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Las casas subterráneas de “Parasite” son verdaderos espacios de desesperación y sueños

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Durante nueve años, la poetisa surcoreana Shin Hyun-rim y su hija residieron en un mundo subterráneo a siete pasos de la calle.

En el corazón de Seúl, a un tiro de piedra de la residencia presidencial y de los rascacielos que albergan a gente como Samsung; Shin y su hija vivían en un apartamento que era algo así como un semi sótano, con poca luz solar y un alquiler muy barato, que para muchos surcoreanos es un último recurso, un lugar de paso o una parada en el camino hacia algo mejor.

“No se puede saber si es de noche o de día”, dijo Shin, de 58 años, que se mudó a un cuarto piso sin ascensor hace unos dos años. “Es un buen lugar para soñar. Tu imaginación es lo que te ayuda a superar la situación”.

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Este tipo de casa, a medio camino entre la clandestinidad y la legalidad, aparece en la comedia negra “Parasite” del director surcoreano Bong Joon Ho, una cruda representación de la familia Kim de la película, que trata de salir, sin éxito, de ese tipo de vida.

Bong ha dicho que el semi sótano fue un concepto excelente para hacer su thriller en el que explora las disparidades de clase, que ha conectado con las audiencias de todo el mundo y ha hecho historia en los Oscar del domingo, al convertirse en la primera cinta de lengua no inglesa en ganar la mejor película.

“Banjiha”, como se le conoce en Corea a ese tipo de viviendas, es un espacio con una connotación peculiar... Es innegablemente subterráneo, y aún así llegas a creer que está sobre la tierra”, dijo Bong el pasado mes de mayo tras el estreno de la película en el Festival de Cannes. “También existe el temor de que si te hundes más, puedes quedar completamente bajo tierra”.

Bong dijo que los traductores de la película se esforzaron por encontrar la palabra correcta en inglés y en francés porque no había un equivalente directo. Al final se decidieron por “semi sótano”.

Para muchos en Corea del Sur, de donde es originario Bong, la película trajo recuerdos de los meses o años pasados en las viviendas banjiha, donde la desolación, los bichos, el olor a moho que proviene de una humedad perenne siempre está presente.

Al igual que las casas jaula de Hong Kong y las favelas de Brasil, el banjiha ha llegado a simbolizar de muchas maneras un segmento de los surcoreanos afectados por el aumento de la densidad y la disminución de la asequibilidad, hacinados en rincones no vistos de una ciudad donde los ricos siguen enriqueciéndose y ocupan cada vez más espacio.

“Debo haber querido encerrar el semi sótano en el fondo de mi subconsciente”, escribió una bloguera surcoreana, diciendo que había olvidado que vivía en un sitio así cuando era estudiante de posgrado hasta que vio “Parasite”. “Mi autoestima bajó hasta el suelo”.

Más de 36.000 surcoreanos viven en casas semi sótano, según la encuesta más reciente realizada en 2015, la gran mayoría de ellos en el área metropolitana de Seúl. Muchas fueron construidas en el decenio de 1970 como búnkeres para un posible ataque norcoreano y posteriormente modificadas al azar como unidades de alquiler independientes para satisfacer una creciente demanda de viviendas.

Como en el clímax de la película, cuando los Kim vadean las aguas residuales crecientes de su hogar durante un aguacero, muchas casas de estas son vulnerables a las inundaciones y quedan sumergidas durante los monzones. En una inundación particularmente grave en 2010, las autoridades de Seúl dijeron que la mayoría de las más de 9.000 viviendas dañadas por las lluvias eran unidades semi sótano. Se comprometieron a eliminar gradualmente las casas banjiha y a proporcionar otras formas de vivienda asequible en su lugar.

Shin, la poetisa, se mudó a una de ellas con su hija de 5 años de edad alrededor de 2007. Era la única unidad que la madre soltera podía permitirse en la zona después de que se viera obligada a abandonar su anterior hogar.

“Es el último lugar al que se desciende cuando no se tiene dinero”, dijo. “Se sentía como una tumba”.

El espacio de tres habitaciones recibía tan poca luz solar que tenía que mantener las luces encendidas durante el día. Siempre sintió como si estuviera desarrollando un sentido más agudo del oído, dijo - pasos, charla, viento, lluvia. No mucho después de que se mudaran, su casa fue asaltada, el ladrón se deslizó fácilmente a través de la ventana a nivel de la calle, a pesar de que tenía instaladas unas rejas como de prisión.

A lo largo de los años de vida allí, sin embargo, comenzó a inspirarse en el sentido de alteridad que el hogar parecía engendrar. En 2017, publicó un libro de poesía, titulado “Banjiha Alice”, basado en cómo se sintió cuando se mudó, como si la hubieran dejado caer en un mundo extraño, muy parecido al que sintió el protagonista de Lewis Carroll.

Mis días restantes siguen disminuyendo

Pero estamos todos brevemente montando una tienda de campaña

Puede que me inquiete como una flor durante el día temblando en el viento...

Pero si saboreo en la tristeza

Tal vez algo divertido sucederá

Tal vez un conejo blanco pase corriendo

De “La felicidad de Banjiha Alice”, de Shin Hyun-rim.

Choi Hyun-jung, de 34 años, ha estado viviendo en un semi sótano con su hermana desde 2012 en la ciudad de Incheon, a una hora al oeste de Seúl. Con su modesto presupuesto, cada unidad que miraban era un semi sótano.

En los días de lluvia, ella salía a la calle para asegurarse de que las alcantarillas no estuvieran obstruidas, nerviosa por las inundaciones. En el trabajo, se preocupaba por el hecho de regresar a su casa y encontrarse con su vida sumergida. Noche tras noche, las hermanas eran despertadas por los sonidos de los borrachos que salían del pub de al lado.

Hace unos años, empezó a dibujar un cómic en la web sobre su vida y la de su hermana, titulado “Habitación de alquiler Banjiha”. En ese blog puso al descubierto sus desafíos - los insectos, el moho, una recurrente fuga en el techo - pero también compartió cómo estaban haciendo de ese sitio su propia casa y usándola como un trampolín para sus vidas de jóvenes adultas. La historia parecía hablar a otros jóvenes que estaban pasando por momentos igualmente difíciles y fue lo suficientemente popular como para que Choi firmara como caricaturista a tiempo completo para el portal web Daum.

“Es una necesidad para la gente que está desesperada”, dijo. “No es realmente un lugar adecuado para vivir”.

Kim Nam-hyeon, un estudiante de 21 años de edad dijo que mientras veía “Parasite” se encontró preguntándose cuánto sería el alquiler de un lugar como la casa ficticia de Kim.

Originario de una ciudad costera en el extremo sur de Corea del Sur, Kim ha estado viviendo en un apartamento semi sótano cerca de su universidad en Seúl durante unos dos años. Supone que 1 de cada 10 de sus compañeros de clase viven en unidades banjiha debido a que el alquiler es muy barato, dijo.

Está ansioso por ahorrar suficiente dinero y conseguir un buen trabajo después de la graduación que le permita salir del sótano y vivir en un espacio sobre la tierra. La existencia en el semi sótano lo motiva a trabajar duro para ascender en la vida.

“Me digo a mí mismo que es una experiencia”, manifestó, “pero no quiero vivir así nunca más”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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