar lo peor.

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Por fortuna, se trató solo de una garúa prolongada pero ligera que fue ciertamente tolerable, aunque mojó definitivamente a quienes habían asistido sin la protección necesaria, es decir, la mayoría. A las 9.40 p.m., cuando le tocó el turno al grupo de cierre, New Order, y cuando la multitud estaba ya plena de gozo por lo que había sido una sesión prolongada de buena música, el recuerdo del agua era ya historia.

Bernard Sumner, de New Order.
(Goldenvoice)
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Un frente desgastado

Pero eso no hizo que lo que este hizo resultara necesariamente histórico. New Order, de Inglaterra, es un conjunto legendaria con un merecido estatus de culto, pero, desde hace varios años, sus shows han tenido poco brillo y energía, como lo reconocen sus propios seguidores, por lo que colocarlos en esta posición no fue probablemente la decisión más razonable por parte de los organizadores.

Aunque la banda mantiene a varios integrantes originales, como el vocalista Bernard Sumner y el tecladista Gillian Gilbert, la voz del primero no se encuentra en el mejor de los estados, lo que perjudica la sensación que uno pueda tener de estar ante una agrupación atemporal, pese a que los juegos de luces y de video fueron realmente efectivos.

Sea como sea, New Order ofreció un largo set cuyo contenido en términos de diversidad fue bienvenido, ya que, más allá de “Blue Monday”, “True Faith” y “Temptation”, incluyó tres composiciones de Joy Division, la mítica banda de post-punk en la que militaron originalmente varios de sus integrantes, consistentes en “Transmission”, “Isolation” y “Love Will Tear Us Apart”, que se dejó para el final. Y pese a la aparente frialdad de su desempeño, Sumner se animó a hacer la última broma sobre el clima del festival al decir: “Es muy agradable estar en el soleado L.A.”

Esta es la banda española que se presentará este sábado en el gran evento de música wave y dark que se realiza en Pasadena

Para nosotros, la decisión más dura de la jornada llegó antes, cuando tuvimos que elegir entre Nick Cave and the Bad Seeds y The Go-Go’s, que se presentaban en escenarios distintos en horarios que no coincidían exactamente, pero que nos hubieran obligado a ver solo la primera parte de lo primero para poder ver luego la segunda parte de lo segundo, con el tiempo de traslado que eso implica y las dificultades para ubicarse a una distancia tolerable de los músicos.

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Pensábamos de todos modos hacerlo, aunque, como lo esperábamos, el arte de Cave fue tan hipnótico y seductor que nos dejó prácticamente pegados en la posición más o menos cercana al escenario en el que nos encontrábamos para poder apreciarlo del mejor modo.

Nick Cave a su paso por el evento masivo.
(Kirby Gladstein / Goldenvoice)
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Cueva de la inspiración

No es un secreto para nadie que la música del australiano puede ser sumamente intensa y hasta devastadora; sin embargo, más allá de los momentos en los que se sentó ante el piano, el hombre no se mantuvo nunca estático en la tarima, sino que se desplazó completamente en ella y se agachó incluso en más de una ocasión para tocar las manos de algunos miembros de la audiencia, mientras empleaba esa voz profunda que no deslumbra a todos, pero que es incuestionablemente envolvente y única.

Su lista de temas para el Cruel World no decepcionó, porque incluyó “Tupelo”, “Jubilee Street”, “The Weeping Song” y la memorable “Red Right Hand”, secundados por un grupo de coristas que resaltaron los aspectos gospel de la propuesta y por una banda particularmente competente en la que destaca, por supuesto, el multi instrumentista Warren Ellis.

El otro gran momento del día llegó de la mano de Devo. Adueñándose de la atención de todos desde el primer momento en que pisaron el escenario Sad Girls, los oriundos de Ohio desplegaron una implacable -e impecable- combinación de new wave, synth pop y punk que hubiera sido ya suficiente para mantener el entusiasmo generalizado, y que llegó además acompañada por una puesta en escena consistente no solo en el empleo de videos de tendencia psicodélica, sino también en una distintiva estética en la que no faltan extravagantes sombreros rojos y trajes amarillos impermeables.

En lo que a nosotros respecta, escuchar en vivo temas como “Peek-A-Boo!”, “Whip It”, “That’s Good” y “Gates of Steel” es una razón suficiente para salir de casa; y lo bueno es que, más de 50 años después de su formación, estos tipos los siguen tocando de manera impecable y con una energía inaudita, pese a que sus integrantes iniciales (Gerald Casale, Mark Mothersbaug y Bob Mothersbaugh) tienen todos más de 70 años.

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Un momento de la presentación de OMD.
(Carlo Cavaluzzi / Goldenvoice)
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Más británicos de lujo

Con lluvia o sin ella, la atmósfera del día llamó la atención de muchos artistas. “¿Qué diablos pasa con este clima tipo Londres?”, manifestó Andy McCluskey, vocalista de Orchestral Manoeuvres in the Dark (más conocido como OMD). Sea como sea, el cantante hizo lo suyo sin dejar de bailar ni de hacer movimientos corporales, mientras se enorgullecía públicamente de seguir desempeñando su oficio cuando se encuentra a punto de cumplir los 66 años de edad.

OMD, que se formó en 1978 en Inglaterra, maneja un sonido wave que puede resultar demasiado ligero para quienes gustan de propuestas más intensas; y si bien es cierto que la parte media de su espectáculo fue un tanto débil, fue realmente emocionante disfrutar de canciones como “Electricity”, “If You Leave” y, claro está, el increíble himno antibélico “Enola Gay”.

Después de ellos, el mismo estrado fue testigo del acto de Madness, un combo inglés que nos interesaba mucho ver porque no lo habíamos hecho antes pero que, pese a la calidad que mantienen sus músicos, nos decepcionó un poco debido a la severa desaceleración que sufren ahora algunos de sus temas más contundentes, lo que nos quitó la posibilidad de enfrascarnos a gusto en ese ‘skanking’ que buscábamos practicar.

Esto fue evidente desde el inicio, cuando se escucharon las primeras notas de “One Step Beyond”, y se prolongó a lo largo de un set de 14 temas que fue subiendo poco a poco de temperatura, como lo manifestó directamente el saxofonista Lee Thompson al desprenderse de pronto no solamente del poncho de plástico con el que había salido, sino al quitarse también la camiseta y el pantalón para quedar en ropa interior. Les falto quizas velocidad, pero no carisma; y la verdad es que “Our House” (su hit mayor, que es, claro, bastante lento) sonó muy bien.

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