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Llueva o truene, la ‘Mamita’ Candelaria tiene su fiesta en el sur del Perú

El colorido de la cultura peruana brilla en el marco de la independencia patria que cumple 200 años.
El colorido de la cultura peruana brilla en el marco de la independencia patria que cumple 200 años.
(Andrea Carrión/Archivo)
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Es necesario sentarse al ras del suelo y a poquísimos metros de los danzantes para realmente apreciar la pasión y el empeño que les ponen a sus presentaciones.

Faldas que parecen arcoíris voladores y zapateos intensos con o sin zapatos, son apenas un indicio de lo que el sur del Perú vive a lo largo de 15 días en honor a la venerada “Mamita” Candelaria.

Cada 1 de febrero la ciudad de Puno, ubicada a 3,827 sobre el nivel del mar y a orillas del Lago Titicaca, da inicio a su tradicional Fiesta de la Virgen de la Candelaria, la celebración religiosa y cultural más grande del sur del Perú.

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Esta festividad jala a miles y miles de puneños y residentes de regiones vecinas con un objetivo en común: bailarle a su santa patrona. Y lo hacen ya sea en calles, plazas, frente al santuario de la Candelaria o en el estadio Enrique Torres Belón, primero en el Concurso de Danzas Típicas y Nativas (trajes autóctonos), y una semana después, en el Concurso de Danzas en Traje de Luces.

Una de estos puneños se llama Sussan Núñez. Ella nació respirando el fervor de esta fiesta y a los 14 años de edad le tocó, por primera vez, unirse a la Fabulosa Morenada Independencia, nombre del conjunto que este año cumple bodas de plata y con el que volverá a competir luciendo un majestuoso traje de luces.

Pese a estar residiendo en Chiclayo, a más de 1.200 millas al norte de Puno, cada año Sussan vuelve a su tierra para vestir un nuevo traje y bailar hasta perder el aliento, algo poco probable con los locales, pero bastante común con quienes no están acostumbrados a la altura.

“Soy la más feliz cuando estoy acá. Los puneños llevamos la danza en la sangre. Cuando las bandas empiezan a tocar renace una emoción particular en mi corazón, algo que sentimos quienes participamos de esta fiesta”, comenta Sussan. “Tanto así que la altura ni se siente. He llegado a bailar con 24 faldas encima y el físico aguanta el frío, el sol, los truenos, el hielo, todo. Ni siquiera me preparo físicamente, la emoción me sostiene”.

La devoción es desbordante pero también lo es la inversión. Tal vez no sea tanto para quienes participan del primer concurso pues suelen vestir los trajes autóctonos que usan en sus respectivos poblados o regiones y ello minimiza muchísimo el costo. Sin embargo, el presupuesto cambia cuando hay ‘luces’ –es decir lentejuelas e hilos brillantes– de por medio.

Cada aporte dependerá del conjunto y de la ropa que se alquile. Esta vez, por su traje Sussan pagará 600 soles ($180 dólares aproximadamente.), además de otros $100 dólares por el alquiler de la banda de músicos. A eso hay que sumar los aretes, el peinado, las joyas y los zapatos.

“En eso sí que los puneños no escatimamos. Trabajamos muy duro de lunes a domingo, y de sol a sol. De ahí sacamos lo que hemos trabajado y bailamos con mucha fe y devoción. Es algo muy especial”, explica Sussan.

No es necesario bailar para entender lo que describe Sussan. Impresiona ver las calles del centro de Puno siendo recorridas por decenas de conjuntos de danzantes forrados cada cual a su estilo y a todo color. Conmueve verlos sudar sin parar debajo de telas brillantes y telares confeccionados con lana de oveja, alpaca y vicuña. Impresiona aún más cuando en plena faena, se arranca un aguacero que se convierte en granizada y los fieles no se detienen. Algunos siguen bailando como si nada y otros siguen los pasos del anda que lleva sin inmutarse la imagen de la Candelaria.

Jorge Ramos, presidente de la Federación Regional de Folclore y Cultura de Puno, señala que no hay registrada una fecha exacta que marque el inicio de esta masiva festividad. Cuenta que todo comenzó con unos cuantos grupos que danzaban espontáneamente en honor a la Candelaria. Luego en 1964 se organizó oficialmente el primer concurso y en 1965 se fundó la federación.

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Con los años la participación de conjuntos y el número de visitantes se ha multiplicado. Se unen paisanos de departamentos aledaños como Arequipa, Cusco, Tacna, Moquegua y Cerro de Pasco, pero también llega gente de países como Bolivia, Chile y España, todos con la ilusión de mimetizarse con la cultura local y vivir desde bien adentro el significado de esta fiesta regional.

He llegado a bailar con 24 faldas encima y el físico aguanta el frío, el sol, los truenos, el hielo, todo. Ni siquiera me preparo físicamente, la emoción me sostiene.

— Sussan Núñez

Este año, solo en el Concurso de Danzas Típicas y Nativas realizada el pasado 2 de febrero, participaron 121 conjuntos. Mientras que para el concurso de Danzas en Traje de Luces ya hay registrados 85 conjuntos. Cada conjunto puede tener desde 250 hasta 1,500 integrantes. No es gratuito entonces que algunos años atrás esta festividad haya sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación y que en el 2014 la UNESCO le sumara la denominación de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Tanto la fiesta como sus títulos han servido de un gran imán para el turismo local e internacional. Según la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el Turismo (PromPerú) y la DIRCETUR de Puno anunciaron que, del 1 al 15 de febrero, la región espera la llegada de 60 mil turistas.

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La Fiesta de la Candelaria ya empezó y la luz de su protectora brilla más que nunca. Puno se hincha de orgullo por bailar a los pies de su Virgen en agradecimiento a los milagros que aseguran haber recibido de ella, considerada una advocación mariana de la religión católica con origen en Tenerife, España, a raíz de una aparición en el siglo XV.

El color y la magia de este homenaje se despidió hace unos días con la misma intensidad del inicio. Miles de fieles volverán el próximo año para volverle a bailar a su mamita ‘ Candelaria’, llueva o truene.

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