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‘No son los 30 pesos, sino los 30 años de indiferencia’, dicen los manifestantes chilenos

Tras una semana de manifestaciones en Chile, el saldo es de 18 muertos y cientos de detenidos

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Sebastián Reyes tiene 35 años y vive en Valparaíso, la tercera ciudad más grande de Chile. Es fotógrafo de profesión y en estos días de protestas, ha captado con su cámara las manifestaciones que han sacudido al país, pero sobre todo los rostros de sus compatriotas. “He visto el nuevo rostro de Chile”, dice preocupado.

Es como si de la noche a la mañana se hubiera caído la máscara, dice, y la verdadera cara de todos hubiera quedado al descubierto.

“Es la cara de los jóvenes que sin temor retan el toque de queda ordenado por los militares. Es el rostro marcado por el miedo de nuestros padres y abuelos que recuerdan el tiempo en que los militares tomaron las calles en septiembre de 1973 y cometieron todo tipo de barbaridades”, dice Reyes.

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SANTIAGO DE CHILE (AP) — Un día después de anunciar medidas para mitigar la crisis social más grave en 30 años de democracia, el gobierno del presidente chileno Sebastián Piñera no lograba contener el miércoles el descontento masivo y los reclamos en las calles de mejores condiciones de vida en uno de los países más prósperos de América Latina.

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“Pero también se ha caído la máscara de un régimen que ha repetido hasta el cansancio que las cosas en Chile están bien”, señala Reyes mientras cubre la jornada de protestas del martes que han paralizado una buena parte de este país considerado como uno de los más estables y prósperos del continente.

El saldo hasta el miércoles 23 de octubre era de 18 muertos y más de 2.410 detenidos, según cifras del Ministerio del Interior.

La situación parece un polvorín a punto de estallar. Por un lado los saqueos se han generalizado en numerosas ciudades, y por otro lado el toque de queda impuesto por los militares, ha generado un enorme malestar, pero sobre todo incertidumbre.

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Mientras realizaba la cobertura de las manifestaciones de este día, Reyes se dio cuenta que estaban a punto de ser las 6 de la tarde. La angustia lo recorrió de pies a cabeza. “A esta hora empieza el toque de queda y si no tienes un salvoconducto de prensa, te arriesgas a ser detenido incluso a que te disparen”.

Aunque las protestas tuvieron su origen el 6 de octubre cuando se incrementó en 30 pesos la tarifa del Metro, en este momento las demandas son mucho más amplias e incluyen reformas en el sistema de pensiones para personas de la tercera edad, incremento a los salarios mínimos, educación de calidad, y mejoras en los sistemas de salud entre otras demandas.

El ambiente se va deteriorando a pasos acelerados ante las denuncias constantes de abusos y agresiones de los militares y carabineros contra la población civil.

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El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), presentó cinco denuncias por asesinatos cometidos por carabineros o militares y ocho denuncias por violencia sexual, de las 46 que se han interpuesto durante las jornadas de protesta.

Un país que no existe

“Este y los regímenes anteriores vendieron una postal de un país que no existe”, dice Devia Karen, quien trabaja de voluntaria en Radio Placeres, una radio comunitaria en Valparaíso que monitorea las protestas y los movimientos de las fuerzas armadas y los carabineros. La cobertura que están haciendo consta de una red de jóvenes que se encuentran por toda la ciudad y que les envían informes precisos de lo que está ocurriendo.

“Nosotros estamos informándole a la población que eviten ciertas calles, por ejemplo, para evadir a los soldados o los puntos de revisión que han colocado los carabineros, o los sitios donde se están llevando a cabo detenciones”, dice Karen.

”Lo que han buscado, este gobierno y los gobiernos anteriores, es mostrar que vivimos en un país equilibrado y justo, pero eso no es real”, dice la Karen. “Es la postal, es la foto que se trató de vender para que llegara más inversión extranjera”.

“No son los 30 pesos”, asegura Karen, repitiendo un slogan que se ha replicado una y otra vez en las manifestaciones. “En realidad son 30 años de indiferencia y pobreza”.

Para tratar de calmar los ánimos, el martes el presidente Sebastián Piñera dio a conocer un paquete de programas sociales que en su opinión, ayudarían a elevar la calidad de vida de los chilenos. Entre los programas que ofreció se encuentra un alza en el salario mínimo, la reducción del precio de medicamentos básicos, rebajas en las tarifas eléctricas e incrementos en el monto de las pensiones para las personas de la tercera edad con más bajos ingresos.

El costo total de estos programas es de unos 1.200 millones de dólares. Todavía falta que el Congreso ratifique este paquete.
Pero las medidas no desalentaron las manifestaciones. Por el contrario, este miércoles se movilizaron estudiantes, obreros, sectores de la clase media y se desarrollaron enormes demostraciones de protesta.

“El problema es que mientras el gobierno siga privilegiando a los empresarios y a las grandes compañías, y maneje al país como una empresa, sin tomar en cuenta el bienestar de la población, esto seguirá adelante”, dice Reyes.

“¿Hasta dónde va a llegar esto? No lo sé”, dice Javiera Zerene, una maestra de Filosofía en la población de Victoria, cerca de Temuco, en el sur del país. “Lo único que podemos pedir en este momento es mucha prudencia, porque una vez afuera los militares, quien sabe cuándo regresarán a sus cuarteles”.

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