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California es ahora el estado con más muertes por COVID-19, aunque tiene menos per cápita que la mayoría de los estados

Paramedics brings a patient into the Adventist Health-White Memorial Hospital Emergency in the Boyle Heights
Unos paramédicos traen a un paciente a urgencias del Adventist Health-White Memorial Hospital en Boyle Heights de Los Ángeles el 7 de enero. En total, 45.007 californianos han muerto a causa del COVID-19.
(Genaro Molina / Los Angeles Times)

California ahora tiene más muertes por COVID-19 que cualquier otro estado, una distinción que refleja tanto su gran población, como los estragos de una ola invernal de coronavirus que solo recientemente ha comenzado a retroceder.

En total, 45,007 californianos han muerto por el virus, con 514 fallecimientos reportados solo el martes, según datos compilados por el Times.

Nueva York, que fue triturada en los primeros días de la pandemia por un elevado número de decesos y se convirtió en el ejemplo de la rapidez con que el COVID-19 podría salirse de control, ha registrado 44,969 muertes.

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Los números en bruto, aunque sombríos, no pintan una imagen completa. California, con sus aproximadamente 40 millones de habitantes, ha reportado 114 fallecimientos por cada 100,000 residentes, la 18a tasa más baja entre todos los estados del país.

En comparación, la tasa de mortalidad de COVID-19 reportada por cada 100,000 habitantes es 142 en Texas y 135 en Florida, según muestran los datos del Times.

Para poner aún más en perspectiva las cifras de California, el estado está más cerca de Wyoming, que ha visto 107 decesos por cada 100,000 residentes, que de Nueva York, con 229, o Nueva Jersey, que tiene la tasa más alta del país con 248.

Aparte de esas cifras generales, el número de fallecimientos recientes de California sigue siendo alto, incluso cuando otros marcadores tienen una tendencia prometedora.

Durante las últimas dos semanas, el estado ha reportado casi 7,000 muertes por COVID-19, lo que subraya el continuo impacto desgarrador del virus.

Aunque muchos de los infectados experimentan solo síntomas leves, o ninguno en absoluto, algunos se enferman lo suficiente como para requerir hospitalización. A partir de ahí, otro porcentaje se deteriora hasta el punto de necesitar cuidados intensivos y, a pesar de los esfuerzos de los trabajadores de la salud, una cantidad de ellos muere.

Los funcionarios de salud dicen que la forma más segura de combatir este escenario es, en primer lugar, reducir la cantidad de personas infectadas con el coronavirus.

“Si los casos aumentan, las hospitalizaciones y las muertes incrementarán poco después”, señaló la directora de Salud Pública de Los Ángeles, Barbara Ferrer, esta semana. “Realmente no podemos permitirnos eso”.

Sin embargo, surgieron noticias prometedoras en ese frente durante la última semana, ya que California informó un promedio de 12,278 nuevos casos diarios, una disminución del 47% con respecto a hace quince días, según muestran los datos del Times.

Eso es muy por debajo de los peores picos del oleaje invernal, cuando la entidad registraba casi 45,000 nuevos contagios por día.

A pesar de esa disminución, el número de casos diarios de coronavirus sigue siendo sustancialmente mayor que antes del aumento. A principios de octubre, California registraba unos 3,000 contagios por día.

Más de 3.4 millones de habitantes de la entidad dieron positivo por COVID-19 durante el transcurso de la pandemia, aunque muchos expertos y funcionarios creen que la verdadera cantidad de infecciones es mayor.

Las cifras de pacientes con coronavirus hospitalizados en todo el estado también se han desplomado, de un máximo de casi 22,000 a principios de enero a aproximadamente 11,200, a partir del lunes.

“Vemos luz al final del túnel”, comentó el martes el gobernador Gavin Newsom. “Estamos viendo un progreso real”.

Pero los pasos hacia adelante no son irreversibles y los funcionarios advierten que California podría retroceder rápidamente si las personas comienzan a ignorar los protocolos de higiene, como usar cubrebocas en público y evitar entornos abarrotados, particularmente en interiores.

Las celebraciones de las vacaciones de invierno están en el espejo retrovisor, pero las autoridades continúan predicando precauciones para el Día de San Valentín y el siguiente fin de semana del Día de los Presidentes.

Aunque una vez más se permiten reuniones al aire libre a menor escala y las parejas pueden disfrutar de una comida romántica en el patio de un restaurante, Ferrer indicó que los residentes de Los Ángeles deben abstenerse de viajar, si es posible, hasta que bajen las tasas de transmisión.

“Recomendamos encarecidamente que no se realicen viajes de placer o recreativos hasta nuevo aviso”, señaló. “Los riesgos son demasiado grandes”.

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