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Infectados en cinco minutos y a 20 pies de distancia: un estudio de Corea del Sur muestra la propagación del coronavirus en espacios interiores

An outdoor dining set-up with hand sanitizers and stuffed bears to enforce social distancing in downtown Seoul.
Un comedor al aire libre, con desinfectantes para manos y ositos de peluche en las sillas, para reforzar el distanciamiento social en Seúl.
(Lee Jin-man / Associated Press)
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El Dr. Lee Ju-hyung evitó en gran medida los restaurantes en los últimos meses, pero en las pocas ocasiones en que cenó afuera, desarrolló un hábito extraño, aunque sensato: sacar un pequeño anemómetro para comprobar el flujo de aire.

Es una precaución que ha estado tomando desde un experimento, en junio pasado, cuando él y sus colegas recrearon las condiciones en un restaurante en Jeonju, una ciudad en el suroeste de Corea del Sur, donde los comensales contrajeron COVID-19 de una visitante foránea. Entre ellos se encontraba una estudiante de preparatoria, que se infectó con el coronavirus después de cinco minutos de exposición a más de 20 pies de distancia.

Los resultados del estudio, para el cual Lee y otros epidemiólogos contaron con la ayuda de un ingeniero especialista en aerodinámica, se publicaron la semana pasada en el Journal of Korean Medical Science. Las conclusiones plantearon preocupaciones de que el estándar ampliamente aceptado, de seis pies de distancia social, podría no ser suficiente para mantener la seguridad.

El reporte, que se suma a un creciente cuerpo de evidencia sobre la transmisión aérea del virus, destacó cómo el régimen de rastreo de contactos meticuloso —y a menudo invasivo— de Corea del Sur permitió a los investigadores seguir de cerca cómo se mueve el virus por las poblaciones. “En este brote, las distancias entre el agente infeccioso y los infectados fueron […] más largas que el rango de transmisión de gotas de dos metros [6.6 pies] generalmente aceptado”, escribieron los autores. “Las directrices sobre cuarentena e investigación epidemiológica deben actualizarse para reflejar estos factores en el control y la prevención del COVID-19”.

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People wearing face masks walk past a coronavirus safety banner ad advising an enhanced social distancing campaign in Seoul.
Personas con mascarillas caminan bajo una enorme pancarta que enfatiza la renovada campaña de distanciamiento social, frente al Ayuntamiento de Seúl. “Tenemos que detenernos antes de que el COVID-19 detenga todo”, señala.
(Ahn Young-joon / Associated Press)

Según KJ Seung, experto en enfermedades infecciosas y jefe de estrategia y política de la respuesta contra el COVID en Massachusetts de Partners in Health, una organización sin fines de lucro, el estudio es un recordatorio del riesgo de transmisión en interiores a medida que muchas naciones se preparan para el invierno. La definición oficial de “contacto cercano” —15 minutos, dentro de los seis pies— no es infalible.

En su trabajo en el programa de rastreo de contactos de Massachusetts, agregó, los dueños de negocios y los administradores escolares se obsesionaron con el estándar de “contacto cercano”, pensando que solo 14 minutos de exposición o pasar horas en la misma habitación pero a una distancia superior a seis pies, es seguro. “Existe una idea errónea real sobre esto entre el público”, destacó Seung, quien no participó en el estudio de Corea del Sur. “Piensan: si no tengo contacto cercano, mágicamente estaré protegido”.

Seung añadió que el estudio señala la necesidad de contar con rastreadores de contactos en todo el mundo para ampliar la red en busca de personas que potencialmente hayan sido infectadas y para alertar a aquellos con menor riesgo de que podrían haber estado expuestos.

Linsey Marr, profesora de ingeniería civil y ambiental en Virginia Tech que estudia la transmisión de los virus en el aire, dijo que el lapso de cinco minutos en la cual la estudiante —identificada en el reporte como “A”— se infectó, fue notable, porque la gota fue lo suficientemente grande como para transportar una carga viral, pero lo suficientemente pequeña como para viajar 20 pies por el aire. “‘A’ debió recibir una gran dosis en solo cinco minutos, proporcionada por aerosoles más grandes, probablemente de alrededor de 50 micrones”, precisó. “Los aerosoles grandes o las gotas pequeñas que se superponen en esa área gris pueden transmitir la enfermedad a más de uno o dos metros [3.3 a 6.6 pies] si hay un flujo de aire fuerte”.

El estudio de Corea del Sur comenzó con un misterio. Cuando una alumna de último año de preparatoria en Jeonju dio positivo por el coronavirus, el 17 de junio, los epidemiólogos quedaron perplejos porque la ciudad no había tenido un caso de COVID-19 en dos meses. La provincia de Jeolla del Norte, donde se encuentra Jeonju, no había tenido uno durante todo un mes. La joven no había viajado fuera de la región en las últimas semanas y en gran parte solo fue de casa a la escuela y viceversa.

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Los rastreadores de contactos recurrieron al Sistema de Apoyo a la Investigación de Epidemias del país, una plataforma digital introducida en Corea del Sur en medio de la pandemia, que permite a los investigadores acceder a información de ubicación de teléfonos celulares y datos de tarjetas de crédito de gente infectada en tan solo 10 minutos.

Los datos del GPS del teléfono celular revelaron que la alumna se superpuso brevemente con otra paciente conocida de coronavirus de una ciudad y provincia completamente diferente, una vendedora de puerta a puerta que había visitado Jeonju. La conexión fue en el primer piso de un restaurante, la tarde del 12 de junio, por solo cinco minutos.

Las autoridades de la ciudad de Daejeon, de donde es oriunda la vendedora, afirmaron que la mujer no les dijo a los rastreadores de contactos que había visitado Jeonju, ubicada a una hora en auto de distancia, donde su compañía sostuvo una reunión con 80 personas en el sexto piso del edificio del restaurante.

Lee, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Jeonbuk, que también ha estado ayudando a las autoridades locales a realizar investigaciones epidemiológicas, fue al restaurante y se sorprendió de lo lejos que habían estado sentadas las dos. Las imágenes de CCTV mostraron que ambas nunca hablaron ni tocaron ninguna superficie en común: picaportes, tazas o cubiertos. Por el balanceo de una lámpara, podía decir que la unidad de aire acondicionado del techo estaba encendida en ese momento.

Diagram of coronavirus outbreak at South Korean restaurant with ceiling air conditioners, arrows representing the air flow.
Diagrama del brote en un restaurante surcoreano equipado con aires acondicionados de techo: las flechas representan el flujo de aire. Las líneas de corriente de aire curvas representan el lugar donde el aire rebota contra una pared o barrera y se mueve hacia el suelo.
(Korean Academy of Medical Sciences)

Lee y su equipo recrearon las condiciones del restaurante (los investigadores se sentaron en las mesas como comensales suplentes) y midieron el flujo de aire. La estudiante de preparatoria y un tercer comensal que estaba infectado se habían sentado directamente junto al flujo de aire de un acondicionador; otros comensales que estaban de espaldas al flujo de aire no se infectaron. Mediante la secuenciación del genoma, el equipo confirmó que los tipos genómicos de virus de los tres pacientes coincidían.

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“Increíblemente, a pesar de estar sentadas muy lejos, el flujo de aire bajó por la pared y creó una corriente de viento. Las personas que estaban en esa línea se infectaron”, comentó Lee. “Llegamos a la conclusión de que se trataba de una transmisión por gotitas, y más allá de los dos metros”.

El patrón de infección en el restaurante mostró que se debía a la transmisión a través de gotitas que aterrizaban en la cara en lugar de aerosoles, que se inhalan, explicó Marr, la profesora de Virginia Tech que no participó en el estudio. La velocidad del aire medida en el restaurante, que no tenía ventanas ni sistema de ventilación, era de aproximadamente un metro por segundo, el equivalente a un ventilador. “Comer en el interior de un restaurante es una de las cosas más riesgosas que puede hacer en una pandemia”, indicó. “Incluso si hay distanciamiento, como muestra éste y otros estudios, no es suficiente”.

El estudio fue publicado en un momento en que Corea del Sur, al igual que muchos otros países, está al filo en medio de una nueva ola de infecciones por COVID-19, con tasas diarias de casos que rondan los 600 en los últimos días. Seúl, la capital, comenzó esta semana a exigir que los restaurantes cerraran a las 9 p.m. También limitó a las cafeterías a ofrecer solo comida para llevar y obligó a clubes y karaokes a cerrar sus puertas.

La investigación se hizo eco de los hallazgos de un estudio de julio pasado en Guangzhou, China, que analizó las infecciones entre tres familias que cenaron en un restaurante a lo largo del flujo de aire acondicionado, en mesas que estaban a tres pies de distancia, y se superpusieron allí durante aproximadamente una hora. Diez de los comensales dieron positivo al coronavirus. Los rastreadores de contactos en Corea del Sur trazaron un mapa similar de un gran brote en un Starbucks de Paju, en agosto, cuando 27 personas fueron infectadas por una mujer que estaba sentada debajo de una unidad de aire acondicionado en el segundo piso.

Para Seung, de Partners in Health, al rastrear las rutas de infección, los investigadores epidemiológicos en Corea del Sur ayudaron a los investigadores de todo el mundo a comprender mejor la propagación del coronavirus. “Se lo mostré a los miembros de mi equipo que realizaban el rastreo de contactos en Massachusetts y quedaron boquiabiertos”, comentó. “Sabemos lo difícil que es hacer algo así; es muy impresionante”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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