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Cuando Irán bloqueó internet, expertos en tecnología desde EE.UU intentaron una solución; ¿por qué no lo lograron?

Iranian internet cafe
Iraníes navegan por la web en un cibercafé en Teherán.
(Vahid Salemi / Associated Press)

Cuando Irán interrumpió Internet hace dos años, los expertos en tecnología pudieron encontrar una manera de volver a poner a los iraníes en línea. Esta vez, sin embargo, el gobierno iraní tuvo la ventaja, avivando los temores sobre el futuro de la libertad de Internet en la República Islámica.

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TEHERÁN - Cuando las autoridades iraníes recientemente impusieron un apagón de internet casi total, durante prácticamente una semana, para mitigar las protestas callejeras masivas, la emprendedora tecnológica con sede en Estados Unidos Nima Fatemi entró en acción.

Fatemi y otros expertos en seguridad han logrado esquivar a los censores iraníes desde 2009, cuando las autoridades bloquearon por primera vez los sitios web de redes sociales como Twitter y Facebook como una forma de frenar los disturbios después de una disputada elección presidencial.

Sin embargo, a pesar de trabajar todo el día, Fatemi y casi 20 colegas analistas de internet en Estados Unidos no pudieron, por primera vez, eludir las trabas. “Estábamos sobrecargados de trabajo y agotados”, afirmó. “Conozco a muchas personas que no durmieron”.

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Durante años, las autoridades iraníes intentaron reprimir la forma en que los ciudadanos usan internet, pero les costaba dar grandes pasos. Esta vez, sin embargo, las sanciones estadounidenses pueden haber jugado a su favor sin darse cuenta.

A medida que las empresas de tecnología con sede en Silicon Valley bloquean cada vez más a los iraníes de sus servicios para cumplir con las sanciones del presidente Trump, Irán pudo ampliar su control sobre internet, exponen los analistas.

El apagón de noviembre tuvo repercusiones significativas.

No sólo disuadió a los manifestantes de movilizarse y limitó el flujo de información sobre los disturbios mortales -los peores en cuatro décadas, que resultaron en más de 200 muertos- sino que también suspendió los negocios y dejó a miles de personas sin salarios.

El intento de apagón de Irán durante una década, conocido como la “red nacional de información”, es una versión censurada y controlada por el estado de la internet global, que brinda a los funcionarios el poder -cuando así lo deseen- de separar el tráfico internacional de la red del que funciona dentro de esa nación.

Todos los iraníes se conectan a internet internacional a través de Telecommunication Infrastructure Co., de Irán, que funciona a la orden del Ministerio de Comunicaciones y distribuye servicios web a través de proveedores que luego lo venden a particulares. La configuración, implementada durante décadas garantiza que las autoridades iraníes puedan bloquear la red internacional.

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Para disminuir con éxito la dependencia de la web global, la República Islámica debió desarrollar redes domésticas y persuadir a millones de iraníes para que usen estas plataformas. El gobierno proporcionó incentivos, como precios reducidos, pero lograr que el público cambiara resultó difícil.

A pesar de los precios más altos de la internet internacional, los iraníes prefirieron abrumadoramente que sus servidores sean administrados en el extranjero, para evitar la posible vigilancia del gobierno.

Eso comenzó a cambiar cuando Trump volvió a imponer sanciones económicas, el año pasado, después de retirarse del histórico acuerdo nuclear de Irán, de 2015, con las potencias mundiales. En un intento de cumplir con ello en lugar de enfrentar un desafío sobre los derechos digitales, las compañías tecnológicas con plataformas y servicios en los que los iraníes confiaban, incluidos Google App Engine, Digital Ocean y GitLab, comenzaron a prohibir el acceso a esos usuarios.

Por lo tanto, los iraníes no tuvieron más remedio que optar por la red administrada por el gobierno, reflexionó Amir Rashidi, un investigador de seguridad de internet en el Centro de Derechos Humanos de Irán, con sede en Nueva York. “O cierras tu negocio o usas la infraestructura y los servicios nacionales”, remarcó.

Hace dos años, según los expertos, cuando las principales compañías iraníes todavía usaban servicios internacionales de internet, el gobierno decidió no usar un corte draconiano para minimizar el daño colateral derivado de la desconexión de la nación de la web global.

“Todo el país se habría derrumbado porque la mayoría de las personas e industrias usaban infraestructura y servicios internacionales de internet”, agregó Rashidi.
Esta vez, sin embargo, las autoridades comenzaron a disminuir la conectividad a internet poco después de que las protestas se apoderaran de Irán, el 15 de noviembre pasado, cuando el presidente Hassan Rouhani anunció un aumento en los precios de la gasolina de hasta un 50% para ayudar a financiar la asistencia gubernamental adicional a 60 millones de iraníes empobrecidos.

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Decenas de miles de iraníes, oriundos de decenas de ciudades, salieron a las calles y, antes del apagón de internet, los videos y fotos compartidos en línea mostraron manifestaciones pacíficas que escalaron en violencia cuando las fuerzas de seguridad llegaron al lugar.

Cuando la conectividad a internet fue casi nula, un día después, las únicas excepciones fueron para personas en industrias tan críticas como la banca y los hospitales.

Según los analistas, Irán bloqueó el 95% de la conectividad internacional a internet durante casi una semana; en todo Irán, algunos informaron tener acceso a sitios web nacionales incluso cuando el mundo exterior estaba bloqueado. “No pudimos encontrar una manera de volver a poner a una gran cantidad de personas en línea”, señaló Fatemi. “Todas las técnicas que utilizamos sólo funcionaron para un pequeño número de individuos”.

Kaveh Azarhoosh, investigador principal de Small Media, un laboratorio de seguridad digital con sede en Londres, indicó que los prolongados esfuerzos de Irán por limitar internet, junto con las sanciones de Estados Unidos, hicieron casi imposible que los activistas de derechos digitales brinden a los iraníes herramientas para contrarrestar el apagón de la web, tales como las redes privadas virtuales (VPN, por sus siglas en inglés), que permiten a los usuarios enmascarar su navegación a través de servidores desbloqueados.

“En momentos como este me duele, porque todas las señales de advertencia estaban allí”, expresó Azarhoosh. “En los últimos dos años, hemos visto un mayor número de compañías tecnológicas que niegan servicios a iraníes alegando posibles sanciones”.

Internet se considera un salvavidas entre los iraníes y la diáspora. Millones dependen de aplicaciones internacionales de mensajería social, como WhatsApp y Telegram, para mantenerse en contacto con amigos y familiares.

Pero con el bloqueo de internet, aquellos con seres queridos en Irán no tenían forma de saber si sus amigos y familiares estaban a salvo.

El pánico y el estrés se extendieron, particularmente en California, donde vive más del 40% de casi medio millón de personas de ascendencia iraní que reside en Estados Unidos, según la Oficina del Censo nacional.

A Niki Cyrus, una nativa de Los Ángeles, de 28 años de edad, que ahora es estudiante de posgrado en la Universidad de Duke, le tomó más de una semana tener noticias de su padre, quien estaba visitando a su familia en Teherán. “Cuando llamó, estaba en clase, así que no pude responder”, afirmó desde un café de Los Ángeles, donde se encontraba con un amigo.

La poca información que salía de Irán pintaba una imagen sombría. Los videos que circulan en las redes sociales muestran que las fuerzas de seguridad tomaron medidas enérgicas contra los manifestantes y, al menos en un caso, dispararon balas reales contra la multitud.

Fueron necesarios 10 días para conocer el alcance de la represión violenta y generalizada de la República Islámica. Al menos 208 personas fueron asesinadas, detalló Michelle Bachelet, alta comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos.

A pesar de que las autoridades lograron reducir la interrupción de la vida cotidiana con las aplicaciones y servicios de mensajería nacionales que permanecen disponibles, los expertos en seguridad señalaron que el apagón aún tenía consecuencias importantes.

Mohsen Jalalpour, ex jefe de la Cámara de Comercio de Irán, expresó a la agencia de noticias Khabaronline que el apagón de internet le costó a la economía iraní $1.500 millones de dólares. Netblocks, una organización de vigilancia que ha estado rastreando la interrupción de la web en Irán, informó que la pérdida fue de aproximadamente $2.500 millones.

Para Amir Hasani, un ejecutivo con sede en Teherán que trabaja como operador de divisas para una empresa en Emiratos Árabes Unidos, la interrupción de internet costó el salario de una semana. “No podía trabajar ni hacer ningún tipo de cambio”, explicó. “Trump empeoró nuestra ya pobre situación al agregar nuevas sanciones en 2018”.

El apagón repentino también frenó a las empresas que estaban en medio de acuerdos comerciales internacionales. Tal fue el caso de Sohrab, quien estaba cerrando un acuerdo con una compañía extranjera para distribuir juegos de mesa hechos en Irán.

El hombre de 31 años, que no quiso dar su apellido porque no está autorizado a hablar en nombre de la compañía, afirmó que después de meses de negociaciones tenía casi sellado el acuerdo cuando ocurrió el apagón de internet.

“No queríamos decirle a la compañía extranjera que estábamos teniendo problemas porque nos preocupaba que pudieran asustarse y no trabajar con nosotros”, expresó.

Después de tres días sin servicio, Sohrab le preguntó a un amigo que trabajaba para una gran empresa tecnológica si podía ayudarlo. Debido a que esa compañía dependía del acceso a internet global, las autoridades no la habían cerrado. “Mi amigo me dejó ir al estacionamiento de la compañía para la que trabaja y pude acceder a wi-fi desde allí, para usar Skype”, indicó. “Logramos hacer un trato al encontrar a alguien que tenía conexión a internet, pero sé que el 99% de las compañías nuevas o empresas en el país perdieron sus acuerdos porque no había internet”.

El corresponsal especial Mostaghim informó desde Teherán. Etehad, redactora de planta de The Times, desde Los Ángeles. La redactora Sarah Parvini, también en Los Ángeles, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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